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domingo, 29 de marzo de 2015

LENGUAJE



A aquellos lectores que se hayan acercado con asiduidad a este blog no les habrá pasado desapercibido mi interés, entre otras muchas cosas, por temas del lenguaje. Me parece un asunto fascinante y un pozo sin fondo de posibilidades de incrementar el conocimiento de nuevas palabras, nuevas formas de expresión y estar al día e todo lo que se cuece, que no es poco, en un idioma que utilizan a diario, tanto en forma hablada como escrita, millones de personas en todo el mundo.

El tratamiento de textos en los ordenadores es un tema al que se le han dedicado muchos esfuerzos y podríamos aventurar que todavía está en mantillas. En el caso de los libros con textos narrativos, la creación de libros electrónicos digitalizados permite su investigación por programas informáticos; a modo de ejemplo podemos saber que en uno de los libros más famosos de todos los tiempos, de cuyo título no puedo acordarme pero que salió de la pluma de nuestro universal Miguel de Cervantes Saavedra, el vocablo «Quijote» es mencionado dos mil setecientas cuarenta y ocho veces mientras que «Sancho» aparece en dos mil trescientas sesenta y cinco ocasiones, aunque hay que aclarar que la versión analizada es la de Francisco Rico que contiene numerosos comentarios, explicaciones y adiciones y alcanza la cifra total de quinientos dieciséis mil vocablos, unos miles por encima de los trescientos sesenta mil que contiene el Quijote original.

Hace ya unos meses confeccioné un programa, que todavía no está rematado del todo, que permite contar y estructurar los vocablos de un libro. Aunque el tratamiento electrónico de asuntos del lenguaje no es sencillo, el programa me permite una primera estructuración del léxico utilizado por el autor y división en preposiciones, artículos, pronombres, etc. etc. Aunque no estoy de acuerdo en que no sirva para nada, a algunos autores con los que tengo contacto les he remitido el estudio de sus libros y cuando menos les ha resultado curioso cuando no sorprendente a tenor de sus respuestas. En algunos libros, antes de leerlos, ya se puede aventurar el tono y el tema al hacer un recorrido previo por las palabras y los verbos no auxiliares más utilizados.

Otro asunto que me fascina en el último año es el de los cursos MOOC que ya he tratado en anteriores entradas de este blog. Aunque hay poca disponibilidad en español, he realizado ya un par de cursos de la Universidad de Navarra y de la Universidad de Barcelona sobre temas de lenguaje que me han resultado muy interesantes y provechosos en mis conocimientos. Hay uno nuevo anunciado, una segunda parte en la Universidad de Barcelona del profesor Santiago Alcoba y titulado «Corrección y estilo en español» que trata sobre el léxico empleado en el libro, en varias traducciones del libro, «El guardián sobre el centeno» y que promete ser tan interesante como el primero. Hay algún curso más en español sobre estos asuntos pero son de la Universidad mejicana de Monterrey, con lo que de especial puedan tener en cuanto al uso de español.

Sí que hay mucho y muy variado en idioma inglés. Es un problema para los que no dominamos este idioma, pero mis escasos conocimientos me permiten asomarme con aprovechamiento a muchos de ellos. Los textos siempre pueden ser traducidos mediante herramientas de ordenador tipo Tradukka o similares y por lo general los vídeos, base central y fundamental de estos cursos, constan de subtítulos siempre en inglés y a veces en español, castellano, que posibilitan seguirlos con éxito.

Mañana lunes treinta de abril de dos mil quince tiene comienzo un curso de la universidad de Leiden titulado «Miracles of human language: an introduction to linguistics», un título de por sí explicativo que no necesita traducción. El hecho de que la universidad de Leiden esté radicada en los Países Bajos y no sea inglesa, y de que no lo sea el director del mismo, Marc van Oostendorp, pone un punto añadido de interés porque yo al menos entiendo mejor el inglés de cualquier hablante que no sea nativo que el de los propios ingleses. El video introductorio de poco más de tres minutos de duración pone la expectación en niveles muy altos y ya estoy deseando que pasen unas horas para poder empezar a sumergirme en el primer módulo que trata de generalidades sobre el lenguaje humano.

