Los tapones de plástico de muchos de los recipientes que usamos hoy en día son de un plástico de alta calidad. Hace años, surgieron campañas de recogida selectiva de estos tapones para hacer un reciclado especial de ellos con vistas a financiar campañas. Creo recordar que una de ellas se llamaba «Tapones Solidarios» pero no era la única.
Con este motivo, empezaron a aparecer contenedores para estos tapones en centros públicos y privados. Incluso, como puede verse en la imagen, algunos ayuntamientos colocaron en la vía pública sugerentes recipientes para animar a la ciudadanía a reciclar estos tapones. Estos contenedores siguen en muchos pueblos y con éxito porque se ve que la gente colabora con ello.
Recoger estos tapones era muy sencillo, pues bastaba con destinar un recipiente —uno más, es verdad— en nuestras cocinas para ir almacenando los tapones y llevarlos a los muchos sitios existentes donde se podían entregar. Polideportivos, mercados, casas de cultura, supermercados, farmacias… disponían de estos contenedores donde dejar fácilmente nuestra recolección y colaborar no solo con el medio ambiente sino con causas solidarias.
Sin embargo, nos cambian el paso con cierta facilidad y no siempre se aprovecha el esfuerzo remando todos en la misma dirección. Todos hemos visto como en los últimos tiempos el diseño de los tapones ha cambiado. Una normativa europea para seguir directrices sostenibles —el ODS número 12— sugiere que los tapones no sean (fácilmente) separables de los recipientes de forma que estén juntos toda su vida útil —unidos en un compromiso sostenible, reza la propaganda— de forma que no haya «dos» tipos de contaminaciones: la del recipiente y la del tapón, que ya bastante suciedad tenemos por los plásticos en nuestros mares, ríos y vertederos.
La primera duda que nos entra a las personas que reciclamos tapones es si las campañas siguen activas porque ahora no es sencillo acumular los tapones. Es verdad que con un cierto esfuerzo se pueden seguir separando del contenedor, pero en algunos casos hay que tirar de tijeras o de cúter por la firmeza con que están unidos a la botella o brik.
Como todo en esta vida, el «nuevo» sistema, independientemente de la ecología, presenta algunas dificultades y muchas voces han surgido en contra de esta novedad. Por ejemplo, en los paquetes de leche, al menos de la marca que usamos nosotros, no es sencilla la primera apertura, aunque, claro, a todo acabas cogiéndole el truco. Tampoco es fácil al acabar arrancar el tapón y otra cuestión que es mucho peor es que por mucho que te esmeres, siempre queda algo de leche en el interior. Si cierras el tapón no hay problema, dispendio mediante, pero si arrancas el tapón, cuando el paquete va a la bolsa amarilla se acaba derramando algo de líquido que lo pone todo perdido. Por ello, nosotros reciclamos el tapón a base de arrancarlo al final, pero seguimos con el sistema antiguo que permite utilizar completamente el contenido…
Los ODS son los «Objetivos de Desarrollo Sostenible» establecidos por las Naciones Unidas. Concretamente el número 12 se enfoca en la producción y consumo responsables y todo tipo de reciclaje y más en concreto este de los tapones de plástico es una forma concreta de contribuir a este objetivo. Los ODS alcanzan por ahora un número de 17 y son recomendaciones generales. Pueden verse en este enlace y se supone que si los siguiéramos empezaríamos a transformar nuestro mundo librándole de las enormes cantidades de «basuraleza» derivadas de las nuevas formas de comercio humano.
En alguna ocasión lo he comentado en el blog. En mi niñez, Damián, el lechero, llegaba a casa con su cántaro de leche y vertía directamente en la cacerola de mi madre los litros de leche que usábamos para el consumo diario. Recipientes desechables en este proceso: cero patatero y pelotero. Supongo que Damián limpiaría su cántaro y mi madre fregaba la cacerola para ser utilizada al día siguiente. Y lo mismo con otros consumos caseros con recipientes reutilizables o, si no era así, con cascos retornables como en el caso de los yogures o las bebidas. La basura que se generaba en la casa donde vivíamos siete personas se resumía a un tercio de cubo con productos orgánicos, cáscaras, mondas, huesos, espinas u otros, completamente naturales. Y eso en mi pueblo, porque en el de mi madre, donde muchas familias tenían gallinas y cerdos, el destino de esas sobras se quedaba en casa para alimento de los animales.
Pero hay que decir que no todo son inconvenientes. Cuando me predispongo a hacer un viaje largo en coche conduciendo, suelo proveerme de una botella de agua mineral para ir dando sorbos en el camino. En alguna ocasión y a pesar de tener sumo cuidado, se me ha caído el tapón al suelo, con lo que he tenido que parar para buscarlo y ponerlo en la botella. Ahora, el tapón nunca se cae.