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domingo, 21 de diciembre de 2008

TACO



En estas fechas y desde hace algunos años, hay una liturgia que se repite. Y no me refiero a los fastos, pecuniarios y alimentarios, derivados de la Navidad y todo lo que le rodea sino a que el cambio de año fuerza una renovación de un elemento que se ha hecho amigo y necesario: El Taco Calendario del Corazón de Jesús.
Hace ya bastantes años compre este simpático calendario para tenerlo en mesa de la oficina como recordatorio del día en el que estábamos. La fecha era importante en mi trabajo, ya que había que usarla con profusión a lo largo del día para estamparla en documentos y papeles. Hay varios modelos y tamaños, pero el más sencillo consta de una hoja por día donde se reflejan un sinfín de datos tales como los días que han transcurrido del año, los que faltan, las horas a las que salen el sol y la luna, estado y situación de la luna (cuarto menguante en Libra), el santoral amplio del día, la misa que se celebra y, una de las cosas más importantes para mí, la frase del día. Todo esto en la parte delantera de las hojas, figurando en la trasera diversas y curiosas informaciones de lo más variado tales como historias, chistes, historias de personajes y monumentos, etc.

En aquellos primeros días en la oficina, uno de los momentos que se instauraron, a primera hora, era la lectura pública y en alto para todos los compañeros de la frase del día que figuraba en el calendario. Había frases todos los días, menos los domingos. En aquella época se trabajaba los sábados, por lo que no faltaba en nuestro devenir diario el comenzar la jornada con una frase, por lo general muy acertada y que servía de comentario y tertulia entre los compañeros, en aquella época en que había compañeros y no meros "coincidentes laborales".

Recuerdo una que decía algo así como “No es mejor quién soluciona los errores sino quién los evita”. Fue objeto de un encendido debate ya que era muy de aplicación al trabajo, donde había personas que los prevenían, y por tanto pasaban desapercibidas, y personas que los solucionaban, los que les hacía ganarse una tremenda notoriedad. Excuso decir cuales tenían más ascensos y mejor dotación dineraria a fin de año, eso queda para el curioso lector.

El modelo de calendario que uso es el pequeño, sus hojas miden 6 x 10 cms. Aquel día hicimos una fotocopia ampliada de la hoja y la ubicamos en el tablón de anuncios de la empresa. Lógicamente y para que el mensaje llegara mejor, sobrepintamos la frase con un rotulador fluorescente en tono amarillo, lo recuerdo perfectamente. La bomba estaba colocada y surtió su efecto. Al poco tiempo, cuando el jefe vio aquello, aparte de retirarlo y llevárselo, averiguó rápidamente quién había sido el autor del pasquín y soltó la correspondiente reprimenda. Lo de siempre, matar al mensajero y obviar el fondo de la cuestión. Las verdades duelen, o suelen doler, casi siempre.

El calendario daba juego. Recuerdo un año haber tenido la paciencia de teclear en una base de datos en el ordenador todos los nombres del santoral con sus atributos, ya que no es lo mismo un Zenón mártir, que un Zenón diácono o que un Zenón santo, pongo por ejemplo. Al cabo del año obtuve una lista interminable de nombres, alguno de ellos muy pero que muy raro que espero no se haya impuesto a ningún niño por nacer en ese día. A modo de curiosidad, el santoral de hoy reza así: S. Pedro Canisio pb. Y dr.; Amasvindo, Sillán cfs.; Anastasio, Juan, Festo, Juliana, Glicerio, Temístocles mrs,; Severino ob. Antes si había esa costumbre que ahora se ha abandonado, gracias a Dios, de poner el santo del día a los niños. Elijan Vds. Uno de los nombres, en masculino o femenino para un hijo.

Otro subproducto de este almacenamiento de nombres fue el averiguar que uno determinado aparecía más de una y más de dos veces en el santoral a lo largo del año. Por ejemplo, uno de los de hoy, Anastasio, aparece a lo largo del año once veces si no recuerdo mal, ya que no tengo a mano la estadística. Para aquellos que celebren el santo, además del cumpleaños, esto es una buena cosa, ya que disponen de muchos días al año o bien para elegir o bien para celebrarlos todos.

Desde aquellos años compro tres calendarios todos los años, bueno ahora últimamente dos. Uno para casa, otro para la oficina y otro como regalo anual para un buen amigo que compartió aquellos momentos. Es una manera de mantener la tradición del taco y vernos por lo menos una vez al año por estas fechas.

domingo, 14 de diciembre de 2008

SENSACIONES


En este caso, ciertas. Como todos los fines de semana, el despertador suena a las siete en punto, un poco más tarde, pero no mucho, que los días laborables. Unos primeros momentos directo a visitar al baño a permanecer allí un buen rato, en la necesidad de vaciar vejiga e intestinos, no vaya a ser que luego haya sorpresas. Es un buen momento para la lectura, recién levantado, despejado, como método de evasión antes de afrontar el día.

Tras estos momentos, seguir con la rutina. Un vistazo por la ventana a ver cómo está el día y una posterior visita a la estación meteorológica, que me informa de la temperatura exterior. Luego habrá que contar con la existencia o no de viento, una cuestión que tiene la capacidad de variar sensiblemente la sensación térmica. Hoy marcaba dos grados sobre cero pero el vistazo por la ventana ha servido para comprobar que el suelo estaba blanco y posiblemente helado, ya que la nevada se produjo ayer por la tarde y antes de acostarme ya estaba el suelo con ese color que antecede a la Navidad.

Estas visiones no me hacen desistir de mi particular carrerita matutina. En la cama se está a gusto y calentito, pero al igual que debemos de trabajar la mente, es necesario y conveniente hacer funcionar al cuerpo por corroborar aquello tan manido de “mens sana in corpore sano”. Por otro lado, el correr sobre la nieve y disfrutar del amanecer surcando un camino entre un bosque de árboles es un placer para los sentidos, aunque la mayoría piense que es de locos.

El amigo con el que quedo los fines de semana para este peculiar paseo tarda en aparecer en el punto y hora de encuentro. Cuando ya casi decido que me voy a tener que hacer el recorrido solo, aparece a lo lejos: un parque público por el que atraviesa desde su casa estaba todavía cerrado y ha tenido que dar un gran rodeo. Ahora los parques públicos de la localidad tienen rejas y horario, ya que hay que evitar a toda costa el uso indebido de los mismos en horarios nocturnos, principalmente por aquello de los botellones que no solo significan juerga y diversión, sino dejarlo todo hecho un asco y muy penosamente lleno de cristales rotos.

Llega mi amigo corriendo por lo que perdono la fase de calentamiento para ponerme a su vera y enfilar hacia las afueras. Contra lo que pudiera parecer, y a pesar de la hora tan temprana, no somos los primeros en horadar la nieve. Algunas pisadas nos preceden, de otros corredores o de personas que pasean, bien solas bien con sus canes. Hoy no hemos visto al “corredor ecologista”, una persona que además de hacer deporte va recogiendo los desperdicios que gente sin escrúpulos deposita en el campo. Pasamos a lo largo de algún coche aparcado, con el motor en marcha por aquello de la calefacción, donde una pareja aprovecha los últimos instantes de la noche, que ya son principio el día, para los últimos arrumacos.

Con la ropa térmica adecuada, solo se nota el frío del viento al golpear la cara. El cuerpo, tras las primeras zancadas, empieza a sudar y a entrar en calor. Hoy, por ir pisando la nieve, nos acompaña un ruido rítmico y cadencioso que provoca el propio pisar.

Una vez fuera del pueblo, el sol empieza a salir en el horizonte, bañando todo con un tono rojizo intenso. El camino nevado, flanqueado de árboles enormes ya pelados de hojas deja entrever al fondo el monte y el pueblo que acoge bañado en un tono que diríase de atardecer. Una visión sobrecogedora y espectacular.
Estamos chalados sí, pero las sensaciones, ciertas, que nos provoca este amanecer haciendo deporte, tonificando nuestro cuerpo y ensanchando nuestra mente con semejante visión de la naturaleza son un tesoro que guardaremos en nuestro interior y que podremos atesorar en nuestra mente como uno de esos instantes mágicos a los que recurrir cuando estemos necesitados de un momento de paz, tranquilidad y relajación.

jueves, 4 de diciembre de 2008

MarioAlonsoPuig

Esta misma mañana y bajo el patrocinio de Orange, empresa a la que no tengo muchas simpatías por la que me armó hace un par de años cuando se llamaba Wanadoo, he tenido la oportunidad de vivir en vivo y en directo una de las conferencias más apasionantes, y productivas, que recuerdo en mi vida, que ya es un poco dilatada. Mi más sincero agradecimiento a esta empresa, rencillas olvidadas, por la fenomenal organización de este acto, gratuito, con sus cafés, sus zumos y sus bollitos y un coctel final al que no he podido existir por el tiempo que se ha prolongado nuestro ponente. Pequeños y Medianos Empresarios, Pymes, hemos podido asistir a un acto que ha sido el sexto de un ciclo en el que han participado otros ponentes de talla a los que me he quedado sin poder escuchar por enterarme a última hora y coger el tren, quiero decir una plaza, por los pelos.

El Palacio de la Bolsa de Madrid ha sido un marco de lujo para esta alocución que por espacio de cuatro horas y cuarto con un intermedio de apenas veinte minutos ha sido pronunciada por Mario Alonso Puig. Como se suele decir en el argot, le tenía yo ganas a este señor, médico cirujano con una gran experiencia, además de en medicina, en lo que ahora se llama Coaching, en mi opinión viejos temas con nuevas y rimbombantes palabras. Le tenía ganas en el buen sentido, no se me entienda mal, de conocerle y verle en directo. Su carnet profesional pondrá lo de médico pero tiene un poco bastante de otras muchas cosas, entre ellas de psicólogo.

Me encontré con escritos de este hombre hace unos años por una página que publicaba en la revista del Race, que consistía en historias, supongo que reales aunque dé igual, cuya lectura tenía, y sigue teniendo, la característica de hacerle pensar a uno. Al final de esta entrada reproduzco una, por no hacerlo muy largo, de las que más me gustan, aunque ha sido difícil hacer la elección.

Si bien acaba de publicar su segundo libro, he podido encontrar pocas de estas historias que divulgo y utilizo citando su autor. Hoy, al comentar una de ellas con uno de los asistentes a la conferencia me ha respondido, muy ufano y muy negativo: “Eso son americanadas” a lo que le he contestado que las llame como las llame a mi me sirven para mi mejoramiento personal, y si me sirven, son buenas aunque para él no lo sean. Cada uno utiliza las herramientas que puede y cree conveniente sin fijarse quién se las aporta.

Siempre he sido de la opinión de que no es bueno poner muchas expectativas en algo, pues así luego es relativamente fácil salir defraudado. Pero no ha sido el caso. ¡Como habla este hombre¡ Yo, cuando sea mayor, y tengo la misma edad que él por lo que ha mencionado, quisiera ser capaz de hablar solo un uno por ciento de bien de cómo lo hace él. Dueño absoluto de la situación, manejando a los asistentes a su antojo, inoculando ideas positivas y de mejoramiento personal una tras otra, jugando, riendo, explicando con ejemplos y acciones multitudinarias lo que es un hipocampo, una amígdala, una célula madre, la neurología, el cerebro, el corazón, la dopamina, serotonina o adrenalina ….. Y como se relaciona todo con nuestros pensamientos y emociones.

