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domingo, 10 de septiembre de 2023

PREOCUPARSE

No puedo por menos que inquietarme y desasosegarme sobremanera cuando oigo como respuesta a una petición mía de tener cuidado con algo la frase mágica de «No se preocupe». El hecho real es que me preocupo. Y mucho.

Mi querido suegro, Luis, que nos dejó hace ya quince años (en 2008), lo decía con cariño: «No sufras a cuenta» por situaciones que escapan a tu control y que pueden no llegar a ocurrir y, si ocurren, aunque hayas sufrido antes no te sirve de nada. No he podido resistir la tentación de releer emocionado la entrada que le dediqué en este blog el día de su fallecimiento con el título «Las tropas de Napoleón».

Pero uno no puede evitar anticipar ciertas consecuencias, por lo general negativas, ante ciertas situaciones. El viernes de la semana anterior ingresaron a mi hijo en el hospital a última hora de la tarde. Había pasado un día completo en Urgencias al tratarse de la cuarta vez ─en una semana─ que acudía con fuertes dolores estomacales sin que le detectaran nada en las numerosas pruebas que le habían hecho. Yo estaba en casa y mi mujer me llamó por teléfono a requerimiento de la doctora para que aportara toda la información que tuviéramos de unos sucesos médicos que habían comenzado en febrero de este año 2023.

Arramblé con la carpeta que puede verse en la imagen donde guardaba todos los documentos. Todos los tenía escaneados en el ordenador por lo que siempre podían volverse a imprimir. Lo que no era recuperable y estaba en la carpeta era un CD ─sí, todavía se utilizan CD's─ que contenía unas pruebas radiológicas realizadas con anterioridad en otro hospital y que era necesario aportar a la consulta del traumatólogo el martes de esta semana. Al igual que había escaneado todos los documentos… ¿debería haber sacado copia también del CD?

Entrego la carpeta en la enfermería de la cuarta planta del hospital haciendo ver la importancia de que no se extravíe, especialmente el CD que contiene, porque lo necesitamos en unos días como base para la consulta de traumatología. La enfermera que me atiende me dice que «no me preocupe» ─la frase mágica, saltan mis alarmas─ porque esa carpeta se deja en enfermería en la sección relativa a la habitación que ocupa mi hijo y ahí estará cuando sea necesaria. En teoría, nadie se la debe llevar de ahí y si se consulta debe ser allí mismo. No queda otra que… ¡no preocuparme!

Pasa el fin de semana y mi hijo sufre un cambio de habitación, pasando de la planta cuarta a la planta segunda del hospital. El lunes, día anterior a la consulta, me dirijo a la sección de enfermería a reclamar la carpeta o por lo menos el CD que  será necesario para la consulta del dia siguiente. La enfermera mira en la sección de la nueva habitación ocupada por mi hijo y… ¡empty! que diría un inglés. Vacía y con telarañas. Allí no hay carpeta que valga.

Ahora sí que me preocupo porque ante mi insistencia en que la enfermera la reclame a la planta cuarta por si aún sigue allí, me dice que la planta cuarta está cerrada por obras. ¿Dónde está o puede estar la carpeta? Ni idea, me responde con amabilidad la enfermera que no puede darme alternativas a mi búsqueda. ¡Maremía!, ¿y ahora qué?

 ¿Cúal era la probabilidad de ocurrencia de la desaparición de la carpeta? Algunos invocarían ipso facto las famosas Leyes de Murphy de todos conocidas para resolver este y otros muchos casos.

Solo se me ocurre acudir a los «chaquetas verdes», ese departamento de Atención al Paciente y contar mi caso, ya sin muchas esperanzas. Me atienden amablemente y me vuelven a repetir la frase mágica: «no se preocupe», que en algún sitio estará… y aparecerá. Me tuve que marchar con las orejas gachas y sin muchas expectativas. La consulta del día siguiente peligraba porque ya no daba tiempo a ir de nuevo al otro hospital y pedir un nuevo CD, ya que está a 50 kms. y tardan dos días en facilitarlo.

Pero hay veces que los hados están de tu parte. Y que hay ángeles en los hospitales que, a pesar de la que les está cayendo encima en estos días de 2023, se ocupan y preocupan por atender a los pacientes. En este caso el ángel apareció por la habitación al cabo de unas horas y traía en su mano la carpeta con toda la documentación y el dichoso CD de marras. El ángel tiene nombre: Alicia. No supe cómo dar las gracias de manera enorme, todas las palabras me parecían insuficientes cuando ya daba por perdida la documentación.

Sentir desasosiego, inquietud o temor por algo que puede ser perjudicial o negativo, que se piensa con insistencia y que está fuera de tu control es humano. Y en estos casos burocráticos, el ser un «optimista con experiencia» juega en contra tuya. Te anticipas lo peor, lo que no deja de generarte un estado emocional negativo que puede derivar en estrés y ansiedad, que no son nada buenos.

Mejor prevenir que curar. Hoy en día, antes de soltar algo de tu mano, ocúpate y ten la precaución, siempre que sea posible, de haber sacado una copia. ¡Por si las moscas!