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domingo, 2 de noviembre de 2025

DENIGRADAS


Muchos, casi todos, hablan o hablamos mal, con preocupación o desprecio, de las llamadas redes sociales. Según el prisma con el dirijamos la mirada, son una fuente de —ahora está de moda— fango, desinformacioón, maledicencia… 

Tengo algunos amigos que literalmente huyen de los teléfonos móviles. Otros, aunque tienen, no quieren ni oír hablar de las redes sociales, aunque tendríamos que definir bien el concepto. Por ejemplo, WhatsApp… ¿Es una red social? Si lo consideramos así también habría que considerar una red social el uso de los mensajes SMS, por ejemplo. El concepto no está muy claro, pero sí que tendremos claro que «X» —antiguo Twitter—, «Facebook», «Instagram» y algunas otras son en realidad redes sociales.

Aunque todos lo sabemos, desconocemos las posibilidades de nuestros teléfonos móviles. Es verdad que las redes se pueden seguir desde tabletas u ordenadores, en general desde cualquier dispositivo, pero el uso más normalizado es el acceso desde el teléfono inteligente. Y los teléfonos son potentísimos ordenadores que permiten hacer prácticamente de todo. Y una de las cosas que pueden hacer, precisamente, es «controlar» mediante parámetros personalizados el grado de intromisión de las redes sociales en nuestro espacio vital. Luego ahondaré en esto.

La imagen del trino que encabeza esta entrada pertenece a «Patrimonio Nacional», una llamémosla Entidad conocida por todos. Salvo suplantaciones, podemos establecer que las comunicaciones que nos lleguen de ella son anuncios y comunicaciones verdaderas sobre diferentes aspectos de sus gestión y su devenir.

La semana pasada, y más concretamente el 24 de octubre, se celebraba el «Día de las Bibliotecas», una fecha establecida en conmemoración del incendio que en 1992 destruyó la Biblioteca Nacional y Universitaria de Bosnia y Herzegovina, conocida en los medios como Biblioteca de Sarajevo. 

Para celebrar esta efeméride, Patrimonio Nacional organizó una serie de visitas guiadas para el público en general a la Biblioteca del Palacio Real, una biblioteca vedada a las visitas. Es verdad que, como investigador, se puede acceder a sus magníficos fondos, pero eso se hace en una sala específica y ni siquiera los investigadores tienen acceso a las estancias de la biblioteca, alojadas en el ala noroeste del Palacio Real de Madrid.

Gracias a enterarme por la red social «X», pude formalizar mi inscripción, gratuita, para una formidable visita guiada por las diferentes estancias. Además de la persona que nos acompañó en todo momento con información de la historia y el contenido de la Biblioteca, fuimos atendidos por la propia directora que nos mostró una serie de ejemplares valiosísimos. Todo lo que se diga es poco si te gusta este mundillo: el poder disfrutar de piezas únicas y contemplar estancias maravillosas llenas de libros y de historia.


En la imagen superior podemos ver una de las salas en la que precisamente está ubicado el despacho de la directora de la biblioteca. No imagino el placer que se pude sentir laborando en semejante estancia rodeada de libros y de historia, especialmente si es una profesión que te apasiona.


Una de las riquezas de esta biblioteca es la colección de encuadernaciones. Los reyes gustaban de recibir los volúmenes digamos en bruto, sin cubiertas —que no portadas, hablemos bien— para encargar cubiertas personalizadas con sus nombres y sus escudos a encuadernadores especializados que, se diría ahora, tenían en nómina.

Volviendo al tema de las redes sociales, podemos controlar hasta niveles increíbles la intromisión de las redes sociales en nuestra vida. Yo solo sigo «Twitter» —me resisto a llamarla «X». Lo primero que hay que hacer es seleccionar muy mucho las cuentas que sigues. Una vez tenido extremo cuidado en esto, confeccionar listas restrictivas para según en que casos abrir o no el abanico. Y, además, mucho control sobre las notificaciones directas, que son las más peligrosas por entrometerse en tu vida en cualquier instante. Como digo, todo se puede controlar en nuestro beneficio e interés. 

En este caso, la cuenta de «Patrimonio Nacional» de mi «X» está en una lista muy restringida a la que suelo echar un vistazo rápido por las noches ya que por lo general contiene muy pocos mensajes. Y la mayoría de las veces muy interesantes, como ocurrió con este que hemos traído a colación hoy y que me permitió disfrutar de un entorno único. Sin la «red social» lo más seguro es que ni me hubiera enterado.