Una cosa que al menos a mí me produce vértigo es, según reza en la imagen del correo electrónico que me han remitido tras mi inscripción, el ser uno de los más de 33.000 alumnos de 186 países que vamos a realizar el curso. Como digo me resulta fascinante. No quiero ni pensar en la enorme cantidad de mensajes que se pueden generar si nos ponemos todos, en inglés, a reflejar nuestras experiencias e inquietudes en los foros y/o comentar las de otros alumnos.

Estamos al borde de un precipicio virtual, muy apetecible de recorrer, en temas de educación, formación y conocimiento. Las barreras físicas y el número de alumnos por clase están desapareciendo; aunque queda mucho camino por recorrer, estas nuevas formas de enseñanza sin aula están muy avanzadas y nos van a permitir descubrir mundos fascinantes en muy pocos años. Las posibilidades están todavía por intuir y la velocidad a la que se llevan a la práctica es vertiginosa. Un mundo se abre entre nosotros y yo lo que espero es estar a la altura de conocimientos y habilidades para poder disfrutarlo. No quepa ninguna duda que me esforzaré en ello.


domingo, 22 de marzo de 2015

INTONSOS




En estos días de marzo de dos mil quince, un académico de la lengua y escritor más que contrastado al que yo no he encontrado todavía —se los sigo buscando con interés— sus resplandores, hacía unas declaraciones a propósito de su último libro, «Dos hombres buenos», en las que decía que «Quién es analfabeto hoy es porque quiere» Estoy de acuerdo con la apreciación profunda de esta frase a la que me permitiría con toda la modestia apostillar «en las sociedades avanzadas». Me imagino que hace dos mil años o más, cuando lo único que preocupaba y ocupaba a la mayoría de los habitantes de la tierra era su supervivencia y su sustento, los tiempos y las ganas de aprender a leer y por extensión adquirir conocimientos no eran muy de aplicación. Tampoco olvidemos que hay zonas de la tierra donde hoy en día perviven sociedades humanas en estados de desarrollo que parece quedaron paralizados hace miles de años y siguen como nuestros ancestros.

Hogaño, con la aceleración tremenda de los desarrollos tecnológicos, esos que nos están haciendo a hombres y máquinas enfermar de obsolescencia, cualquier persona en las sociedades occidentales llamadas avanzadas tiene acceso a un vasto mundo de conocimientos. Estoy pensando, a modo de ejemplo, en la posibilidad de acceder a una biblioteca pública de las muchas que hay en pueblos y ciudades y allí poder consultar multitud de libros en papel sobre las más variadas materias. Por si esto no fuera suficiente, el acceso libre y gratuito a internet desde estas bibliotecas nos permite incrementar nuestro acervo de conocimientos sobre prácticamente cualquier materia sobre la que tengamos interés o simplemente curiosidad.

En un formidable curso MOOC que estoy siguiendo en estas semanas, titulado «Educación para una sociedad del conocimiento”, promovido en la plataforma Edx por un equipo de catedráticos y profesores de la Universidad Carlos III de Madrid dirigidos por Antonio Rodríguez de las Heras, se compara en nuestra sociedad actual el acceso y la captación del conocimiento con la alimentación. Una metáfora muy acertada: muchos comen o comemos más de la cuenta, lo que en lugar de generarnos una mejor calidad de vida nos lleva a todo lo contrario, a problemas con enfermedades y degeneraciones de nuestro cuerpo y sus órganos. Hay mucha comida y debemos por tanto aprender a comer. De forma paralela, el acceso a un vasto mundo de conocimientos acaba por dejarnos planos, cual ave que picotea un poco de todo sin profundizar en nada. Pero es que resulta complicado, cuando uno está ávido de conocer cosas, centrarse en parcelas concretas: aquello de la especialización versus la generalización. Bueno, retiro lo de «versus» ya que según la Fundeu es mejor decir «contra, frente a, o en comparación con».

