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sábado, 29 de agosto de 2009

ZAPPING

Ni siquiera sé a ciencia cierta si está bien escrito el título. A pesar de no saber inglés, casi todos conocemos el significado de esta palabreja, que no es otro que manejar el mando a distancia del televisor para cambiar de canal. Por cierto, los mandos a distancia fueron inventados en 1956, según reza la wikipedia, algunos años antes de que apareciera la televisión, en blanco y negro, por España. En aquella época, con dos canales, denominados TVE y VHF si mis recuerdos no me traicionan, poca o ninguna falta hacia el mando a distancia. Antes de entrar en materia manifestar para conocimiento general que “zapping” es una palabra que no existe en el diccionario inglés, por lo que es tan inventada para ellos como para nosotros.

Hago poco zapping, básicamente porque no veo la televisión casi nada. El zapping es el recurso de saltar de un canal a otro, principalmente cuando en el que estamos viendo nos invaden con anuncios o cuando realmente no nos interesa lo que se está emitiendo y volamos a otro canal en busca de contenidos más interesantes. A modo de estadística y con esto de las antenas parabólicas y los TDT’s, dispongo en mi casa, de forma gratuita, por el momento, de más de cuarenta canales de televisión que se pasan las veinticuatro horas del día emitiendo contenidos. Aquellas personas adictas a la televisión o aquellas otras postradas en un sillón tendrán una gran posibilidad de elegir que programa ver. Al menos eso pienso yo desde mi ignorancia.

La semana pasada hice mucho zapping, pero solo entre dos canales. No veo la televisión casi nada…. excepto cuando se celebran competiciones de atletismo, tales como el mundial o los juegos olímpicos. En estos casos, me pego a la televisión como una lapa, tanto como me dejan mis obligaciones personales, profesionales o familiares. Incluso cuando no puedo verlo en directo, lo grabo para verlo por la noche o en la madrugada. Supongo que otras personas lo harán con el fútbol, las carreras de coches o las carreras de motos, pero a mí solo me llama el atletismo. Recuerdo que la cita olímpica de Barcelona-92 coincidió milagrosamente con una operación de menisco que me tuvo toda la semana en el hospital. No me aburrí en ningún momento, aunque me gasté un montón de monedas de cien pesetas de las de entonces alimentando la huchita de la tele de alquiler de la habitación del hospital.

Como digo, la pasada semana se celebraban los Campeonatos del Mundo de Atletismo en Berlín. En casa disponía de dos canales de televisión que se ocuparan de retransmitir el evento: La 2 de Televisión Española y Euro-Sport, visible gracias a la parabólica de la urbanización, aunque al ser abierta la locución es en inglés. Tampoco me importa mucho, porque entiendo algo el inglés y las imágenes y los marcadores son iguales en ambas cadenas.

Así pues, mi zapping era un zapping limitado entre las dos cadenas. Cuando empezaban los anuncios en la 2 me “marchaba” a Euro-Sport y allí me quedaba un rato tan a gusto hasta que pasado un tiempo prudencial volvía a la 2, con los comentarios en castellano y por tanto más agradable de seguir.

Al principio de la semana, como hasta el miércoles o así, recuerdo que los responsables de la 2 se mostraban comedidos con los anuncios. Supongo que irían subiendo las audiencias a medida que avanzaba el campeonato y los contenidos se poblaban de finales en lugar de las temibles series de clasificación, donde los atletas dan lo justito para clasificarse sin cansarse mucho. Subieran o no las audiencias, el tiempo dedicado a anuncios comerciales en la 2 comenzó a incrementarse espectacularmente, tanto que resultaba molesto. En Euro-Sport también había algunos cortes publicitarios, pero mínimos y debidamente espaciados.

El colmo se produjo el jueves por la tarde, en un momento de emoción competitiva, me encuentro a la 2 retransmitiendo una carrera de caballos. Menos mal que me quedó el recurso de Euro-Sport, donde me quedé fielmente hasta el domingo, juramentándome de no volver, de ninguna manera, a la 2, por más que me costara entender el lenguaje inglés o americano en que se expresaban los comentaristas. Fue una especie de castigo a la 2 por atormentarnos con tanto anuncio y con ese corte para ver otro tipo de carreras, más equinas y menos humanas.

