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domingo, 4 de septiembre de 2022

PROXIMIDAD


  

Siempre que me es posible intento adquirir aquellos productos que voy necesitando en los comercios tradicionales cercanos a mi domicilio, esos que se ha dado en llamar de proximidad, a los que puedo acceder generalmente andando o con un desplazamiento mínimo en coche. Es verdad que cada vez hay menos por la evolución que se está produciendo en este tipo de comercio y por, entre otras cosas, los horarios. La alternativa está en las grandes superficies, no siempre tan cercanas, o en los mundos de internet, en los que el horario de de veinticuatro horas al día, siete días a la semana.

En mi infancia, cuando mi madre me mandaba a hacer los recados y las compras, diariamente, todo el comercio era de proximilidad: carnicería, frutería, mercería, lechería, panadería, pollería y huevería, estanco, tienda de ultramarinos, ferretería, churrería, papelería y periódicos, carbonería… todo muy cerca de casa y… andando. Había varias tiendas de cada clase y recuerdo que mi madre me mandaba unas veces a unas y otras veces a otras, que era mandatorio llevarse bien con la vecindad. Paramio, Juviniano, Pepe, Crescencio, Aniceto, Inocencio, Emilio, Flora, Demetrio, Antonio, Pedro, el tío Tijeras…  tenderos de aquellos años que todavía recuerdo. Hoy en día todo ese mundillo no existe, ha desaparecido.

Podemos tener sensaciones inciertas sobre los precios de los artículos, pensando que en una gran superficie o a través de internet nos van a costar menos. No siempre es así y para muestra el ejemplo que comento a continuación. Necesitaba yo un cartucho de silicona para hacer reparaciones en casa cuando me dio por investigar un poco su disponibilidad y precio. Para la marca que yo quería adquirir y que me ha dado siempre muy buenos resultados, el precio resultó ser prácticamente el mismo como puede verse en las imágenes: tan solo seis céntimos más caro en el comercio tradicional donde lo adquirí en el momento.

Claro que hubo que desplazarse a por ello, en horario comercial, con el riesgo de que no tenerlo en existencias y lo tuvieran que encargar, cuestión que no es baladí porque en la tienda te conocen y si no estás dispuesto a esperar parece que les haces un feo, aunque eso depende de la capacidad de aguante de cada cuál. Yo ya he perdido la vergüenza por un hecho que refriré a continuación y que revela como los comerciantes lo tienen muy complicado si encima no se esmeran y aplican en atender a los clientes como verdaderos tenderos en lugar de como meros despachantes.

Por otro lado olvidamos el asunto de los gastos de transporte, que en la tienda tradicional no te cobran y en los pedidos por internet sí. Con las técnicas de suscripción anual empleadas, parece que los envíos nos resultan gratis cuando en realidad estamos pagando por ello: al ser en otros momentos no coincidentes parece que no nos cuesta, pero hay un coste que tenemos que asumir.

En otro artículo que necesitaba, concretamente una memoria USB —pendrive se entiende mejorme dirigí a la tienda de proximidad, sabiendo que su coste era treinta céntimos mayor que por internet, pero todo sea por fomentar los negocios locales que aportan su valor a barrios, pueblos y ciudades. Personado en la tienda, no disponían del artículo, me lo encargaron y me dijeron que volviera a recogerlo a los dos días. Si lo hubiera encargado a través de internet lo hubiera recibido al día siguiente.

Personado a los dos días, no se sabía nada de mi encargo. Había otro tendero diferente, no encontró el pedido que supuestamente se había realizado anteriormente y se quedó con mi teléfono para llamarme cuando averiguara lo ocurrido. Realmente me llamó a las dos horas y me dijo que el pedido no se había podido realizar al no estar el artículo disponible ¿Cómo es posible si me dijeron que volviera a recogerlo a los dos días?

Pero la cosa no acaba ahí. Podían realizar el pedido de nuevo, lo que supondría otros dos días —laborables— de espera y había fin de semana por medio, pero es que además el precio había subido siendo ahora dos euros y cincuenta céntimos superior al encargable por internet. Evidentemente me negué a seguir esperando más tiempo y a pagar un precio diferente y superior al pactado en el momento de realizar mi encargo días atrás. Nada más colgar, desde el propio teléfono móvil realicé el pedido por internet, a coste inferior, y al día siguiente lo tenía en mi poder.

Como he mencionado, es díficil competir en este alocado mundillo y no todos los clientes están o estamos dispuestos a desplazarnos hasta un comercio físico cuando tenemos muchos productos a nuestro alcance, servidos en nuestro domicilio, con un breve tecleo en nuestro móvil, tableta u ordenador. Hay que ponerse las pilas.

Esto no es nuevo. En los años 90 del siglo pasado laboraba yo frente a una gran librería. En el tiempo del desayuno curioseaba mucho por ella, era buen cliente y normalmente disponía de mis encargos al día siguiente de haberlos realizado y encima con pequeños descuentos. En la librería de proximidad a mi casa me tardaban una semana, tiempo que no era importante pues un libro, si eres un poco previsor, no es un asunto urgente. Pero es que, en demasidadas ocasiones, pasabas a la semana y todavía no estaba disponible el encargo. Blanco y en botella.

A pesar de estas experiencias, intentaré con mis compras fomentar los comercios tradicionales y de proximidad a mi domicilio. Pero todo tiene un límite si la atención no es, al menos, la pactada.