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lunes, 28 de diciembre de 2009

PC

Cuando en 1981 la empresa IBM puso en el mercado el primer “Computador Personal”, estaba sentando las bases de llevar a los hogares lo que hasta ese momento había estado reservado a grandes empresas: la posibilidad de disponer de un ordenador a nivel personal para almacenar información y realizar diferentes procesos de forma automatizada y rápida.

Esto ha sido una constante a lo largo del tramo final del pasado siglo XX. Los hogares se han ido llenando de aparatos que los que antes era impensable disponer a nivel casero. Un ejemplo de ello es el vídeo, que empezó también por los años 80 a introducirse para poder disponer en el momento que deseáramos de programas de televisión y películas. La música había llegado antes a través de los discos de vinilo y los radiocasetes. Pero poco más había en un domicilio que la televisión, en blanco y negro hasta finales de los setenta, y el tocadiscos, además de por supuesto la radio que llevaba mucho tiempo como reina del contacto del hogar con el exterior.

Ahora estamos invadidos de “cacharros” que nos sirven para hacer multitud de cosas y que en teoría nos hacen la vida mucho más confortable. Pero también pagamos un precio por ello, no solo económico sino en tiempo y dedicación.

Volviendo al tema del Personal Computer, los primeros Sinclair, Commodore y Amstrad, utilizando el televisor como pantalla, empezaron a dejarnos hacer nuestros pinitos en la informática, no solo por la posibilidad de iniciarnos en lenguajes de programación, tales como basic o logo, sino por la posibilidad de generar imágenes e incluso música. Recordemos que el precio de un PC de IBM por aquellas fechas era de un millón de las antiguas pesetas y que los pequeños no eran precisamente baratos. Mi primer PC fue un Commodore-64 que compramos entre tres compañeros de la oficina y del que disponíamos semanalmente por turnos.

Ya a principio de los 90 con el desarrollo y la producción en serie de PC el precio fue abaratándose poco a poco al tiempo que se fueron desarrollando nuevos sistemas operativos y programas para hacer todo tipo de trabajos, tanto profesionales como de ocio. El desarrollo de la internet que explosionó a mediados de los años 90 fue el espaldarazo definitivo para que todos, o casi todos, tengamos la necesidad de poner un PC en nuestras vidas, y no solo de ponerlo sino de utilizarlo más tiempo del que quizá debiéramos. He oído con cierta frecuencia a mujeres decir de sus maridos que “se pasa todo el día en el ordenador”.

En la línea que hemos hablado de llevar todo al confín casero, el ordenador es hoy en día un punto central. Se parte de la base de que todos tenemos ordenador en casa y con conexión a internet, preferiblemente ADSL con una cierta velocidad. Y basados en esto, las empresas y desarrolladores nos envuelven en una dinámica cada día más creciente de utilizar el ordenador como base de todo. Vamos a poner algunos ejemplos, que si bien todavía no son generalizados pueden ser la base de lo que ocurrirá en el futuro no muy lejano.

Lo primero que llegó al ordenador fue la música. La digitalización de la música tradicional en los conocidos MP3 y otros formatos similares, empezó a llenar los discos duros de los ordenadores. La posibilidad de conectar el ordenador con el amplificador y el equipo de música tradicional ha ido relegando los CD’s a los trasteros y lo irá haciendo cada vez más al disponer hoy en día de discos duros multimedia que situamos al lado de la televisión y el equipo de sonido y que permiten disponer de cientos de CD`s sin ocupar espacio y disponibles con solo encender la televisión y utilizar el mando a distancia para seleccionar carpetas que pueden contener cientos de horas de música sin tener que andar cambiando los discos de forma física.

Luego le llegó el turno a la imagen, que también sucumbió a la digitalización. En cuanto a la fotografía, las cámaras de película van desapareciendo paulatinamente y dejando paso a potentes y modernas cámaras digitales con las que tomamos cientos y cientos de imágenes apenas sin coste que acaban siendo archivadas, como no, en el disco duro de nuestro ordenador. Al igual que la imagen estática de una fotografía, la imagen en movimiento de una película ha pasado por el mismo proceso de digitalización. Los vídeos tradicionales en cinta van muriendo poco a poco dejando paso a grabadores digitales en DVD o en disco duro, cuando no los propios discos duros multimedia situados al lado del televisor hacen esta función. El medio físico, disco, cinta, CD, DVD…. Tiende a desaparecer y dejar paso a la grabación en disco duro. En mi caso tengo que decir que es así.

El proceso que está explosionando en estos momentos es el del libro electrónico. Se creía que no le iba a llegar el turno, pero está ahí. Yo ya tengo varios amigos que leen libros, revistas y periódicos en su lector digital y yo mismo entraré en ese mundo en unos días si los Magos de Oriente tienen a bien acceder a mi petición. Como todo cuando empieza, los aparatos son caros, hay multitud de formatos y posibilidades y la cosa está liada, pero he decidió meterme en ella y que me quiten lo "bailao".

Este es un proceso imparable. La industria seguirá desarrollando ordenadores más potentes, discos duros más capaces y fiables y nosotros iremos metiendo todo esto en nuestros hogares para disponer cada vez de más y más información y hacer las cosas de diferente manera a como las hacíamos hasta ahora.

En tono un poco jocoso, que se preparen los churreros, que dentro de poco estaremos haciendo los churros con el ordenador de nuestra casa.

domingo, 13 de diciembre de 2009

FUGAS


El momento de escribir estas pequeñas disquisiciones mentales es una buena excusa para echar un vistazo al diccionario. Con acceso a internet es muy cómodo y de paso se puede aprender siempre algo nuevo. La palabra del título tiene varias acepciones. La que a mí me parecía más normal, por aquello de las muchas películas que han tratado el tema, la de escaparse de una prisión no aparece muy contemplada en el diccionario.

Yo aquí me voy a referir a otras mucho más caseras, más cercanas y más fastidiantes.

El mundo de internet ha revolucionado nuestras vidas. Por lo menos la mía, Y para pequeño botón de muestra esta historia que les voy a relatar. Tomé contacto con internet hace ya trece años con motivo de mi trabajo y a través de conexiones en la empresa. No había tanta información como ahora pero el correo electrónico ya supuso un salto cualitativo que te permitía contactar en minutos con personas que estaban a miles de kilómetros. El teléfono también lo permite, pero no es lo mismo.

Hoy día, con mucha, muchísima más información, bien es verdad que buena, mala y regular, podemos buscar y encontrar solución a nuestros problemas, aunque en algunas ocasiones no resulta fácil y hay que tener un poco de tesón y convencimiento en la búsqueda, tratando de no darse por vencido a las primeras de cambio.

Y Vd. dirá que qué tiene esto que ver con las fugas. La acepción que me interesa del diccionario reza así; “Salida de gas o líquido por un orificio o por una abertura producidos accidentalmente”. La llegada a nuestras casas de servicios como el gas o el agua hace que tengamos la posibilidad de que se produzcan fugas. En la casa del pueblo de mi abuela, hace cuarenta años, donde el agua corriente era a base de ir con cubos a la fuente pública, pocas fugas de este tipo se podían producir.

Hace poco más de dos años tuve una fuga en el circuito de la calefacción, ese que hace unos años dejaban enterrado bajo baldosas, azulejos y parquets como si fuera eterno. Pues no, no es eterno y con el paso del tiempo se producen fugas. Fue una locura y menos mal que la parte pecuniaria corrió a cargo de la compañía de seguros. Para complicar la cosa vivo en un piso donde no hay vivienda humana debajo. Supongo que los animales que moren allí, ratas o similares, no van a subir a quejarse si detectan que les cae agua procedente de la fuga del circuito de mi calefacción, cosa que sí hice yo con mi vecino de arriba cuando le ocurrió a él y el agua me caía a mí. Estoy especialmente sensibilizado con esto, ya que hace años, en una época temporal en la que vivía una casa antigua, se rompió una tubería en el baño a media mañana que dejó las casas de los vecinos de abajo pasadas por agua y remojadas, y hasta tuvieron que cortar el agua de todo el edificio llamando a los empleados municipales ya que yo estaba fuera y no me pudieron localizar.

Como digo, hace dos años sufrí la misma avería. Lo difícil es localizarla para lo que hubo un primer intento fallido en una habitación que costó levantar el suelo de parquet, ponerlo de nuevo y acuchillar y barnizar. Una locura. Al segundo intento se localizó la avería en la terraza, justo en la salida de la caldera y la cosa fue menos engorrosa.

Pero otra vez no, tener que volver a lo mismo de nuevo en tan poco tiempo. Como la pérdida no era muy grande, solo cuando la calefacción estaba puesta, rellenaba y rellenaba el circuito, a veces hasta en tres ocasiones al día para evitar la falta de presión. Paralelamente me puse a investigar en internet a ver si había alguna solución “no cruenta” a este asunto. Realmente iba buscando un sistema de inyectar líquido especial en el circuito y tratar de localizar la fuga con una aparato de rayos-X pero ya me dijeron y lo constaté que esto solo funcionaba con tuberías con gran presión, y la nominal de un circuito de calefacción, alrededor de 1,2 en mi caso, no es suficiente para que este sistema de RAYOS-X funcione.