Con ello, el zapping intenso entre las dos cadenas se acabó el jueves. Pero ahondando un poco más, realmente no podemos quejarnos al disfrutar “gratis total” de un evento durante tantos días y horas. Soy de la opinión de que los deportes se ven mejor por televisión, al menos algunos como el ciclismo y el atletismo, cuestión que he podido comprobar por propia experiencia al acudir a un estadio o a ver a los ciclistas en un puerto de montaña y no enterarme de nada. La cercanía de las cámaras, la información sobreimpresa en pantalla y, sobre todo, las repeticiones de lo ocurrido desde diferentes ángulos dotan a la televisión de una gran preponderancia sobre verlo in-situ a mi modesto modo de entender.

De lo anteriormente expuesto se deriva que los anuncios comerciales en televisión son absolutamente necesarios, pues alguien tiene que pagar los costes que supone el ofrecer los eventos a los telespectadores. Por otro lado, a más cadenas más anuncios, más competencia, anuncios más baratos….. más anuncios.

En el fútbol hace años que determinados partidos cuestan dinero. Ahora me quedo con una pregunta, que me gustaría tardar mucho tiempo en responder:

¿Hasta cuando este tipo de retransmisiones van a ser “gratis-total”?

martes, 25 de agosto de 2009

INCONFESABLES

Ayer desconocía su existencia y hoy pertenece al recuerdo. Una novedad no esperada que ha resultado muy agradable y que me ha absorbido durante unas horas. Objeto que dicen en peligro de extinción, cuando las “modernas” tecnologías avancen un poco más y releguen al olvido al libro clásico, el de papel, el que se disfruta leyendo página a página, en el sillón de casa, en la cama antes de dormir o en el transporte camino del trabajo.

Estando de vacaciones, he dispuesto de tiempo para merendarme en un día un libro encantador, precioso, bonito, coqueto. Me lo recomendó Maria Eugenia, la bibliotecaria del pueblecito donde paso las vacaciones, ante mi ruego de que me recomendara algo interesante, a la vez que pequeño, que me diera tiempo a leer en una semana. Sorprendente biblioteca, pequeñita pero llena de encanto, donde se percibe la dedicación y el cariño de su responsable y donde se acumulan libros de rabiosa actualidad. Al año que viene me cuidaré muy mucho de traerme lectura y lo que haré el primer día será girar una visita para hacer acopio de material para devorar.

Es complicado recomendar un libro, pues sobre gustos no hay nada escrito. Anteriormente me recomendó otros como “La elegancia del erizo” de Muriel Barbery o “La Conversación” de Mercedes Salisachs que me han encantado y que he leído con verdadera fruición.

El libro objeto de esta entrada en el blog está magistralmente escrito por Susanna Tamaro, desconocida por mí hasta ayer como autora y que tiene varios libros más publicados, a los que trataré de echar un ojo. Su título “Donde el corazón te lleve”. Una anciana, tras un arrechucho del que se recupera, y sintiendo que se va a marchar de este mundo sin haberle dicho muchas cosas a su nieta, escribe una larga carta con sus vivencias. Su nieta es a la vez como una hija, pues la había criado desde los seis meses al morir su madre soltera, hija de la anciana. La nieta-hija está fuera, estudiando en los EE.UU. y la abuela siente la necesidad de contarle las claves de su existencia, de contarle sus secretos inconfesables, para que entienda mejor su vida y su destino y no tanto, pero también, para que la entienda a ella. Mucho contenido en un libro pequeño que obliga a la reflexión personal acerca de la vida y la muerte y como nos comunicamos, o dejamos de hacerlo, con los que nos rodean y nos importan.

Me he entretenido, a la par que leía, en entresacar diferentes frases del libro que han llamado mi atención y que me han dado material para pensar y reflexionar. Muchas veces, durante las vacaciones, lo que queremos son lecturas de esparcimiento, que aporten alegría y distracción, que no hagan pensar y sobre todo que no “compliquen” nuestra existencia más allá de lo que la tenemos complicada en este mundo que nos ha tocado vivir. Las vacaciones son para olvidar por un tiempo y pasarlo bien, como un paréntesis de bienestar bien ganado en nuestro devenir. Pero aprovechar este tiempo para pensar y crecer un poco interiormente también es una alegría y una semilla para el futuro. Aquí están las frases que han llamado mi atención y que recojo a continuación.

