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sábado, 10 de diciembre de 2022

SBY

 

Hacía muchos años que no preparaba un viaje en avión por-mi-cuenta. Cuando digo por-mi-cuenta me refiero a diseñar el viaje utilizando todas las facilidades que los mundos de internet tienen a la hora de reservar billetes de avión, hoteles, visitas… Antaño, en los años 80 del siglo pasado, los organizaba por teléfono, correo postal y enviando cheques bancarios para hacer las reservas… ¡Qué tiempos, cómo han cambiado las cosas! Hogaño, se trataba de pasar unos días en Berlín, aprovechando el puente de la Constitución/Inmaculada.

Yo lo hubiera hecho con más anticipación, pero por diversas circunstancias no reseñables, procedí con la compra de billetes de avión con una antelación de cuatro meses, en septiembre, que creo fue suficiente. Desechadas algunas compañías aéreas a las que tengo puesta la cruz —Ryanair por ejemplo— elegí entre las que tenían vuelo directo desde Madrid la compañía IBERIA, eso sí, sin preocuparme mucho del precio de los billetes para no amargarme la existencia. Comprados y pagados, asunto del desplazamiento resuelto. ¿Resuelto?

Parecía que todo había ido bien, aunque me sentí un poco engañado, ya que la reserva no había sido con IBERIA como yo pensaba, sino con IBERIA-EXPRESS, que no es exactamente lo mismo. Vamos, lo que te pasa en los accesos al aeropuerto de Madrid-Barajas, que te dejas engañar (digamos) y acabas cayendo en las autopistas de peaje, totalmente innecesarias. Recibí el correo de confirmación con el código de reserva y un aviso que rezaba «elija su asiento y obtenga la tarjeta de embarque. Si prefiere no hacerlo, podrá hacer el check-in 24 horas antes del vuelo». Elegir asiento no es precisamente gratis —a 11 euros asiento teóricamente— por lo que desisto de hacerlo y me espero al check-in del día anterior. Craso error, pero que muy craso, crasísimo error…

Craso se define en el diccionario como «indisculpable, grueso, gordo», entre otras acepciones. Y esto te conduce a otro vocablo, pardillo, que en su alusión a personas indica «rústica o ignorante, incauta, que se deja estafar fácilmente». Vamos, que en este asunto he sido un pardillo de tomo y lomo y ahora explicaré el porqué, refiriendo los hechos que tuvieron lugar, para aviso de navegantes y para que no se me olvide.

Las leyes existen y se aplican aunque no estemos al tanto de ellas. El dicho por todos conocido de «el desconocimiento de la ley no te exime de su cumplimiento» te puede caer encima en el momento más inadecuado. Todos hemos oído alguna vez, aunque no se prodiga mucho en los medios, el asunto del overbooking en las compañías aéreas, porque la ley les autoriza a vender más billetes que plazas existentes. Una ley a todas luces injusta porque los billetes comprados, en mi caso, no son reembolsables y si no aparezco a subirme al avión, los pierdo. Esto lo hacen las compañías porque suele haber una pequeña parte de pasajeros que no se presentan al vuelo o que cancelan su viaje. ¿Pequeña parte? ¿Suele? Y cuando no suele… ¿qué?

Cándido de mí, pipiolo sumo, inexperto supino, hago el check-in y me dan las tarjetas de embarque en las que en el espacio dedicado a asiento pone «SBY» cómo puede verse en la imagen que encabeza esta entrada. En un alarde de estupidez, cometo la estulticia de pensar que se trataba de un acrónimo de «seat by yourself», un siéntate-donde-puedas… Pero para sentarte en un posible asiento libre, antes te tienen que dejar subir al avión.

Tras esperar la cola de embarque y ver cómo se cerraba la puerta, nos quedamos una veintena de personas con cara de haba. Cuatro de ellas fueron autorizadas a embarcar por designio directo y nominativo del piloto del avión. Allí aprendí que «SBY» no significa lo que yo me pensaba sino stand-by, es decir, lista de espera, o lo que es lo mismo, en un día como ese de puente, casi equivalente a te quedas en tierra por overbooking y la compañía queda amparada por la ley. Mierda de ley.

