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domingo, 3 de julio de 2011

VÁYANSE

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En mis diarios paseos en busca de un mejor tono físico suelo pasar por delante de una biblioteca. Antiguamente entraba de vez en cuando a coger o devolver libros para mi lectura, pero desde que me he pasado al lector electrónico no accedía a tan cultural lugar. Los acontecimientos que están removiendo, y de qué modo, la convivencia nacional en estos últimos tiempos me incitan a dar un vistazo, somero y muy por encima, a los diarios a ver que se cuece por ahí. Según salía esta semana y al pasar por delante de la estantería de novedades, me ha llamado la atención el libro cuya portada ilustra esta entrada, por su título y por su dibujo tan colorista, donde aparecen por los aires nuestros más cualificados y al parecer únicos dirigentes políticos tras haber chocado el tándem que conducen con una enorme piedra llamada “NACIONALISMO”. Por cierto y a modo de curiosidad, la palabra “tándem” también significa, según el diccionario, “conjunto de dos personas que tienen una actividad común, que colaboran en algo” o “conjunto de dos elementos que se complementan”. Ironías de nuestros académicos de la lengua si intentamos aplicar estos significados a los señores en cuestión.

En mis largas horas de desplazamiento al trabajo en transporte público a lo largo de muchos años, he conocido muchas personas, algunas de las cuales llegaron a convertirse en verdaderos amigos. Recuerdo a uno de ellos, Domingo, al que hace tiempo que no veo. Su mujer falleció poco antes de jubilarse, hace ya unos años y aunque tenía hijos me contó que se había juntado con una chica de un país centroamericano y que se iba a marchar a vivir allí. Su exigua pensión aquí no le daba para mucho, así que vendió su piso, cogió a su compañera y se marcharon a vivir a su país. Viene de vez en cuando, muy poco y cada vez menos a ver a sus hijos porque según dice aquí no se le ha perdido nada y allí vive como un rajá o un marajá, no sé lo que será más y mejor. Supongo que tendrá otros problemas pero por lo menos se ha quitado de aguantar y sufrir los que a diario tenemos los españolitos de a pié, muchos de ellos derivados de la incompetencia de nuestros dirigentes, amén de su voracidad. En el fondo Domingo no ha hecho sino copiar lo que muchos pensionistas alemanes e ingleses llevan haciendo desde hace años cuando se asientan en nuestras costas mediterráneas a vivir todo el año mejor que lo harían en sus países de origen con sus pensiones.

Ahora que esto del desarraigo se lleva mucho, que la globalidad y la modernidad separa las familias, no sería mala cosa sopesar el irse a vivir a otro país donde podamos estar tranquilos y todo lo aislados que queramos lejos del bullicio, demasiadas veces desagradable, que nos envuelve aquí. Sin piso, sin coche, sin nada, a ver por dónde nos metían mano con los impuestos.

Hace nada se han constituido las corporaciones locales. Como uno de los concejales de la corporación cesante no ha salido elegido, el alcalde, continuista él, lo primero que ha hecho ha sido crear un “cargo de confianza” destinado precisamente a este concejal que ya no lo es, con un sueldo cuyo cincuenta por ciento ya quisiéramos muchos, incluidos los empleados del propio ayuntamiento. En el ayuntamiento de Madrid, una de las primeras acciones ha sido subir el porcentaje del IBI por activa a la vez que no inhibirlo por pasiva ante la actualización, al alza, de los valores catastrales. ¿Pero no ha bajado el valor de los pisos? ¿Cómo siguen subiendo los valores catastrales? Vivimos en realidades distintas. Eso sí, los sesudos dirigentes madrileños abogan por ligar el pago del IBI al IRPF y que nos lo descuenten mes a mes en nuestra nóminas. De esa forma, dicen, pagará más quién más tenga. No dicen que pasa con los que no tienen nóminas y declaran sueldos irrisorios mucho menores a los que declaran sus propios empleados. Triquiñuelas hay por todos lados y todos sabemos de ellas, aunque, confesemos, no podamos usarlas. Muy en el fondo, lo que seguramente pretenden estos señores es recaudar un montante superior a lo que se recauda ahora, aunque nos quieran presentar esta “peora” como una “mejora”.

Y estamos esperando a las elecciones generales, anticipadas o no, donde el partido “X” va a sustituir casi con toda seguridad “Y”. Estamos apañados si esperamos alguna solución a nuestros males. A ver si da tiempo a que movimientos ciudadanos que parece que se ponen en marcha nos despierten, a todos, y encontremos alguna solución, que la hay, pero mucho me temo que pase por tirar la casa por la ventana y bajar al patio a ver que se puede aprovechar.

Mi vecino veraniego Alfonso Ussía, con su pluma acertada y astifina nos da unas cuantas razones para tomar conciencia de cómo vamos, si es que no la hemos tomado ya. A su lado, el pincel ingenioso y agudo de Antonio Mingote nos saca la sonrisa con sus viñetas, que es mejor que llorar. No vamos a descubrir aquí a estos dos grandes que llevan decenas de años escribiendo e ilustrando la realidad nacional en libros y diarios. Este libro es una recopilación de sus cavilaciones y puede leerse a ratos ya que no son sino entradas sueltas.

Tras todo ello, recomiendan en su título “QUE SE VAYAN” a unos y otros. Y precisamente no son sospechosos de nada pues su trayectoria y de que pié cojean es de todos conocida. Hace años se hizo famosa en el parlamento español una frase, pronunciada muchas veces como colofón a las intervenciones de los diputados de un partido: “Márchese, Sr. González” era la frase aludida. Yo me limito a copiar el título de este estupendo libro, poniéndolo en una sola frase para pedir lo mismo.

Pero me temo que no nos van a hacer caso, se quedaran y por largo tiempo. Desde dentro, “ellos” no van a resolver el problema, SON el problema. Así que o hacemos lo que Domingo y salimos huyendo o nos quedamos a soportar lo que nos echen.

Estamos “coyundados”. O como diría mi buen amigo Miguel Angel de forma más fina, estamos “perocontentos”.