--- Mientras el cuerpo funciona no nos damos cuenta de que gran enemigo puede llegar a ser; si cedemos en la voluntad de hacerle frente, aunque sea solo un instante, ya estamos perdidos.
--- Por haber vivido tanto tiempo y haber dejado a mi espalda tantas personas, a estas alturas sé que los muertos pesan, no tanto por la ausencia, como por todo aquello que entre ellos y nosotros no se ha dicho.
--- Los pensamientos de un viejo no tienen futuro, por lo general son tristes, y si no tristes, melancólicos.
--- La vida no es una carrera, sino un tiro al blanco, lo que importa no es el ahorro de tiempo, sino la capacidad de encontrar una diana.
---Renunciar a uno mismo lleva al desprecio. Del desprecio a la rabia, el paso es corto.
--- Los cambios se acumulan imperceptiblemente, poco a poco, y al llegar a cierto punto, estallan. De forma repentina, una persona rompe el círculo y decide ser diferente.
--- A lo largo de mi vida la desesperación me ha embargado con frecuencia, me he sentido como esos soldados que marcan el paso manteniéndose quietos en el mismo sitio. Cambiaban los tiempos, cambiaban las personas, todo a mí alrededor cambiaba, pero yo tenía la sensación de estar siempre quieta.
--- Delante del horror, delante de la injusticia, siempre he retrocedido; en vez de justificarlos con gratitud, siempre nació en mi interior un sentimiento muy grande de rebeldía.
--- En ciertos asuntos no es posible empujar o tironear, de lo contrario ocurre lo mismo que pasa con los vendedores ambulantes: cuanto más proclaman las bondades de su producto, más se tiene la sospecha de que se trata de una estafa.
--- He dejado mi personalidad para adquirir un carácter. El carácter, ya tendrás ocasión de comprobarlo, es mucho más apreciado en el mundo que la personalidad.
--- Para ser fuerte hay que amarse a uno mismo; para amarse a uno mismo hay que conocerse a fondo, saberlo todo acerca de uno, incluso las cosas más ocultas, las que resulta más difícil aceptar.
--- Resulta cómico, pero justamente la distracción es lo que nos permite llegar al centro de las cosas, a su corazón.
--- Entre todas las costumbres del hombre moderno, la lectura de la prensa diaria es una de las peores. Por la mañana, en el momento en que el alma está más abierta, la prensa vuelca sobre la persona todo lo malo que el mundo ha producido el día anterior. (Atribuida al padre Isaac Singer).
--- Con el tiempo, la indignación se ha convertido en rabia, y esa rabia sigue latiendo en mi interior como una carcoma tozuda.
--- Hace tiempo leí en un periódico que, según las últimas teorías, el amor no nace del corazón, sino de la nariz. Cuando dos personas se encuentran y se gustan empiezan a enviarse unas pequeñas hormonas cuyo nombre no recuerdo; esas hormonas entran por la nariz para subir al cerebro y allí, en algún secreto meandro, desatan la tempestad del amor.
--- Al primer impacto, lo nuevo da miedo- Para conseguir avanzar es necesario superar esa sensación de alarma.
--- En nuestra alma y en nuestro cuerpo hay muchas pequeñas ventanas, y a través de estas, si están abiertas, pasan las emociones, pero si están entornadas apenas se cuelan. Tan solo el amor puede abrirlas de par en par a todas y de golpe, como una ráfaga de viento.
--- Los jóvenes no tienen corazón, no tienen ya el respeto que tenían antaño. Pero el corazón sigue siendo el mismo de siempre, lo que ocurre es que hay menos hipocresía. Los jóvenes no son egoístas por naturaleza, de la misma manera que los viejos no son naturalmente sabios.
--- Antes de juzgar a una persona, camina tres lunas con sus mocasines (proverbio indio americano)
--- Vistas desde fuera, muchas existencias parecen equivocadas, irracionales, locas. Mientras nos mantenemos fuera es fácil entender mal a las personas. Solamente estando dentro, solamente caminando tres lunas con sus mocasines, pueden entenderse sus motivaciones, sus sentimientos, aquello que hace que una persona actúe de una manera en vez de hacerlo de otra. La comprensión nace de la humildad, no del orgullo del saber.
--- Entender de dónde venimos, que hubo antes de nosotros, es el primer paso para poder avanzar sin mentiras.
--- Cometer errores es natural. Irse sin haberlos comprendido hace que se vuelva vano el sentido de una existencia. Las cosas que nos ocurren nunca son finalidades en sí mismas, gratuitas: cada encuentro, cada pequeño suceso, encierra un significado, la comprensión de nosotros mismos nace de la disponibilidad para recibirlos, la capacidad de cambiar de dirección en cualquier momento, de dejar la vieja piel como las lagartijas al cambiar la estación.
--- Encontrar escapatorias cuando no se quiere mirar dentro de uno mismo es la cosa más fácil de este mundo. Siempre existe una culpa exterior, hace falta mucha valentía para aceptar que la culpa, o mejor dicho la responsabilidad, nos pertenece solo a nosotros.
--- Si la vida tiene un sentido, ese sentido es la muerte. Todas las demás cosas sencillamente giran alrededor de ella.
--- Los muertos pesan, no tanto por su ausencia como por lo que entre nosotros y ellos no ha sido dicho.
--- Solo el dolor hace crecer, pero al dolor hay que enfrentarse directamente: quien se escabulle o se compadece está destinado a perder.
--- Déjese llevar y lo que ha de venir, vendrá.
--- Durante el neolítico… ¿Qué podía ocurrir a lo largo de una existencia?. Aparte del propio territorio, más allá del río no había otra cosa. Al ignorar la extensión del mundo, forzosamente el tiempo era más lento.
--- Mi inseguridad, el ambiente en el que había crecido, ya me habían entregado a la tiranía de la exterioridad.
--- Cada vez que, al crecer, tengo ganas de convertir las cosas equivocadas en cosas justas, recuerda que la primera revolución que hay que realizar es dentro de uno mismo, la primera y la más importante. Luchar por una idea sin tener una idea de uno mismo es una de las cosas más peligrosas que se pueden hacer.
--- Cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cual recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga; aguarda y aguarda más aún. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve.