Las actuaciones de nuestros dirigentes, con su visión cerrada y cicatera en la gestión de la crisis económica que nos azota desde hace años, han apretado las clavijas en los puntos en que más fácil resulta. Uno de ellos ha sido la educación. Es sabido que a ningún dirigente le gusta que el pueblo esté bien formado porque puede pensar y en ese caso será mucho más difícil de controlar. Yo recuerdo de muy pequeño aquellas vísperas del primero de mayo en la época franquista, en las que la televisión en blanco y negro hacía el extraordinario de alimentar al vulgo con corridas de toros y partidos de fútbol de tronío para que todo el mundo se quedara en casa y dejara de pensar en manifestaciones y algaradas que no gustaban a los que mandaban. «Atontémosles con pan y circo y así no pensarán en salir a la calle y hacer manifestaciones que no nos convienen».

En un magnífico libro de reciente auto publicación en electrónico por su autora Consuelo Sanz de Bremond que lleva por título «Traficantes de mentiras: o cuando las moscas se equivocan», se abunda con escuetas y certeras palabras en este mismo tema: «…Entonces pensó en la otra posibilidad: la alergia a leer. Esa enfermedad tan del siglo pasado y del recién iniciado veintiuno que afectaba incuestionablemente a toda España. Una pandemia que junto con la inclinación del gobernante de turno por crear una sociedad donde destacara la mediocridad —ya se sabe: masa más ignorancia es igual a masa manejable— permitía la formación de súbditos desprovistos…». Y haciendo mención a la mediocridad, no está de más releer la entrada dedicada al tema en este blog.

Para los que tengan alergia al diccionario, la acepción dos de intonso tiene como significado «ignorante, inculto, rústico» al igual que las acepciones tres y cuatro de borrego rezan como «hombre que se somete gregaria o dócilmente a la voluntad ajena» y «coloquialmente, hombre sencillo o ignorante» respectivamente.

Pues eso, que estoy de acuerdo con Arturo Pérez Reverte y que si hay intonsos en nuestra sociedad actual es porque no sé preocupan por salir de su «intonsura» o «destonsura» para contrarrestar los denodados esfuerzos de nuestros gobernantes, cortos de visión de futuro, en sumirnos profundamente en ella.



domingo, 15 de marzo de 2015

CABLEADOS




He estado tentado de cambiar una de las letras del título de esta entrada, concretamente la «l» por una «r», para expresar el sentimiento que nos produce a muchos ciudadanos esa manía que tienen las empresas de cambiarlo todo. Se supone que es para mejor, pero los cambios se suceden de una forma tan rápida que nos encontramos con algunos problemas con demasiada frecuencia y repetitividad.

Supongo que no solo es mi caso sino el de muchos otros, el ver como proliferan en nuestras casas cajones llenos de trastos y cachivaches, archiperres, en un intento siempre infructuoso de estar al día, especialmente si de nuevas tecnologías hablamos. Los dos cajoncitos que se pueden ver a la izquierda de la imagen están repletos de cables y accesorios relacionados con el mundo de los ordenadores y adláteres que poco a poco se van incorporando a nuestros hogares: cables de red, eléctricos, USB de varias formas, formatos y larguras, machos y hembras, transformadores, cables para la placa base, enchufes-transformadores de ereaders, tabletas y teléfonos, tornillos, conectores, ladrones, clemas, conectores de telefonía y de red... Y estos dos cajones son los relacionados con este mundillo, pero hay otro repleto de lo mismo relacionado con el sonido, otro con mandos a distancia de televisiones y aparatos, otro con pilas, cargadores, transformadores…

