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domingo, 8 de noviembre de 2020

LÍNEA


Como algunos de los que leen con frecuencia este blog habrán notado, siento alguna predilección por el lenguaje y todo lo relacionado. Una cuestión que creo que es de gran ayuda en la vida es atender en la medida de lo posible los refranes y dichos populares, algunos con mucha enjundia. Hoy viene a cuento aquel que dice «a la cama no te irás sin saber una cosa más». También se dice que «la curiosidad mató al gato», un dicho con una antigüedad apreciable —siglo XVI y en Inglaterra— y que no voy a comentar hoy, aunque lo de «curiosidad» no es una traducción muy literal. El caso es que yo no soy gato y no soy inglés, con lo cual no me aplico la frase y si la curiosidad como un antídoto para la vejez.

Por las noches, en el momento de intentar conciliar el sueño, trato de hacer un repaso a la jornada y, cuando me da tiempo antes de caer, revisar aquellas cosas interesantes que han ocurrido en el día como nuevos conocimientos, relaciones con personas u otras cuestiones varias. Esta semana han ocurrido algunas de las cuales voy a comentar tres.

La primera de ellas. En un trino en la red social Twitter, Patrimonio Nacional comentaba lo extraño que puede resultar que en el Panteón de Reyes del Monasterio de San Lorenzo del Escorial la inscripción del cofre mortuorio que contiene los restos del rey Carlos IV figure como «Carlos IIII», es decir, que se utilizase la grafía «IIII» en lugar de la «IV». Esto no era nuevo para mí y me retrotrajo al momento en que yo me cuestioné este asunto y escribí una entrada en este blog sobre el tema titulada «NÚMEROS» accesible en este enlace. Al lector que sienta (alguna) curiosidad por el tema le invito a leer aquella entrada.

Una segunda tiene relación con referencias o artículos sobre cuestiones variadas que veo en los periódicos o me llegan por correo electrónico o wasap. No tengo tiempo material de leer todo lo que me llega e interesa, pero uno de los recibidos esta semana y directamente de su autor, mi admirado profesor Eduardo Juárez Valero, ha sido un artículo titulado «Orígenes del poblamiento en el valle de San Ildefonso…» descargable desde este enlace. Aparte de interesantes referencias a épocas medievales y formas de vivir, un vocablo desconocido llamó mi atención: «malfetría». Ocasión para hacer un viaje al diccionario, que me sirve de disfrute, para averiguar su significado: Hecho malo, maldad, aunque ya se avisa que está en desuso. Una de esas palabras que se catalogan como moribundas y que yo haré lo posible para rescatar, aún a riesgo cierto de que tilden de pedante.

Y la tercera. En un curso curioso e interesante de la Universidad de Alcalá de Henares que estoy siguiendo estas semanas, titulado «Mensajes que cambiaron la historia» salió de forma colateral el asunto de la «Línea Roja». Recientemente y sobre todo en artículos de prensa o noticias de radio de corte político se habla de traspasar o no traspasar la línea roja. ¿Por qué línea y no valla o zanja? ¿Por qué roja y no verde o azul?

Como todo en esta vida hay varias explicaciones para cualquier asunto. Pero el profesor explicó de forma adicional de dónde, según él, venía esta expresión que pudiera significar «un punto imaginario de no retorno o "un límite que, una vez ultrapasado, la seguridad ya no puede ser garantizada”». Es curioso, o por lo menos a mí me lo pareció y parece. El hecho sucedió en una batalla ocurrida en 1854 durante la Guerra de Crimea conocida como Batalla de Balaclava y que enfrentó a una línea de infantería del Imperio británico con una carga de caballería rusa. En inglés se conoce como «redline» y hace referencia a «La delgada línea roja, la auténtica; el 93º Regimiento de Highlanders del Ejército Británico, compuesto por apenas 500 soldados ataviados con sus características casacas rojas, se desplegó frente a la caballería rusa, conformada por 2.500 hombres. En vez de conformar las cuatro filas tradicionales que se suponían necesarias para aguantar la acometida de la caballería, Sir Colin Campbell, el oficial al mando, decidió formar únicamente dos, para abarcar más espacio. Y arengó a sus hombres con la siguiente frase: “No hay retirada desde aquí, soldados. Deben morir donde se encuentran”». La delgada línea roja adoptó su nombre por la casaca de ese color que vestían los militares escoceses, que por cierto iban al combate con faldas.

Ha habido algunas «novedades» más para mi esta semana, pero no se trata de cansar al lector. Cada uno tendrá que buscar sus novedades y disfrutar con ellas.