domingo, 16 de agosto de 2009

BOTELLÓN



Es la misma cancamusa de siempre. A medida que se van cumpliendo años dejamos de entender las actuaciones de las generaciones más jóvenes. Así les pasó a nuestros padres con nosotros mismos y les pasará a nuestros hijos con los suyos mientras el mundo siga dando vueltas.

Pero con independencia de entender o no entender las cosas, hay ciertas actuaciones que no deberían permitirse, no tanto el uso individual del libre albedrío de cada uno, allá cada cual, como las consecuencias que ciertas actuaciones producen en lo público.

Hace ya algunos años el Ayuntamiento de la localidad donde resido procedió a cerrar con vallas todos los parques. Aparte del gasto económico en euros que supuso la medida, no se entendía muy bien el porqué había que cerrar los parques unas determinadas horas por la noche, privando a los vecinos de su disfrute a cualquier hora del día.

Como siempre, pagan justos por pecadores. Un buen día algún descerebrado rajó con una navaja los asientos de “sky” de los trenes de cercanías y en lugar de dar con él, ponerle en orden el cerebro y crujirle bien crujidas las entretelas, ahora los trenes de cercanías llevan unos asientos que parecen de hormigón armado. Algo parecido debe ocurrir con los parques: algunos los utilizan para cosas que no deben y por eso hay que cerrarlos, que se fastidie todo el mundo. Reconozco que a las horas que están cerrados yo no los utilizo, pero si lo hacía hace años, bien por ir a correr por la noche o bien por atravesar uno a primera hora de la mañana camino de la estación a tomar el tren para ir a trabajar.