Y lo malo de todo ello no es tener tamaña proliferación, sino que con demasiada frecuencia ocurre, leyes de Murphy ya se sabe, que no tenemos el que necesitamos. Parece imposible que entre tantos no esté el que nos hace falta, pero ocurre, y con inquietante frecuencia. Los ingenieros y desarrolladores de las empresas deben de gastar bastante materia gris en inventar y poner en el mercado nuevos «gadgets» para confundir al personal e ir generando entropía. Se dice que es el progreso y con toda seguridad lo será, pero los malos momentos que nos hacen pasar a los ciudadanos de a pie en los períodos de migración solo los conocemos los que los sufrimos en carnes propias. Cada uno tendrá sus batallitas que contar en relación a este tema. Yo tengo algunas que empezaron allá en los setenta del siglo pasado cuando los sistemas de vídeo empezaron a irrumpir en nuestras casas, pero para no irme tan atrás voy a referir la última, que le puede ocurrir a cualquiera.

Hace un par de meses cambié mi ordenador portátil. El antiguo ya tenía siete años y era el momento de renovarse. Como suelo hacer cuando adquiero un aparato nuevo, me leo el folleto que lo acompaña de cabo a rabo. Bien es verdad que en muchos casos, con harta frecuencia ya, el folleto brilla por su ausencia y hay que acceder a internet para ver o descargar el manual, que viste más y es más moderno. Como digo, acostumbro a darle un buen repaso y ver las novedades que me aporta, en este caso con respecto al anterior. Descubrí una de ellas, cuál era la salida de señal HDMI, con lo que incorporé a mi maletín de transporte un cable de este nuevo tipo por si fuera necesario en algún momento. Pero hubo una diferencia que no descubrí y que a punto estuvo de llevarme por la calle de la amargura.

El martes pasado tenía que dar una charla en una biblioteca local. Suelo apoyarla con unas cuantas imágenes enclaustradas en el clásico «power-point». Una día de estos tengo que darme una vuelta y cambiar a «prezi» pero lo voy procrastinando haciéndome ver a ni mismo que lo importante es lo que se cuenta y no las formas y el programa utilizado. Como ya he visto muchas batallitas en este mundo de las charlas y presentaciones, más como oyente que como ponente, me gusta ir unos días antes para verificar las condiciones tales como observar la sala donde va a tener lugar, comprobar que se dispone de alargadores eléctricos para los enchufes aunque yo me llevo los míos —es la experiencia—, probar la conexión del proyector o cañón a mi ordenador, ver si hay sistema de sonido —me llevo mis altavoces portátiles— o la mejor forma de situar el proyector, ya que en una ocasión acabé utilizando una papelera dada la vuelta, cubierta con una bolsa de basura y puesta encima de una mesa. En este caso tuve que utilizar una pila de libros por aquello de que estaba en una biblioteca.

Menos mal que fui unos días antes a probar. Descubrí que mi flamante, moderno y nuevo ordenador no tiene salida VGA. Ni me había enterado, era una cosa que daba por supuesta en TODOS los ordenadores portátiles, para poder enchufarlos a una pantalla auxiliar. Pues, no, HDMI y solo HDMI. ¿Cuántos cañones o proyectores de los que existen en colegios, bibliotecas, empresas, universidades o centros en general tienen entrada vía HDMI? Yo no he visto todavía ninguno por unos cuantos con la clásica VGA. Los modernos, he consultado en internet, si van disponiendo de conexión HDMI, pero hasta que sea normal encontrarse con ellos, lo que hay y mucho por ahí son VGA.

Quedaba lo de siempre, un cable nuevo conversor de HDMI a VGA, como el que se ve en la parte derecha de la imagen. Pero no fue fácil encontrarlo en el comercio local y me tuve que desplazar otra localidad. Y encima ni que fuera de oro, casi 24 euros el cablecito, aunque supongo que buscando por internet en Ebay o sitios similares serán más baratos, pero el tiempo apremiaba.