No me di por vencido y de vez en cuando atacaba a Mr. Google buscando y buscando información sobre fugas, fontanería, calefacciones, circuitos, etc. etc. La constancia fue premiada. En una web alemana ( http://www.sks-sotin.de ) encontré información en castellano acerca de una serie de productos líquidos que podían ser mezclados con el agua del circuito y corregían las fugas. No me lo podía creer, ni que existiera esto ni que además funcionara. Abierta esta línea de investigación, el asunto era conseguir el producto y utilizarlo. La representación en España está radicada en Barcelona y en una llamada telefónica a esa empresa no vi posibilidades reales de que me facilitaran alguna dirección en Madrid o que me mandaran por correo o courier el preciado líquido al ser yo un particular.

Vuelta a investigar de nuevo hasta que por fin encontré un gran almacén en Madrid (http://www.suner.es/ ) en el que disponían, por el momento, de una última botella del “preciado líquido”. Una llamada telefónica, una reserva y tras abonar el precio, que no es pequeño, tuve la botella de 1 litro en mi poder. Lo más importante estaba conseguido, pero ahora había que hacer lo más fácil, en teoría, que era introducir el líquido en el circuito de calefacción. Lo suyo era llamar a un fontanero, exponerle el caso y conseguir que viniera a casa.

Después de haber estado investigando e investigando, no estaba de más seguir investigando acerca de métodos y formas para hacer esto. No fue tampoco fácil, pero en un foro vi una entrada de una persona que sugería lo que yo acabé realizando: Desmontar el purgador de un radiador, preferentemente en cocina o baño por aquello del agua que se pueda salir, vaciar un poco el circuito y poco a poco introducir el líquido. Para facilitar esto me preparé un invento casero como el que se puede apreciar en la fotografía a base de un canuto de silicona y un embudo. Comentándolo con un amigo me habló de haber comprado en la farmacia unas jeringuillas de gran tamaño que me hubieran servido igualmente. Tarea conseguida.

El proceso estaba realizado. Ahora quedaba ver si funcionaba, pues yo no las tenía todas conmigo. Pues….. ¡ FUNCIONA ¡ Han pasado ya varios días y el circuito no ha perdido ni una gota, se mantiene exacto en su presión nominal de 1,2.

Se me antoja que este es un producto revolucionario y que solucionaría de forma limpia y elegante problemas de este tipo que son frecuentes en instalaciones antiguas que discurren por debajo de los suelos. Al parecer ahora se ubican en los techos bajo escayola que es más fácil de destrozar y reponer, además de verse enseguida donde está la fuga.

Como de internet he obtenido información, este es mi granito de arena al devolver, a internet, esta información.

sábado, 5 de diciembre de 2009

ñ



Allá por mediados de los años setenta del siglo pasado, uno de mis cometidos en el departamento de informática de una gran entidad bancaria española era ocuparme de las impresoras, esas máquinas que estaban todo el día vomitando papel continuo, ese con agujeritos a los lados y generalmente pautado para una mejor legilibilidad dada su anchura, que era considerable, 12 pulgadas nada menos. Aunque el modelo es lo de menos para el conocimiento general, dejaré constancia aquí de que se trataba de una 1403 de IBM.

Las posibilidades de adaptación y de personalización de la impresora eran muy pocas. Teniendo en cuenta que la fabricación era americana, el juego de caracteres estaba formado por las letras, mayúsculas y sin acentos, los números y algunos de los signos del alfabeto inglés o internacional como se daba en llamar en aquellas fechas. Estaban la arroba (@), el signo del dólar ($) y el que los americanos llamaban “number” (#) y que aquí recibía toda clase de acepciones quedando como más popular la de almohadilla. Pero hubo una cosa que me llamó la atención desde el principio, y no fue otra que la inexistencia de la letra, mayúscula, “Ñ”, tan española y con tanto derecho como las demás.

Con un poco de prurito más personal que profesional, empecé a interesarme por el tema. La contestación que obtuve de mis superiores y de los responsables de IBM es que las cosas eran así y que no tenía el asunto mayor importancia. Uno de los trabajos que mayor imagen externa era la impresión de la correspondencia de los clientes, entre los que había algunos en cuyos apellidos figuraba la letra “ñ”. Supongo que para las personas que recibían sus comunicaciones sin su nombre correctamente escrito sí que tendría alguna importancia.

Al no existir la “ñ” en el juego de caracteres de la impresora, se había tomado como medida el sustituirla por la anteriormente mencionada almohadilla, aunque también durante algún tiempo se utilizó el “slash” e incluso el signo del dólar, a juicio y criterio del empleado que tecleaba los datos en los teclados de los terminales bancarios que, lógicamente, tampoco disponían de la controvertida “ñ”. Así, apellidos tan corrientes como PEÑA u OCAÑA podían verse escritos en la correspondencia de los clientes como PE#A, OCA/A o PE$A. Eso cuando el empleado, en un arrebato de que las cosas se parecieran lo más posible a la realidad sustituía la “ñ” por una simple “n”. En el caso de OCAÑA se vería como OCANA pero en el caso de PEÑA el resultado era PENA, cuyo significado era muy distinto al original.

Tomándomelo como una cuestión profesional, indagué la posibilidad de disponer en el juego de caracteres de las impresoras de la letra “Ñ”. Incluso involucré a mis jefes para tomárnoslo como una cruzada contra esa imposición absurda. La andadura fue larga, difícil y costosa, ya que hubo que hacer un encargo especial a la fábrica de IBM en Estados Unidos para que nos mandaran cadenas adaptadas que contuvieran la “Ñ” para nuestras impresoras y además hubo de modificarse el programa de control interno de la máquina para que reconociera e imprimiera el carácter o carácter que decidiéramos con la “Ñ”. Otro problema. Teniendo en cuenta que en la mayoría de los ficheros con titulares, antes no se llamaban bases de datos, las eñes se había puesto como “/” parecía lógico imprimir el “/” como “Ñ” pero esto no se podía hacer, puesto que el slash también se empleaba para otras cosas, tales como los números de expediente que tenían la forma 207/1976, por lo que no podíamos desvestir un santo para vestir otro.

Al final se optó por imprimir la almohadilla como “Ñ”. Recordemos que solo había mayúsculas en aquellos años. La tarea enorme era ahora buscar por todos los ficheros de datos donde hubiera símbolos utilizados como “eñes”, y cambiarlos por almohadillas de forma que al llegar a la impresora tuvieran su “Ñ” además de instruir a los empleados de las oficinas para que a partir de ese momento se utilizara la almohadilla en lugar de la ñ en los datos que se introdujeran a través de los terminales.

Aquello fue un trabajo enorme y supongo que nunca se llegó a acabar del todo. También desconozco si los PEÑA y los OCAÑA se alegraron un poquito cuando les empezaron a llegar sus cartas con su apellido correctamente escrito. Si una entidad bancaria de primer orden no se preocupa de estas cosas, que parecen nimiedades pero que no lo son, quién se va preocupar de ello.

A finales de los setenta empezaron a llegar a los departamentos de informática las primeras impresoras con caracteres programables. Ya que hablamos de modelos diremos que fue la laser 3800, con lo cual cada instalación podía generarse los caracteres que quisiera a su gusto. Incluso diseñamos signos raros que combinados debidamente eran firmas. Aún se tardó un tiempo en empezar a hablar de los juegos de caracteres nacionales y ahí empezó otra lucha para asignar un código binario a las eñes, tanto la mayúscula como la minúscula, a nivel internacional. Pero recordemos que el inglés no tiene acentos, por lo que hubieron de asignarse códigos también a las letras mayúsculas y minúsculas acentuadas.

Para un ordenador es un símbolo completamente diferente la “a” que la “á” . Pero ahí no acababa la cosa, dado que ciertas lenguas disponían de caracteres tan especiales como podía ser nuestra “ñ”, tales como la “Ç” presente en Francia y Cataluña. En fin, un verdadero galimatías hasta que todos los países se pusieron de acuerdo para buscar incluir su letra o signo especial en el código binario. Diré aquí que el código empleado en los grandes ordenadores IBM, y que se sigue empleando, es el EBCDIC que consta de un máximo de 256 posibles códigos, pero no olvidemos que además de las letras y los signos hacen falta códigos para otras muchas cosas, por lo que no había tanto sitio para colocar todos los caracteres que se derivaron de la internacionalización del EBCDIC.

Luego, con la llegada de los ordenadores personales y caseros la cosa estaba un poco más clara, aunque hasta el propio gobierno español se involucró en una cruzada porque los teclados que se vendieran en España tuvieran la “ñ” que al principio ninguno la tenía. La cosa ha avanzado y la prueba es que hasta los dominios en internet pueden tener la “ñ” aunque no hace tanto de esto.