La semana pasada se han celebrado las fiestas de la localidad. En “ese” parque han estado instaladas por las tardes atracciones hinchables en las que los más pequeños de la localidad se han divertido de lo lindo, llenando de saltos y alegría todos los rincones del parque.

Ese parque es lugar de encuentro con un amigo para salir los sábados y domingos a primera hora de la mañana, cuando aparece el sol en el horizonte, a darnos una carrerita o un paseo, según ande el cuerpo. Ayer sábado, llegué un poco antes de la hora y el espectáculo que pude comprobar era ….. bueno, mejor no calificarlo. En lugar de un parque parecía un estercolero, más bien, parecía que había nevado. Por todos lados, incluso encima de las colchonetas de los hinchables plegadas, había bolsas de plástico, vasos, botellas de cristal hechas añicos …. En fin, no hace falta describirlo. Una verdadera porquería, subproducto o consecuencia de eso que ahora de conoce por el “botellón”. Parece que los jóvenes y no tan jóvenes lo utilizan como forma de esparcimiento, como una queja por los precios en los establecimientos apropiados para consumo de bebidas. Primero empezaron a consumirlo en la calle, con ruidos y molestias a los vecinos, ahora lo hacen en los sitios públicos. Emborracharse, incluso emborracharse con hora, está de moda.

Debería de haber vuelto a casa a coger la cámara fotográfica para dejar plasmado para el recuerdo lo que allí se podía contemplar. No daba crédito a los ojos. Un equipo de empleados del Servicio Público de Limpieza se afanaba en poner a buen recaudo toda aquella inmundicia, en dejar el parque adecentado, para que por la tarde los pequeños, sin zapatos y solo con calcetines, pudieran esparcirse en sus colchonetas. Me parece un verdadero milagro. Los ángeles de la guarda habrán tenido trabajo extra para conseguir que nadie saliera con los pies llenos de cortes o plagados de cristales de aquella botella que, no olvidemos, se puede beber quien quiera, pero lo que no puede es tirarla en cualquier lado y mucho menos romperla. También habrá ayudado la profesionalidad de los empleados de limpieza en su cometido.

Ayer por la noche se celebraban os fuegos artificiales de fin de fiesta. Entre el público asistente, se podía apreciar a gran cantidad de personas cargadas con sus bolsas de alcohol y refrescos, pendientes de que acabaran las luminarias para dirigirse a, además de charlar y beber con moderación, dejar el parque hecho una guarrería, un sitio donde con toda seguridad ni los cerdos, con perdón, podrían entrar.

Hoy domingo a la misma hora que ayer he acudido con la cámara, pero me he llevado una gran desilusión: no era ni siquiera parecido con lo de ayer. Las fotos que acompañan este escrito no son nada comparado con lo del sábado, casi se podía decir que estaba limpio.

No voy a entrar en el debate de si una persona mayor, o menor autorizada o ignorada por sus padres, puede beber en un sitio público, con moderación o sin ella. Pero lo que no se puede tolerar, de ninguna de las maneras, y menos en un parque público que va ser utilizado por niños, son semejantes actitudes de desprecio a lo público o por decirlo de una manera educada, de mala educación. Que se vayan a beber al salón de su casa y tiren allí los plásticos y los restos y estrellen las botellas contra el parquet, de forma que ellos o sus familias se lo encuentren al día siguiente y nos den su opinión.

Tolerando estas actitudes, estemos en fiestas o no estemos en fiestas, se relajan las costumbres y se fomentan actitudes poco recomendables. Parece que lo olvidamos y cuando se quiere poner remedio, la intensidad de las medidas tiene que ser desproporcionada.





