Otro cable más que echar al cajón de los cables perdidos y olvidados. Y me hago la observancia personal de que en la parte HDMI es macho y en la parte VGA es hembra. ¿Intuyen por qué me lo pregunto?


domingo, 8 de marzo de 2015

BIENESTAR





La definición de salud que nos brinda la Organización Mundial de la Salud, desde 1946, huye de la simplista ausencia de enfermedad y se adentra en el tema del bienestar: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.» Bienestar es un vocablo que define la Real Academia Española de La Lengua en su acepción tercera como «Estado de la persona en el que se le hace sensible el buen funcionamiento de su actividad somática y psíquica».

Utilizo este blog en algunas ocasiones a modo de documentación personal, como una forma de tener archivados a mano y en un sitio fácil de recordar algunos asuntos que me interesan, además de que supone la oportunidad de compartirlos con aquellas personas que merodeen por aquí. Por ello, quede constancia de que esto no es cosecha propia, sino el resumen de un documento que me he encontrado referenciado en uno de los cursos MOOC sobre salud que he realizado en los últimos tiempos y que contiene unos consejos valiosos que, al menos a mí, me convendría recordar de vez en cuando. El documento aludido es un informe-guía con acciones concretas para mejorar el bienestar de la población y aparece firmado por Jody Aked, Nic Marks, Corrina Cordon y Sam Thompson.

Se identifican cinco acciones fundamentales, a saber: «Connect», «Be active», «Take notice», «Keep learning» y «Give», cuya traducción al español pudiera ser, respectivamente, «Relaciónate», «Mantente activo», «Estate alerta», «Aprende» y «Comparte». No se habla de edades y es por tanto aplicable a todas si bien es verdad que alguno de los apartados mejora con un cierto recorrido por la vida. Está demostrado que ejercitarse de forma activa en una o todas de estas cinco tareas eleva nuestra percepción de bienestar y contribuye a un mejor optimismo en nuestro deambular por este mundo. Son ideas genéricas que pretenden incitarnos a incorporar ciertas actividades de manera que formen parte de nuestro devenir diario y las realicemos casi sin darnos cuenta y sin esfuerzo considerable. Los principales preocupados por nuestra salud tanto física como mental, está claro, debemos ser nosotros mismos y toda actividad, insisto en lo de física o mental, contribuirá a mantener nuestro cuerpo en un buen tono y nuestra mente alejada de visitas indeseadas en forma de «alzeimeres» o «parkinsones» por ejemplo. Nunca será un tiempo gastado sino por el contrario muy bien empleado en nuestro propio bienestar.

Connect… Relaciónate. Con la gente que te rodea. Con la familia, los amigos, los colegas y los vecinos. Con antiguos compañeros de trabajo que hace tiempo que no ves. En casa, en el trabajo, en la escuela o en tu comunidad local. Llama o visita a tus padres, a tus familiares, escribe una postal, utiliza el correo electrónico o el wasap, ve a la biblioteca, apúntate en el coro local, colabora con proyectos humanitarios. Haz de estos encuentros una piedra angular de tu vida e invierte tiempo en desarrollarlos. Estas relaciones te enriquecerán cada día.

Be active…Mantente activo. Ve a caminar o a correr, al gimnasio o a la piscina, sube o baja escaleras, sal al jardín, baila, patina, monta en bicicleta, vuela una cometa. Fuera de casa preferentemente. La actividad o mejor el ejercicio hace que te sientas bien. Lo más importante es descubrir una actividad física en la que disfrutes y se adapte a tu nivel de movilidad, idoneidad y disponibilidad de tiempo.

Take notice…Estáte alerta. Lee periódicos, libros, revistas. Escribe un blog, haz sudokus o crucigramas, asómate a internet. Habla, comenta, discute, participa. La curiosidad es el mejor antídoto de la vejez. Moviliza tus neuronas, encuentra espacios de investigación en los que sumergirte.