Sin embargo, la cosa no está solucionada del todo. Y si no que se lo digan a los hijos de un buen amigo, Miguel, que se llaman de apellidos SARIÑENA OCAÑA. Todavía no han conseguido que todos sus documentos, incluso los bancarios que reciben, vayan correctamente escritos.


lunes, 30 de noviembre de 2009

PASMADO-1


El título que debería de haber elegido para esta entrada sería “Cara de Haba-1”, pero insistiendo, mientras pueda, en los títulos sencillos, de una sola palabra, me he decantado por el de “pasmado”. El añadir el “1” es porque ya desde ahora espero que haya una segunda parte donde se resuelva lo que voy a contar, y deseo que sea pronto, aunque me temo que la demora será larga. Realmente la palabra “pasmado” no significa lo que parece, con lo que el título no está bien del todo, pero dejo para el curioso lector acceder al diccionario y comprobarlo.
Lo que me ocourrió el sábado pasado le ocurrió también hace años a un familiar, un hermano. La cuestión tardó en resolverse más de dos meses y eso con ayuda.
El pasado sábado se presentaba como un día laboral, intensamente laboral. A las seis de la mañana ya estaba dándole a la tecla, preparando un trabajo entregar el fin de semana, por lo que salvo las necesidades fisiológicas, tales como comer y acercarme a saludar al Sr. Roca, la jornada se presentaba intensa, si bien en casa. La familia fue literalmente expulsada a pasar el día fuera para disponer de mayor tranquilidad.
Sin embargo, a media mañana tuve que salir un momento a retirar dinero de un cajero automático. Fue un momento, pero va a durar mucho. Me dirigí a una entidad bancaria que no es la misma en la que tengo la cuenta y que es la que más cerca de casa estaba. La globalización permite el acuerdo entre entidades financieras para disponer de dinero, en algunos casos como este, sin comisión. La operación se desarrolló correctamente, me devolvió mi tarjeta, me imprimió el comprobante, me dijo aquello de “recoja su dinero” pero …. la ventana del dinero no se abría. Y no se abrió. Se oían ruidos internos como de contar y preparar el dinero, pero tras varios intentos, el cajero volvió a su situación original con aquello de “Inserte su tarjeta”. Aquí se me quedó la “cara de haba”: ¿Dónde estaba mi dinero? Y encima eran nada menos que trescientos euros, una cantidad ciertamente respetable. Para evitar que el dinero pudiera ser dispensado al cliente siguiente, con otra tarjeta intenté una operación que no llegué a finalizar con la que pude comprobar que no me daba el dinero.
Por si me quedaba alguna duda, me dirigí a otra entidad donde verifiqué que los trescientos euros del ala habían sido ciertamente debitados en mi cuenta, con lo que la operación había sido dada por buena. Me había quedado sin los euros y en mi cuenta ya no estaban. Llamé al teléfono de incidencias de la entidad del cajero donde amablemente me dijeron que tenía que dirigirme a mi banco y presentar una reclamación para que ellos a su vez reclamaran el dinero a la entidad del cajero, que vería si la operación había sido tal y como yo la contaba y en ese caso devolverían los cuartos.
Obediente, por lo que pudiera pasar, llamé a mi banco e inicié los trámites de la reclamación, tomaron nota y ya me advirtieron, lo que sabía por la experiencia de mi familiar, que la recuperación del dinero no iba a ser precisamente inmediata, ya que ellos se tenían que poner en contacto, reclamar, comprobar, verificar, estipular, consensuar, etc. etc. y ya se sabe, esas operaciones llevan tiempo. Estamos en la era de los ordenadores, de las “cosas al instante” pero ciertas cosas “llevan su tiempo”.
La situación que le ocurrió a un familiar fue parecida, aunque con mas “inri”, ya que fuimos a la oficina de la entidad a primera hora del día siguiente a reclamar el dinero. Un empleado que nos atendió allí nos enseñó el dinero, nos dijo que no había salido por el cajero porque un billete tenía una punta doblada pero que no nos lo podía dar, que había que reclamarlo….. Eso fueron dos meses y con ayuda de un empleado amigo de la central del banco de mi familiar, que si no no sabemos si se hubiera recuperado el dinero o si los dos meses hubieran sido algunos más.
Yo ya sabía que la entidad del cajero no me iban a decir nada, por lo que me he abstenido de perder de ir a trabajar y de presentarme a primera hora en la oficina. Lo he intentado por teléfono. He dado con una empleada amable y yo me he mostrado todo lo cortés, y sumiso, que he podido, para que me dijera si tenían constancia de esa operación y de que había resultado fallida, vamos que tenían el dinero ellos y no les constaba como que había sido retirado, por mí o por otra persona.
--- Comprenda Vd. que por teléfono no podemos facilitar este tipo de información ….. bla, bla, bla…. incluso aunque Vd. se persone aquí tampoco le vamos a poder decir nada …. Esto es un asunto interno …..
--- Pero señorita, yo le pudo aportar el comprobante que me ha dado el cajero donde figura la operación ….
--- Si pero comprenda, no le podemos decir nada .... diríjase Vd. a su banco para que nos reclame el importe y en ese caso ya atenderemos la reclamación si procede ….
O sea, que me quedo con la duda de si cuando llegue la reclamación, vaya Vd. a saber cuándo, procede o no procede que me devuelvan mi dinero. Entre tanto, esos trescientos euros estarán en el limbo y si los necesitara para comer o para cualquier otra cosa no podría contar con ellos.
En una segunda entrada, que se titulará “pasmados-2” espero contar la solución a este asunto. Me gustaría saber cuántas incidencias de este tipo se producen al día en los cajeros automáticos que utilizamos pensando que no va a pasar nada. Y como se solucionan. Y lo más importante, en cuanto tiempo. A partir de ahora intentaré sacar dinero en los cajeros de mi propio banco, así cuando se tenga que auto-reclamar a sí mismo, al menos no podrá echar la culpa a otro con plazos e historias.
Continuará ….

domingo, 22 de noviembre de 2009

TIEMPO-2


En el pasado mes de Mayo escribí una entrada en este blog con algunas reflexiones sobre el tiempo. “No tengo tiempo” es una frase que se escucha por doquier, a todo tipo de personas en todo tipo de situaciones. Las veinticuatro horas al día siete días a la semana son una convención que hemos aceptado todos y medimos con unos aparatos, a veces odiosos, llamados relojes que nos hacen ir muchas veces a un ritmo frenético y endiablado, especialmente cuando nos relacionamos con otros.

Estando de visita hace años en un pueblo de Soria, cuyo número de habitantes podía contarse con los dedos de las dos manos, descubrí una acepción del tiempo. Era un sábado por la
tarde y estábamos hablando con una señora ya mayor acerca de la posibilidad de poder visitar por dentro un preciosa iglesia románica de las muchas que existen por los pueblos de Soria. Nos dijo que la posibilidad estribaba en asistir a misa que precisamente se celebraba los sábados por la tarde. ¿A qué hora es la misa? Le preguntamos. Con una sonrisa fina nos contestó: ¡Cuándo venga el cura!. En estos tiempos que corren la misa no era a una hora fija. Seguimos hablando con ella y al cabo de un rato empezaron a sonar las campanas de la iglesia. Las pocas personas del lugar acudieron a la llamada y se celebró la misa. Sin horario. Increíble, pero una gozada este tipo de vida, aunque tiene otras facetas que seguramente no nos gustarían.

Releyendo de nuevo el estupendo libro “Vivir con plenitud las crisis” de Jon Kabat-Zinn me he encontrado con un párrafo que describe esta sensación de sentirnos envueltos por el tiempo sin poder resistirnos. El libro está escrito originalmente en 1.990 aunque la edición que yo tengo es de 2.003. Desconozco si ha habido revisión. Si no ha sido así este párrafo que más abajo incluyo tenía algo de visionario.

El doctor Kabat-Zinn nos propone cuatro formas de rebelarnos contra esta tiranía:

1. Recordemos que el tiempo es solo un producto de nuestro pensamiento.
2. Vivamos más el presente.
3. Dediquemos un tiempo al día a “ser”, a “meditar”, a “no hacer nada”.
4. Simplifiquemos nuestra vida.

A continuación el párrafo extraído del libro. La frase final no tiene desperdicio.

“En el pasado, las actividades humanas se adaptaban mucho más al ritmo de los ciclos de la naturaleza. Nuestros antepasados no se desplazaban tanto ni viajaban tan lejos. La mayoría moría en el mismo lugar donde había nacido, y todo el mundo conocía a todo el mundo. El día y la noche dictaban los diferentes ritmos vitales. Eran muchos los trabajos que no podían ser llevados a cabo por la noche por falta de luz. Sentarse por la noche alrededor del hogar, única fuente de luz y de calor, proporcionaba a la gente la oportunidad de relajarse. Tenía un efecto calmante además de calorífico. Contemplando las llamas y las ascuas, la mente podía concentrarse en el fuego disfrutando de ese momento, noche tras noche, mes tras mes, año tras año, a lo largo de todas las estaciones, y el tiempo se detenía en el fuego. Quizás el rito de sentarse alrededor de una hoguera haya sido la primera experiencia de meditación que tuvo la humanidad.

En el pasado, la vida de nuestros antepasados estaba regida por los ciclos de la naturaleza. El agricultor solo podía arar una determinada cantidad de tierra al día a mano o con un buey. Una persona solo podía recorrer una determinada distancia andando o a caballo. La gente estaba en contacto con los animales y con las necesidades de estos, y los animales eran los que imponían los límites del tiempo. Si el caballo era realmente valioso para su dueño, este sabía que no podía obligarle a recorrer largas distancias.

