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sábado, 26 de mayo de 2012

VIDEO


No recuerdo con precisión cuando empezaron a llegar los aparatos de vídeo a nuestros hogares. Fue muy a finales de los años setenta o muy al principio de los ochenta del siglo pasado, hace unos treinta años más o menos si las cuentas no me salen mal. Como ocurre siempre con las cosas nuevas, la guerra de formatos estuvo servida en aquellos comienzos y existían tres: VHS, BETA y 2000. No siempre pervive el mejor, que en mi modesta opinión era de lejos el 2000. Con el paso de los años todo acabó en el formato VHS, que ha llegado hasta nuestros días y aún sigue teniendo su mercado a pesar de toda la tecnología digital y la migración de información a discos duros que se supone van a tener una longevidad mucho mayor que cintas y vinilos o incluso CD’s o DVD’s.

Adquirí mi primera cámara para grabar vídeo en 1987. Era, y es, una SONY CCD-V100, que si mi memoria no falla costó por encima de las 300.000 pesetas de aquella época. Un capricho para filmar las andanzas de mi hijo que por aquellos años empezaba a corretear y crecer. La cintas eran, como no, de otro formato denominado VIDEO-8 y de un tamaño reducido para insertarlas en la cámara que como se pueden hacer una idea por la imagen era de tamaño considerable, de aquellas que había que apoyar en el hombro y hacer brazos para manejarla. Yo ya era aficionado a la fotografía y había un choque frontal entre ambas modalidades: o hacías vídeo o hacías fotos. Con la ayuda de mi mujer me apañaba como podía para seguir haciendo las dos cosas. Los viajes eran un sufrimiento cargados de trastos y con el añadido de la recarga de las pilas en el caso de la de vídeo, tarea que hoy nos acompaña por todos lados pero que en aquella época era novedad.

El tamaño, calidad y precio de las cámaras fueron mejorando pero allá por 1992 decidí considerar el vídeo como un “rollo” con lo que aparqué definitivamente la cámara y me refugié de nuevo a la fotografía como único medio de conservar los recuerdos. Faltaba la animación y faltaba el sonido pero había que decidirse y me decidí. En una entrada anterior en este blog titulada OBSOLESCENCIA comentaba la inversión que supone para las empresas hacer que sus productos funcionen bien pero tengan “fecha de caducidad” para obligarnos a una nueva compra y así mantener la rueda del consumo y que no se pare nunca. Hago mención a esto porque la cámara de video, veinticinco años después, sigue funcionando perfectamente. Las baterías han pasado a mejor vida por antigüedad y falta de uso pero enchufada a la corriente eléctrica marcha como una campeona. Vamos, que para grabar cosas en sitios donde haya un enchufe a mano podría seguir utilizándose, aunque ya no es necesaria ni conveniente porque con cualquier cámara compacta de fotografía se puede grabar video digital de muy buena calidad manifiestamente mejor que el que pueda obtenerse de esta antigualla, una pieza de museo sin lugar a dudas.

Llevaba tiempo para hacerlo e incluso lo había intentado años atrás, el convertir todas esas horas a formato digital para tenerlo más manejable, poderlo procesar y trocear, y tenerlo disponible en el ordenador o en la televisión sin tener que buscar o pasar horas y horas de cintas, cintas que ya tenían más de veinte años y que podían estar rotas, pegadas o vete a saber en qué condiciones.

Al final hace unos meses el marido de mi amiga Nieves me dio la pista: visionar todas las cintas a través de un aparato grabador que las convirtiera a digital. Y, manos a la obra, así lo he hecho: con la vieja cámara enchufada a la corriente y emitiendo he pasado las más de setenta horas a formato digital y por lo menos tengo estos recuerdos en un formato con teóricas garantías de futuro. Un futuro que, como he podido comprobar, no tienen las cintas. Tres de ellas, curiosamente las únicas que no eran de la marca SONY, se han partido, dos nada más empezar y una cuando llevaba quince minutos. Las he pegado, remendado, reparado y al volverlo a intentar, nueva rotura. El tiempo ha podido con ellas y las ha dejado para el arrastre. Menos mal que tenía las correspondientes copias en formato VHS que me han servido para hacer la digitalización desde ellas, con menos calidad, eso sí, pero los recuerdos son igual de buenos.

