Hay algunas cosas que las personas, queramos o no, solo se
hacen una vez en la vida. Los ejemplos clásicos son el nacer y el morir, pero
hay otras muchas que por los propios designios sociales solo es necesario
acometerlas una única vez. Esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pues
nadie escarmienta en cabeza ajena y por mucho que nos cuenten experiencias de
otros, a nosotros pueden desarrollarse de manera diferente. También, nuestra
propia experiencia no nos servirá de nada a nosotros mismos porque al menos en
teoría, nunca volveremos a enfrentarnos a ese desafío.
Y otra consideración es que… ¡menos mal! que son de
realización única, porque sería muy difícil una vez sufrida la experiencia, volverlas
a realizar. El ejemplo personal más clásico es el Servicio Militar, una especie
de «secuestro legal» que sufríamos los varones españoles hace algunos años y
que ahora está felizmente suprimido; honestamente creo que les sería imposible
a los jóvenes de hoy, son otros tiempos, soportar ciertas actuaciones que solo
de recordarlas se me ponen los pelos de punta. En alguno de mis peores sueños
he revivido el acudir una segunda vez como si fuera un error y a pesar de mis
protestas de que era una cuestión ya realizada. La novedad te puede mantener en
una cierta actitud, pero cuando ya es asunto conocido uno no está por la labor.
Lo suyo sería, a la vuelta, hacer todo lo posible para que otros no sufrieran
el mismo «secuestro» de unos cuantos meses en sus vidas para «servir» a la
Patria. Es un tema que daría para mucho debatir y no es objeto de esta entrada.
Otro asunto que acometemos, normalmente, una vez en la vida
es la obtención del carnet de conducir. Opiniones habrá para todos los gustos,
pero una cuestión que es básica te obliga a pasar por un negocio de tomo y lomo
e invertir un dineral en clases y exámenes, cuando debería ser una cosa normal
casi casi estudiada en el colegio como parte de la formación de las personas.
Pero, claro, cuando ya tenemos el carnet en el bolsillo, todos nuestros
pensamientos sobre lo bueno y lo malo del sistema pasan a mejor vida. Ya no es
asunto nuestro. ¡Ay si tuviéramos que hacer lo mismo cada un determinado número
de años¡ Otro gallo nos cantaría.
Luego existen otros actos que hacemos por voluntad una única
vez, simplemente por conocer las sensaciones que se experimentan, pero sin
intención de repetirlos. Cada persona tendrá los suyos, pero a mí se me ocurren
tres experiencias propias. Una de ellas fue un vuelo en parapente, en un
parapente doble, con un monitor, y que realicé hace ya muchos años en las
pistas de esquí de Baqueira Beret y que resultó una delicia para los sentidos y
una experiencia inolvidable que no creo que vuelva a repetir. Otra práctica
similar fue un vuelo en globo aerostático en las inmediaciones de Segovia y la
tercera un descenso en rafting por un río en Pirineos. Experiencias
gratificantes que no creo que vuelva a repetir y que serán únicas si yo lo
decido así.
Otra experiencia que ha sido única, por el momento, ha sido
la del confinamiento y todas las situaciones por las que estamos pasando en
estos meses a tenor de la visita de ese coronavirus tan famoso. Estas
experiencias sí que nos debieran servir para el futuro, aunque tal y como se
están desarrollando las cosas me parece que se nos han olvidado de golpe y
porrazo. La situación es única… por el momento y no está en nuestras manos el
decidir si repetirla o no.
Todos estos pensamientos han venido a cuento de otra
situación por la que transitamos una vez en la vida y que ha estado a punto de
costarme un disgusto porque, aunque todo en esta vida tiene solución menos la
muerte, ya se sabe que «las cosas de palacio…» y no me imagino peleando contra
ciertos estamentos de la Administración del Estado cuya maquinaria se pone en
marcha y es muy difícil detener. He tenido la suerte de encontrar en mi camino
un Ángel de la Guarda, Juan-Miguel B.P. al que estaré eternamente agradecido,
que ha optado por avisarme de que el camino por el que iba parecía no ser
apropiado. Menos mal, porque podía haber ejecutado mi petición y hacerme un
verdadero roto.
En estos días me enfrento a otra situación única: mi
jubilación. He preguntado a unos y a otros, me he estado informando, pero al
final metí la pata por desconocimiento. Lo suyo para estos trámites es
dirigirse en persona a una oficina de la Seguridad Social y efectuar la
solicitud. Pero en estos días, tras el confinamiento, el sistema de Cita Previa
de obligado cumplimiento está colapsado y no hay citas disponibles en las
inmediaciones del domicilio para las fechas próximas. Hay una alternativa a la
que cada vez nos empuja más la Administración: solicitud por internet.
Me puse manos a la obra. No me considero un experto informático,
pero si algo avezado y tengo que decir que sufrí no pocos sobresaltos y peleas con
el procedimiento diseñado por la Seguridad Social hasta que por fin conseguí
presentar mi solicitud. Ya solo quedaba esperar a la comunicación de la resolución.
Me las prometía muy felices cuando recibo el siguiente correo electrónico:
Al ir a tramitar su pensión he comprobado que su última situación es de Convenio Especial, por lo tanto, se encuentra asimilada al alta y su hecho causante sería la fecha de solicitud que en este caso es el 26/06/2020, en cuya fecha no tendría 65 años de edad y anticiparía un año…
La solicitud estaba mal realizada y suponía la petición de
una jubilación anticipada, nada más lejos de mis deseos. Puedo asegurar que en
estos casos me aplico a sangre y fuego aquel dicho ciertamente machista de «al papel y a la mujer hasta el culo has de
ver» y leo y releo las instrucciones una y otra vez hasta estar seguro de
lo que estoy haciendo. Pero se ve que esto no fue suficiente y realicé la
petición de forma indebida y no conforme a mis deseos. ¿Qué instrucción se me
pasó por alto o no leí con suficiente detenimiento?
No me quedan ganas de intentarlo otra vez por la vía telemática
y eso que ya cuento con experiencia tras el fracaso, que es como mejor se
aprende, pero que podría haberme costado caro. La jubilación se puede pedir en
cualquier oficina de la Seguridad Social en todo el territorio español. He
visto una oficina cercana a la zona donde voy a pasar las vacaciones con la
suerte de que había citas disponibles. Espero que la persona que me atienda sea no
mire mi dirección y piense que tiene ante sí otro mochufa que aprovecha las vacaciones para dar la lata en oficinas
fuera de su residencia habitual...