Hoy en día, vivimos alejados de los ritmos de la naturaleza. La electricidad nos ha proporcionado luz en la oscuridad, lo que ha generado una distinción mucho menos clara entre el día y la noche, y podemos trabajar después de ponerse el sol si estamos obligados a ello, o si queremos hacerlo. Nunca tenemos que ir más lentos por falta de luz. También contamos con automóviles y tractores, teléfonos y aviones a reacción, radios y televisores, maquinas fotocopiadoras y ordenadores personales y fax. Todos estos aparatos han hecho el mundo más pequeño y reducido de forma exorbitante el tiempo que nos lleva hacer las cosas, encontrarlas, comunicarnos, ir a algún lugar o acabar un trabajo. Los ordenadores han aumentado hasta tal punto nuestra capacidad de trabajo que, aunque por un lado sean liberadores, por otro, nos vemos sometidos a más presiones que nunca para realizar un trabajo de forma más rápida. Las expectativas propias y de los demás aumentan al tiempo que la tecnología nos proporciona el poder de hacer las cosas más deprisa. En lugar de sentarnos por la noche alrededor del fuego en busca de luz y de calor y para mirar algo, ahora podemos abrir y cerrar interruptores y seguir haciendo lo que tentamos que hacer. Después, también podemos mirar la televisión y creer que nos relajamos y que ralentizamos nuestro ritmo, pero la verdad es que viendo la tele nos sometemos a lo que podríamos llamar un "bombardeo sensorial".

Y en el futuro, con los teléfonos móviles en los coches e incluso en nuestros bolsillos, con los ordenadores portátiles, con el correo electrónico, con las compras por Internet, con la televisión inteligente y la televisión restringida, y con los robots personales, tendremos muchas más maneras de permanecer ocupados y de hacer más cosas en el mismo tiempo, con lo que aumentaran proporcionalmente las expectativas. Podemos conducir un coche y cerrar un negocio, podemos hacer ejercicio y procesar información, podemos leer y mirar la televisión en pantallas divididas en las que podamos ver simultáneamente tres o cuatro programas. Jamás perderemos el contacto con el mundo, aunque...
¿estaremos alguna vez en contacto con nosotros mismos?

domingo, 15 de noviembre de 2009

DIARIO


Por múltiples razones la gente escribe diarios. En cierto modo un moderno “blog” es un diario, aunque tiene otras connotaciones, ya que pudiéramos considerar el “blog” como un espacio público, que cualquiera puede leer, mientras que parece que el diario es más personal, más íntimo, casi de uso exclusivo para la persona que lo escribe. Entendiendo el diario como un poner por escrito las vivencias, pensamientos y sucedidos que acontecen a una persona durante un determinado período de tiempo. La palabra diario sugiere que debe ser cada día, pero en muchas ocasiones se trasciende esta temporalidad y se escriben referidos a períodos más amplios, semanas, meses e incluso épocas de la vida en las que uno siente la necesidad, por diversos motivos, de dejar un rastro escrito. Generalmente es una cosa personal, para recordar en el futuro y poder revivir con más intensidad experiencias que nos han sido gratas, o no tanto.
En lo que a mí respecta, he escrito diarios en múltiples ocasiones de mi vida y por diferentes motivos. Antes de la época de tener ordenadores en casa, los diarios eran por lo general manuscritos, en papeles, en hojas sueltas o donde se podía. El más completo de todos que recuerdo es el que realicé día a día durante todos los días de mi servicio militar, contando con pelos y señales todas mis vivencias en aquel año largo de secuestro legal. En muchas ocasiones pensé que si algún día me pillaban me iba a costar una buena reprimenda y quizá algo más, ya que lo escribía según lo sentía y lo veía. Y en el servicio militar, al menos en “mi” servicio militar había muchas cosas que no me gustaban. Las personas masculinas que lean esto y hayan pasado por la experiencia de servir a la Patria de aquella manera podrán entender a que me refiero.
Lamentablemente no obra en mi poder ese diario. Aprovechaba las salidas del cuartel para dirigirme a la oficina de correos y enviarlo de forma personal a mi entonces novia, Con el paso del tiempo lo perdí de vista y nunca lo recuperé. Hubiera sido un buen documento, ahora con el tiempo pasado y la “mili” abolida en su forma obligatoria, de ver lo que ocurrió allí y como se funcionaba en un cuartel perdido en una de las plazas africanas en la que consumí, desde mi punto de vista desperdicié, trece meses de mi vida.
Otro diario bastante detallado y denso se refiere a una etapa bastante accidentada de mi vida laboral. Escribir el diario era una manera de evasión, de poner por escrito todo aquello que acontecía y que se escapa a cualquier forma de desarrollo normal de un entorno laboral. De vez en cuando, ahora desde la distancia, me gusta leer algunos pasajes y recordar algunos hechos, para darme cuenta de lo que tiene que aguantar el ser humano para seguir adelante. Muchas veces me parece imposible que aguantara aquellas situaciones tan repetitivas y tan dañinas.
Reproduzco aquí una entrada de un día cualquiera. Como es lógico los nombres de las personas han sido sustituidas por códigos, que, ya aviso, pudieran parecer iniciales y no lo son. Son “motes”, más o menos graciosos o más o menos descriptivos de las actividades a las que se dedicaban mis “coincidentes laborales”, la palabra compañero tiene otras connotaciones muy diferentes, y que se servían para dar algo de humos a mi maltrecha existencia. Ahí va.
No había ninguna duda, pero día tras día nos afirmamos como un departamento maldito, como un grupo, o aprendices de grupo, que se esfuerza y se afana por mantenerse alejado de lo que debería ser un equipo. Pareciera que estamos deseando que cualquier componente tenga una desgracia y “meta la pata” para caer sobre él y expandir la basura por todos los lados y rincones. A primera hora de la mañana, =UBC= me ha sugerido que le acompañara a la sala de laboratorio a realizar una importante modificación que consistía en la activación dinámica de múltiples cambios que afectaban a varios ordenadores.
Estaba todo medido y estudiado con sumo cuidado, pero es evidente que la gente que trabaja y realiza operaciones y cambios es la que se puede equivocar. Los que están en su mesa, mirando y fisgando lo que hacen los demás, solo pueden aspirar a ser como los buitres, esperar la muerte de los demás y bajar después a ver qué pillan de sus huesos. Al llegar a la sala estaba allí =PFP=. No teníamos ni idea de lo que estaba haciendo, pero hemos esperado, pacientemente y sin decir nada, a que acabara sus operaciones. En algún momento ha llegado por allí =MHP=. Cuando han acabado, hemos empezado con lo nuestro.
Yo únicamente servía de apoyo moral a =UBC= ya que lo que iba a realizar era, aunque me suena, desconocido para mí. En un momento de las operaciones, hemos afectado de forma negativa a un ordenador, lo que ha derivado en una parada del sistema de pruebas, repito, de pruebas, de nuestro propio departamento. Inmediatamente hemos sido avisados y cuando lo estábamos mirando, cuando lo estaba mirando =UBC=, se ha recibido una llamada telefónica a través del encargado del laboratorio de =PFP= a ver qué pasaba. Se ha puesto =UBC= al teléfono y le ha dicho que se había visto afectada una máquina por el cambio que habíamos implementado pero que no sabíamos realmente que había pasado, que en cuanto lo supiéramos se lo comunicaríamos, a él y a todos los demás.
Hemos seguido a lo nuestro y al rato ha llegado =CHC= diciendo que se le había quejado =PFP= de que no habíamos querido contestar a su pregunta y ni siquiera hacerle caso. Le hemos aclarado lo que había pasado que distaba mucho de su acusación. Parece como que =MHP= y =PFP= pueden hacer lo que les de la gana, meter cambios a los sistemas a su antojo, sin contar con nadie, y sin embargo nosotros, integrantes del departamento como ellos, no solo debemos de abstenernos de hacer nada sino que tenemos que pedir permiso, a ellos, antes de hacer cualquier cosa. Ya en una ocasión anterior me han acusado de “poner en peligro la integridad de los sistemas” en palabras de un correo “incendiario” remitido por =PFA=, otro diferente de =PFP=, seguramente a instancias de =MHP=.
Cuando bajamos a la cafetería tras haber acabado nuestras operaciones, una persona de otro departamento, con risas y gracias, nos ha dicho que .... “ya os habéis cargado el sistema.... vaya vaya” lo que indica que se ha aireado la caída y quienes habían sido los autores. Nada extraño, sabiendo del proceder que habitualmente ostentan estos “compañeros”. Este ánimo ha hecho un poco de mella, creo yo, en =UBC=. Me he esforzado por hacerle ver que esa era la tónica habitual de “ellos”, de los “otros” conmigo y, por lo que estaba empezando a parecer, con él. Mi consejo es que estuviera preparado y diera a las cosas la importancia que tienen, que es mucha, pero que no le afecte.