Solo un detalle. La persona que estaba al lado mío, a la que no conocía de nada y que seguramente no volveré a ver en mi vida, me ha dado un masaje relajante en los hombros y posteriormente yo se le he devuelto. Ni esa persona, mujer por más señas, ni yo, somos masajistas profesionales, pero la atmósfera que ha creado este hombre nos ha hecho comportarnos como tales al darlo y disfrutar del mismo cuando lo estábamos recibiendo como si nos lo diera el masajista más cualificado del mundo. Y repito, no nos conocíamos de nada. Hay que saber manejar al personal para romper esas barreras que nos marcamos los españolitos y para hacernos hablar a todos por los codos, intervenir incluso más de la cuenta y preguntar sin inhibición por el sexo de los ángeles, que también nos ha sido explicado.

Ahora solo falta aplicar a nuestra vida lo mucho de positivo que nos ha transmitido y quitarnos de encima esa carga de negatividad que arrastramos sin rebelarnos y que acaba afectándonos sin remisión con somatizaciones de mayor o menor intensidad cuyo origen son, únicamente, nuestros propios pensamientos y acciones.

Ahora hace falta otra oportunidad de volver a escucharle y asentar ideas. Las catorce cuartillas por una cara llenas de apuntes y notas me darán para pensar, meditar y pasar a la acción durante un buen número de días. Y cuando pase el tiempo, bueno será volverlas a revisar y ver cuántas estoy llevando, de verdad, a la práctica.

UN MUNDO ENTRE MIS OREJAS.

"Hace ya muchos años, pero que muchos años, se irguió sobre la superficie de la Tierra una criatura singular. No era grande ni tampoco fuerte, apenas corría y desde luego no podía volar. Cuando miró a su alrededor, sin duda tuvo que estremecerse al contemplar con quién había de compartir el suelo que pisaba. Viéndose tan insignificante, sintió como su corazón enloquecía, cómo su tranquila respiración se entrecortaba y sus relajados músculos se ponían en tensión y así, tuvo por primera vez conciencia de lo que hoy llamamos estrés. Pero en lugar de desesperarse y pasarse el resto de su vida huyendo, utilizo su principal arma de supervivencia, el mundo entre sus orejas, no sólo para sobrevivir a sus enemigos sino para además progresar, utilizando a la misma Naturaleza para crear lo que hoy conocemos como La Cultura.

Han pasado miles de años, ya no vivimos en cuevas sino en grandes estructuras a las que llamamos casas y, aunque ahora ninguna bestia nos persiga, nuestro mundo cambiante nos sigue exigiendo por encima de todo una cosa, capacidad de adaptación. Los acontecimientos se suceden sin parar y nuestra propia existencia depende de la forma en que reaccionemos frente a ellos. Nos exigen que aprendamos con rapidez para asimilar conocimientos que se duplican cada diez años, que seamos hábiles para lograr la cooperación de aquellos que poseen conocimientos de los que nosotros carecemos.

Pero a veces el ser humano si siente sin recursos para hacer frente a todas estas exigencias, simplemente no se siente capaz y entonces queda prisionero de una tensión emocional que acaba arruinando su salud y bienestar. A partir de ese momento ya no luchará por convertirse en todo lo que puede llegar a ser, porque lo único que le preocupará será que los demás lleguen a descubrir dicha incapacidad. Sin apenas darse cuenta, irá bajando su nivel de conciencia y se situará en una zona de confort donde el bien supremo no es otro que mantener cierta sensación de seguridad.

Dado que casi todos somos en alguna medida esclavos de las prisas y expertos en el arte de engañarnos a nosotros mismos, no nos paramos a pensar ¿de donde proviene esa falta de control sobre aquello que nos sucede? A lo mejor no es la consecuencia de una falta de talento o de inteligencia innata.

Durante mucho tiempo se ha considerado que la creatividad era exclusiva de los denominados genios y que quien brillaba en los estudios triunfaría en la vida. Las personas hemos dado por hecho que los resultados que obtenemos en la vida son una clara expresión de lo que nosotros somos, y que lo que nosotros vemos, es la única realidad existente. Nada más lejos de la verdad.

Hoy como nunca conocemos la verdadera realidad de nuestro cerebro. Las neurociencias nos han dado el soporte necesario para echar por tierra muchas de nuestras creencias más arraigadas y han respaldado las opiniones de tantos filósofos, científicos, teólogos y literatos que a lo largo de la Historia nunca perdieron su fe en el hombre y en sus posibilidades.

Conocemos las vías de las emociones arraigadas en le complejo sistema límbico y sabemos por que, cuando aquellas se disparan, se oscurece la razón. Conocemos que una situación emocional de una persona influye en su salud y en su capacidad de defensa frente a las infecciones y frente al cáncer. Sabemos que la creatividad no depende ni de las musas ni tampoco en exclusiva de los genes, sino de la interacción excepcional entre nuestros hemisferios cerebrales. Hemos penetrado en las bases de la memoria, del aprendizaje y de la comunicación y sin embargo, por fascinantes y útiles que puedan parecernos estos conocimientos, no serían de ningún valor si no fuera por la extraordinaria plasticidad de nuestros cerebros. Es precisamente esta plasticidad la que nos permite acceder con nuestro pensamiento a todos esos recursos que el ser eso, el hombre acaba convirtiéndose en la que piensa, porque con su pensamiento moldea su cerebro y luego éste moldea su realidad.

Son la falta de creencia en nuestras propias capacidades, el miedo acérrimo al fracaso y a la crítica, la búsqueda compulsiva de la respuesta exacta y de la seguridad, los elementos que estrechan el pensamiento y atrofian la mente. Sólo con fe en nosotros mismos, con determinación, entusiasmo, disciplina y paciencia, conseguiremos cosas que hasta ahora nos parecían imposibles. No es malo sentir miedo o sentir inseguridad, lo malo es dejarnos arrastrar por estos sentimientos, dejar que nuestra conducta sea controlada por ellos.

Hagamos que nuestras actuaciones sean acordes con nuestros objetivos, soportemos la tensión que produce cambiar un hábito nocivo y así conseguiremos llevar las riendas de nuestra vida. Tarea de semejante envergadura para nada ha de asustarnos, porque la fragmentaremos y cada uno de esos pequeños fragmentos se convertirá en el objetivo fundamental de cada día. Trabajemos con el absoluto convencimiento de que alcanzaremos aquello que nos propongamos, y que esté en línea con nuestra misión personal.

Como médico y como consultor, veo a diario cuántas cosas nos roban la alegría, porque no nos decidimos de una vez por todas a controlarlas. Esa inercia, esa pereza, esa esclavitud de la opinión ajena, esa tendencia a la huida, esa propensión a la ira y al enfado. Factores todos ellos que nos manipulan como si fuéramos marionetas de trapo. La Naturaleza, Dios, nos dio un gran regalo, nuestra capacidad de pensar. Ahí está la base de nuestra verdadera libertad.

No dejemos que nada ni nadie nos prive de ella".

Dr. Mario Alonso Puig

martes, 2 de diciembre de 2008

CIENCIA

Hace unos días se ha celebrado en Madrid la VIII Semana de la Ciencia. En realidad son dos semanas llenas de actos tales como visitas, conferencias, talleres, mesas redondas o demostraciones que pueden resultar muy interesantes a cualquiera que tenga la más mínima curiosidad.

Los actos se publican en un libro y en internet unas tres semanas antes de la celebración. Desde dos semanas antes es posible solicitar plaza en aquellos actos que nos interesen, normalmente por vía telefónica o en algún caso de forma exclusiva mediante el correo electrónico. El teléfono es más directo, ya que en el momento te confirman la inscripción o, en caso de que este el cupo completo, de si quieres quedarte en lista de espera, aunque esto funciona según y cómo dependiendo de las gestiones cada uno de los organismos que participan.

Lo que es una indudable ventaja representa también un gran problema: los actos son gratuitos. Con ello, suele ser frecuente que en el momento de realizarse el acto no aparezcan bastantes de las personas que habían reservado plaza y lo peor es que ni siquiera se molestan en llamar o escribir de nuevo para renunciar a su puesto, lo que permitiría la inclusión de otros que podían haber quedado en lista de espera.

Otro problema que se presenta con frecuencia es el copo que provocan instituciones de tipo académico, tales como escuelas-taller, escuelas de formación profesional o institutos, reservando todas las plazas disponibles para llevar a sus alumnos. En muchos de los casos podrían gestionar esa visita en cualquier otra semana del año.En mi modesta opinión como individuo aislado deberían tener preferencia personas individuales o grupos muy reducidos, aunque en algún caso o actividad pudiera ocurrir que no hubiera un número mínimo para desarrollarla. Se mire por donde se mire surgen dificultades.

Pero lo esencial y lo maravilloso de esta iniciativa es que las instituciones, universidades, grandes empresas y centros de investigación nos abren sus puertas a los ciudadanos normales para visitar sus instalaciones y mostrarnos lo que hacen y como lo hacen. En algunos casos será mera curiosidad, pero en otros la información recibida resulta útil para nuestra vida y en todo caso colma nuestra curiosidad y nos saca un poco de la rutina diaria.

Una cuestión fundamental para participar y disfrutar activamente de la Semana de la Ciencia es tener tiempo. Gran parte de las actividades son en horario de mañana, aunque las hay de tarde y de fin de semana, solo que estás suelen estar más congestionadas por razones obvias. Con tiempo libre, un poquito de planificación y método, uno se puede preparar un par de semanas con un contenido excitante e interesante.

No es cuestión de mencionar aquí todos los actos que existen, disponibles en internet buscando por VIII Semana de la Ciencia. Menciono a los que yo asistí:

--Paseo guiado y estupendamente comentado por los Sotos Históricos de Aranjuez, los jardines creados en el siglo XVI por los reyes españoles a las orillas del Tajo, con más de 35 kilómetros de paseos y arboledas.
--Visita y charla en dos centros de investigación de la tecnología aplicada a estudios sobre fisiología del deporte, uno en la Universidad Europea de Madrid, que envidia de instalaciones, y otro en el INEF y el Consejo Superior de Deportes, donde pudimos apreciar qué y como se investiga para mejorar el rendimiento de los deportistas, pero de cuyos resultados nos beneficiaremos todos a corto o medio plazo. Recordemos lo que ocurre en un tono parecido con los coches de fórmula I, cuyas innovaciones son finalmente trasladas a los coches que manejamos.
--Participación en un taller de psicología en la Universidad Pontificia de Comillas sobre Emociones y Cine, con poca asistencia, pero muy interesante.
--Asistencia a Radio Nacional de España, a un estudio de emisión en directo, visita a las instalaciones y permanecer tres horas viendo como se hace y se emite un programa de radio en directo. Una experiencia muy interesante y enriquecedora, gracias a la amabilidad de Tony Garrido y todo su equipo, pendientes en todo momento de los curiosos que asistíamos al programa.
--Visita guiada al Jardín Botánico de Madrid.
--Visita guiada al vertedero de Valdemingómez, verdadera “ciudad de la basura” donde uno cambia su forma de pensar sobre este asunto, en un claro ejemplo de que la información recibida es básica para su uso en la vida diaria, tanto como que me atrevería a sugerir que dicha visita fuera obligatoria, cada cierto tiempo, para todo el mundo, al objeto de que tomemos conciencia, particulares y empresas, de lo que se cuece en este tema y aprendamos en cabeza ajena a donde llegaremos si no tomamos medidas.

