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domingo, 12 de marzo de 2023

OBSERVAR

A lo largo de mis casi cincuenta años como conductor de coches y motos he procurado cumplir de forma fidedigna las normas de tráfico, esenciales en una circulación cada día más densa y complicada. No siempre es fácil hacerlo a pesar de las buenas intenciones.

Pongamos un ejemplo tomando como referencia la señal de tráfico que encabeza esta entrada. Prohibido aparcar hacia la derecha es lo que reza la señal, pero con unas acotaciones posteriores que pueden inducir a error. Si son las diez de la mañana de un sábado… ¿Podemos aparcar? La respuesta sería sencilla si se trata de un domingo o día festivo, pero no lo es tanto en el caso de un sábado, pues hay que saber si el sábado se considera día laborable o no desde el punto de vista de las normas de tráfico. Ante la duda siempre podemos elegir no aparcar y seguir buscando, que es lo que yo hice encontrando un hueco a bastante distancia. Menos mal, porque llegado a casa pude verificar que el sábado sí es considerado laborable a efectos de tráfico, con lo que hice bien en largarme, por si acaso.

Hacía años que no recibía multas de tráfico —la última creo recordar que en 2012—, pero se ve que estoy un poco gafado porque en los últimos tiempos me han caído dos. De una me hice eco en la entrada «ZBEDEP» hace poco más de un mes y hace unos días me cayó la siguiente. ¿Mala suerte? Quizá, pero está claro que infringí, porque el radar que mide la velocidad no miente: ir a 59 km/hora en una vía ¿señalizada? a 50 km/hora es infracción, leve, pero infracción, que conlleva 100 euros de multa que se quedan en 50 si la pagas en plazo. Peor hubiera sido ir a 71 km/hora o más, porque por aquello de los porcentajes la cosa ya no es leve, son más euros y te quitan puntos.

Es bastante complicado ir pendiente del tráfico, de las señales, de las normas, el conocer que una vía interurbana, aunque no esté señalizada, tiene la limitación de 50 km/hora. Y ojo, una vía interurbana no es solamente aquella que atraviesa una población con aceras y viandantes a los lados. También las hay que pasan de forma lateral, con mediana de hormigón, como ha sido el caso.

Muchos de los coches modernos tienen limitadores de velocidad. Yo siempre lo uso en zonas «peligrosas» como por ejemplo la M-30 de Madrid que está limitada a 70 km/hora para no tener que ir pendiente del cuentakilómetros y teniendo cuidado con el pedal del acelerador. También muchos de los coches modernos tienen navegadores cuyos GPS miden exactamente la velocidad a la que se circula.

Una solución sería conectarlos ambos, cuestión que ya se ha tratado con no poca controversia en la Comunidad Europea, de forma que la limitación fuera efectiva sí o sí, esto es, forzar a que el vehículo no pueda sobrepasar la velocidad establecida para la vía en cuestión. Como digo, la controversia está servida porque siempre está la opinión de que nos quitan la libertad, que nos van a controlar hasta cuando paramos para ir al baño.

Sin manifestar mi acuerdo o desacuerdo con esta opción, entiendo que podía habilitarse en los vehículos dotados de limitador de velocidad y navegador con GPS para ser utilizada por los conductores de forma voluntaria. Yo la utilizaría la mayoría de las veces para despreocuparme de estar atento a las señales de velocidad y tener que adecuar mi marcha a ellas de forma manual con la consiguiente pérdida de atención a otras circunstancias del tráfico.

Yo no iba pendiente de la velocidad que llevaba cuando me pusieron la multa. Iba a una velocidad que me parecía adecuada de forma natural para las condiciones del tráfico y de la vía, sin prestar atención al cuentakilómetros. Como dato para curiosos, parece que, si en lugar de ir a 59 km/hora hubiera ido a 57 km/hora, por aquello de la «gracia» de error de los medidores no me hubiera caído la multa. Pero ojo, que esto tampoco está claro amén de que los cuentakilómetros de los coches no siempre son fiables: el cuentakilómetros de mi coche mide 3 km/hora de menos según he podido verificar con dos GPS externos, mientras que el de mi mujer mide 4 de más. En fin, un galimatías.

Y volviendo al título de esta entrada, como suelo hacer en algunas ocasiones, la segunda acepción del diccionario para el vocablo «observar» es «guardar y cumplir exactamente lo que se manda y ordena». Para ello, lo mandado y ordenado tiene que estar claro y con posibilidades de cumplirse. Los despistes... se pagan.