lunes, 9 de noviembre de 2009

SUDOKU


Me encontré con este pasatiempo a principios del verano de dos mil cinco. Antes de entrar al trabajo, paraba en una cafetería en las inmediaciones del mismo para tomar café y no entrar tan pronto a “no trabajar”. Llegaba con antelación, por mor de no tardar demasiado en los atascos de la carretera, por lo que disponía de casi una hora que aprovechaba para tomar café y echar una ojeada a los periódicos del día. Dependiendo de las peleas entre los clientes se podía acceder a uno u a otro. El más solicitado era “El Mundo” y fue este diario el que popularizó el juego, entretenimiento o como queramos llamarle denominado “SUDOKU”. El popular británico “The Times” lo había empezado a publicar a finales del año anterior, pero al parecer los primeros vieron la luz a finales de los años 70 en New York aunque no tuvieron mucho éxito, siendo retomado el concepto en Japón a mediados de los años ochenta. De ahí el nombre, que en japonés significa “números solos”.
El modelo clásico es un cuadrado de 9 x 9 celdas dividido a su vez en 9 sub celdas de 3 x 3 cuadrículas. La solución consiste en rellenar todas las celdas con números del 1 al 9 de forma que no se pueden repetir ninguno ni en una fila, ni en una columna ni en una sub-celda. Esta norma sirve a su vez como regla para la solución, al ir descartando posibles números a colocar en cada celda en función de que ya existan en la columna, fila o cuadrícula a que pertenece.
Los buenos “sudokus” tienen una solución única. El grado de dificultad viene dado por la disposición y la cantidad de números suministrados como punto de partida para empezar el juego. En todo caso es un tema de paciencia y de evaluar los posibles números a situar en cada celda, pero con la experiencia y con publicaciones que existen se pueden aprender determinadas reglas que facilitan la labor y que muchas veces sin ellas no llegamos a resolver.
Aunque es un juego muy antiguo, ahora, cuatro años después casi todo el mundo lo conoce, bien porque se ha aficionado a resolverle o bien porque lo ha visto en todas partes: incluso en el metro se puede ver a personas lápiz en mano atacando cuadernos repletos. Incluso mi teléfono móvil, ya antiguo, tiene la posibilidad de resolver sudokus.
Aunque las bases de los cuadrados mágicos parece remontarse al siglo VIII por árabes y judíos, la conceptualización más reciente es debida a Leonard Euler, un matemático suizo del siglo XVIII. En sus estudios sobre probabilidades, definió los “cuadrados latinos” para estimar que existían infinitas posibilidades de colocar los números sin repetirlos. Hay mucha información en la web, Una página que me ha parecido interesante, donde entre otras cosas figura una historia bastante detallada es
http://www.playsudoku.biz/
Volviendo a mi relación con los sudokus, me llevaba a la cafetería matutina una plantilla que había fabricado por ordenador para copiar del periódico el sudoku del día y así poderlo resolver sin estropear el periódico, que al fin y al cabo no era mío y otros clientes podían venir detrás y no parecía de buen gusto encontrarse el sudoku resuelto. Me aficioné aquel verano a resolverlos, incluso los domingos como manera de pasar el tiempo. Por otro lado, este tipo de pasatiempos son buenos para mantener activa la mente y hay estudios que lo recomiendan para retrasar e incluso detener enfermedades cerebrales degenerativas como el Alzheimer o similares.
Seguro que ha llamado la atención la expresión “no trabajo” que he empleado en el primer párrafo, pero así era en realidad. Por motivos que no vienen al caso y que nunca entendí, en aquella época mi jefe o jefes me tenían bastante desatendido en cuanto a asignarme cometidos, por lo que disponía de mucho, demasiado, tiempo libre a lo largo de mi jornada. Dada mi condición de informático, me entretuve en confeccionar un programa para resolver sudokus que fui complementando poco a poco con nuevas reglas. Todos los sudokus con los que le puse a prueba fueron solucionados, menos uno. Me costó trabajo encontrar la solución, que creía al principio que no la tenía, y era debido a una combinación de reglas, muy rebuscada, que no había implementado en mi programa. Nunca la llegué a implementar, aunque la tengo apuntada y quizá ahora sea un buen momento para intentarlo, más que nada por aquello de confiarle robustez al programa y “que no se diga”.
Con el tiempo llegaron a aburrirme los sudokus, aunque ahora de vez en cuando me pongo manos a la obra con alguno. Has variantes más o menos entretenidas que van saliendo con el tiempo. Una de las que más me atraen es la denominada “KILLER”, traducido “matador”, en el que las reglas son las mismas pero las pistas que se suministran no son números sino la suma de varias casillas que se indican mediante líneas discontinuas. Aquí hay que saber que la suma de los números del 1 al 9, ambos inclusive, es 45, por lo que una fila, una columna o una sub-celda tiene que sumar 45.
El diario “El Mundo” sigue publicando sudokus a diario y los fines de semana nos brinda el conocido como “SAMURAI” que consta de cinco sudokus en forma de “x” enlazados por uno central que comparte con los anteriores sus cuatro esquinas. El que ilustra esta entrada es un ejemplo de “samurai” resuelto.

domingo, 1 de noviembre de 2009

LACERANTE


La verdad que es que no es para tanto. El dolor que me produce el tema no es tan intenso, quizá ni tan siquiera sea dolor, pero el titulo me parecía llamativo y por eso lo he escogido. Algunas veces me gustaría tener la vena de escritores como Arturo Pérez Reverte, que seguro que escribiría lo que a continuación voy a exponer con mucha más enjundia. Algo parecido a lo publicado hace unas semanas en “XL Semanal” sobre las tiendas desaparecidas y que quizá se pueda ver aún en
http://xlsemanal.finanzas.com/web/firma.php?id_edicion=4647&id_firma=9870

Nos desayunamos, comemos y cenamos desde hace meses con la pelea política por el control de una entidad financiera entre las primeras de España: La Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid. Los nuevos tiempos y la necesidad de que todo sea más rápido han reducido el nombre hasta dejarlo en un escueto Cajamadrid que es más fácil y más rápido. Y digo que me duele un poquito el ver como entre unos y otros, políticos aclaro, y del mismo partido, aclaro más, se disputan la presidencia de la entidad. Menos mal que son todos del Partido Popular, aunque esto le da una característica más peculiar y me lleva a una pregunta: ¿de qué forma y manera han sido manejados los mecanismos de nombramiento de presidente para que todo se quede en la casa del PP? Cuando se pongan de acuerdo, nombrarán a uno u otro, posiblemente sin más necesidades y miramientos que ser del partido. De aquí se sigue con el que todo vale y que cualquiera puede dirigir el timón de la nave de una empresa financiera de la envergadura de la Caja. No quiero pensar un poco más allá en que intereses se mueven en todo esto, aunque es seguro que lo fundamental es la Obra Social, en otros tiempos tan importante, sea reconducida y eficaz en el tratamiento y mejora de problemas sociales. El dinero y el poder son accesorios pero no están en sus mentes.

El tema me toca la fibra sensible porque fui empleado de la Entidad, como solíamos llamarla, durante casi veinte años, diecinueve años y cuatro meses para ser exactos, allá por los años setenta y ochenta del siglo pasado. Me deja mal sabor de boca ver como se ha perdido el espíritu que imperaba en aquellos años y como últimamente se ha ido deteriorando, no solo en la cabeza sino en todos los estamentos. Recuerdo presentarme a la oposición para una plaza de auxiliar administrativo de una oficina de pueblo. Mi sorpresa fue mayúscula cuando vi que entre las dieciocho personas que acudimos a la oposición, cuatro de ellas eran ya empleados, tres botones y un auxiliar, y que tenían la necesidad de acudir a una convocatoria pública como los demás para optar a la plaza. Y sin tener ningún punto extra por su condición de empleados. En los estudios aprendía que el Monte de Piedad se fundó en 1702 y la Caja de Ahorros en 1838.

La sorpresa fue más mayúscula cuando conseguí la plaza. Recuerdo vivamente cuando acudí edificio central situado antes y ahora en la madrileña Plaza del Celenque. Me recibió el propio jefe de personal, Dn Eloy Rivas Fresnedo, y me dio la enhorabuena haciéndome ver que el proceso había sido limpio y que gracias a mis méritos y sin “ninguna cosa más”, léase enchufe, había pasado a ser uno de los empleados de la entidad, que por aquellas fechas se acercaba a los dos mil empleados.

Empecé a prestar mis servicios en una oficina de pueblo con tres empleados, jefe, auxiliar y botones y donde en aquella época se hacían todavía las cosas a mano, se anotaban las operaciones en las libretas y fichas, se calculaban los intereses en el momento por el método indirecto y se rellenaban los diarios contables en un sistema ingenioso con hojas desplazables y el temible papel carbón para calco. El mundo de los ordenadores estaba por llegar pero no tardó mucho. Al año se convocó una oposición interna para acceder a nueve puestos de programadores en el Servicio Electrónico de reciente creación. La propia oposición iba a ser la formación en esas nuevas técnicas. Nos presentamos cerca de setecientos empleados para las nueve plazas y al final fui uno de los afortunados. El doce de noviembre de mil novecientos setenta y tres junto con Pedro, Jose Luis, Javier, Emilio, Jesús, Jorge, Antonio y Alberto asistí a los primeros pasos de una ingente tarea de “mecanización” de los operativos que fue la base de lo que hoy es uno de los primeros centros de procesos de datos del país.

Los cajeros automáticos, que están por todas partes, imprescindibles hoy en día, aparecieron en España de la mano de la Caja en 1978 y tuve la suerte y la oportunidad de participar en todo aquel maremágnum completamente nuevo para nosotros. Como anécdota a referir, los programas nativos de IBM para ellos solo disponían de un máximo de nueve dígitos para las cantidades. Si recordamos que en aquella época estaban vigentes los céntimos, la máxima cantidad que se podía manejar con los programas transaccionales de los cajeros era de 9.999.999,99. Nueve millones de pesetas eran mucho en aquella época pero no era suficiente, por lo que los técnicos americanos debieron de modificar todo para poder llegar a quince cifras que permitían un margen de maniobra mayor. Tengo que reconocer que no anduvimos solos y los italianos, con sus liras y el mismo problema, también presionaron para la ampliación de cifras.

