Supongo que el título que reza en la imagen escogida para encabezar esta entrada se refiere a los sufridos becarios, pues no alcanzo a imaginarme otro puesto de trabajo —remunerado— que tenga tan exigua asignación mensual. Como puede verse en la parte superior de la imagen, el logotipo corresponde a uno de los diarios de mayor tirada y difusión nacional en esta España de nuestras entretelas. Transmisores de la cultura en mayúsculas sin reconocimiento ni formación al parecer…
Resulta curioso que la propia noticia contenga en su encabezamiento una errata descomunal, aunque ya es posible que tengamos a gala el utilizar este tipo de mecanismos para llamar la atención. ¿Estaría justificado esto? A mi modesto entender no, pues las reglas de la Academia son claras al respecto de utilizar vocablos no admitidos o inexistentes en nuestro diccionario. Con ello concluyo que es un error.
Me imagino que las prisas son la base de este tipo de errores en medios de comunicación. Las erratas en los textos son un constante dolor de cabeza para todos y nunca se está a salvo de ellas, ni siquiera en editoriales o medios de renombre. Se cuelan por todos lados porque no siempre una o varias relecturas de los textos es suficiente para detectarlas. En un curso para escritores reciente finalizado, el profesor recomendaba dos cosas: la primera, leer el texto en voz alta y la segunda y fundamental, tener lectores beta a los que utilizar para detectar posibles correcciones.
Se ve que esto referido a los contenidos no es tenido en cuenta para los titulares o encabezamientos de las noticias. La utilización de «xouman» en lugar —entiendo yo—de «showman» parece indicar una metedura de pata por desconocimiento, por no utilizar la original inglesa y por no buscar información acerca del término en fuentes autorizadas como el diccionario de la lengua, otros reconocidos como el Panhispánico de dudas, el María Moliner, el diccionario del español actual de Manuel Seco, o incluso acudir a la información en línea de la FUNDEU.
Por desgracia el caso no es aislado y redunda con frecuencia en diferentes medios. Veamos el siguiente pantallazo de una cadena de televisión no precisamente desconocida…
«Totilla» no admite dudas. Errata al canto que supongo es advertida en el momento de la emisión cuando ya no hay remedio. Las prisas supongo, los correctores de los medios electrónicos, la falta de revisión por persona distinta a la que ha confeccionado el titular… lo sabrán los medios que supongo que intentarán poner remedio, aunque se ve sin mucho éxito porque, como digo, se repiten estos gazapos una y otra vez. ¿Estarán siempre los becarios detrás de ello? Mucho me temo que no.
Otra cuestión son los titulares engañosos que se utilizan con cada vez más frecuencia en los medios. La superficialidad con que accedemos a los contenidos puede generar falsas ideas en nuestras concepciones que daremos por válidas si no leemos la noticia completa que pudiendo ser verdadera no se ajusta al titular. Y estos encabezados, tendenciosos y malintencionados, son los que se viralizan en las redes y hacen que los usuarios retransmitan una y otra vez sin control, fuera de su contexto, provocando un elevado riesgo de desinformación cuando no de información tendenciosa. Porque, aunque una noticia nos apunte indicios de posible falsedad o inexactitud, no siempre indagamos para tratar de verificarla. Como digo, superficialidad y más superficialidad.
Las noticias falsas —esas llamadas ahora fake news— están a la orden del día y para ello son fundamentales sus encabezamientos a la hora de llamar la atención de los lectores que muchas veces leemos en diagonal acuciados por las prisas y la falta de tiempo. Lamentablemente ya, los medios tradicionales e históricos no representan una garantía infalible de veracidad, bien por fallos internos de sus trabajadores o colaboradores bien por errores controlados en sus líneas editoriales en aras de conseguir determinados fines que por lo general suelen tener tintes económicos detrás.
La llamada superdifusión en las redes está al alcance de muchos. Crear bots es una tarea relativamente fácil y sencilla que puede permitir inundar la red de noticias tendenciosas para conseguir aquello conocido de ese alemán que no menciono, que «una mentira repetida mil veces se convierte en verdad». Es verdad que hay agencias de verificación a las que podemos suscribirnos que se dedican a efectuar un cierto control sobre los bulos, como por ejemplo https://maldita.es/, pero no siempre tenemos tiempo y ganas de andar contrastando todo lo que nos llega. En su apartado especial https://maldita.es/malditobulo/ tenemos casos y casos de noticias, fotografías y vídeos reales pero utilizados fuera de contexto, de época y de lugar que circulan confundiendo al personal.
En fin, habrá que asumir el encontrarse cada vez más con encabezamientos —titulares— erróneos, malintencionados o no; es el peaje a satisfacer por la prisa y la superficialidad.