Ahora a esperar que pase un año y disponer de tiempo para estar atento a las actividades que se programen.

sábado, 22 de noviembre de 2008

JURA

Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a un acto insólito, del cual ni siquiera tenía conciencia de su existencia. Se trataba de la Jura de Bandera (1) de personal civil y más concretamente de personas con algún grado de discapacidad que por razones obvias no pudieron hacerlo en su día, ya que no realizaron el Servicio Militar Obligatorio. Entre las organizaciones estaba la Organización Nacional de Ciegos a la que por motivos diferentes a la ceguera está adscrito un cuñado.
Este tipo de actos pueden tener ahora su relevancia, dado que hace años que se abolió en España la ley que obligaba a los varones a dedicar un tiempo de su vida a aprender cuestiones militares y el manejo de las armas. En mi caso fueron catorce meses de los que guardo algunos recuerdos buenos y muchos malos, siendo el peor de ellos el parón que sufrí en mi vida laboral y del que tardé varios años en recuperarme.
Días antes no tenía ninguna intención de asistir al acto. Sobre el papel parecía que se iba a tratar de una mera cuestión de trámite. Al final me convencieron y me alegré de ello. Se celebraba en el acuartelamiento de la Guardia Real en EL Pardo, Madrid. Siento algún tipo de predilección por esta unidad del Ejército, cuya estupenda banda de música nos suele deleitar una vez al año con un concierto y de la que he visto sus evoluciones en la formidable parada militar que supone el cambio de la guardia en el Palacio Real de Madrid los primeros miércoles de cada mes.
El acto distó mucho de ser un trámite, como puede verse en la fotografía. Duró cerca de hora y media y fue llevado a cabo con toda solemnidad. Alabarderos, Coraceros, Guardia a caballo, Unidades motorizadas, Banda de música, Escuadra de Gastadores, Unidad de Perros y dos compañías evolucionaron en la explanada dando al acto una vistosidad y alcance inusitados. Además del propio acto de besar la bandera por los jurandos (2), un homenaje a la bandera y a los caídos y un desfile final nos dejaron a todos los asistentes al acto sobrecogidos y emocionados. Mis más efusivas gracias a la Guardia Real por la profesionalidad y rigurosidad de que hicieron gala en todo momento.
Al final, como casi todos los actos, se sirvió una copa de vino español. Fue algo más que una copa de vino porque, aparte de la comida, se produjo una mezcla del personal militar y civil donde se pudo apreciar el cariño con que los diferentes componentes de la Guardia Real, desde simples soldados hasta mandos, dispensaron a las personas que habían jurado bandera, haciendo para ellos y para su familiares que fuera un día inolvidable.
Justo en el momento que mi cuñado besaba la bandera me vinieron recuerdos ya muy lejanos en el tiempo de cuando lo hice yo, tras dos meses de bautismo e instrucción militar, en la catorce compañía del campamento Viator en Almería. Luego, el destino durante un año en Melilla fue harina de otro costal.

1 El Diccionario de la Real Academia de la Lengua distingue entre las acepciones “Jura de Bandera” y “Jura de la Bandera”, siendo el significado de la primera “Promesa civil de lealtad y servicio a la nación” y la segunda “Acto solemne en que cada individuo de las unidades o de los reemplazos militares jura obediencia y fidelidad en el servicio de la patria.”.
2 La palabra “jurando” referida a las personas participantes en el acto no está contemplada en el diccionario. Sin embargo, la he hecho constar en el escrito al figurar la misma en las invitaciones de protocolo que recibimos.

lunes, 17 de noviembre de 2008

POBLACIÓN


Lo mío con Tráfico y su Dirección General ya raya lo patológico. Vaya tres semanas que llevo, y lo malo es que todavía no he acabado. Gasto en euros importante, y además gasto en horas y desplazamientos. La parte positiva es que me da para ir escribiendo en este blog aún a riesgo de cansar a quién lo lea con estas historias.
Esta mañana nueva visita a las dependencias. Menos mal que he tenido noticia de la existencia de esas otras oficinas de Alcorcón, que aunque están más lejos que las de Arturo Soria son más manejables y las colas son aceptables. Eso será hasta que se vaya enterando la gente y empiecen las aglomeraciones. Hoy era el segundo día que iba, por lo que ya me considero un veterano con cierto dominio de la situación.
Se trataba de arreglar los domicilios de mi mujer y mi hijo, que también tienen sus “relaciones” con esa institución. A diferencia de la semana anterior, el empleado que me ha atendido era masculino y, siento decirlo, bastante desagradable. Yo era el primer “cliente” que atendía, ya que he entrado directo, con todos los papeles rellenos y sabiendo a donde iba. Por cierto, mencionar aquí que los impresos se pueden rellenar directamente en el ordenador antes de imprimirlos descargándolos desde la web de la propia DGT.
Como digo, a pesar de ser el primer “cliente” la persona que me ha atendido no estaba de muy buen humor. He intentado explicarle el asunto de lo extraño de mi domicilio y de lo ocurrido la semana anterior, pero no he apreciado que me hiciera mucho caso, lo que ha dado como resultado que me haya hecho mal la modificación. Se lo he hecho ver y entonces para que queremos más, que si el programa no lo admite, que es un lío, que a ver si alguien arregla el programa, que esto no hay quién lo resista….. Ha tenido que anular el permiso recién impreso y hacerlo de nuevo. A mi pregunta de si la modificación surtía efecto no solo en la dirección del vehículo sino también en la asociada al conductor, ha respondido con una especie de gruñido que he querido interpretar como un sí. No estaba el horno para bollos.
Por supuesto no le ha parecido bien lo que puso su compañera la semana anterior y ha puesto de su cosecha propia. Esencialmente es similar, pero me ha extrañado el esfuerzo y el tiempo que ha gastado en escribirlo de forma diferente, dado que las veintiséis posiciones disponibles dejan pocas posibilidades.
A diferencia de la semana anterior, solo me ha entregado los nuevos permisos de circulación. Ni el resguardo sellado del impreso que he presentado ni la impresión fehaciente de los datos de conductor que sí me fueron entregados la semana pasada. Debe ser que cada funcionario, perdón, empleado, tiene su forma de hacer las cosas y que no hay nadie que vigile que todos las hagan igual. Cuando salía he dicho un sonoro y rotundo adiós con la intención de no volver más en unos años por estas u otras oficinas similares. Pero según reza la ley de Murphy, todo lo que está mal es susceptible de empeorar, lo hará.
Focalizado como estaba en el asunto del domicilio, que sí he revisado, no lo he hecho con el resto de campos y anotaciones que ha realizado el empleado. Al llegar a casa y proceder a escanear los documentos en el ordenador me he dado cuenta: tengo que volver de nuevo otro día. Me han arreglado los domicilios pero en uno de los dos casos me ha estropeado la población, vamos que me ha puesto en otro pueblo.
Es casi imposible atinar. Iré dentro de unos días con los cinco sentidos puestos y revisaré hasta la última coma de lo que ponga en el papel. Hasta que no esté todo correcto no me levantaré de la silla, se ponga el empleado como se ponga. Aún así me iré con la mosca detrás de la oreja por lo que pudiera pasar.

lunes, 10 de noviembre de 2008

TAMAÑO

El tamaño sí importa. Al menos hay que tenerlo en cuenta dependiendo del contexto y del tema donde se utilice. Siempre importa.

Vivimos en una época asombrosa, que hace palidecer a nuestros mayores por no llegar a entender muchas de las cosas que les rodean. La ciencia y la tecnología nos proporcionan, especialmente a los que vivimos en un mundo “desarrollado”, una cantidad ingente de sensaciones y posibilidades que hace unos años no podíamos ni siquiera imaginar. Uno de los apartados donde las ciencias avanzan que es una barbaridad es en la informática. Pero que avance la informática no quiere decir que los ciudadanos nos beneficiemos de ella en la misma proporción. Mal utilizada se puede convertir en un arma arrojadiza contra nosotros mismos, como comentaba en mi entrada anterior titulada “DOMICILIO”. Ahondemos un poquito más.

Un fichero informático, hablando en términos generales, está formado por campos, “fields” en inglés, que pueden ser de formato fijo o variable. Lo más cómodo y fácil de utilizar es diseñar estos campos con un tamaño fijo en cuanto al número de caracteres que pueden contener. Antiguamente se cuidaba mucho esto del tamaño, de los campos informáticos me refiero, dado que los recursos eran muy limitados para la cantidad ingente de información que se querían almacenar. Hoy esto ha cambiado y quién más y quién menos tiene en su casa uno o varios discos duros que suman montones de “gigabytes” e incluso “terabytes”, donde el principal gasto se lo llevan los archivos multimedia, fotos, música o películas, mientras que los archivos de datos ocupan poco.

Con el abaratamiento de costes en el almacenamiento de datos, las empresas han ido ajustando sus “tamaños” para adaptarse a los nuevos tiempos. Por ejemplo las aplicaciones informáticas de Hacienda o el Padrón de Ciudadanos. Pero hay algunas que andan en épocas pretéritas, como por ejemplo la Dirección General de Tráfico, conocida por las siglas DGT.

El campo que ha destinado la DGT a albergar nuestro domicilio completo consta de 26 caracteres. Para incluir en estas veintiseis posiciones un domicilio, los empleados de la propia DGT tienen que hacer “encaje de bolillos” de forma que el resultado sea claro y completo, sobre todo para el funcionario de Correos que deberá entregarnos las notificaciones, multas u otra, que nos dirijan.

Voy a poner un ejemplo real, para que nos entendamos. Supongamos mi domicilio

CALLE SAN ADALBERTO NRO.17 PORTAL-4 PISO SOTANO 1 IZDA.

He escogido un nombre de santo que tiene las mismas letras que el que reza en mi calle. La dirección resulta extraña por lo del Portal y el Sótano, pero hoy día es frecuente que en las direcciones existan bloques, escaleras, entreplantas y demás. Esta mañana he dado con una persona amable y que se ha esforzado en la ventanilla de la DGT para intentar trasladar mi domicilio al hueco de que dispone. ¿Ven como si es importante el tamaño?. Al final, la dirección ha quedado así en los ficheros informáticos

S ADALBERTO 17 PL4 S 1 IZ

Todo un ejemplo de concreción. Ahora lo que hace falta es que el cartero que toque el día que llegue una notificación de tráfico traduzca de forma coherente estos datos y haga llegar la carta al buzón correspondiente. Si no es así y no pone celo, aviados estamos.

Y ahora les propongo un ejercicio que estaría bien como concurso para todas aquellas personas que entre sus cometidos tengan el introducir datos en ficheros informáticos. Cójanse un callejero y elijan una calle de las más larguitas y añadan datos de bloque, escalera y demás. A ver como se comprime en 26 caracteres. El jurado de los resultados será un comité formado por personal de Correos, que son a la postre los que van a disfrutar o mejor sufrir las consecuencias. Habría que ver como se reflejan los estados de ánimo de las personas al tener que lidiar con semejantes reducciones ….. de tamaño.

Les propongo la siguiente dirección, que puede ser real

PLAZA SANTA JOAQUINA DE VEDRUNA,
BLOQUE-6 PORTAL-3 ESCALERA-2 PISO-SOTANO 2 LETRA-C.

