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domingo, 23 de enero de 2022

CENAGAL

 
Decían las «autoridades» que iban a acabar con esto y al parecer están en ello, pero amén de numerosas reticencias por parte de algunas empresas que se niegan en rotundo y no parece que haya forma de meterlas mano, el asunto de los cables y los transformadores en las casas está alcanzando proporciones épicas. Dentro de poco hasta los tenedores, cucharas y cuchillos vendrán con su correspondiente batería recargable y tendrán transformadores y cables especiales para hacerlo. ¿No hay ya cepillos de dientes eléctricos?

La imagen no puede ser más explícita: tengo en uso todos los transformadores y cables que aparecen en la imagen, para diferentes aparatos que utilizo y que hay que recargar periódicamente: cascos bluetooth, afeitadora, teléfono —especial alta intensidad—, lector electrónico, conexión al ordenador… Por si fuera poco, los Reyes Magos me han traído este año un reloj de esos súper-inteligentes que también tiene batería y hay que recargar periódicamente, pero con la salvedad de que su cable es… especial. ¡Otro más que añadir a la colección! Y que habrá que tener en cuenta en vacaciones y desplazamientos no se vaya a quedar olvidado en casa y nos quedemos sin reloj a mitad de la excursión.

No consigo entender que ventajas aporta toda esta variedad de conectores cuando lo que se pretende es simple y en esencia lo mismo para todos. Los formatos de USB fueron evolucionando hasta llegar al modelo «C» que parecía el definitivo, con su posibilidad de enchufar al derecho y al revés sin problemas, pero —salvando los conectores especiales de Apple— parecía que todo había terminado e incluso hay directivas de la Comunidad Europea obligando a utilizar este conector para acabar con los dispendios en cables y transformadores que, al cabo de los años, han conseguido llenar cajones de las casas y basureros funcionando perfectamente y no por qué sean defectuosos.

Por aquello de tener un segundo cable, me pongo a buscar uno en los sitios virtuales al uso. El original de la marca tiene un precio que asusta: ni más ni menos que veinticuatro euros que parece una cantidad desorbitada para un simple cable. Las alternativas aparecen con precios mucho más contenidos rondando los siete euros para los más sencillos y alrededor de doce o catorce para los más sofisticados que cuentan con soportes especiales para tener el reloj bien colocado y con posibilidades de uso mientras se está cargando. Pero…

Un asunto a tener muy en cuenta y leer con atención y cuidado son las opiniones de los usuarios disponibles en las plataformas de compra y en internet. Me he pasado unas cuantas horas buscando un cable y los comentarios positivos son muchos, pero hay también muchos negativos que indican que estos cables baratos dejan de funcionar a las pocas cargas con la advertencia en alguno de ellos de provocar roturas en los conectores o calentamientos excesivos cuando no averías en la batería del reloj. Y claro, un reloj que vale una pasta gansa que quede inutilizado por un cable barato no es de recibo.

Toca tomar una decisión. O apoquinar los veinticuatro euros del cable original para tener uno secundario o tener muy en cuenta que solo disponemos de uno que tendremos que tener localizado y disponible en todo momento so pena de dejar el reloj convertido en pisapapeles y quedarnos sin todas esas estadísticas —todavía no he logrado saber para qué sirven de forma práctica— de pasos, tensión, oxígeno en sangre, presión sanguínea, calidad de sueño y una infinidad de ellos más que va recolectando las veinticuatro horas del día para ayudarte a mejorar tu salud con retos y recomendaciones: cuando llevas un rato sentado en el sofá te conmina a levantarte y cuando se acaba el día y no has dado los «xxx» pasos prefijados te afea la conducta.

Soy de los que siempre leen el folleto que acompaña —bueno, ahora ya en internet— a los cachivaches nuevos que voy adquiriendo, pero en este caso es un verdadero dolor poder asumir las casi ochenta páginas tamaño A4 llenas de posibilidades, funciones y valores. Poco a poco iré haciéndome con ello y mientras tanto iré explorando las posibilidades y aguantando los chaparrones diarios de recomendaciones por no cuidarme lo suficiente según sus planteamientos.

Pero, a lo que vamos… ¿y el cable? Al igual que antaño acumulamos mandos a distancia en el sofá de diferentes aparatos, he preparado una bolsa de viaje para tener siempre a mano todos los cables y transformadores necesarios y no olvidarme ninguno. Cenagal es «sitio o lugar lleno de cieno», algo que tiene cierta similitud con mi bolsa de viaje llena de cables y transformadores.