Empezaban los desvelos, duelos y quebrantos. La azafata encargada del embarque nos dice que hay otro vuelo a las 11, tres horas más tarde, y que nos tienen que meter en él, sí o sí, además de indemnizarnos. Que vayamos a una isleta de atención que está cerca y lo gestionemos. Todos los presentes salimos escopetados y la dejamos tranquila. Insisto, esta azafata era de IBERIA, no de «otras» compañías y nos quitó de encima con una mentira.

La isleta de atención que nos indicó estaba relativamente cerca pero… cerrada a cal y canto: un cartel en ella nos remitió a otra. Estamos en la T4 del aeropuerto de Madrid-Barajas. La nueva isleta indicada está a freír espárragos por utilizar una frase con cierta educación, porque la T4 no es precisamente pequeña. Corre que te corre todos, cuando llegamos a la nueva isleta, la cola era para hundir en la miseria al más optimista. Menos mal que una azafata que organizaba la cola, al contar nuestra experiencia, nos condujo a la zona de reclamaciones de equipajes y allí nos atendieron —es un decir— con más celeridad.

Lo del vuelo siguiente, una falacia de tomo y lomo, vamos, que no, que estaba lleno. Nos podían poner en una nueva lista de espera para un vuelo a las 15 o darnos plaza confirmada en el vuelo de las 20, doce horas después de nuestro vuelo previsto. Los gritos y la desesperación de personas que estaban en las ventanillas de al lado se estarían oyendo en Berlín, incluso más lejos, ante la postura y cuando no desagradable atención del personal de IBERIA que no quería, o no podía, dar otras soluciones. Optamos por tomar el vuelo de las 20 y tuvimos que salir del aeropuerto, cuatro horas después de haber entrado, compuestos, menos mal, con el nuevo horario de vuelo.

Eso sí, muy amablemente nos habían dado vales de comida y de merienda para hacernos más asequible la montonera de horas que nos íbamos a tirar en el aeropuerto hasta que llegara la hora de nuestro nuevo vuelo, doce horas más tarde de lo previsto. También es verdad y justo es reconocerlo, nos indemnizaron con 400 euros a cada pasajero por los inconvenientes causados, eso sí, con arreglo a la ley, siempre con arreglo a la ley. Más vale que me hubieran dado mis plazas, por las que religiosamente pagué con cuatro meses de antelación y me hubieran evitado los desagradables sucesos. Tuve que anular, y perder, en Berlín la recogida del aeropuerto ya abonada y llamar al hotel para decir que llegaríamos, con suerte, a la doce de la noche, no nos fuéramos a encontrar también con overbooking en la habitación por no habernos presentado a la hora convenida.

Cómo diría un optimista sin mucha experiencia, no hay mal que por bien no venga. Al final, con unas cosas y otras, el desplazamiento a Berlín de los tres nos salió por algo menos de 300 euros en total, reservando sí o sí los asientos para la vuelta, no nos fuera a ocurrir otra vez lo mismo. El resto del viaje transcurrió apaciblemente, sin sobresaltos, disfrutando de un Berlín con mucho frío ambiental pero mucho calor humano.

De momento, otra cruz a añadir a las ya existentes para Delta Airlines y Ryanair: Iberia Express y por añadidura para su «madre» Iberia. A este paso me quedo sin poder viajar en avión… No he volado mucho a lo largo de mi vida, pero me ha pasado de todo, debo tener gafe. Algún día me entretendré en escribir unas cuantas peripecias por las que he pasado.

Al menos, he aprendido algo y es que no se puede hacer caso omiso a sufrir el atraco de pagar por reservar los asientos, a 11 euros la tirada, 33 euros en total para la ida y otros tantos para la vuelta, no te vayas a pensar… Y si quieres maleta, a 28 euros cada pieza, ojo, una reserva para la ida y otra para la vuelta, 56 en total. Y si quieres prioridad de embarque… Y si… Sacar un billete de avión por internet tiene más trampas que una película de chinos, con perdón para los chinos. Lo de la reserva de asientos no es que sea opcional, es que es mandatory cómo se dice internacionalmente. Salvo que optemos por hacer oposiciones a quedarnos en tierra otra vez.

Les ampara la ley en esto del overbooking, pero son unos sinvergüenzas y unos caraduras por acogerse a ella. Económicamente ganarán dinero, seguro, pero moralmente son unos impresentables. ¿Te dejan verificar el estado de llenado del vuelo ANTES de comprar tus billetes? Cuando no haya pardillos darán una vuelta de tuerca a la ley o a sus procedimientos para seguir pescando incautos…