Se admiten propuestas de resultados, sin pasarse de 26.

lunes, 3 de noviembre de 2008

DOMICILIO


Empiezo la semana con trescientos cuarenta y un euros menos en mi cuenta corriente. Y no precisamente porque me los haya gastado en juergas por mi propia voluntad, sino que el Ministerio de Hacienda de España, a instancias de la Dirección General de Tráfico, me ha apremiado con aviso de embargo por un hecho del que no he tenido noticia alguna hasta ahora. Yo creía que era un ciudadano que cumplía con sus obligaciones, que estaba al día de forma correcta en todo, pero… quia, no era así. Y lo peor no ha sido descubrirlo de manera tan sangrante para mi peculio, sino que muy probablemente no pueda hacer nada por evitar que pase una segunda vez.
La historia es larga pero no cuesta dinero escribirla. Solo tiempo, y estoy dispuesto a emplearle. Otra cosa es que haya alguien dispuesto a leerla, pero debería hacerlo, ya que el hecho que me ha ocurrido le puede pasar a cualquiera, especialmente si vive en una urbanización de esas que tienen bloque, escaleras, portales, plantas y pisos con connotaciones especiales.
Hace años, había una finca grande en la localidad donde resido conocida con el sobrenombre de “Prado del Rana”, debido a que el guardés era de una familia muy popular que respondía a ese apodo o mote. La finca era de gran extensión y daba a tres calles. Su dirección era, pongamos por ejemplo, calle del Pomelo, número 32. Con el tiempo, en esa finca aparecieron diez hermosos bloques de pisos, algunos de ellos adaptados al terreno, que es de montaña. Así, en algunas de las casas, al entrar por su portal a nivel de calle, encontramos que existen pisos hacia arriba y también hacia abajo.
Alguien, que debía de tener un mal día, así como quién se lo consintió, numeró los diez bloques con una única dirección, la misma que tenía la finca, esto es, calle del Pomelo número 32. Algunos de los bloques están en las otras calles, teniendo acceso por las ellas. Por ejemplo, el bloque número cuatro, que está situado en otra calle, y que debería tener como dirección calle del Aguacate número 17, en realidad también tiene como dirección calle del Pomelo número 32. Los diez bloques “están” en la calle del Pomelo número 32, aunque real y físicamente estén en otras. Lo único que les distingue es que además de esa única dirección hay que añadir el número de portal, del 1 al 10. En lengua castellana esto se llama galimatías. El fontanero que acude a reparar una caldera a la dirección de Pomelo, 32 Portal 4 en realidad debería dirigirse a la calle del Aguacate, 17 pero esto no lo averigua hasta dar unas cuantas vueltas. Menos mal que no es un servicio de urgencia del que dependan vidas.
El caso de mi bloque es de estos y además con el siguiente recochineo: dos pisos hacia arriba, la planta del portal y tres pisos hacia abajo. La persona que intervino en la nomenclatura de los pisos debía tener dolor de estómago o un día aciago y nos tocó la china. No sé si sería de la constructora, de la notaría, del Registro de la Propiedad, de los Servicios Municipales o de que narices de organismo. El caso es que no se le ocurrió otra cosa que poner, por ejemplo, SEGUNDO IZQUIERDA al segundo piso de arriba y MENOS SEGUNDO IZQUIERDA al segundo de abajo, y así para el resto.
Esto dicho así con palabras resulta más o menos claro, aunque extraño, pero hay que tener cuidado de decirle al fontanero o electricista que viene a casa a hacer una reparación que suba o que baje según donde se encuentre el piso. En mi caso es un MENOS TERCERO IZQUIERDA y ya me encontrado al operario de turno volviendo a salir a la calle y, tras llamar de nuevo al portero electrónico, decirme que no existe el piso tercero en esa casa: se ha ido para arriba y casi sale por el tejado intentando encontrar el TERCERO IZQUIERDA que no existe. Menos mal que no existe porque si fuera el segundo se encontraría con un vecino distinto.
Esto puede parecer una guasa, pero los que nos vemos implicados no nos reímos tanto. Recientemente acabo de pagar una multa de tráfico de 310 euros más demoras y recargos por un malentendido de este tipo. No ha sido la primera vez, a mi mujer le ha ocurrido también y lo peor de todo es que volverá a ocurrir. ¿Cómo es posible? Pues porque por mucho que lo intentemos no lo podremos arreglar, por lo menos de momento. Me explico.
Empiezo por ir al Ayuntamiento a arreglar el padrón municipal, bueno, los dos padrones municipales que me informan que existen, el de personas y el de vehículos. Y aquí encuentro la primera pega: la aplicación informática no está diseñada para admitir un piso MENOS TERCERO. Ni siquiera un -3. El funcionario municipal me informa de que sólo puede poner caracteres numéricos en ese campo y no le admite el signo “menos” ni ninguna palabra. Sólo cifras. La única posibilidad es añadir “SOTANO” o “SEMISOTANO” delante del tres. ¿Qué hacemos? ¿Cómo pensará el funcionario de Correos cuando me tenga que entregar una carta? ¿Qué hará el funcionario de la Dirección general de Tráfico al dar de alta mi vehículo cuando se encuentre con un sótano? Hago el propósito de preguntar en Correos, aunque ya sé lo que me van a decir, que es muy raro, que depende del día y de cómo esté escrito, vamos, que se van a lavar las manos. Yo sé lo que ocurrirá: en el caso de una carta normal podrá llegar o no llegar, pero si la carta es certificada o con acuse de recibo, el funcionario pondrá algo más de celo para echarme el papelito de que pase a recogerla por la oficina. Lo digo por experiencia previa: avisos de recibos del Ayuntamiento no han llegado, pero luego, con la misma dirección, los avisos de apremio y embargo si han llegado. Qué casualidad.
Decido, en mi caso, utilizar el concepto de sótano para no dejar la cosa en un simple tres que induzca a error. Decidido esto, en el certificado de empadronamiento aparece que mi piso es el S3. ¿Cómo se entenderá esto por quién proceda?. Me gustaría saber lo que hará mi vecino de arriba, el que vive en el MENOS SEGUNDO IZQUIERDA si alguna vez se dirige al Ayuntamiento a arreglar su particular desaguisado, que seguro que lo tiene mal. ¿Elegirá sótano? ¿Elegirá semisótano? ¿Dejará el 2 en solitario?
Antes de seguir diré que desde hace años dispongo de un Apartado de Correos, con su número correspondiente, que no admite variación. Bien es verdad que el funcionario de correos, con demasiada frecuencia pone en mi apartado cartas que no son mías y supongo que pondrá las mías en otro, pero esto si que es ya inevitable, como que el cartero no te entregue una carta cuya dirección es correcta, por ejemplo. Pero hay muchos organismos y empresas que no admiten como dirección un Apartado de Correos y en su lugar requieren una dirección real y física.
Aunque yo al comprar mi último coche facilité con pelos y señales mi dirección al vendedor, no tengo ninguna garantía acerca de cómo el concesionario, la gestoría o el empleado de la DGT hizo llegar los datos de mi domicilio a los ficheros informatizados correspondientes. Soy responsable de que mi dirección esté correcta, pero no tengo ningún medio de controlarla. Únicamente, al cabo de unos meses personarme en Tráfico y pedir la información a ver si está bien. ¿Cuántos de nosotros hacemos esto?
Bueno, pues resulta que la dirección asignada a mi vehículo en Tráfico está mal. Hace algunos meses debieron sancionarme, eso supongo, de alguna manera que no implica que yo me entere, seguramente un radar o un aparcamiento indebido. Cuando Tráfico me comunicase este hecho a una dirección incorrecta, en la que yo no he tenido ninguna responsabilidad, la carta no me llegó. Con ello, y sin saberlo, incumplí la norma que dice que el propietario del vehículo tiene la obligación de comunicar el conductor. ¿Cómo voy a comunicar datos de un hecho que desconozco? Sanción correspondiente entre trescientos diez y mil quinientos euros, menos mal que me han aplicado la más baja posible, muchas gracias señores de Tráfico. Como sigue el procedimiento adelante, lo publicarían en el Boletín de la provincia correspondiente a donde sucediera el hecho, boletín que no acostumbro a leerme todos los días. Sigo incumpliendo y al final pasan el expediente a Hacienda, que de forma más diligente me aplica el apremio y embargo por una cuestión de la que no me he enterado. Ya sé que es culpa mía, que no he verificado si en los datos de “sus” ficheros está correctamente tecleada “mi” dirección.
Ahora procuraré actualizar la dirección de mi vehículo en Tráfico y comprobar de paso que dirección tienen en sus ficheros para mi Carnet de Conducir y por extensión los de mi familia, por si acaso. De entrada en la web de la DGT donde me informan, solo me informan, de los trámites, me dicen que puedo hacerlos en la propia sede de Tráfico en Madrid o en mi Ayuntamiento, pero curiosamente mi ayuntamiento no aparece, aunque supongo que será otro error del mismo tipo, aunque sí aparece un ayuntamiento de un pueblo cercano de nombre parecido. Lo intentaré cambiar allí, a ver si me dejan y si no tendré que perder una mañana en comprobar y/o actualizar unos datos que yo facilité correctamente en su día y que por no sé qué arte llegaron mal a sus ficheros. Todo son ventajas.
Mientras lo consigo, a lo mejor tengo en vuelo otro expediente del cual no me enteraré hasta que la diligente Hacienda se ponga en contacto conmigo. Por supuesto me quedo sin saber, después de pagar, de que va la multa objeto de este procedimiento salvo que pierda mi tiempo y mi dinero en ir a Tráfico personalmente a indagar.
Todo esto, que no es aislado me lleva a una reflexión: tenemos medios más modernos y más potentes que hace unos años, pero muchas veces son manejados y manipulados por personas que no necesariamente están más preparadas y más motivadas que hace unos años.

NOTA:
Con posterioridad a la insercción de este suelto, me entero que existe un concepto nuevo denominado DEU, Dirección Electrónica Única. Aquellas personas que dispongan de Certificado Digital o DNI electrónico pueden crearse una DEU en
http://www.notificaciones.administracion.es/.
Una vez creada podrán subscribirse a los servicios de la administración o particulares que utilicen este servicio, facilitando una dirección de correo electrónico y un teléfono móvil asociado a su nombre y DNI, que son recogidos directamente del Certificado Digital, donde se supone que están bien. Por ejemplo, si me suscribo dentro de la DGT al apartado de multas, se supone que cuando la DGT inicie un expediente "contra" mi DNI, además de los trámites normales, emitirá un aviso a mi DEU que me llegará a través de un SMS al móvil y/o un correo electrónico. En este caso podré acceder de nuevo a mi DEU en la dirección usada para crearla, donde dispongo de un buzón electrónico en el que la DGT habrá dejado información, más o menos extensa, del expediente. La idea es buena y por otras personas sé que en el caso de Hacienda ha funcionado muy bien teniendo los usuarios pronta información acerca de los procesos de la Renta. Sorprende ver el listado de Entidades y Organismos que ya dicen utilizar esta facilidad.
Y con esto me hago una pregunta ¿Para cuando la administración nos obsequiará con una dirección postal única consultable y utilizable por todos sus Organismos?. Quién haya cambiado de dirección podrá contar sus experiencias intentando actualizar la nueva dirección en mil y un sitios donde disponen de ella.

sábado, 1 de noviembre de 2008

INDIGNACIÓN

Ayer viernes, por la tarde, al entrar en casa y mirar el buzón, me sorprendió un aviso de Correos de un certificado. Es curioso ver como los empleados de correos deben de estar aprendiendo para médicos, en el sentido de que es bastante difícil poder leer y acaso comprender lo poco que escriben. Pude llegar al final a la conclusión de que el remitente era la Delegación de Hacienda y que disponía de siete días para pasar por la oficina a recoger el certificado. Menos mal que en este caso abren por las tardes, con lo que allí me dirigí.