viernes, 7 de agosto de 2009

AR

No siga leyendo. Esto es una entrada egoísta, que me escribo solo para mí, por lo que lo más probable es que no entienda nada de nada. Estamos en verano, con muy altas temperaturas, con mucho calor que calienta las neuronas cerebrales y hacen a las personas escribir cosas como esta, que no se entienden. Bueno, algunas personas si lo entenderán.
Empecemos por el título, AR es un acrónimo que podría significar muchas cosas, por ejemplo “Armando Rodríguez” o “Adelante Rocinante”. Pero no es el caso ya que está en inglés y significa “Access Registers” y es el título del capítulo cinco de un manual en inglés titulado z/OS MVS Extendeded Addressability Guide. Yo mismo me pregunto qué hago yo leyendo estas treinta y ocho páginas, en perfecto inglés americano que cuentan cómo se puede acceder desde un espacio de direcciones ejecutándose bajo un sistema operativo z/OS de IBM a otro espacio de direcciones para ver o modificar datos.
No le quedará ninguna duda a nadie de que estamos hablando de informática, esa cosa tan de moda hoy en día. Pero pocas personas saben o entienden que hay muchas clases de informática. Desde que tenemos PC en casa la informática se entiende algo más, por las personas corrientes, pero al mismo tiempo se le aplica al concepto un reduccionismo exagerado que deja el término en casi una insignificancia.
Cuando digo que mi profesión es de informático todo el mundo cree saber de que hablo, pero en pocas ocasiones aciertan. Les tengo que decir, haciendo un ejemplo gráfico y significativo que soy “mecánico de aviones” pero que no sé arreglar una simple bicicleta. Con esto quedan más desconcertados si cabe.
Corría noviembre de 1972 cuando accedí por oposición a una plaza de programador informático en el Servicio Electrónico de una Entidad Bancaria. Por aquellos años, el PC “casero” todavía no había visto la luz, ya que lo hizo en 1980. Sin embargo la informática a gran nivel existía sobre todo en entidades financieras, comerciales o de seguros. Había que especializarse y en la universidad todavía no se cursaban este tipo de estudios, por lo que la formación era impartida y ofrecida por las casas comerciales, en este caso IBM y los propios compañeros de trabajo, que por aquella época todavía no temían por sus puestos de trabajo y enseñaban y se retroalimentaban con los recién llegados. Tuve muchos profesores, pero sin olvidarme de nadie quiero dejar plasmado aquí un emocionado recuerdo a Antonio, que mucho sabía y mucho me enseñó. Conservo uno de sus programas de aquellos años que sigue funcionando a la perfección 37 años después. Mérito de Antonio y mérito de IBM que presenta en la actualidad unos sistemas operativos compatibles con programas realizados hace una montonera de años.
Como programador debía aprender un lenguaje para hacer los programas y el elegido fue el denominado PL/I. Pero yo era una mente inquieta y no quería limitar a un solo lenguaje de los existentes, por lo que por mi cuenta y fuera de trabajo hice mis pinitos con COBOL, RPG-III, un poco de FORTRAN y un mucho de ASSEMBLER. El lenguaje más parecido a escribirlo en un código ininteligible muy aproximado a como la máquina ejecuta luego las instrucciones. Un lenguaje maravilloso en el que se podía hacer de todo, rápido, con mucha efectividad y en el que, ayudado por Víctor, Rafa y Alejandro, además del ya mencionado Antonio, disfrutaba de lo lindo, haciendo los mismos programas en PL/I y en assembler y echando carreras entre ellos. Siempre eran como la liebre (el assembler) y la tortuga (el PL/I), en los diferentes aspectos de velocidad, rendimiento, consumo y rapidez. Lo único era que se tardaba mucho más en hacer el programa y ponerlo a punto en assembler que en PL/I, además los programas en assembler son muy personales y más difíciles de mantener y modificar por una persona diferente a la que lo ha hecho. Mis pinitos con el assembler me hicieron dejar mi puesto de programador de aplicaciones y pasarme al de programador de sistemas. Ahí sí que se usaba el assembler a tope, se codificaba muy cercano al sistema operativo, rutinas muy especiales que mejoraban el rendimiento general de la máquina o que incorporaban nuevas funcionalidades que complementaban los diferentes programas estándar suministrados por IBM y otras casas comerciales.
Han pasado más de treinta años de mis primeros contactos con el assembler. He hecho muchos programas a lo largo de mi vida laboral, pero el assembler ha progresado mucho y en una rutina que tengo que desarrollar en estos días me encontré con que se tenía que ejecutar en un modo denominado “AR”. ¿Y esto que narices es? Para aprender, cuando ya no se dispone de personas al lado que te enseñen, están los manuales como el que hemos comentado que cuenta con pelos y señales que es lo que hay que saber para hacer programas, por supuesto en mi querido assembler, en modo AR. Nunca es tarde para ampliar los conocimientos.
Dejo como documento el fragmento del programa que lidia con el dichoso modo AR.
L R15,XPBWORD <> DIRECC. SALVADA PAARAM LAM R9,R9,KF1 <> SET AR9 TO ALET 1 SAC 512 SYSSTATE ASCENV=AR L R9,00(R15) <> PARAMETRO 1 - RETURN-CODE MVC @WORKP1,0(R9) L R9,04(R15) <> PARAMETRO 2 - REASON CODE SAC 0 SYSSTATE ASCENV=P