Podía referir muchas y buenas anécdotas de esa parte de mi vida laboral pero no es sitio ni lugar. No solo momentos laborales intensos sino extra-laborales en partidos de fútbol, excursiones y multitud de eventos. Uno de ellos era la comida anual que la Caja ofrecía a todos sus empleados con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia y donde acudíamos muchos con buen espíritu y como motivo de encuentro para saludar a los compañeros que hacía tiempo que no veíamos. Como todo fue cambiando, a la última a la que asistí ya hubo pitos y malos modos en el discurso final del Presidente por lo que creo que no se celebró más.

Tras casi veinte años allí y sin que nadie me obligara tomé la decisión de cambiar de aires, pero quedó un poso grande de esa época de mi vida. Ese poso se revuelve por ahí dentro cuando se habla de la Caja y me hace recordar tiempos pasados en los que las cosas eran…. de otra forma.

domingo, 25 de octubre de 2009

DEBERES

Son las nueve y media de la tarde-noche de un día de diario. Al día siguiente, como se suele decir, es “día de escuela”. Gregorio, alumno de tercero de primaria, acaba de llegar a su casa tras haber estado por la tarde, desde la salida del colegio, haciendo unos recados con sus padres. Es el momento de hacer los deberes del día siguiente, pero Goyo ha olvidado la agenda en el colegio. Precisamente hoy, día en que la familia anda un poco de cabeza. La solución es llamar por teléfono a Inmaculada, una compañera de clase que apunta las tareas. Inmaculada ya está medio dormida.

Goyo e Inma están un buen rato al teléfono para pasarse los ejercicios y las páginas del libro de “Mates”, el tema que hay que repasar de “Cono” y unas frases que hay que copiar de “Lengua”. Además hoy, precisamente hoy, hay que copiar unas viñetas del libro de religión. Ya un poco presionados por ambas familias, cuelgan el teléfono y se van uno a hacer los deberes y la otra a la cama a soñar con los angelitos.

Goyo es un muchachito espabilado y hace las tareas, que tampoco son tantas, con rapidez, pero de pronto se encuentra con un problema. A estas edades, los alumnos tienen todo el material en el colegio y solo se traen a casa los libros y cuadernos que sean necesarios para hacer los deberes, en un intento de aligerar las mochilas que así y todo pesan lo suyo. Goyo no se ha traído el libro de religión, por lo que no puede hacer los deberes que le ha comentado Inma. Ya son las diez de la noche cuando le dice a su padre que ha terminado excepto el de religión porque no tiene el libro. El padre se coge un cabreo monumental, acrecentado por el día estresante que lleva con problemas de todos los colores en el trabajo, solo le faltaba este.

El padre de Goyo es una persona resolutiva y que está al día de todas las modernas tecnologías. Repasa en un momento la lista de los teléfonos que tiene de los padres de los otros compañeros y compañeras de clase de su hijo, coge el teléfono y llama al padre de Candela, que sabe que también le “pega” a las modernas tecnologías. No tiene mucha confianza con él, pero por pedir un favor que no quede.

----Buenas noches, mira, perdona que te moleste a estas horas, soy el padre de Goyo, un compañero de clase de tu hija candela y es que resulta que hemos tenido un día de perros, bla, bla, bla, y cuando mi hijo se ha puesto a hacer los deberes ocurre que el libro de religión no se lo ha traído del colegio bla, bla, bla.

El padre de Candela se pensaba que le iba a pedir si podía pasarse un momento por su casa, ya que no viven muy lejos, a recoger el libro de religión. Pero no era eso lo que maquinaba su espontáneo conversador cuasi nocturno.

----Pues entonces a ver si no te sirve de mucha molestia y pudieras hacerme el favor de escanearme esas dos páginas de nada y me las mandas por correo electrónico. Toma nota de mi dirección de correo electrónico bla bla bla, te lo agradezco un montón porque ya es muy tarde y queremos que Goyo se vaya a la cama cuanto antes, hemos tenido una tarde de perros bla bla bla.

El padre de Candela estaba viendo tranquilamente una película en la televisión, después de una jornada agotadora de trabajo y familia. Pero un favor se le hace a cualquiera y más a un padre agobiado de un hijo poco previsor. Hoy por ti y mañana por mí. Total solo es un momentito, así que pone en pausa la película, se lo comenta a su mujer y se lanza a poner en marcha el ordenador. Mientras el PC arranca tiene que ir con sigilo a la habitación de Candela, que duerme plácidamente, para saquear su mochila, que ya tiene preparada para el día siguiente y localizar el libro. Con toda la parafernalia de conversación no ha tomado nota de las dos páginas del libro que tenía que escanear, así que piensa en utilizar el número de teléfono que ha quedado grabado en la memoria para llamar de nuevo al padre de Goyo y preguntárselo. Pero su mujer, ante la pausa que promete ser un poco prolongada en ver la televisión, ha agarrado el teléfono y ha llamado a una amiga para largar y largar aprovechando la tarifa plana. No queda otro remedio que utilizar el móvil, con su costo, para preguntar las páginas, cosa que hace, poniéndose manos a la obra en el escáner y el correo electrónico.

Una vez acabado todo, enviado el correo y llamado nuevamente por teléfono al padre de Goyo para indicarle que el correo había salido, son ya las diez y media de la noche cuando retoman su película “El Paciente 14” que estaba bastante interesante. No han transcurrido quince minutos cuando el teléfono suena de nuevo. El padre de Goyo tiene problemas con su ordenador y su correo electrónico, precisamente hoy con el día que lleva, y no puede recibir el correo. A ver si pudiera pasarse en un momentito a por el libro que ya se le devolvería su hijo en el colegio al día siguiente.

El padre de Candela, que ya estaba tranquilamente en pijama tiene que vestirse para recibir a los cinco minutos al padre de Goyo y darle el libro. De la película, tanto el cómo su mujer se han olvidado y ya la verán al día siguiente.

Se supone que Goyo haría al final sus deberes de religión no se sabe a qué hora y estaría con falta de sueño al día siguiente pata atender debidamente su clases, por lo que es probable que se le olvidara apuntar en la agenda los deberes y entonces al llegar a casa tuviera que coger el teléfono y llamar a ….

domingo, 18 de octubre de 2009

TOPES


Una palabra corta pero dura y contundente. Puede tener muchos significados, en general referidos a conceptos de límites pero yo he escogido el realizar este comentario por su inclusión en una frase hecha que se utiliza con bastante frecuencia. O mejor dicho, se utilizaba. El lenguaje está sufriendo el acoso de las prisas, del agobio, de la simplificación hasta límites insospechados. La aparición de los mensajes por teléfono móvil ha servido para dar una vuelta de tuerca a este abaratamiento del lenguaje dejándolo en unos límites que resultan grotescos. El tener que escribir poco y rápido en un teclado miniaturizado como es el de los teléfonos móviles, hace que se vayan imponiendo nuevas formas de abreviaturas que su uso cotidiano las generaliza por encima de lo que sería razonable.
Un clásico en este tipo de misivas es emplear la letra “q” como abreviatura de “que”, el signo “+” como abreviatura de “más” o el signo “x” como abreviatura de “por”. Esto son solo unos ejemplos de lo más extendido. Pero al final las costumbres traspasan fronteras y es muy corriente ver apuntes de universitarios, incluso escritos al ordenador que contengan estas “expresiones abreviadas” por ser educado con ellas. Estamos inventando de nuevo la taquigrafía para recoger de forma escrita el lenguaje hablado, mucho más rápido y fluído.
Eso cuando no inventamos palabras alternativas para describir situaciones que han estado claramente definidas por el lenguaje desde todos los tiempos. Lo malo es que invariablemente esas expresiones populares acaban con el tiempo colándose en el diccionario con el pretexto de que es un enriquecimiento del lenguaje. Mi modesta opinión es que se trata de todo lo contrario: un empobrecimiento.
Hace unos días oí la expresión “petao”. Creo que no hace falta mencionar que es una expresión popular, bastante generalizada, que no viene en el diccionario. Si existe el prefijo “peta” cuyo significado es “mil billones de veces” y que podemos encontrarlo en el lenguaje informático: “petabyte” nos indica un tamaño de almacenamiento de diez elevado a quince bytes, aunque esto es académicamente inexacto por las diferencias entre la base numérica dos y la base numérica diez. Pero no divaguemos.
Una de las posibles acepciones de “petao” es indicar que un espacio estaba “lleno hasta los topes”. Evidentemente es más corto y más rápido de usar, lo que concuerda con la prisa y el ahorro general. Otra cosa es la riqueza y elegancia del lenguaje que acaba siendo destronada por expresiones como esta que, con el tiempo nos colonizan y acaban relegando al olvido las antiguas. Al no tener una definición oficial, el uso de “petao” es a gusto de cada cual, por lo que es frecuente oírlo también cuando un ordenador o aparato se bloquea o una persona adquiere músculo a base de visitar el gimnasio. Más trabajo para los coleccionistas de sinónimos.
“Hasta los topes” es una acepción que he oído desde siempre para indicar que algo está muy lleno, algo así como la otra expresión que indica que “no cabía ni un alfiler”. Aunque no estoy muy seguro ni he podido encontrar la descripción, la frase se acuñó cuando en otros tiempos los tranvías iban tan llenos que la gente se subía como podía a ellos, incluso apoyándose en los topes que estos vehículos tenían por delante y por detrás, equivalentes salvando las distancias a los paragolpes o mejor parachoques de los coches. Parece que parachoque en un coche es algo más integral y que ocupa toda la superficie que puede entrar en contacto del vehículo mientras que “topes” eran dos piezas en la parte frontal o trasera de los vehículos tipo ferrocarril, como trenes o tranvías, que circulan por vías y que por lo tanto es relativamente sencillo determinar el punto en que van a “topar” o bien unos con otros o bien en sus maniobras de aparcamiento.
Durante mi servicio militar en la ciudad de Melilla, vi con frecuencia vehículos y animales cargados hasta los topes, pero no de personas, sino de cosas. El acuartelamiento estaba situado en la misma frontera con Marruecos y era frecuente el transporte de mercancía entre uno y otro país. Se aprovechaba el viaje hasta límites insospechados por lo que era frecuente ver un bicicleta con un sofá en el trasportín, o tres tubos de saneamiento más del doble de largos que la propia bicicleta montados como si fueran tubos de un torpedo o un pobre burro cargado con fardos que dejaban ver apenas las patas y la cabeza del animal. En países poco desarrollados pueden seguirse viendo estas escenas a través de “youtube” y hace unos años también lo pude comprobar al visitar Cuba en los transportes de la capital o en camiones por las carreteras abarrotados de gente.
Al oir la palabra “petao” me ha venido la idea de buscar la foto del tren indio que acompaña a esta entrada en el blog. Eso sí que es ir lleno “hasta los topes” y mucho más, ya que parece que ni siquiera el conductor es capaz de ver por donde circula el tren. Luego he encontrado la otra fotografía del camión que viene a ilustrar la misma idea.

