Cuando elijo un título para la entrada que comienza por el
prefijo «des» me viene a la cabeza una de mis entradas favoritas de este blog,
escrita en hace ya más de ocho años, en febrero de 2008 y que lleva por título
«DESAPARCAR» la cual he aprovechado para leer de nuevo y de paso recomponerla
estéticamente un poco, sin modificar su contenido. Y entrando ya en materia, el
dicho popular «a la cama no te irás sin
saber una cosa más» cobra cada vez más una vigencia inusitada a la luz de
los vertiginosos cambios a los que estamos asistiendo en los últimos tiempos.
Tuve una época de «bricolero» en la que pasaba muchas horas
enfrascado en los mantenimientos de la casa y en hacer trabajillos para amigos
y compañeros. Me divertía trasteando con herramientas y materiales y en su día
llegué a tener una cierta presteza en todos estos asuntos. Serían incontables
los agujeros realizados para poner tacos y colgar cuadros y estanterías. El
tiempo ha pasado y mis condiciones actuales de vida no requieren ni permiten
estos trabajos, además de que ocupo mi tiempo y me preocupo de otros asuntos.
Pero de vez en cuando hay que retomar viejas aficiones y desempolvar el nivel y
la taladradora.
Hace unos años se puso de moda en las casas de nueva
construcción el dotar a los cuartos de baño con bañera y bidet. En mis tiempos
de chiquillo contábamos en casa con un plato de ducha y gracias, que no todos
mis amigos disponían de él. De estos cuadrados añadidos a un rincón en el
cuarto de baño de la casa y con su cortina de plástico que había que pegar a
las paredes de azulejos para evitar que se saliera el agua. Parece que un signo
de modernidad y de más nivel es contar con bañera en casa, aunque en los más de
veinte años que llevo viviendo en la mía jamás he utilizado la bañera y
evidentemente tampoco el bidet.
Las bañeras son un peligro a la hora de entrar y salir de
ellas, especialmente para la gente mayor. Sin entrar en si yo lo soy o me
considero, este verano tuve un buen trompazo al engancharme en la toalla que se
saldó sin consecuencias, pero una caída en un cuarto de baño es muy peligrosa
pues cualquier golpe en la cabeza con alguno de los elementos como lavabo o
wáter puede resultar en una lesión grave. La solución es erradicar la bañera y
sustituirla pon un plato de ducha, mucho más funcional y sobre todo menos
peligroso a la hora de entrar y salir. No hay más que ver los anuncios en los
periódicos donde multitud de empresas ofrecen el cambio sin obras prácticamente
y en el día.
Esta semana le ha llegado el turno a mi bañera. De paso,
hemos aprovechado para alicatar las paredes hasta el techo con un nuevo
pavimento que contrasta algo pero no mucho con las paredes antiguas del resto
del baño. Pero aquí viene lo bueno, los azulejos clásicos han pasado a mejor
vida, han quedado anticuados, y ahora lo que se lleva son los pavimentos
porcelánicos. Dicho así no parece que haya diferencia pero lo de «porcelánico»
incluye unas vicisitudes que no conocía y que a punto han estado de ocasionarme
una buena avería.
Ya cuando estaba alicatando el albañil comenté que
tendría que hacer unos agujeros para colocar una estantería y el soporte de la
ducha, a lo que contestó advirtiéndome que era muy delicado, pero que muy
delicado, hacer agujeros en el pavimento porcelánico, que a pesar de su extrema
dureza podía saltar con mucha facilidad y hacerse añicos. Me dejó mosca el
asunto y me lancé a consultar en internet y además a mi amigo ferretero, que me
avisó de que no se podían utilizar brocas normales, las de vidia de toda la
vida, que nada de poner el percutor en la taladradora, además de que había que
utilizar velocidades bajas y refrigerar con agua o aceite la broca con
frecuencia. Al final me procuró una broca especial que costaba más de cinco
euros y me advirtió que probablemente no fuera capaz de hacer los cinco
agujeros con ella antes de que la fundiera. Y me comentó que las brocas que se
utilizan normalmente por los profesionales cuestan alrededor de veinte euros y
con ellas consiguen hacer como mucho diez o doce agujeros. Estamos apañados, cada
agujerito, si no te cargas el pavimento, sale por dos euros en concepto de
desgaste de broca.
Ayer me tiré cerca de dos horas para hacer los cinco
agujeros y como me había advertido mi amigo ferretero tuve que ir a comprar una
segunda broca, quedando las dos para el arrastre, fundidas como la cabeza
gastada de una cerilla. Y para remate de fiesta, en uno de los agujeros, como
puede verse en la imagen, saltó un trozo del pavimento, menos mal que se queda
casi oculto detrás del soporte de la estantería y así se disimula.
Yo que estaba harto de hacer agujeros en paredes de todo
tipo, he descubierto que hay una nueva forma y un nuevo pavimento donde las
concepciones tradicionales no sirven y además si las utilizas puedes armar una
avería que para qué, cargándote la pared flamante que te acaban de poner. Así
que lo que hemos dicho, «a la cama no te
irás sin saber una cosa más».