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domingo, 15 de mayo de 2022

CUBREBOCAS

Hace poco más de dos años nuestras referencias a estos trapos con gomas para sujetar a las orejas eran poco más que nulas. Las habíamos visto en los quirófanos de los hospitales o en algunas imágenes de personas en el metro japonés. Me estoy refiriendo a las mascarillas, ese aditamento que nos acompaña a diario y que nos causa cuando menos cierta irritación cuando las utilizamos.

En estos días de mayo de 2022, en España, ya no es obligatorio el llevarlas, salvo en algunos sitios muy concretos como hospitales, farmacias o transporte público, pero tenemos que seguir teniendo la precaución de llevar una al menos en el bolsillo porque nunca se sabe cuándo nos puede hacer falta.

Las cuestiones repetitivas y diarias acaban cansando y al final nos vamos acostumbrando a vivir con ellas. La COVID no ha desaparecido, ni mucho menos. Y algunas cuestiones como las vacunas, con el paso del tiempo, están quedando muy en entredicho. Personas con tres dosis de vacunas se han infectado, han pasado la enfermedad, y en un tiempo la han vuelto a contraer. Algunas Autonomías españolas ponen el grito en el cielo reclamando la cuarta dosis de vacunación para personas mayores de 80 años. ¿Por qué?

A diario sigue muriendo gente por COVID. Y no son ni uno ni dos, pero como ocurre con otros hechos ─el terrorismo en el pasado, la guerra de Ucrania ahora─ las personas nos vamos acostumbrando a los hechos y las noticias y a medida que pasa el tiempo dejan de causarnos sorpresa o indignación. También los medios dan menos importancia y nos queremos crear la sensación de que la cosa ha pasado y ya no es tan grave. Estamos equivocados.

Tengo que reconocer que desconozco la fiabilidad de la imagen que encabeza esta entrada en la que se muestra el tiempo de contagio entre dos personas que se encuentren a una distancia de hasta dos metros en un sitio cerrado y poco o nada ventilado. La guardé hace meses tras su lectura en el diario El País. Una de las fuentes citadas en ella es «CDC - Centros para el control y la prevención de enfermedades», accesible desde este enlace, tiene versión en español y aloja mucha información sobre la COVID.

La imagen no necesita comentarios. Sea acertada o no, nos conviene interiorizar que, todavía, deberíamos ser muy prudentes con el asunto y utilizar la mascarilla con cabeza y sentido común, especialmente en lugares cerrados que compartamos con otras personas durante un rato. Por si acaso, pues nunca podremos saber a ciencia cierta si nosotros o ellos, o ambos, estamos contagiados y podemos contagiar.

En las últimas semanas he podido comprobar como en varios casos algunas personas han cancelado su asistencia a actos multitudinarios ─estamos en plena época de primeras comuniones─ por haberse realizado el test y dar positivo. Los contagios están en alza y lo único que nos salva de volver a episodios anteriores de confinamiento es que la incidencia en los hospitales no es alarmante. Quizá las vacunas posibiliten unos menores efectos en los contagiados, pero siguen entredicho, porque están saliendo a la luz muchas informaciones acerca de la mala praxis observada por los laboratorios en la realización de las pruebas.

Sea como fuere, estemos vacunados o no, prudencia toca, mucha prudencia, y no confiarse en nuestras relaciones, especialmente en lugares cerrados. Llega el buen tiempo y ello posibilita el buscar las terrazas en restaurantes y cafeterías para minimizar en lo posible las posibilidades de contagio.

Por cierto, «cubrebocas» es vocablo recogido en el diccionario con el significado de «mascarilla, máscara que cubre la boca y la nariz para proteger de patógenos», aunque indica que su uso está generalizado en EE.UU. y países centro y suramericanos y no tanto en España.