Por el camino uno empieza, casi sin querer, a hacer conjeturas acerca del contenido tan importante para que te lo dirijan certificado y con acuse de recibo. De mi declaración de renta estoy al día y de mis avatares empresariales también. En fin ….

Una vez recibido el documento, en el momento, procedo a abrirlo y leo con avidez. Se trata de un “Procedimiento de Apremio”, palabras duras, teniendo en cuenta que cinco minutos antes no sabía de que podría ir este asunto. Van, y me apremian. Yo no siento ningún placer en sentirme apremiado, pero “ellos” si deben de obtenerlo en esta función de apremiar.

Buscando, buscando, Hacienda es una mera correa de transmisión de nuestra “amiga” DGT, léase Dirección General de Tráfico, que dice que tengo una deuda con ella por una sanción identificada por un montón de números, doce en concreto.

Declaro aquí y ahora de que no tengo ni la más remota idea de tener pendiente nada, y menos con la DGT. La multa era inicialmente de 300 euros, pero por mor de los apremios, tasas, recargos ordinarios y extraordinarios, se ha convertido en la nada despreciable y redonda, además de bonita, suma de 372 euros. ¡ Y yo que estaba ahorrando para comprarme un televisor de pantalla plana ¡ Seguiremos viendo la poca tele que vemos en el clásico.

El teléfono de información de Hacienda, que funciona por la tarde, no me puede comunicar nada aparte de los doce numeritos de “mi” multa y me remite a la DGT. Los teléfonos de la susodicha no son tomados por nadie, aunque dada la profusión que existe de ellos es posible que esté intentando comunicarme con el servicio de limpieza del garaje. Lo más probable es que a estas horas, cerca de las siete de la tarde, no haya servicio de información.

Como uno intenta estar al día de las modernas tecnologías, se me ocurrió pensar que con mi flamante certificado digital o incluso con mi DNI electrónico podría acceder a la web de la DGT y seguro que allí hay un apartado, moderno, que me permita recabar información de esa multa fantasma, que todavía no he conseguido saber de qué va, ni siquiera si es mía. Pero a la web de la DGT parce que todavía le falta un hervor de modernización. Hay algo de los certificados en la consulta del saldo de puntos, pero con unos especiales y no el de la Fábrica de Moneda y Timbre, por lo que al final intento acceder con mi DNI electrónico, sin conseguirlo tras varios intentos y apagados y encendidos del ordenador.

Ya hasta el lunes me tengo que quedar con el “concome” de no poder obtener información de todo esto. El lunes por la mañana me armaré de paciencia, y teléfono, para intentar traducir esos doce numeritos en algo inteligible y conocer cual ha sido la infracción que he cometido por un valor, ya, de 372 euros. Me temo que no va a ser suficiente el teléfono y tendré que pasar del tema o al final perder una mañana en ir personalmente a las oficinas de la DGT a ver si consigo averiguar algo.

Continuará …..

domingo, 26 de octubre de 2008

CONFIGURAR


Recibo en estos días insistentes y reiterados mensajes en mi teléfono móvil, supuestamente procedentes de la compañía a la que abono las facturas, informándome de que está mal configurado. Sin más explicaciones, se me insta a que acepte un segundo mensaje que supuestamente lo configurará. El configurador que lo configure buen configurador será.
En ningún momento se me dice que es lo que tengo mal, en mi teléfono, según su punto de vista, para que yo decida si dejarlo como está o admitir el cambio que me proponen. Eso suponiendo que el mensaje proceda de donde parece proceder y no sea un timo que al final de mes incremente mi factura de forma desorbitada, teniendo que abonar las llamadas de otras personas. Se oyen tantas cosas que todo puede pasar y en estos temas he aprendido en cabeza ajena a ser desconfiado hasta extremos que rayan lo patológico.
Hace ya tiempo escribí una entrada en este blog que se titulaba “EMOCION”, en la que contaba como los menús y teclas del teléfono móvil estaban “sabiamente” dispuestos para que, sin querer, pulsásemos la tecla que da paso a lo que se denomina “emoción”, que no es otra cosa que la conexión especial al mundo de internet. Lo malo de este asunto es que, aunque te des cuenta de forma instantánea, la pulsación aplica un euro de mínimo a tu factura. Tantas veces te equivoques, tantos euros que pagas, sin posibilidad de escaparte, y eso aunque cortes inmediatamente la conexión.
Como decía, me costó trabajo y esfuerzo cambiar la disposición de las teclas para evitar pulsarlas por error y “emocionarme”. ¿Será a estos cambios a los que se refieren cuando me dicen que tengo mal configurado el teléfono? ¿Será que no me “emociono” lo suficiente?
En principio yo no he utilizado ninguna opción que no se pueda utilizar, con lo cual parto del principio de que mi teléfono está bien, como yo lo quiero tener, que mi buen trabajo me ha costado ponerlo como está, a mi gusto. Desde luego, o me informan lo suficiente o la aceptación del mensaje para que me hurguen en las tripas de mi dispositivo lo va aceptar Rita la Cantaora y además vaya usted a saber qué día. Eso sí, informan que en todo momento es una operación gratuita y sin coste alguno. Estaría bueno que la posibilidad de “emocionarme“ de nuevo me costara dinero.
Y hablando de cosas más serias, me llama la atención la palabra configurar. En asuntos parecidos de informática, los profesionales de la misma usan una parecida derivada claramente del inglés “custom” denominada “customizar”, inválida en castellano, y que se aplica a la adaptación de programas informáticos al gusto o necesidades del usuario. La palabra configurar podría proceder también del inglés “config”, pero en este caso la etimología es latina, siendo la palabra originaria “configurare”. Sin embargo el significado que nos muestra el diccionario se aleja de lo que pudiera ser un cambio en un dispositivo como un teléfono móvil, ya que lo define como “dar determinada forma a algo”, lo que parece aplicarse a formas más físicas, como una madera, barro, mármol o materiales similares.
En fin, no quiero dar forma a mi móvil, que la forma externa que tiene me gusta y de modificar sus interioridades ya me ocupo yo.

viernes, 17 de octubre de 2008

DUELO


Siempre me han dicho que las cosas no se valoran hasta que no se tienen. Tu marcha, así, sin avisar, sin darme tiempo, me ha dejado un vacío que en todos los momentos del día se me antoja muy imposible de llenar. Tantos proyectos en marcha, tantas cosas pendientes, tantas discusiones por discutir se han quedado esperando un turno que ya nunca llegará.
Lo que tenemos cerca, lo que podemos tocar, con los que podemos hablar, interaccionar, reir o llorar son precisamente con los que no hacemos todas esas cosas. Parece que no hay tiempo, nos aferramos a realidades que nos parecen más lejanas y no prestamos atención a cuidar y disfrutar lo que realmente nos importa. ¡Qué fácil es pensar todo esto ahora que ya no estás¡ Pero qué difícil fue materializarlo cuando se podía. Si, claro, es cierto, hay que seguir adelante, pero ¿cómo? Cualquier cosa es un mundo sin ti, y hasta las tareas, y hasta los pensamientos, más insignificantes carecen de sentido y caen desbordados antes de ni siquiera considerar su puesta en práctica.
Cuando se tienen las cosas y las personas cerca no se valoran. Ahora ya es tarde, pero aún así sirvan estas líneas como intención de expresarte mis sentimientos, algo que nunca hice y ahora por lo menos intento desde la desesperación de tu ausencia.
Sé que no volverás, pero me resisto a ello e intento retenerte, aunque cuanto más lo hago más te me escapas. Vivíamos como teníamos que vivir e hicimos lo que teníamos que hacer en cada momento. La vida nos lleva a todos en volandas, individualmente y en común, por unos vericuetos a los que nos parece que es imposible sustraerse.
Podíamos habernos dicho muchas cosas, pero no lo hicimos. Mientras estuvimos juntos, a pesar de nuestras diferencias, mantuvimos un ideal compartido y una dirección que no necesitó de palabras. Esto me bastó, esto nos bastó a los dos y por eso avanzamos juntos en nuestro desarrollo personal y en el de nuestra familia.
Ahora y no es el momento de hacer lo que no se hizo. Ya es materialmente imposible. No te
atormentes por ello y piensa que desde mi punto de vista a mí también me ha ocurrido lo mismo. En cierto modo, tú también te has ido para mí y tus mismas sensaciones de no haber dicho o hecho son compartidas por mí. Estamos empatados y congelados en dos realidades distintas en las que ya no nos podemos comunicar.Guarda mi recuerdo en tu corazón y que no sea un impedimento en tu aprendizaje de una nueva vida sin mí. Que mi recuerdo te ayude y que seas muy feliz haciendo lo que esta nueva vida te depare. Mi ausencia es un hecho que te hará reflexionar pero solo para extraer lo que de aprendizaje positivo tenga de cara a tu futuro, que quieras o no, tienes que seguir construyendo.

domingo, 12 de octubre de 2008

DESESPERACIÓN

Las cosas que se aprenden en la infancia y en los primeros años de la adolescencia perduran en la memoria durante mucho tiempo y con cierta intensidad. En el bachillerato, el profesor de lengua nos indicó que debíamos comprar el libro “Las Mil Mejores Poesías de la Lengua Castellana”, que como su nombre indica era una recopilación muy cuidada del tema. Una vez adquirido y por el momento teníamos que aprender una poesía, la que eligiéramos, no importaba el tamaño, pero con una advertencia especial que perdura en mi memoria: “no podíamos elegir la de la página 295”.

Una vez el libro en nuestras manos, lo primero de todo estaba claro, había que ir a la paginita en cuestión a ver de qué se trataba. En ella estaba una poesía titulada “La Desesperación” de José de Espronceda. Recuerdo que la leí y todavía flotan en mi mente algunos fragmentos, en especial aquel que el profesor, sacerdote por más señas, no quería que nos aprendiéramos . Decía así

Me agradan las queridas
Tendidas en los lechos
Sin chales en los pechos
Y flojo el cinturón
Mostrando sus encantos
Sin orden el cabello
Al aire el muslo bello
Que gozo, que ilusión.

La que al final decidí aprenderme era muy cortita pero tenía mucha enjundia, no recuerdo el autor, y de vez en cuando medio en broma medio en serio se la recito a mi hija

Admiróse un portugués
al ver que en su tierna infancia
todos los niños de Francia
supieran hablar francés.
"Arte diabólico es"
dijo torciendo el mostacho,
"que para hablar el gabacho
un hidalgo en Portugal
llega a viejo, lo habla mal
y acá lo parla un muchacho".

Hace algún tiempo me regalaron el libro y, claro está, lo primero que hice fue dirigirme a la famosa página 295 a ver la poesía proscrita. Grande fue mi sorpresa cuando allí no se encontraba. Bueno, consecuencias de la reimpresión, de los tipos de letra, de una nueva maquetación o de cualquier otra cosa. Busqué en el índice las poesías de Espronceda y entre ellas, oh sorpresa, no estaba. Por el momento así quedó la cosa.

En este año se cumplen los doscientos años del nacimiento de Espronceda. Me dio por retomar un poco el tema y averiguar qué había pasado. Costó un poquillo pero al final me hice con la solución. Buscando y rebuscando en el desván de la casa de mis padres, entre mis libros viejos, que no viejos libros como había escrito inicialmente, del bachillerato y otros que andan por allí, apareció el ejemplar de las mil mejores poesías que habíamos manejado en el colegio. Era la edición vigésimo primera y había un matiz que no recordaba: la poesía en cuestión estaba atribuída a Espronceda.