lunes, 12 de octubre de 2009

COMUNIDADES

Las relaciones humanas son una fuente inagotable de “sucedidos”. Cuando dos personas interaccionan se producen una serie de hechos que son vistos de diferente forma por cada una de ellas, gobernando sus conductas y sus actitudes y condicionando en cada momento su forma de relación. Si extendemos esto a relaciones donde intervenga un mayor número de personas, la casuística crece de forma exponencial. Un caso especial se da en la comunidades de vecinos, esa relación que podemos minimizar todo lo posible pero que al final hay que tener, por la buena marcha del negocio, que en este caso es la convivencia mínima entre personas que viven cercanamente.

Quién más quién menos de las personas que viven o han vivido alguna vez en comunidad tiene sus historias que contar. Lo normal son diferencias de opinión, algunas subidas de tono, por cambios de pareceres en la Junta de la Comunidad acerca de hechos que, como hemos dicho, cada uno ve y aprecia de distinta forma. Con demasiada frecuencia se pone el interés personal por encima del interés comunitario y eso desemboca en opiniones y pareceres enfrentados que en alguna ocasión pasan a ser palabras, y actos, mayores.

En mi infancia y adolescencia viví en una comunidad especial: todos los vecinos de la casa eran familia, por lo que las relaciones funcionaban bajo ese prisma de la familiaridad más que por el de una comunidad. Luego me trasladé a una vivienda de esas que se denominan “acosadas”, perdón, adosadas, aunque más estrictamente se llaman ahora pareadas, donde no existía el concepto de comunidad salvo con el único vecino que estaba pared con pared. No llegamos a llevarnos bien pero nos tolerábamos, debido a que yo vivía todo el año y el sólo aparecía muy de tarde en tarde, algún puente largo o en verano. Luego ya pasé a ser un comunitario convencional, además de esos de urbanización, donde hay unos cuantos bloques, cada uno con sus portales y escaleras, zonas comunes, y un montón de líos que hacen que las reuniones de la comunidad se celebren con pocos asistentes y acaben como el rosario de la Aurora, unos hablando de los problemas de los canalones mientras otros discuten acerca del nivel de cloro de la piscina. Porque en esta comunidad hay piscina. Una piscina, junto con los ascensores, es lo peor que puede existir en una comunidad. Si Vd. que está leyendo esto vive en una comunidad con piscina y ascensores sabrá por qué lo digo.

Simplificando, la comunidad está formada por tres bloques en forma de “U”, cuyos portales y salidas naturales dan a tres calles. En el hueco de la “u” hay un jardín con la piscina. Los bloques tienen salidas al jardín para su uso y el de la piscina. El jardín tiene una puerta que da directamente a la calle, a esa cuarta calle que conforma la manzana. Esa puerta siempre estuvo cerrada y se utilizaba únicamente para servicio del jardín y de la piscina, limpieza, materiales, servicios, etc.

Pero hete aquí que a los vecinos de uno de los bloques les resulta mucho más cómodo y rápido salir a la calle por la puerta del jardín que por la de su propio portal, dado que ahorran no solo mucho tiempo sino que se evitan subir una cuestecita que no es moco de pavo. Por otro lado, esa puerta de jardín da a una calle que es paso natural para ir a varios de los servicios de la ciudad, como estación de autobuses, colegios e incluso últimamente un supermercado de cierto tamaño.

Con el tiempo, los vecinos conseguimos hacernos con la llave de la puerta del jardín y utilizarla de forma normal para salir y entrar, en lugar de hacerlo por el correspondiente portal. Todo el mundo entraba y salía sin que hubiera ningún problema.

Pero las cosas no duran mucho sin que “pase” algo. Desde hace un tiempo, alguno de los que portan llave, queremos que suponer que es un vecino, deja la puerta abierta, sin echar la llave, y en algunos casos de par en par. Como soy uno de los primeros que sale por esa puerta temprano para ir al trabajo, en más de una ocasión me la he encontrado abierta, ya digo, de par en par. También en otra ocasión he oído ruido y jolgorio en el jardín a horas nocturnas y me he tenido que enfrentar con un grupo de chavales, o no tan chavales, para decirles que es un sitio privado y que no pueden celebrar allí sus juergas, botellones o lo que sea. Claro, como la puerta estaba abierta, parecía un jardín municipal, así que todos para adentro.

Harto del asunto de la puertecita, empecé a comentarlo con los vecinos que yo sabía que la utilizaban. Más o menos, sin estar seguros, todos coincidíamos en apuntar a uno de los vecinos, por lo demás un tanto extraño por otras cosas, como autor de las políticas de “puertas abiertas”. Todo el mundo habla de las cosas, pero nadie acomete ningún acto para dar con la solución. La junta de comunidad está lejos en el tiempo y no me parece que sea un tema para tratar allí. Así que tomé la decisión de poner un cartel avisando de que si no se cerraba la puerta con llave se procedería a cerrarla del todo y no se podría utilizar. Suponemos que todos los vecinos que ya lo hacían siguieron cerrando la puerta, pero la puerta seguía abierta en distintos momentos del día.

Así que, un buen día, un viaje a la ferretería y un cilindro nuevo dieron como resultado una puerta cerrada de la que nadie tiene llaves. Las llaves fueron entregadas al administrador y al conserje de la comunidad por si les era necesario utilizar esa puerta. Tuve la precaución, con un poco de humor fino, de tirar el cilindro viejo a un basurero de donde no se puede recuperar para evitar malas tentaciones de ponerlo de nuevo.

Las quejas de los vecinos no se han hecho esperar. Al administrador le han llovido las llamadas en demanda de explicación. Curiosamente el vecino sospechoso, ya por la treintena, ha llamado a su padre, que vive a cientos de kilómetros y ha sido el padre en primera instancia, y a continuación la madre, los que han puesto a “caer de un burro” al administrador, teniendo este que colgar el teléfono ante las formas empleadas. En algún momento han reconocido dejar la puerta abierta con el argumento de que salen con mucha prisa para coger el autobús. Escusas las hay de lo más variopinto.

Pasan los días y los vecinos aguantamos estoicamente el no poder utilizar ese acceso, teniendo que dar la vuelta, y subir la cuestecita, en varias ocasiones a lo largo del día. Comentarios entre unos y otros, quejas, críticas… pero nadie aporta una solución y la pone en marcha. A mí me fastidia todos los días dar la vuelta, pero lo hago con gusto por saber que la puerta está cerrada. Y también, porque no, me apetece que se fastidie el vecino, sea el que sea, que la dejaba abierta.