Así que de este escrito se deduce un aviso para navegantes: si tiene algunos recuerdos que le interese conservar y están en algún soporte “antiguo”. vaya pensando de qué manera convertirlos a digital y almacenarlos en un disco duro. De otra forma, el tiempo se encargará de pasarlos a mejor vida y Vd. los perderá para siempre.

domingo, 20 de mayo de 2012

EFECTIVIDAD


Ya hacíamos disquisiciones en una entrada anterior titulada EFI.....QUÉ? AMAZON sobre la diferencia existente entre los términos eficacia, eficiencia y efectividad. De nuevo he tenido que repasarme sus definiciones para recuperar los matices. En todo caso, el término “efectividad” alude al grado de satisfacción producido en la persona que recibe un servicio, atención o producto. Esta definición es la que yo pude aprender en mis estudios relacionados con el tema de la salud y no coincide con la que nos brinda el diccionario de la RAE: “Capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera”.

Hace unos días, observé la cara compungida de mi hija al salir de su colegio. Rápidamente me enseñó dos dedos de su mano literalmente pegados con esparadrapo, entablillados, y me dijo que jugando se había enganchado uno en un radiador y se lo había dislocado. El enfermero del colegio recomendaba que le viera un especialista y la realización de una radiografía para descartar cualquier tipo de problema.

“Todo lo que puede suceder, sucede”

De todos son conocidas las famosas leyes de Murphy basadas y condensadas en la siguiente frase: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. Enfatizando en lo negativo tendremos motivos para justificar todo lo que nos pase. El hecho es ese día precisamente tenía una reunión importante dos horas y media después a la que tenía que asistir, siendo vital mi presencia en la misma. Tenía todo preparado pero el hecho de tener que llevar a mi hija a un hospital, a un servicio de urgencias, trastocaba todos los planes y ponía en peligro mi asistencia a la reunión, pues ya sabemos lo que ocurre, normalmente, en los colapsados servicios de urgencia a los que acudimos todos por cuestiones que no son realmente urgentes. En este caso no se trataba de la urgencia sino de la alternativa: por los cauces legales del médico de cabecera, especialista y demás, la radiografía se la podían hacer a la niña el día de su jubilación, que recordemos está en estos momentos prevista para los sesenta y siete años.

Según me dirigía en el coche al hospital más cercano tuve de pronto la idea de cambiar de destino y poner proa a uno más lejano, situado a treinta kilómetros de mi domicilio. Ya había acudido anteriormente y aunque no me iba a suponer un ahorro de tiempo, además de la distancia, la atención podía ser diferente, digamos, mejor. Fue una idea de lo más acertado, como detallo a continuación. Seguramente fue un caso excepcional, pero tuvo lugar, por lo que aquí lo cuento. Según conducía hacia el centro sanitario fui poniendo en orden mi imaginación a ver de qué manera podía resolver mi presencia en la reunión, llamando a alguien que se desplazara al hospital, lejano hospital, para quedarse con mi hija si no habíamos acabado el proceso.

El aparcamiento situado enfrente, un poco o un mucho caro, nos permitió acceder enseguida a la recepción de urgencias. Primera sorpresa: el empleado estaba hablando por teléfono y dejó el aparato a un lado para atendernos a pesar de indicarle yo que continuara la conversación. “Es privada” me contestó y ustedes tienen prioridad. Como quiera que en el sistema informatizado de ese hospital disponían de los datos de mi hija por atenciones anteriores, pasamos a la sala de espera donde no habíamos estado sentados ni cinco minutos, atentos a las pantallas, cuando fuimos llamados por el sistema de megafonía.