Keep Learning…Aprende. Prueba algo nuevo, recupera intereses dormidos, ve al trabajo con otro espíritu, cultiva la iniciativa propia, desmonta algún trasto viejo, métete en la cocina, inscríbete en un curso MOOC, fomenta la inquietud con todo y con todos. Apúntate a un curso para mayores en la universidad, aprende a tocar un instrumento, aunque sea un bombo. Hay tantas cosas que aprender… Plantéate retos alcanzables que te harán agradable y gratificante el camino a recorrer hasta alcanzarlos.

Give… Comparte. Haz algo bueno de forma desinteresada para un amigo o un desconocido. Agradece algo a alguien, sonríe, participa en acciones comunitarias de ayuda, interésate por los bancos de tiempo, colabora en actividades sociales, crea conexiones con los que te rodean especialmente si son desconocidos. Su felicidad y su agradecimiento son más gratificantes para ti de lo que pudiera parecer.

El manual completo en formato PDF, en inglés, puede obtenerse haciendo clic en este enlace



martes, 3 de marzo de 2015

ESCRITORIO



Llevo más de cuatro décadas de actividad laboral y, en diferentes campos y cometidos, todas ellas han transcurrido en oficina. Mi trabajo siempre se ha desarrollado en una mesa o escritorio cuya fisonomía ha cambiado muchas veces a lo largo de estos años. Los tiempos también han cambiado mucho y aunque parecía que siempre la mesa de trabajo era un elemento personal, actualmente en algunas organizaciones mal organizadas esto ya no es así pues con solo mirar a mi entorno veo mesas ocupadas por dos y tres personas apiñadas que es imposible que desarrollen un cometido mínimamente profesional. Pero así son las cosas en estos tiempos modernos.

¿Dice algo nuestra mesa de nosotros mismos? Opiniones hay para todos los gustos y habría que preguntar a los que se acercan a ella por primera vez si la disposición de los elementos en la misma les induce a formarse un planteamiento inicial. Yo añadiría que es más indicativa una mesa cuando se está ausente, fuera del período laboral. 

Los papeles nos persiguen desde el inicio de los tiempos. Es meridianamente claro que no podía ser igual un escritorio de los años setenta del siglo pasado que uno actual. Probablemente en aquel hubiera una máquina de escribir y en el actual haya un ordenador. Probablemente en aquel hubiera una agenda y un listín telefónico y en el actual no. Y por acabar de poner ejemplos, en el actual algunos tendrán Post-its en papel pegados en la pantalla del ordenador en vez de utilizar los mil y un programas que permiten hacer esto mucho mejor de forma electrónica. Pero somos de siempre amantes del bolígrafo y el papel. 

Mi evolución a lo largo del tiempo en este asunto de la ordenación del escritorio ha tenido varias fases. Mis comienzos como administrativo tuvieron lugar en una mesa de despacho que no era mía, porque no había sitio, sino de mi propio jefe, que por lo general estaba ausente de la oficina. Coincidíamos poco y menos mal que la mesa era relativamente grande, ya que cuando estábamos los dos me tenía que apañar en un lateral de mala manera. Posteriormente, como administrativo en una oficina bancaria ya dispuse de mi propia mesa pero la vorágine del día a día me llenaba la mesa de papeles y archiperres y nunca era capaz de verla limpia. Según acababa la jornada así quedaba, para desesperación de Amparo, la señora que iba a hacer la limpieza por la tarde y que de vez en cuando se pasaba por la oficina por la mañana a echarme la bronca por no dejar la mesa recogida y advertirme que así no me la limpiaría nunca y que llegaría a ver telarañas en la misma. 