Haciendo de ratón por el ejemplar más moderno, trigésimo primera edición, he encontrado la solución al caso: la poesía “La Desesperación”, atribuída a Espronceda durante mucho tiempo es ahora de Juan Rico y Amat.

Tenemos que poner al día nuestra memoria. La cosas, incluso las antiguas y de toda la vida, cambian…. ¿no han declarado que Plutón no es un planeta?

jueves, 9 de octubre de 2008

PRÓLOGO

Hace algo más de tres años, una amiga que iba a publicar un libro me pidió que escribiera unas letras para utilizar como prólogo del mismo. Nunca antes, ni después, me he visto en esa situación, desde mi punto de vista algo comprometida. Ya dijo una vez un amigo que “no hay soluciones técnicas a problemas políticos” y por mor de estos últimos, las primeras páginas del libro fueron cedidas a otra persona, de más renombre, supongo porque la editorial impondría sus condiciones o vaya Vd. a saber. El caso es que aquel prólogo, escrito con cariño y esfuerzo, nunca llegó a las primeras páginas de la publicación.

No tiene ninguna importancia el título del libro, ni la autora, pero si quiero mencionar que ella era una persona que había padecido un largo episodio de acoso laboral en su empresa, eso denominado ahora con el anglicanismo “mobbing”. Cuando estaba saliendo de tan larga y penosa marcha se decidió a escribir un libro que versaba sobre su peregrinaje. Este es el prólogo que en su día, hace algunos años, escribí.

En primer lugar quiero, estimado lector o lectora, darte las gracias y la enhorabuena por dedicar unos minutos a leer el prólogo de este libro. No siempre se leen los prólogos de los libros, si bien es verdad es que no siempre es interesante su lectura. Porque prólogos los hay de todos los tipos. Si bien su misión debería ser el aportar información adicional e interesante al lector sobre la lectura que se dispone a realizar, estas piezas iniciales suelen ser utilizadas para todos los fines, desde darse importancia el propio prologuista hasta informar de cosas tangenciales que nada tienen que ver con el asunto.

Trataremos, juntos, de que este sea, además de breve y conciso, interesante y productivo.

Tienes en tus manos una herramienta de sanación. Sí, ya sé que solo es un libro, pero los libros sirven para multitud de cosas. Una de las últimas sería para encender una chimenea, pero desde que se empiezan a concebir su función es muy variada. Los libros van dirigidos a los lectores, que en función de sus propios contextos y estados de ánimo, incluso de las épocas en que se lean y relean, obtendrán unos beneficios de su lectura y unas enseñanzas, bien positivas bien negativas, que les servirán en adelante. En este caso, el libro ha servido ya desde su concepción y preparación a fines muchos más profundos, que han permitido a su autora emprender un retorno hacia la recuperación de su personalidad, su autoestima y, en el fondo, de su vida.

Porque no sé si sabrás, estimado lector o lectora, que la autora, en los momentos en que escribía estas líneas que ahora tienes en tus manos, era una persona acosada. Acosada laboralmente. Sufría “mobbing”. Intenso, fuerte, penetrante …. agotador. Últimamente se está dando forma y conocimiento a esta palabreja inglesa que es corta pero cuyos efectos son muy desagradables y muy continuados en el tiempo. La persona acosada laboralmente se convierte en un pelele de la vida, y en los primeros momentos, en que no sabe lo que le pasa, sufre una serie de somatizaciones físicas que la dejan hecha una piltrafa, incapaz de rendir con eficiencia en su trabajo e incapaz de llevar su vida particular de una forma normal.

Felizmente, día a día se va sabiendo más y más sobre esta funesta forma de relación laboral y diversas asociaciones, profesionales, medios de comunicación, internet y publicaciones van dotando a los acosados de información y medios y recomendaciones para dejar atrás esta lacra. Pero, cuando las personas han caído en el fondo del pozo, con ataques de ansiedad, de depresión, sin poder dormir, con las relaciones, no ya profesionales, sino familiares y de amistad profundamente deterioradas, no es tan sencillo salir adelante.

Y por ello digo que este libro es una herramienta de sanación. Los acosados tiene que tocar fondo y decidir, por ellos mismos, con ayuda, pero con su clara y firme determinación, ir hacia arriba. Recuperar su autoestima, su vida, sus ganas de ser ellos mismos y volver a su actividad, al menos en el terreno extra-laboral. Una forma es desarrollar aquellas capacidades que estaban ocultas y decir al mundo, además de a ellos mismos, que son válidos, que si sus jefes o sus empresas no quieren usar su conocimientos y su valía, allá ellos.

La autora de este libro ha elegido el camino de la pluma para retornar al mundo, para convertir el acoso en un recuerdo, en una cuestión dominada con la que puede, incluso, convivir en su día a día. Y de esta pluma salen estas historias preciosas que estás dispuesto a comenzar a leer. Tienen un trasfondo y, ahora que sabes el ánimo desde el que se han escrito, puedes, estimado lector o lectora, darlas un valor añadido. Además de las enseñanzas que puedas obtener de ellas, en el momento de su escritura estaban cumpliendo una función como es devolver a la persona que manejaba la pluma, o el teclado de su ordenador, a una realidad placentera y a unas ganas de volver a vivir, poco a poco, lejos de ansiedades y depresiones, de noches sin dormir, de pensamientos negativos recursivos, de no entender el porqué me ha tocado a mí.

La autora de estas historias ya ha obtenido una gran ayuda de estas líneas. Ha sido necesaria, créeme, una fuerza de voluntad férrea y tenaz para tomar la decisión de empezar a trazar letras sobre el papel y dar forma a estas historias, preciosas, enternecedoras y llenas de sensibilidad. Ahora te toca a ti obtener los beneficios y enseñanzas que sin duda serán los frutos de su lectura.

sábado, 4 de octubre de 2008

TWICE

En esta aventura del blog, amén de decidir sobre que se va a escribir un poco, hay que decidir el título que se pone a la entrada. A medida que va creciendo el número de entradas escritas se van perfilando las manías. Una de ellas es la de escoger los títulos con una sola palabra que sea significativa. Emplear el término inglés “twice” que significa “dos veces” es cuando menos arriesgado.

El verdadero título sería algo así como “Pagar dos veces”. Es la sensación que tengo en general, por un par de casos que ahora comento, de que las empresas y organismos se las están apañando para que los consumidores abonemos más de una vez el mismo producto.

Como supongo que muchos padres, hace ya algunos años compré a mi primer hijo varias de las películas clásicas de dibujos animados en el formato que existía entonces, que no era otro que cinta de vídeo en formato VHS. A base de cumpleaños, Reyes Magos de Oriente y demás eventos llegó a tener una colección de ellas. Ahora que es mayor ya no las ve pero las ha heredado mi hija pequeña. Como los tiempos avanzan, el reproductor de vídeo de casa se ha roto y no parece hoy día una opción adecuada el comprar uno nuevo, cuando ya estamos casi acabando, eso dicen, el mundo del DVD. Pero claro, el no adquirir un reproductor de vídeo dejaría sin sentido la mencionada colección de películas que está disfrutando mi hija. Junto con esto y por cuestiones de espacio y almacenaje en las casas, una buena idea sería sustituir todos esos vídeos por las versiones modernas en DVD. Ganaríamos en calidad de visionado y en espacio físico de almacenaje.

Lo ideal sería ir a la tienda con la película en video, por la que ya pagamos en su día, y entregarla a cambio de la nueva en DVD pagando una diferencia por el cambio de soporte y la posible actualización que la hayan hecho, esas cosas de remasterizado o mejora del sonido que dicen y que desde luego se nota. Pero esto no funciona así, si quieres el DVD de la misma película lo tienes que pagar completo y el antiguo vídeo o lo tiras directamente a la basura o buscas algún sitio donde todavía las mantengan tipo biblioteca o guardería para regalársela.

Resumiendo, no parece muy de recibo y justicia que haya que pagar de nuevo todo cuando ya lo pagamos en su día, cuestión que supondría una buena cantidad de euros si lo queremos hacer con todas las películas, que son unas cuantas. Además, según se oye la era del DVD se ha acabado y es cuestión de poco tiempo pasar a otra, no sabemos cual, donde nos volverán a vender, o intentar vender, en otro soporte, lo mismo que ya hemos pagado anteriormente. Yo creo que por estas cuestiones, la gente se busca la vida y utiliza opciones intermedias con un cierto autoconvencimiento de no estar haciendo las cosas mal. Esas opciones intermedias tienen variopintos nombres tales como “emule”, “lphant” o “dvdfaber” por ejemplo.

En este caso anterior hay un soporte. Pero el otro caso ni siquiera existe. Hace más de un lustro compré mi primer antivirus, concretamente ese de nombre de osito cariñoso, de manufactura española. Lo pagué vía internet, lo bajé a mi ordenador, lo instalé y a funcionar. Año tras año he ido renovando la suscripción para tener acceso a las nuevas versiones del antivirus y las actualizaciones diarias que son necesarias para mantener un nivel adecuado de seguridad en nuestro ordenador.

Dentro de un mes finaliza mi suscripción y debo renovar la misma, por uno, dos o tres años. En ocasiones anteriores me mandaban un correo electrónico haciéndome una oferta de renovación para pasar a la nueva versión, una nueva por año, más o menos aceptable según los años, que he ido atendiendo puntualmente. Este año todavía nada, con lo que he intentado la renovación vía internet llevándome la sorpresa de que me cuesta exactamente lo mismo que si compro el producto nuevo o que si me dirijo a una tienda y lo adquiero. Como me resulta extraño, hace quince días les he dirigido dos veces correos electrónicos a su servicio de renovaciones y de atención al cliente de los que no he recibido, hasta ahora, respuesta alguna.

Supongo el código de la nueva versión no es totalmente nuevo al 100% sino que se estará utilizando el código que se ha ido generando año tras año. Parte de este código, el relativo a las versiones de años anteriores ya lo he pagado, con lo que no me parece de recibo el pagarlo de nuevo. Y ahora no me pueden decir, como en las casettes o los DVD’s que lo que estoy pagando es el soporte, aquí no hay soporte, aquí todo es vía descarga de internet a mi disco duro propio.

En suma, que nos quieren hacer pagar por lo mismo dos o más veces.

sábado, 27 de septiembre de 2008

CALOSTROS


Resulta curioso como ciertas cosas que eran de uso corriente hace no muchos años han desaparecido de la faz de la tierra, en las sociedades teóricamente avanzadas, y no porque nadie lo haya quitado, sino que los usos y normativas han hecho que de forma indirecta sean archivados en el baúl de los recuerdos.

Antaño, unas pocas a veces al año, en las casas había calostros. El calostro es leche de vaca, la primera secreción del animal tras su parto y que suele tener a partir de las veinticuatro horas y durante tres días. Como quiera que no me cabe duda que las vacas siguen teniendo terneros, incluso hoy en día, me sobreviene la interrogante de que se hace con los calostros.

Los modernos sistemas de alimentación, las normas de Sanidad y porque no decirlo, el ritmo de vida moderno que llevamos ha relegado la figura del lechero a una anécdota del pasado. El lechero de casa se llamaba Damián, y pasaba puntualmente todos los días, incluso sábados, domingos y festivos, repartiendo la leche casa por casa entre todas sus parroquianas, que según la comida que se iba a preparar en el día y la cantidad de leche que necesitaban, así le solicitaban una u otra cantidad. Siempre pensé que era imposible que Damián fuera capaz de llevar tanta leche como sus clientas le iban a requerir, lo que alimentó mis pensamientos, infundados por supuesto, de que tendría que parar su borriquito en alguna de las muchas fuentes públicas que antes existían y, sin que nadie le viera, complementar con un poco de agua sus existencias de leche para poder ajustar la demanda de todas las casas que visitaba.