La especialista, cariñosísima en todo momento con la niña, exploró los huesecillos y quitando importancia al asunto nos indicó que iba a realizar una radiografía para quedarse tranquila. Cuatro teclas en el ordenador y nos dijo que nos dirigiéramos a la sala de espera de rayos donde nos llamarían. No nos habíamos sentado cuando un enfermero se llevó a la niña para realizar la placa. Cuando salió con la niña nos dijo que volviéramos a la sala de espera de urgencias. Ante mi extrañeza de que no nos diera el sobre con la radiografía, como hasta ahora se hacía siempre, nos dijo que se transmitía por la “intranet” al ordenador del especialista.

Cuando nos dirigíamos de nuevo a la sala de espera de la zona de urgencias, antes de llegar, oímos la llamada por la megafonía. Al llegar al despacho de la especialista, esta ya había comprobado los resultados y había preparado e impreso el informe. Entablilló nuevamente el dedo, recomendó diez días de inmovilización y dió por finalizada la intervención.

De vuelta al aparcamiento, el ticket justificativo del pago me brindó la oportunidad de comprobar el tiempo total empleado: 39 minutos. Es de suponer que se dieron una serie de circunstancias que posibilitaron este “record” pero así ocurrió y así lo cuento. La informatización de ese hospital es para descubrirse, al servicio, muy buen servicio, de los pacientes-clientes y por ende del propio personal, facultativo y administrativo, que posibilitan un mejor desempeño en sus funciones.

¿De qué hospital estamos hablando?. Del ubicado en Torrelodones del Grupo Hospital Madrid. Desde aquí mi agradecimiento por la atención recibida.

martes, 15 de mayo de 2012

CORDIALIDAD



Desde que se inauguraron hace años los edificios que forman el impresionante complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Tenía yo in mente dejarme caer por Valencia. Si bien han existido visitas profesionales, de ir y venir en el día, por unas causas u otras, la visita turística y familiar se ha ido posponiendo hasta este fin de semana en que, con un tiempo espléndido, demasiado caluroso, hemos podido disfrutar de unos días inolvidables. Y no tanto por la ciudad en sí, que tiene numerosos encantos aparte de este complejo, sino por la amabilidad de sus gentes. Amabilidad hasta rayar lo indescriptible.

En este mismo blog comentábamos en una entrada titulada AMABILIDAD una serie de actitudes que podíamos utilizar para ser amables. Parece como si los valencianos, al menos con los que hemos tratado, se las hubieran aprendido de memoria y no solo eso, sino que las ponen en práctica. Las numerosas interacciones que hemos tenido con gente, bien por acceder a algunos servicios como restaurante u hotel, bien por estar simplemente sentados al lado en una cafetería ha sido gratificante y te hacen pensar que todavía queda raza humana capaz de realizar buenas acciones. Bien es verdad que el hecho de viajar con una niña celíaca favorece ciertas cuestiones a la hora de las comidas, pero en otras zonas y lugares no hemos tenido la respuesta que en Valencia.

Normalmente se suelen escribir las cosas negativas y se hace poco énfasis en las positivas, por considerar estas últimas como “normales”. Pero llegan momentos en que se nota que las actitudes están muy por encima de lo normal y si, encima, son reiteradas y continuadas, uno no tiene por menos que sorprenderse y dar fe de ello, a pesar de que pueda resultar cansino. Y es que tuve la precaución de ir tomando notas para que no se me olvide ninguna.

Nada más llegar, el recepcionista del hotel Beatriz Rey Don Jaime hizo su trabajo de forma impecable pero lo aderezó con un “qué hacer” en Valencia que ya quisieran para sí muchas oficinas de turismo. Recomendaciones de traslado al centro en autobús, visitas, donde estaban ubicados los restaurantes especiales para celíacos que le mostramos… y no sigo por no aburrir. Buscando la parada del autobús 19 para desplazarnos al centro, un conductor de autobús de otra línea de la EMT valenciana paró el autobús, lleno de viajeros, se bajó, caminó unos metros y nos indicó donde estaba nuestra parada. Ya en el autobús una señora se bajó unas paradas antes para indicarnos donde estaba la Estación del Norte y la Plaza de Toros y acompañarnos a un quiosco a comprar una tarjeta de diez viajes, que “salía más barata”. Bien es verdad que en Valencia, atención Madrid, los billetes de los autobuses sirven durante una hora desde su primera utilización, por lo que se pueden estar haciendo trasbordos sin gastar un nuevo billete. La señora simplemente se subió al siguiente autobús sin coste pero el tiempo que nos dedicó nos vino de perillas.