Con posterioridad pasé a un departamento central a iniciar mis labores como informático. Era una época en la que todavía no existían los ordenadores personales y nuevamente mi mesa estaba permanentemente inundada de papeles, listados, manuales, tarjetas perforadas, útiles de oficina y demás trastos necesarios para mi trabajo. Era, a mis ojos, un desorden ordenado dado que yo sabía en todo momento donde estaba cada cosa, pero no creo que les pareciera lo mismo a los que se acercaban a preguntarme algo o trabajar conmigo. En aquella época dispuse siempre, además de la mesa de escritorio con sus cajones, de un armario con espacio para guardar la ingente cantidad de papeles y manuales necesarios: nunca había suficiente espacio en el armario pero también se cumplía aquella norma que sigue vigente de que tanto espacio como tengas tanto espacio como llenas. 

En el mes de abril de 1984 todo cambió. «Todo cambio siempre representa una oportunidad» y un traslado de oficina me brindó a mí la ocasión de cambiar de una vez para siempre en este asunto. Desde ese día mi mesa está generalmente limpia y ordenada, especialmente cuando es fuera del horario laboral. La que se puede ver en la imagen que acompaña esta entrada es la mía en estos momentos. 

Ahora todas las mañanas al llegar y todas las tardes al marcharme observo el pequeño ritual de sacar o meter las cosas en su sitio en los cajones de la mesa. Pocas cosas, la verdad, un bloc de notas y un soporte para mantener el móvil vertical. Los elementos del ordenador y el teléfono, como puede verse en la imagen, son lo único que queda sobre la mesa. Yo soy un obseso del escáner y todo lo que pillo que puede resultarme útil para el futuro es devorado por este aparatito y «archivado» convenientemente, bien en un fondo de armario si es un papel oficial a conservar bien en la papelera. 

Nunca, que yo recuerde, me han hecho un comentario sobre este asunto salvo en una ocasión, en que mi jefe me afeó la conducta de dejar la mesa tan limpia. Habíase producido una fusión de empresas y me integré en un nuevo espacio con nuevos compañeros. «Donde fueres haz lo que vieres» reza el dicho popular y lo que allí se podía ver eran muchas mesas abarrotadas de papeles y trastos. Yo no estuve dispuesto y desde el primer día de mi llegada mantuve mi mesa limpia como la patena. Si iba a trabajar en un tema sacaba los papeles de ese tema y guardaba los del anterior y al final del día todo recogidito. Mi jefe me hizo ver al cabo del tiempo que mi mesa contrastaba con las del resto de mis compañeros. «Parece que no haces nada» me espetó, con esa mesa tan limpia. Yo le contesté que mientras solo lo pareciera íbamos bien. Y seguí con mi criterio, lo que no debió de gustarle mucho. Pero como otras tantas cosas en esta vida que no nos gustan, que no cambiamos y que además queremos hacer comulgar a otros con ruedas de molino para no quedarnos nosotros mismo con el culo al aire y que se nos note. 

«Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa». Yo creo que un escritorio limpio y ordenado favorece nuestra actividad y cuando se toma por rutina el mantenerlo así, el esfuerzo es mínimo. Recordemos que nuestro cerebro se acostumbra a todo y no «vemos» el desorden pero sí que lo tenemos presente. Un elemento que no falta nunca en mi mesa desde hace años y que no tiene nada que ver con el trabajo, pero si con mi salud, es la botella de agua que me incita y me recuerda beber esos dos litros diarios que son necesarios y convenientes. Curiosamente, en la red y buscando con la ayuda del doctor Google hay, como no, miles y miles de entradas sobre el asunto de las mesas de trabajo y los escritorios y su organización: montones de consejos para mantenerlas limpias y ordenadas. Solo se trata de leer unos cuantos y si nos interesa, seguirlos. En 1984, cuando yo tomé mi decisión, Google no existía… 

Y por dejar una pregunta en el aire… ¿Qué opina sobre los marcos con fotos familiares o personales en el escritorio?