El producto, la leche, llegaba directamente de la vaca a los cántaros de metal que el burrito de Damián transportaba por las calles de casa en casa y desde estos a la cazuela, donde inmediatamente era puesta a cocer, bajo la atenta y permanente mirada del ama de casa, pues de todos es sabido, ahora menos con los modernos microondas, que la leche cuando cuece aumenta su volumen en un santiamén, poniendo la cocina perdida. Tras el proceso de enfriamiento posterior, se formaba una costra de nata que era asediada por los pequeños de la casa, bien para comérsela a cucharadas o bien para untarla en pan, cubrirla con abundante azúcar y preparar una deliciosa merienda.

Como se podrá deducir, tanto los cántaros de Damián como las cazuelas de las casas se lavaban con el correspondiente jabón “lagarto” y quedaban listas para su uso al día siguiente y todos los días siguientes durante muchos años. No cabía la posibilidad de reciclaje, pues la basura no recibía ningún “brik” ni ninguna botella de plástico, efectos perniciosos que permanecen hoy día tras el consumo y que causan verdaderos quebraderos de cabeza para su procesado, amén de su coste. Ya nos hemos acostumbrado y no nos paramos a pensar que estamos tirando a la basura un envase que nos ha costado un dinero, más lo que luego nos va a costar de manera indirecta por tener que reciclarlo.
Algún día del año, de forma sorpresiva, Damián aparecía con calostros, de regalo, por ser buenos clientes. Mi abuela los preparaba y recuerdo que al final quedaba como una especie de requesón entre dulce y amargo que estaba delicioso. Se pierde en mi memoria cuando comí calostros por última vez y mucho me temo que no los volveré a comer nunca, salvo que me haga amigo de algún ganadero en algún pueblecito que se avenga a facilitármelos. Otra cuestión sería hacerse con la receta para prepararlos pero eso tendría solución acudiendo a personas más mayores que lo recuerden o si no al gran centro de conocimiento que es internet

sábado, 20 de septiembre de 2008

Q


Entre los tipos de lectura que más me gustan y entretienen están los que se agrupan bajo el nominado género de novela histórica. Los buenos autores suelen aclarar al final de las obras que es lo que en realidad tiene de histórica y que es lo que por otra parte ha sido inventado para dar soporte y andamiaje a la trama. En todo caso, sean verdad o no, es un género que cultivo. Me gusta y me entretiene.
De vez en cuando abandono por otros géneros pero al poco tiempo debo volver. Estaba estos días recabando información sobre que libro acometer cuando me he topado con una web que trata de libros de historia. El enlace es http://www.hislibris.com/ y se ha servido para darme una idea sobre los libros a leer en el futuro amén de leer muchas y buenas opiniones de los que ya he leído.
En uno de los apartados de su foro he hallado un ranking de libros más votados. Me ha servido para tomar buena nota de algunos y debo reconocer mi sorpresa al escudriñar el primero de la lista, el más votado con diferencia. Su título es un poco extraño, nada menos que de una sola letra, la “Q” por más señas. No puede ser un título más corto y que, sin saber nada más, diga menos del libro. El hecho de que la web sea seria, al menos a mí me lo parece, me ha hecho investigar más. Han sido varias las sorpresas pero una de ellas me ha dejado de lo más sorprendido. Dejaré su descripción para el final de este suelto.
Otra cuestión extraña es el autor, Luther Blissett. Investigando resulta que no existe tal autor, sino que es un pseudónimo utilizado para aglutinar varios autores que han escrito el libro de forma conjunta, otra novedad. Nuevamente existe una web http://www.lutherblissett.net que contiene variada información acerca del proyecto de estas personas, que es más amplio que escribir una novela de título tan escueto. Esta web remite a la actual que es la denominada
http://www.wumingfoundation.com/ . Wu Ming es una expresión china que traducida significa “sin nombre”. Todo un trabalenguas que mantiene el interés. Las páginas están en varios idiomas, entre ellos el castellano y contienen tanta información que hay que armarse de paciencia y echar bota y merienda para digerir todo lo que en ellas se cuenta.
Otra sorpresa. En un rinconcito leo que todas sus obras están disponibles, que se pueden bajar de internet y utilizar gratuitamente y sin ningún problema. Esto es nuevo, ofrecidas por los autores y desde la web oficial. Entre ellas, por supuesto, estaba “Q”. He probado a bajarla y ha bajado, descansa en el disco duro de mi PC un archivo en formato PDF de poco más de 1 megabyte con la novela completa.
No concibo leer una novela en la pantalla del ordenador. Lógicamente me la he comprado, en la edición de bolsillo, un tomito que se promete duro de pelar si no es interesante y que habrá que atacar de frente para digerir hasta la última de sus más de 750 páginas, complementadas con un buen número de grabados y reproducciones. Caerá seguro, tantos votantes de un foro no se pueden equivocar al elegirla.
¿Han oído hablar Vds. del “copyleft”? Es un movimiento que surge por contraposición al “copyright” que vemos constantemente en todos los sitios y al que, por unas razones o por otras, poco o nada de caso se hace. Allá cada cual con su conciencia y sus autojustificaciones. Pero volviendo al tema prometido, no cabe en la cabeza que “Q” y otras muchas obras y escritos de Luther Blissett o su sucesor Wu Ming estén en ”copyleft”, esto es, pueden ser leídas y transferidas siempre que se haga un uso particular, no comercial, de ellas y que se mantenga e indique el nombre del autor. Ojo pues a los pillines piratillas que copian y pegan aprovechando para cambiar el nombre del autor. Ya me he encontrado con alguno de ellos y al final, tarde o temprano, acaban siendo descubiertos.
Por si hubiera alguna duda, reproduzco el texto que puede encontrarse en la contraportada de la edición y que nos suena a la vez que nos choca, después de haber leído tantos y tantos:
“Está permitida la reproducción total o parcial de esta obra y su difusión telemática siempre y cuando sea para uso personal de los lectores y no con fines comerciales.”
O porque no me he fijado o porque nunca ha caído en mis manos, es la primera vez que leo esto en una publicación. Sorprendente. Ahora, los que gustan de leer sin comprar o ir a la biblioteca y por su empleo disponen de folios e impresora gratis, tienen la oportunidad, sin incurrir en delito, de irse imprimiendo poco a poco esta supongo estupenda novela. Otra cosa será lo que opinen sus jefes por el gasto de papel y toner de la impresora.


martes, 16 de septiembre de 2008

COMERCIANTES

En mi desarrollo profesional nunca he tenido ni siquiera la posibilidad de dedicarme a la venta o al comercio. Humildemente pienso que no sería capaz dadas mis características personales y el uso que hago de la empatía, máxime si como ocurre en no pocas ocasiones en la actualidad, el comerciar lleva un poco asociado el engañar, quizá de forma piadosa, pero engañar al fin y al cabo. Y lo peor es que o no está mal visto por el cliente o se asume como parte del devenir diario para no complicarse la vida.

Cuando se entra en un comercio o bar y salvo que el local este vacío, se destina un período variable de tiempo a esperar ser atendidos. Si vamos acompañados probablemente intercambiemos impresiones con nuestro o nuestros acompañantes, pero algunas veces se accede solo. Es más raro en el caso del bar y no tanto en el comercio. En todos los casos es bueno destinar un tiempo a la observación de las interacciones del dependiente o camarero con los demás, para poder juzgar si existe diferencia de trato y en caso de que así sea poder valorarla.

En el caso del bar me ha ocurrido con cierta frecuencia el siguiente hecho: un parroquiano, probablemente asiduo, pide una caña y el camarero acompaña la cerveza de un pincho generoso. Cuando pedimos nosotros, la caña viene “pelada y solitaria” o todo lo más con unas aceitunillas, pocas o unas patatas fritas. Se aprecia la diferencia y aunque no sabemos si el precio de la caña difiere, no podemos por menos de sentirnos agraviados, ante lo cual podemos tomar dos alternativas: la que tomo yo, que es no volver más o la otra, que es hacernos asiduos a ver si con el tiempo el dependiente se nos ablanda y nos pone mejor o al menos igual pincho o ración que al resto.

Pero hoy me quiero referir a un hecho observado, de corte parecido, en la carnicería de la que soy asiduo cliente desde hace más de dos décadas. Es un puesto individual, únicamente atendido por el propio dueño en cualquier momento del día, por lo que no se da la posibilidad de que haya varios empleados, ante lo cual podría darse una diferencia de trato. Lo que yo nunca, ingenuo de mí hubiera pensado, es que en esas diferencias que estamos comentando pudiera producirse diferencia de precio.

Cuando tengo que ir a hacer acopio cárnico me voy armado de paciencia. Cada cliente que esté por delante de mí cuando pido la vez supone unos diez minutos de demora. De hecho si veo más de dos vuelvo en otro momento y aprovecho el tiempo para hacer otros recados o simplemente darme un paseo. Hoy estaba una clienta clásica, que ya he visto en otras ocasiones y que normalmente realiza una compra amplia. El tiempo de espera lo he dedicado a observar. Y en esta observación me he dado cuenta de que cada vez que un artículo acababa en la balanza, el dependiente-dueño hacía “cosas raras” en el teclado del peso. Estas balanzas modernas lo tienen todo preprogramado, como en las fruterías de los supermercados, con lo cual solo hay que situar el artículo y pulsar la tecla correspondiente al mismo, para que los gramos o kilos se transformen en euros. Pero hoy había algo raro: estaba tecleando los precios. Al principio he pensado que hubiera algún problema, se hubiera desprogramado la balanza o algo similar, pero no. Los precios que tecleaba eran inferiores a los que figuraban en los carteles puntualmente situados en cada uno de los artículos en la vitrina expositora. Cuando me he fijado con atención, ya casi al final de la compra, los chicharrones que figuraban a 6,60 euros el kilo han sido cobrados a 6,30 y el último artículo, jamón serrano que estaba marcado a 21,30 ha sido cobrado a 19,50.

