Buena
palabreja donde las haya, pero es que las de «publicidad» y «propaganda» ya han
sido utilizadas como título en este blog y no es cuestión de repetirse, que la
lengua española es muy rica en sinónimos. Y de paso una visita al diccionario
para ver que mercadotecnia se refiere al «conjunto
de principios y prácticas que buscan el aumento del comercio, especialmente de
la demanda». Digamos que los principios, aunque hay que tenerlos, no me
importan mucho para el comentario de esta entrada mientras que por el contrario
las prácticas es el apartado en el que puesto mayormente mi atención. Se trata
por todos los medios que el consumidor consuma un determinado producto y para
ello hay que llegar a él por todos los medios posibles. A lo largo de los
últimos años la propaganda se ha diversificado y se ubica en numerosos medios
escritos, radiofónicos, televisivos, y en la red.
Recuerdo
que hace unos años hubo una campaña para retirar los anuncios que en grandes
paneles proliferaban en los laterales de las carreteras; se pretendió que
podían despistar a los conductores y provocar situaciones de accidente. Hasta
el más famoso de los anuncios de carretera, el conocido «toro» de Osborne se
vio amenazado por la voracidad eliminatoria de la administración y aunque al
final fue digamos indultado, creo que algunos de ellos desaparecieron.
Como
pasa con todo, el tiempo da y quita razones y aquello se nos revela ahora como
una renovación de las concesiones ya que las carreteras vuelven a estar
pobladas de paneles con anuncios. Qué ocurre, ¿es que ahora no despistan a los
conductores? Y es que además, por si fuera poco, muchos de ellos no son
estáticos sino que son verdaderas pantallas gigantes que te saltan a la vista
con anuncios cambiantes a los que es muy difícil resistirse a mirar, lo cual sí
que es peligroso. Supongo que habrá normativa relativa al tipo de imágenes y la
movilidad de las mismas que se puedan utilizar en este tipo de anuncios pero ya
se sabe que las normas están para saltárselas porque siempre es más barato
pagar la multa correspondiente si llega a imponerse y la comparamos con los
beneficios obtenidos.
Ciertas
prácticas deberían estar prohibidas y retiradas de la circulación. Cuando ya se
habían conseguido eliminar gran parte de los anuncios destinados a los
automovilistas, vuelve y con fuerza; es de suponer que como en todo existe un
trasfondo económico muy poderoso que fomenta esta actividad y máxime ahora con
las enormes posibilidades que suponen las pantallas cuyo contenido se puede
cambiar a distancia y adecuarlo en función de los parámetros que se estimen
oportunos. Cuando antaño eran estáticos, teníamos la garantía de que si
pasábamos todos los días por el mismo punto, el anuncio era el mismo durante
meses, ya que su sustitución a base de papeles pegados por operarios era
bastante costosa.
Pero
la clave de esta entrada me ha surgido en las propias carnes por una práctica
que aunque ya no es muy utilizada sí que surge de vez en cuando sobre todo a
niveles locales. Me refiero al uso de papeles sujetos a los limpiaparabrisas
del coche. Supongo que serán campañas pero llevo ya unos días, quizá semanas,
que cuando acudo a recoger mi vehículo tras el trabajo me tengo que molestar en
retirar la propaganda de un restaurante que han abierto en la zona. Todos los
días lo mismo, ya me lo sé de memoria desde el primer día y lo que consiguen en
lugar de que me entren ganas de ir a él, es un cabreo mayúsculo y que le ponga
la cruz de por vida.
¿Qué
piensa Vd. que ocurre con esos papeles de propaganda? Yo me molesto en
recogerlos y cuando llego a casa los pongo en la bolsa que tenemos para el
reciclado de papel. Pero la mayoría de los conductores o bien no lo retiran del
parabrisas, con lo que se vuela al poco tiempo de iniciar la marcha o, lo que
es peor y lo he visto con mis propios ojos, lo cogen y sin siquiera leerlo lo
tiran al suelo. Los alrededores de la zona donde aparco están llenos de estos restos.
Pero
hay otro peligro en este asunto: que llueva. Como se puede ver en las dos
fotografías, numerosos coches de la zona han quedado marcados como si fueran
reses por unas manchas blancas resultado de haberse quedado pegadas al cristal
las tintas de los papeles de propaganda. Y hay que decir que cuesta mucho
quitarlos, teniendo que emplear una rasqueta, agua caliente y un buen rato de
dale que te pego, acordándose del restaurante de marras, la clínica que ofrece
tratamientos, el gimnasio cercano o establecimientos similares.
Como
digo, ciertas prácticas deberían estar prohibidas, de forma rotunda y tajante.
Si la policía municipal pasa por una zona donde muchos coches están «atacados»,
debería haber una ley que les permitiera tomar una fotografía, retirar esa
propaganda de uno de los vehículos y personarse en el comercio o empresa
correspondiente para levantarles un acta sancionadora y obligarles a que pasen
por todos los coches y retiren las hojas. El suelo de los alrededores y los
servicios de limpieza de la zona se lo agradecerían y los conductores, al menos
los que piensen como yo, también. Pero como todo en esta vida tiene dos caras,
las imprentas que se dedican a este tipo de anuncios no se alegrarían tanto.