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Este tema al que me voy a referir hoy es recurrente. Lleva años y años y a pesar de ello parece que la gente no se da por enterada. Y en estos momentos previos a una cita electoral, cobra de nuevo su importancia por las pistas que puede dar a unos y otros sobre por donde
van o pueden ir los tiros.
La noticia está recogida en el diario El Mundo pero es frecuente, además de verla escrita, oírla en numerosas tertulias en radio y televisión. En este caso, el dueño de una empresa muy conocida, cuyo nombre no cito para no hacer propaganda gratuita, aboga en el XIV Congreso Nacional de la Empresa Familiar celebrado en Valladolid hace unos días por ofrecernos una solución de la que se habrá quedado tan contento. No es otra que solucionar los problemas que la crisis inventando de nuevo el copago y además haciendo que este no sea lineal, sino que vaya en función de las rentas. Solo como curiosidad la conferencia fue clausurada por un tal Sr. Rajoy, que espero no haya escuchado, por si acaso, estas indicaciones o si lo ha hecho, haga oídos sordos a las mismas en caso de que, parece lo más probable, rija nuestros destinos en los próximos cuatro años con patente de corso para hacer lo que le venga en gana, eso sí, por nuestro bien, como lo han hecho los anteriores y lo harán los futuros. Cuatro añitos sin ningún tipo de control, con “licencia para matar”.
A este paso vamos a tener que renovar el Documento Nacional de Identidad todos los años para que conste en él nuestro nivel de renta del año anterior y así poder ir sufriendo por la vida en función de nuestros emolumentos. Emolumentos declarados, aclaro, que no siempre coinciden con los reales.
Aclaro en párrafo aparte que no estoy abogando por que no paguen más los que más tienen. Lo que no es de recibo es que paguemos dos veces.
Es un tema corregido en la actualidad pero hace años los niveles de renta eran un perjuicio evidente para acceder a un puesto en la enseñanza pública. Los puntos para las listas de entrada en institutos y colegios eran inversos a los niveles de renta: a más renta, menos puntos y por lo tanto menos posibilidades de acceder. Hace años, una conocida trabajaba en la secretaría de un instituto de un pueblo donde nos conocemos todos y tenía acceso a las solicitudes y confección de las listas. Me comentaba que se daba el caso de negar una plaza a un alumno hijo de un padre empleado en una determinada empresa, mientras que el hijo del propio empresario accedía sin problemas. ¿Qué era lo que ocurría? Pues lo de siempre, el empleado consignaba en su declaración de la renta hasta el último céntimo de sus emolumentos, mientras que por el arte de “birli birloque” el empresario, jefe del anterior, presentaba una renta mucho menor y a todas luces no muy correcta. Estaba claro que la función de la secretaría de un instituto no es hacer de inspector de hacienda, pero los resultados eran palpables y la injusticia se producía de todas todas. Eso cuando no hacían una primera declaración falsa, la presentaban, y luego antes de plazo hacían una correctiva. Ni que decir tiene que la utilizada para todo era la falsa. Esto también está solucionado ahora, pero ha dado mucho juego a lo largo de muchos años a gentes sin demasiados escrúpulos que iba a lo suyo y les salía bien. Total, el castigo si les pillaban no era ni siquiera leve.
Mi teoría es que una vez que las personas hemos contribuido religiosamente con nuestros impuestos en función de nuestras rentas, deberíamos ser todos iguales, exacta y escrupulosamente iguales, en el uso de los servicios públicos. Ya se utilizan los porcentajes en la declaración de la renta para que los que más tiene aporten más y si no es suficiente modifíquese la renta y sus tramos y sus porcentajes. Pero una vez satisfecho el impuesto, todos toditos, iguales.
Porque si no, cada vez que lleguemos a una carretera construida con los impuestos de todos, nos tendrán que pedir nuestro nivel de renta para cobrarnos en función de ella. Y así en los autobuses, los trenes, la seguridad social, el colegio y otros tantos sitios. Pero lo que yo digo es que ya se han utilizado nuestros ingresos para detraernos los impuestos en función de ellos.
Reduciendo todo al absurdo, con estas políticas sin sentido van a conseguir que la gente no tenga ilusión por trabajar y prosperar, que no tenga nada, e incluso no trabaje o trabaje lo mínimo para no tener motivo por donde ser enganchado por políticos descerebrados y directores de asociaciones y empresas metidos a “salvapatrias” que nos van a hundir más y más mientras ellos navegan en la abundancia. Y desde sus comilonas, villas, viajes y cochazos se permiten arengarnos y convencernos de que el cinturón nos lo apretamos nosotros pero los que determinan la fuerza de apretado son ellos.
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Deconstrucción
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Por Ángel E. LejarriagaEste poema está incluido en el poemario El circo de
los necios (2018)DECONSTRUCCIÓN Ya no quiero mirar su circo de mentiras
groseras...
Hace 3 horas