Pienso que este tejemaneje solo puede traer consecuencias no deseadas a este tendero propietario. Por lo pronto y aunque no tenía intención, he incluido en mi compra cien gramos de jamón serrano del mismo que había comprado la clienta anterior. A mí, supongo que peor cliente, me ha sido facturado al precio oficial de 21,30. Realmente no me puedo quejar, pues se me ha cobrado el precio marcado, pero no he dejado de sentirme un poco molesto por la diferencia de trato. Como en el bar tengo dos opciones: seguir yendo más décadas por allí, a ver si algún día me rebaja en ese casi diez por ciento el precio del jamón, chicharrones y resto de artículos, o no volver a aparecer y buscar nuevos despachos, que sin duda los habrá, donde me menos mal sino mejor.

viernes, 12 de septiembre de 2008

EMOCION


Eso es lo que produce muchos meses revisar la factura que me manda mi proveedor de servicios de telefonía móvil, al que denominaré Timofónica a falta de un nombre más apropiado. Como digo, en varias ocasiones en los últimos meses me he encontrado uno o dos euros de por que sí, facturados bajo el concepto de acceso a internet, ellos lo llaman emoción, desde mi teléfono móvil.
Procuro hacer un uso restrictivo y mínimo del teléfono móvil. Me veo obligado a llevarlo por motivos profesionales, ya que en la sociedad actual no se concibe, con estos adelantos, que una persona no esté localizable al instante, tanto si es para un asunto de interés como si es para comentar el resultado del último partido de fútbol u otras lindezas por el estilo. Eso aparte de la falta de respeto del teléfono que puede sonar cuando estás miccionando en el servicio de un restaurante, estás conduciendo o situaciones similares. Lo de conducir ya lo han solucionado, eran muchos euros en juego, al igual que poco a poco van incorporando el que el servicio esté disponible en túneles, montañas e incluso en el metro. Hay que aprovechar cualquier momento para que el usuario haga uso, o le hagan hacerlo, y sumar euros a la cuenta de Timofónica. Dentro de poco podremos hablar por teléfono mientras estemos haciendo un curso de buceo e inmersión en cualquier piscina o playa, ya lo verán ustedes.
Se podría argumentar que hay otras compañías, que realmente somos libres en la elección del proveedor de servicios, pero esto es un poco erróneo, o cuando menos una falacia. Timofónica es la tercera compañía con la que me veo las caras por diversos motivos, tales como falta de cobertura en una determinada zona, problemas administrativos, conveniencia por la jungla de tarifas y los usuarios con los que me relaciono, ofertas de caza de usuarios u otras argucias por el estilo.
Retomando el tema de la emoción, resulta que el teléfono tiene una tecla de acceso directo en un sitio estratégico, muy fácil de pulsar sin querer cuando te estás saliendo de los menús, que te mete sin querer en ese mundo fantástico y e-mocionante. Y lo peor es que, aunque te des cuenta, ya la has liado, hay un mínimo que ya tienes que pagar. En el caso de mi teléfono, de la marca Noquita, es bastante complicado y difícil de cambiar el uso de esa tecla, de hecho, anduve bastante tiempo buscando en internet y preguntando a amigos y dependientes de tiendas como se podía quitar, obteniendo como respuesta que no sabían o que no se podía quitar.
Al final hace ya tiempo conseguí quitarlo y deje de ver en las facturas el importe de marras. Yo pensaba que el formato y significado de las teclas era debido a la implementación de Timofónica y que Noquita no tenía nada que ver en el asunto.
Pero uno no se escapa tan fácilmente. Me han regalado un cable USB que sirve para sincronizar el teléfono con el ordenador, y de paso otras muchas cosas, como actualizar el software interno. Uno que es osado…. lo hice. ¿Saben Vds. Lo que pasó? Que tras la actualización apareció de nuevo la dichosa teclita, que he vuelto a quitar, pero no contentos con ello y para los que escapamos de sus garras, han incluido otro acceso a la dichosa emoción en el menú, y además en el centro, justo donde te vas a meter de narices si por error pulsas dos veces la tecla al querer entrar.
Intentaré por todos los medios quitar eso. Los euros por ese concepto tramposo, alevoso y no querido me duelen y, lo que es peor, me cabrean sobremanera. Y además he cambiado el concepto. Los sinvergüenzas ya no son los de Timofónica, que lo siguen siendo por otros conceptos, sino que son los de Noquita que son los que han generado en esta nueva actualización la disposición de las teclas. Me queda la esperanza de que otra marca de teléfono no tenga esta no querida emoción, o por lo menos sea difícil acceder a ella y no sea posible hacerlo sin querer, como es el caso.
Estamos rodeados de cosillas de estas que a mí por lo menos me minan la moral y me hacer desconfiar de cualquier novedad que se me ofrece. Quedan pocas empresas serias o que por lo menos parezca que intentan serlo.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

GUARDILLA

Toma palabrita. Así, fuera de contexto, a mí por lo menos me resulta costoso saber lo que significa. Probablemente si se lo preguntamos a un niño nos responda con cara de satisfacción: es un sitio alto en las casas bajo el tejado. Lógica infantil, por aquello de que suena casi igual la “bu” que la “gu”.

Pongamos el contexto donde me la encontré: “En una guardilla de su casa vivía, en la mayor reclusión, una señora soltera de setenta años, de la que mi patrona me contó la siguiente historia …”. Aquí el contexto sigue dando la razón al niño y a su lógica deductiva, mientras que a nosotros, suponemos que algo más mayores, nos entra la duda, porque así, a bote pronto, parece como una falta del traductor, dado que el significado del contexto apunta claramente a una palabra que nos parece la correcta: buhardilla.

En el verano parece que se tiene más tiempo para todo, ya se sabe, las vacaciones y todo eso. La verdad es que se cambia el ritmo y se dedica el tiempo disponible a unas cosas y se dejan de hacer otras, como por ejemplo, escribir semanalmente en este blog.

También en verano se compran algunas revistas que no se compran en invierno, para echarlas un vistazo en ratos perdidos. Con una de ellas venía adjunto, de regalo, un libro: “El monje que vendió su ferrari”, de Robin S. Sharma. Yo había oído hablar de él, dentro del apartado de libros de autoayuda, pero no había caído en mis manos. Ahora, ya sin excusa, he procedido a su lectura. Es una “fábula espiritual” donde se nos transmiten las enseñanzas de unos supuestos sabios que viven cerca del Himalaya y a las que ha tenido acceso un famoso abogado norteamericano que, asustado tras un infarto, deja todo, entre otras cosas, su ferrari, y se retira a hacer vida monacal. Nada menos que al Himalaya, casi al lado. Tras un tiempo regresa, completamente transformado en lo físico y en lo mental y transmite a un amigo, sorprendido ante el cambio, esas cosas que todos sabemos y que casi ninguno cumplimos o dejamos para después. En resumen, que tenemos que cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente, día tras día, y sin descuidarnos. El no hacerlo nos traerá consecuencias negativas a medio o largo plazo, ya que ambos, cuerpo y mente, nos pasarán factura.

Pero no fue en este libro donde aparecía el texto que nos ocupa: guardilla. En este libro mencionado se hacía referencia a otro, se recomendaba su lectura, y ha sido un gran descubrimiento: la biografía de Benjamín Franklin. Como adicto a las frases que sirven para pensar y meditar, he visto bastantes y muy buenas del citado Sr. Franklin, por lo que capté la idea y me dispuse a localizar la biografía, encontrándola en la biblioteca, que además es autobiografía, muy agradable de leer y donde se ve lo que hay que luchar en la vida para llegar a ser algo. Recomiendo su lectura, ya que de ella se pueden sacar muchas ideas para mejoramiento personal. Y es en esta autobiografía donde aparece la palabra de marras. Coincidió que estaba leyendo en la cama, antes de dormir, así que me tuve que levantar y agarrar el Espasa, en papel, para comprobar que “guardilla” y “buhardilla” tienen el mismo significado y ambas son correctas. De paso el diccionario informa de otros significados para nuestra palabra cual son, en costura, cierta labor para adornar y asegurar el cosido y por otro lado y también, cada una de las dos púas gruesas del peine que sirven de resguardo de las delgadas.

No contento y con un cambio al volumen que contiene la letra “b” quedé sorprendido con el significado real, en su primera acepción de la palabra “buhardilla”, que es realmente “Ventana que se levanta por encima del tejado de una casa, con su caballete cubierto de tejas o pizarras, y sirve para dar luz a los desvanes o para salir por ella a los tejados”. Menos mal que la segunda acepción de buhardilla es “desván” cuya definición del diccionario es la que plasma certeramente la definición que tenía antes de estos escarceos: “Parte más alta de la casa, inmediatamente debajo del tejado, que suele destinarse a guardar objetos inútiles o en desuso”.

Aunque antaño solían destinarse a lo que su definición indica, hoy en día, en aprovechamiento de metros cuadrados como sea, muchas guardillas son habitables y consiguen una atmósfera especial con sus techos inclinados.

Y ya que hemos citado a Benjamín Franklin como autor de frases, aquí van algunas de las que se le atribuyen y que tienen su aquel.

* Quien pierde algo de libertad en favor de seguridad, al final acaba perdiendo ambas.
* Es preferible dejarnos engañar cien veces que perder la fe en la humanidad.
* La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla.
* El que compra lo superfluo, pronto tendrá que vender lo necesario.
* El tiempo perdido no se recupera jamás.
* Hacer algo bien vale más que decirlo bien.
* Si el tiempo es lo más caro, la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches Si queréis ser ricos no aprendáis solamente como se gana, sino también como se ahorra.
* Quienes son capaces de renunciar a la libertad esencial a cambio de una seguridad transitoria, no son merecedores de la seguridad ni de la libertad.

lunes, 11 de agosto de 2008

HDR


Vivimos en el mundo de las siglas. Nos asaltan por todos lados. Hay tantas que ya no sabemos si corresponden al nombre de una empresa, un modelo de coche o un programa de educación. Así sin más, HDR podría significar “Huesca de Romería” si hablásemos de una fiesta popular o “High Diesel Range” si se trata de un modelo de vehículo. Por ello, necesitamos conocer el contexto en el que no estamos moviendo para atisbar un poco por donde pueden ir los tiros.
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En este caso me vamos a referir al mundo de la fotografía, y más concretamente de la fotografía digital. Cuando parece que está todo inventado, surgen nuevas formas y procedimientos de hacer las cosas que arrojan unos resultados inesperados e inexplorados. HDR significa, en sus siglas inglesas “High Dynamic Range” lo que traducido al castellano queda en algo así como “Rango dinámico alto”. Las posibilidades de la fotografía digital son enormes, no solo por el hecho en sí sino por poder utilizar cada vez más potentes programas de ordenador en el proceso de las imágenes. Esto unido al coste prácticamente cero de tomar decenas o cientos de fotografías con nuestra cámara, nos dotan de unas posibilidades ilimitadas de creación y manipulación con lo que el resultado final depende de nuestra capacidad de imaginar y llevarlo a la práctica.
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El concepto HDR consiste en tomar varias fotografías idénticas variando las condiciones de luz, un escalado de diafragma, de forma que podamos combinarlas posteriormente en el ordenador y sacar partido a todas las luces posibles contenidas en la escena. Como ya es fácil suponer, deberemos utilizar un trípode y con cuidado para que todas las imágenes obtenidas sean exactamente idénticas. Eso nos lleva al mundo estático de la fotografía, esto es, de edificios o naturaleza, no siendo apropiado en entornos donde hay movimiento como por ejemplo personas andando o coches, aunque los efectos que se consiguen tampoco son desdeñables. Nadie nos impide, sin embargo, mover ligeramente la cámara entre toma y toma, con lo que se consigue un efecto de desenfoque que puede resultar agradable, como en la fotografía que acompaña a este texto. Las posibilidades son enormes y solo se trata de manejarlas.
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Algunas de las cámaras digitales de última generación contemplan el proceso de obtención de una serie de imágenes de forma automática. Se conoce con el nombre de “horquillado” en castellano o “bracket” en inglés, lo que nos da idea de que los programas de control que se incorporan a las cámaras fotográficas se hacen eco de las tendencias en este fascinante mundo digital. No cabe duda de que esto se podía hacer antiguamente en el laboratorio fotográfico, de forma manual, pero con grandes dificultades y no con la exactitud, limpieza y rapidez con que se hace en un ordenador. Una vez obtenida la serie de fotografías, tres o cinco son suficientes, las procesaremos con alguno de los programas existentes. Yo utilizo Photomatix pero hay varios más cada uno con sus ventajas e inconvenientes.
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Las fotografías obtenidas con este método resultan espectaculares. En la web hay miles de ellas que son un regalo para la vista, especialmente cuando empezamos a aventurarnos en un mundo nuevo. A la larga, todo llega a cansar, pero ese es el punto de partida para explorar nuevos caminos y abrir nuevos horizontes.