El desayuno en el hotel, sin paragón. Una selección de pan y bollos para celíacos que hicieron que mi hija se quisiera quedar a vivir y desayunar siempre allí, además de un camarero, Antonio, que el último día, ya lunes y con menos trabajo, estuvo haciéndola juegos con palillos que la encantaron.

Dentro del Oceanographic no hay restaurantes especiales para celíacos, pero en uno de ellos, Océanos, hablamos con el maître y en todo momento se mostró dispuesto a “hacer lo que fuera necesario” para que no hubiera ningún problema, como así ocurrió. Mencionar aquí la cordialidad de Arantxa y Manolo, el submarinista, respondiendo a las preguntas de los niños sobre delfines y peces en general. Por la noche, de vuelta al hotel muy cansados intentamos ver si podíamos cenar en el restaurante del propio hotel. Otro Antonio se ocupó personalmente de que la prepararan a mi hija una tortilla de patatas con unas lonchas de jamón que hicieron las delicias de la niña y de los padres al encontrar tantas facilidades.

En la tarde del domingo quedamos con nuestros buenos amigos Félix y Gema para tomar una cervecita en la playa de la Malvarrosa y después nos desplazamos a la Albufera, llegando a disfrutar de una puesta de sol verdaderamente espectacular. Siempre teníamos la posibilidad de volver a cenar al hotel, dado la experiencia del día anterior, pero en uno de los pocos restaurantes que estaban abiertos en El Palmar, el Llar de Pescadores, fue hablar con el camarero y le preparó a mi hija una pechuga de pollo a la plancha con verduras y patatas fritas en aceite limpio solo para ellas que tenía una pinta espectacular, como los platos que degustamos nosotros. Tanto es así que volvimos al día siguiente a comer, sin ningún problema para mi hija y pudiendo degustar nosotros un arroz caldoso que estaba para chuparse los dedos. Por si fuera poco, al preguntar al dueño del restaurante que aceite usaba para la ensalada de tomate que nos puso como aperitivo, se brindó a vendernos una garrafa pues las traía de una cooperativa de producción reducida donde no salían al público.

En suma, cordialidad a raudales, amabilidad por todos lados, un placer y un gusto el tratar con la gente. Así los viajes son de otra manera, teniendo en cuenta el pequeño problema que supone el momento de las comidas con un celíaco.

domingo, 6 de mayo de 2012

TARIFAZOS





Los españoles somos ricos, tremendamente ricos, solo hay que ver la cantidad y el volumen de impuestos que pagamos, a todas horas y todos los días. No quiero dar ideas, pero estoy esperando que lleguen algunos impuestos que no tenemos todavía, como por ejemplo el de respirar.

Ya sabemos la que nos está cayendo encima, pero no por ello dejamos de asombrarnos ante los hechos concretos, y sus cuantías, con los que nos sorprenden nuestros poco sesudos dirigentes, que parece que lo único que saben hacer, ahora ya a cara descubierta, es aplicar porcentajes desmesurados en los impuestos y las tarifas, fuera de toda lógica. Y lo que es más grave es que por activa y por pasiva se les ha dicho, por personas que entienden, que esa no es la vía. Si hay mucha gente en el paro, si el que trabaja lo hace cada vez por poco y menos salario… ¿Cómo va a tirar la economía para arriba?. Ya hemos comentado estos asuntos en el blog: en la entrada titulada “BARRERAS” se hace referencia a un libro de obligada lectura titulado “Hay Alternativas” en el que tres entendidos en la materia lejos de toda sospecha muestran sus razonamientos para demostrar que esta no es la vía. Por ello ese libro que iba a ser publicado poco antes de las pasadas elecciones fue retirado sospechosamente de la circulación, aunque la red se encargó de ponerlo a disposición de todos en instantes.