sábado, 1 de agosto de 2009

TOLERANCIA

Las leyes que no son cumplidas es mejor derogarlas cuanto antes. La sensación de que el quebrantar una norma no es importante hace que se relaje el cumplimiento de otras que si lo son. Y esto, a la larga, trae consecuencias nefastas en las relaciones humanas. Lo hemos visto y comentado en estos textos con respecto del tráfico. La relajación que hemos tenido durante muchos años, haciendo caso omiso de las señales de aparcar, y de velocidad, por ejemplo, han traído bolardos a las aceras y radares a las carreteras, en un intento de jarabe de palo, duro y contundente, por hacernos entender, como a los niños, que es por nuestro bien, no por el nuestro particular, si no por el de la comunidad en general. Hace unos días, en el pueblo costero donde estoy pasando unas vacaciones, han fallecido cuatro jóvenes menores de 20 años en un choque frontal entre dos vehículos. Uno de los coches iba a 150 km. por hora en una avenida de la población. Estaba claro que no cumplía la limitación de velocidad, pero probablemente el coche contra el que chocó si la cumplía. Las indicaciones son para todos y deben de hacerse cumplir por quién las dicta. Si no es capaz de ello, lo mejor es quitarlas.

El profesor Phillip Zimbardo, en un estudio sobre psicología social realizado en 1969 ilustra este concepto con soberbia actualidad, a pesar de haber sido publicado hace cuarenta años. Reproduzco este estudio e información complementaria posterior. Atención a la frase final, nos estamos acostumbrando de forma alarmante a las pequeñas y no tan pequeñas infracciones.

En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Phillip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona
rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con Lo reproduzco poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no lo destruyeron. En cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.

Es común atribuir a la pobreza las causas del delito. Atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, (de derecha y de izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil de Palo Alto.

El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx, y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre. ¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?

No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales.

Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos cada vez peores se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores, James Q. Wilson y George Kelling desarrollaron la “teoría de las ventanas rotas”, misma que desde un punto de vista criminológico, concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito.

Si se cometen 'pequeñas faltas' (estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja) y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves. Si se permiten actitudes violentas como algo normal en el desarrollo de los niños, el patrón de desarrollo será de mayor violencia cuando estas personas sean adultas.

Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente abandonados por la mayoría de la gente, que deja de salir de sus casas por temor a las pandillas, esos mismos espacios abandonados por la gente son progresivamente ocupados por los delincuentes.

La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados de la década de los 80 en el metro de Nueva York, el cual se había convertido en el punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó por combatir las pequeñas transgresiones: grafitis deteriorando el lugar, suciedad de las estaciones, ebriedad entre el público, evasiones del pago del pasaje, pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes. Comenzando por lo pequeño se logró hacer del metro un lugar seguro.

Posteriormente, en 1994, Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York, basado en la teoría de las ventanas rotas y en la experiencia del metro, impulsó una política de “tolerancia cero”. La estrategia consistía en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana. El resultado práctico fue un enorme abatimiento de todos los índices criminales de la ciudad de Nueva York.

La expresión “tolerancia cero” suena a una especie de solución autoritaria y represiva, pero su concepto principal es más bien la prevención y promoción de condiciones sociales de seguridad. No se trata de linchar al delincuente, ni de la prepotencia de la policía, de hecho, respecto de los abusos de autoridad debe también aplicarse la tolerancia cero.

Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana.


No es tolerancia cero frente a la persona que comete el delito, sino tolerancia cero frente al delito mismo.