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Mientras andaba dando vueltas a otro contenido para el blog, nuestro Presidente del Gobierno no ha podido resistir, o resistirse, más y para irse de vacaciones con cierta tranquilidad a Doñana, ha convocado las elecciones generales para el próximo mes de noviembre, como siempre últimamente en domingo, que por un azar coincide en día y mes, que no en año, con otra fecha señalada y de general conocimiento para todos los españoles. La de este año es de 2011 y la otra fue en 1975. Como quiera que la otra idea que tenía para la entrada del blog es atemporal, o intemporal tanto da, la dejo para más adelante y aprovecho la inmediatez de la noticia. Al pedir la baja en su trabajo, el señor Jose Luis Rodríguez Zapatero estará preocupado por encontrar trabajo pronto y no engrosar las cifras del paro, que me atrevo a pensar que para aquellas fechas tras el verano, volverán a echar humo si un milagro del cielo no lo remedia.
No recuerdo de cuando data la costumbre de designar fechas señaladas con los dígitos del día y la inicial del mes correspondiente. Curiosamente todas las que en este momento me vienen a la cabeza son días de dos cifras y en algunas que son internacionales se da la coincidencia de que la inicial del mes es la misma en castellano que en inglés. Así recuerdo el 23F del que ya han transcurrido unos cuantos años, las más recientes del 11S y 11M del 2001 y 2004 respectivamente, y la tan cercana 15M del propio año en curso.
Estas abreviaturas nos simplifican la vida pues para cualquier español de España o de cualquiera de sus “autonosuyas”, el hablar del 23F implica un hecho que todo el mundo conoce mientras que a un francés, por poner un ejemplo, no le dirá seguramente nada, salvo que ellos tengan otro 23F, pues febrero se dice “février”. En los meses siguientes, hablar en España del 20N va a servir como mínimo para sembrar la confusión, pues unos estarán referenciando la fecha de las elecciones mientras que otros harán mención al aniversario de la muerte de Franco, como digo allá por 1975. Me atrevo a aventurar que, una vez pasadas las elecciones, el 20N seguirá siendo lo que era, perderá un poco de protagonismo en estos meses venideros para recuperarlo después.
Ya están convocadas las elecciones por las que “todos” los españoles estaban suspirando, según se oía decir a políticos y encuestas por todos lados. Podemos estar tranquilos pues ya está todo solucionado. Vamos a elegir a “nuevos” representantes políticos que con el poder recibido de las urnas van a solucionar todos los problemas de un plumazo, de un día para otro.
La democracia en España ha sobrepasado los treinta años, más que suficiente para darse cuenta de sus ventajas pero también de sus miserias. Unos y otros se han alternado en el poder central, autonómico y municipal en grandes ciudades y si entrecerramos los ojos y desenfocamos la vista podemos ver los resultados hasta la fecha. Y lo que es peor, anticipar lo que nos espera. Unos probablemente se vayan, pero la estela de polvo y lodo que dejan enturbia el ambiente hasta límites insospechados y los que parece con mucha probabilidad que van a venir, si no cambia drásticamente la cosa, ya sabemos de qué pié cojean y nos podemos ir preparando.
Siempre he sido de la opinión de que las reformas hay que hacerlas cuando las cosas van bien, lo que nos permite planificar las cosas y obrar en un entorno tranquilo y sosegado, pudiendo elegir el momento más adecuado para cambiar. Es lo que se llama medicina preventiva y que muy pocos aplicamos, no solo en nuestra salud sino en todos los ámbitos de nuestras vidas. Si tenemos un programa funcionando bien en nuestro ordenador o teléfono móvil…. ¿para que vamos a cambiarlo por otro o por una versión actualizada? La frase popular llega en auxilio de los indolentes, procrastinadores profesionales ellos: “Si funciona no lo toques”.
Cuando deja de funcionar, cuando llegan los problemas, todo son prisas y carreras, pero hay una cuestión que viene de perillas a estos y no es otra que la patente de corso de que se dispone para, invocando la crisis, hacer y deshacer sin tino ni mesura y que los que son objeto de sus acciones traguen con todo lo que se les eche. Hace años vi en la hoja calendario del taco una frase que llamó mi atención: “Es mejor quién evita los problemas que el que los soluciona”. Hice una fotocopia ampliada y la colgué en el tablón de anuncios de la empresa. A los pocos minutos ya estaba mi jefe dándome una charla a cuenta de la frase. Supo, sin que nadie se lo dijera, que el que había colgado la frasecita en el tablón había sido yo.
Los “nuevos”, tras el 20N de 2011 tendrán todas las bendiciones para hacer lo que les venga en gana y ya nos podemos ir preparando. Los que realmente mandan, los “poderes económicos” que trascienden a gobernantes y estados y que siguen a flote y en su rumbo bien pertrechados y en la abundancia, impondrán sus normas y aquí tendremos, no faltaría más, la última palabra, bueno, las dos últimas palabras: “Si, bwuana” o en lenguaje familiar más coloquial y enternecedor “Si, cariño”.
En las recientes manifestaciones del 15M, cuyo fondo aunque no su forma cobra de nuevo su razón de ser, hubo muchas frases imaginativas. Dos me vienen a la memoria y no hago ningún comentario de ellas: “No hay pan para tanto chorizo” y “PSOE y PP, la misma mierda es”. Más de treinta años de actuaciones los contemplan y dan sentido, en mi “humildísima” opinión, a estas frases.
Vayamos adquiriendo todo el “ajo”, “agua” y “resina” del que seamos capaces. Quizá también y perdón por la irreverencia que sugiere, nos venga bien pasar por la farmacia y hacer acopio de vaselina. Mucho me temo que nos van a hacer falta.
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Deconstrucción
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los necios (2018)DECONSTRUCCIÓN Ya no quiero mirar su circo de mentiras
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