No es cuestión de comentarlos uno por uno, pero esta semana me he sufrido en carnes propias dos ”tarifazos”. En un viaje a la capital, el autobús interurbano ha pasado de 3,50 a 4,20 euros. Para que no calcule lo hago yo: VEINTE POR CIENTO. Una vez allí, en el metro, el billete de diez viajes pasa de nueve y pico a doce: más de un VEINTE POR CIENTO. Y ya en el terreno local, el impuesto anual de basura, que no hace tanto estaba en poco más de cuarenta euros anuales y ahora alcanza los noventa y dos, se ha incrementado este año un DIECISES con OCHENTA Y SIETE POR CIENTO. Y así vamos. Pero claro esto parece que luego no se tiene en cuenta al calcular el índice de precios al consumo, ese que tanto se utiliza a la hora de argumentar las subidas salariales, bueno ahora ya no hace falta, no se sube nada y santas pascuas, ni siquiera se sonrojan.

En muchas ocasiones nuestros políticos abren la boca para establecer comparaciones tendenciosas con nuestros vecinos, generalmente europeos, comparando por ejemplo lo que cuesta un billete de metro en otras ciudades europeas, así sin más, sin establecer comparaciones globales, que son las realmente válidas. Repito, tendenciosas.

Me ha llegado por correo electrónico una información, no puedo determinar el grado de veracidad y fiabilidad de la misma, que es graciosa al establecer comparaciones de los españoles con los norteamericanos. Según ella, los españoles somos ricos, tremendamente ricos. Creo que hay algunas inexactitudes, pero el tono general tiene su miga. La reproduzco a continuación:

Un español le envió a un amigo, que se fue a vivir a EE.UU., un email con esta pregunta: Dime querido amigo. ¿Por qué somos tan pobres los españoles, comparados con los norteamericanos?

Ésta fue su respuesta desde EE.UU.

Hola amigo mío, cómo se nota que los árboles no te dejan ver el bosque. ¿Cómo puedes llamarte pobre, cuando...?

Eres capaz de pagar por un litro de gasolina más del triple de lo que pago yo.
Te das el lujo de pagar tarifas de electricidad, de teléfono y móvil un 80% más caras de lo que me cuestan a mí.
Pagas comisiones por servicios bancarios y tarjetas de crédito, el triple de lo que aquí nos cuestan.
Por un coche que a mí me cuesta 2.000 dólares, tú puedes pagar el equivalente a 20.000 dólares.
¿Por qué eres pobre, me preguntas? ¡Tú sí puedes darte el gusto de regalarle 18.000 dólares al gobierno y nosotros no!

¡NO TE ENTIENDO!

Nosotros, los habitantes de Florida, somos pobres.
Por eso el gobierno estatal, teniendo en cuenta nuestra precaria situación financiera, nos cobra sólo el 2% de IVA (mas otro 4% que es federal; total = 6%) Y no el 16% como pagabais vosotros los ricos que vivís en España y que recientemente se os ha subido al 18%.
Además, vosotros tenéis "impuestos de lujo" como son los impuestos por gasolina y gas, por alcohol, tabaco, etc. que alcanzan hasta el 320% del valor original. (En la gasolina que pagas, el 70% son impuestos y ahora en Cataluña los habéis incrementado con otro poco para subvencionar la Sanidad).
Y pagáis otros IMPUESTOS como:
Impuesto sobre la renta (sobre el sueldo) IRPF
Impuesto sobre los automóviles nuevos.
Impuestos a los bienes personales
Impuesto a los bienes de las empresas (IAE)
Impuesto por uso del automóvil (de circulación)
Y dichosos que todavía os dais el lujo de pagar un 18% de IVA por estos impuestos
Además de todos los trámites y pagos nacionales y municipales (TASAS).

Porque si vosotros no fuerais ricos, ¿qué sentido tendría tener Impuestos nacionales, Impuestos autonómicos y también Impuestos municipales, de ese calibre?

¿POBRES? ¿De dónde?

Un país que es capaz de cobrar el Impuesto sobre los beneficios y sobre tus ganancias y sueldos por adelantado (mediante retenciones) como España, necesariamente tiene que nadar en la abundancia, porque considera que los negocios de la Nación y de todos sus habitantes siempre tendrán ganancias a pesar de: Saqueos, asaltos, "mordidas", sequías, inviernos con desastres, inundaciones, corrupción, saqueo fiscal... Y por supuesto que con todo esto, todos los que trabajan en ese país, deben ganar MUCHISIMO.
Los pobres somos nosotros, los que vivimos en USA y que NO pagamos Impuesto sobre la Renta si ganamos menos de 3.000 dólares al mes por persona (más o menos 2.000 €). Piensa que un obrero sin cualificar suele ganar unos 2000 dólares al mes.

Vosotros tenéis además:

IMPUESTO SOBRE LOS BIENES INMUEBLES (I.B.I.)
Impuestos de recogida de basuras.
Impuestos sobre el consumo de agua, gas y electricidad.
Y ahora pagáis impuestos a la SGAE por cualquier equipo reproductor que compréis incluidos los CD's vírgenes, USB, etc.
Y allí pagáis seguridad privada en bancos, urbanizaciones, etc. Mientras que nosotros nos conformamos con la pública.
Allí hasta enviáis a los hijos a colegios privados, y mira si seremos pobres aquí en EE.UU., que las escuelas públicas nos prestan los libros de estudio, si no tenemos dinero para comprarlos.
A veces me asombra la riqueza de los españoles que piden un préstamo cualquiera, y son capaces de pagar el 8% mensual de intereses, como mínimo.
No como aquí, que apenas llegamos al 8% anual (generalmente 7.8%), justamente porque NO estamos en condiciones de pagar más.
Supongo que, como todos los ricos, tenéis un auto, y estáis pagando un seguro de entre 200 y 800 euros al año; si te sirve de información, yo pago sólo 245 dólares por año.
Y como os sobra el dinero, sí podéis efectuar pagos anuales en concepto de eso que llamáis IMPUESTO DE CIRCULACION, (aparte de la ITV, zona verde, zona azul, aparcacoches forzosos, etc.) mientras que acá nosotros no podemos darnos esos lujos y pagamos 15 dólares anuales por el STICKER sin importar qué modelo de coche conduzcas; pero claro, eso que vosotros pagáis, es para gente de recursos.

¡¡¡ ESO ES SER RICO!!! Ser rico es tener:

86.000 concejales
9.000 alcaldes
17 presidentes de autonomías
1.600 parlamentarios autonómicos
350 diputados en Cortes (que no pagan IRPF)
300 senadores
200 parlamentarios en Estrasburgo
600 Asesores presénciales
20 ministros y todos sus adláteres; y paradójicamente a menor rango, mayor sueldo.

Hay Alcaldes que ganan más que el Presidente del Gobierno; todo esto para un país tan pequeño como el tuyo.

¡¡¡ ESO ES SER RICO!!!

Vamos, os quedáis todos en ESPAÑA porque sois RICOS. Somos los pobres como yo, los que nos vinimos a probar suerte a este país.

Bueno, te mando un abrazo y luego me cuentas cómo os va con el nuevo presupuesto, lo que sí es seguro es que os aumentarán más los impuestos. Pero no os preocupéis, que la inflación negativa os va a compensar....
Pero bueno eso es lo de menos, cuando se tiene el dinero para pagarlo.
Y ten por seguro que en el próximo discurso le van a dar un tremendo aplauso a vuestro simpático Presidente.
Además eso es lo que hay que pagar por vivir en la 8ª Potencia Mundial, el mejor lugar del mundo y el tercero donde la gente se siente más feliz del planeta.

Un saludo: Tu pobre amigo, el emigrante que se fue a EE.UU.