Lo único positivo por el momento es que la puerta sigue cerrada.

domingo, 4 de octubre de 2009

AMABILIDAD


Tenía el artículo recortado por ahí, en ese cajón donde se depositan papeles y notas que por algún motivo llaman nuestra atención y que se dejan para poder revisar cuando encontremos un hueco. Algo parecido pasa de forma electrónica, con direcciones de internet o artículos interesantes que encontramos de forma colateral cuando vamos buscando algo y que, al no podernos detener a mirar en ese momento, las guardamos en la carpeta de “pendientes de revisar”, donde se van almacenando una tras otra a la espera de que las llegue su turno.
Un buen día abrimos físicamente el cajón o electrónicamente la carpeta y nos encontramos con tal volumen a revisar que la cuestión nos supera con creces. Dependiendo del grado de curiosidad que cada uno tengamos, los cajones o carpetas “para mirar luego” se llenan con muchas más velocidad con que se vacían. Bien es verdad que con el paso del tiempo cuestiones que a priori nos parecían interesantes dejan de serlo, aunque el nivel de acumulación también asusta y favorece el envío físico a la papelera de los papeles o el envío virtual, a golpe de ratón, a la papelera de reciclaje de los contenidos de la carpeta de nuestro ordenador.
Un blog como este también es un buen sitio donde recopilar información para tenerla un poco sistematizada y encontrarla. En multitud de ocasiones, hablando con amigos sobre diferentes temas, ha salido a colación el blog. Busca en el blog que tengo una entrada donde cuento lo que me pasó en determinada ocasión o como resolví determinado problema o donde detallé cierta excursión que hice. Trato de complementarlo con alguna fotografía, que siempre son ilustrativas, aunque tampoco se trata de poner por poner y algunos temas tampoco se prestan a ello, como por ejemplo el que nos ocupa.
A lo que vamos. Antes de verano y en un semanal de un diario nacional me encontré con el artículo titulado “Veinte actitudes amables en peligro de extinción”, que firmaba Maribel González. Por fin lo he rescatado del fondo del cajón y solo puedo manifestar que la asiste toda la razón, parece que nos cuesta cada vez más ser amables, contestar o decir un “buenos días” o “buenas tardes”, y otras muchas actitudes que se derivan de una lista que figuraba en el artículo y que reproduzco al final. Es bastante probable que haya más actitudes que las veinte enumeradas, pero si fuéramos capaces de solucionar estas o una gran mayoría de ellas, seguro que otras que pudiéramos encontrar quedarían minimizadas e incluso ocultas. Parafraseando, cuando llegamos a un sitio limpio tenemos la tendencia a hacer todo lo posible por mantenerlo así, mientras que si está sucio ponemos mucho menos cuidado e incluso contribuimos a ensuciarlo más. Esta idea aparece en algunas de las entradas de este blog.
Sería muy interesante fomentar la amabilidad, todo lo que podamos, a nuestro alrededor. Nos sentiríamos mucho más a gusto y de paso haríamos que los demás fueran amables o tomaran por lo menos conciencia de que no lo son. Hace poco se hizo un experimento creo recordar a primera hora de la mañana en una estación de tren donde la gente empezaba a bailar y cantar y al final se logró que se contagiaran casi todos de ese espíritu de alegría y diversión.
Ahí va la lista comentada. Cada cual que revise en qué grado son ciertas
1. Ser respetuoso en las conversaciones, incuso en las discusiones, no interrumpiendo a nuestro interlocutor, escuchándole...
2. Ceder el asiento en un trasporte público a una embarazada o un anciano.
3. No utilizar el teléfono móvil si estamos teniendo otra conversación.
4. Ddejar salir antes de entrar.
5. Apagar el teléfono móvil o al menos no usarlo, y menos a gritos, en lugares públicos, como el ave, el cine…
6. Socorrer a alguien en la calle si vemos que ha tenido un problema o emergencia.
7. Agradecer a los conductores que paren al verte cruzar por un paso de cebra.
8. Pedir las cosas por favor.
9. Saludar al cruzarse con alguien desconocido en lugares que antaño lo exigían, como el campo o un pueblo.
10. Pedir disculpas.
11. En carretera, facilitar la incorporación o los adelantamientos.
12. No usar el claxon por sistema y poner los intermitentes.
13. Dejar que alguien nos adelante en una cola si tiene prisa.
14. Ayudar a un vecino con las bolsas de la compra al verle cargado.
15. Atender al cliente con respeto, consideración y agradecimiento por utilizar nuestros servicios o comprar nuestros productos. qué mínimo que un saludo cuando subes a un taxi, algo de cordialidad al pedir un café o una sonrisa al plantarte ante la ventanilla de un funcionario.
16. Como viandante, ceder el paso a discapacitados.
17. Ayudar a una madre a bajar el carro del bebe por unas escaleras.
18. Dar las gracias.
19. Saludar al cruzarse con alguien conocido.
20. Decir “de nada”.

domingo, 27 de septiembre de 2009

2016


Cuatro cifras que no significan mucho o lo significan todo. Un año que está por llegar. Pero en estos momentos, muchos ciudadanos tendrán sentimientos encontrados respecto de estos cuatro dígitos.
Ayer al anochecer hacía una temperatura fantástica. Serían unos veinte grados sin viento. Paseaba por un parque charlando animadamente con un amigo cuando le lancé, de improviso, la pregunta:
¿Cómo es posible que nos cobren nada por este momento espléndido?
Calla, no des ideas, me contestó.
Bastante nos cobran ya de forma indirecta. Y más que nos van a cobrar. Y asistimos a la sangría de forma pasiva, como si el toro no fuéramos nosotros. Esto de la crisis va en serio y las administraciones de todos los niveles, y es que hay unas cuantas, han visto las telarañas en sus cajones cuando han ido a echar mano. Y lo tienen que solucionar. Y la forma fácil es… subir los impuestos. Al igual que muchas empresas no han guardado nada en época de bonanza y ahora toca … apretar el cinturón a los de siempre. Tanto nos están amenazando, que el día que llegue ya estaremos entregados y nos parecerá una bendición nos suban lo que nos suban.
Sin embargo para ciertas cosas no hay crisis. Ya salimos trasquilados hace cuatro años en el intento de Madrid de convertirse en ciudad olímpica. Bueno, en mi modesta opinión no sabría decir si es un intento de Madrid o un intento de «fallardón», parafraseando a mi buen amigo Javier L.F.. Volvemos a intentarlo otra vez haciendo todo lo que haya que hacer y… no reparando en gastos. ¿Quién o quienes ciudadanos hemos sido consultados sobre los euros que se están destinando a pagar la candidatura olímpica? Me da la impresión de que son unos pocos, euros, los que se están gastando, no ciudadanos a los que se está consultando.
Dentro de unos días, la semana que viene, en una ciudad del norte de Europa nos dirán si somos o no somos. Muchos ciudadanos hay que opinan que lo mejor es que no nos lo den, así nos evitaríamos unos cuantos gastos más, aunque tal y como van las cosas habría que escribir algo parecido en 2020, 2024, etc. mientras no cambie el regidor que nos rige.
Y como ejemplo de muestra vale un botón. Hoy se celebra un acto, multitudinario si la gente acude, para el que se está tirando la casa por la ventana. Los últimos fuegos artificiales. Pido excusas por la foto que acompaña estas letras, tomada con un teléfono móvil de los malos, donde se puede ver el tremendo edificio de la Plaza de España de Madrid prácticamente cubierto por una enorme pancarta anunciando el evento de hoy domingo. ¿Cuánto ha costado la pancarta y su colocación? ¿Hay más pancartas de este tipo y tamaño en otras zonas de Madrid? ¿Cuánto han costado las decenas de miles de cartulinas de colores de gran tamaño que se han impreso para este único acto?
Y esto no es todo. Página web. Anuncios en prensa, en televisión, en revistas y periódicos y en todos los medios. Anuncios en las puertas de algunas entidades de crédito, en los camiones de reparto de la cerveza, seguramente patrocinados por la marca de cerveza que habrá contribuido a la campaña con una cantidad al mismo tiempo que decía a sus trabajadores que no podía subir los sueldos por la crisis, eso sino tiene que recurrir, porque no queda más remedio, a un ERE para, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, aligerar peso económico.
Tengo que reconocer que cada vez que me asaltan los colorines del 2016 se me revuelve algo por dentro. Y no porque no esté o deje de estar de acuerdo con que Madrid se olímpica sino porque estaría muy bien que esto fuera así si otras cosas, no entremos en detalle, que nos afectan a los ciudadanos fueran tratadas con el mismo ARDOR y ENTUSIASMO que esta causa olímpica.
El extinto impuesto por la retirada de basuras de Madrid, que había sido retirado vuelve a la carga y no precisamente de forma humilde en lo que a su cuantía se refiere.
A las personas que gobernaban los destinos del antiguo Egipto hace miles de años se les denominaba faraones. Hicieron grandes obras y de ahí ha quedado la acepción de “obra faraónica” para designar ciertas obras grandiosas por su tamaño. Cierto mandatario actual parece que va sembrando su camino de obras de este tipo en las administraciones por donde ha pasado. ¿Podemos considerar el soterramiento de la circunvalación de Madrid M-30 como una obra faraónica? ¿O el auditorio de San Lorenzo de El Escorial?
La candidatura olímpica no es una obra de tipo arquitectónico pero triunfe o no será otra obra faraónica a añadir a la lista.
Y recalco que esta idea no es mía, sino de Javier…
¿Se entiende ahora lo de “fallardón"?

viernes, 25 de septiembre de 2009

ESCLAVITUD

Los tiempos cambian y a mucha velocidad, y también las formas, pero en el trasfondo de todo sigue habiendo lo de siempre, lo que ha sido y será por los siglos de los siglos, no me cabe la menor duda. La esclavitud nos suena como a cosa del pasado, de los libros que hemos leído o de las series de televisión que nos cuentan historias de romanos y sus minas de oro, de piratas y corsarios que comerciaban con humanos. Nuestros padres nos decían que trabajaban de sol a sol. Ahora es distinto y más taimado, pero solo en la forma y en las maneras, porque en el fondo sigue siendo lo mismo.

Se llaman de otra manera: Empresas de Servicios o Empresas de Trabajo Temporal. Al final, el que hace el trabajo cobra una ínfima parte y uno o más intermediarios por no hacer nada, bueno si, intermediar, se llevan sus pingües beneficios.

En los años ochenta del siglo pasado, cuando todavía no existían estas formas, mi querido tío Rafa, un agricultor hijo de agricultores y que vivía de su agricultura, me lo comentaba:

--- Yo pongo la tierra, la cultivo y la preparo, compro y siembro las semillas, procuro que los pozos tengan agua para el regar día tras día, estoy expuesto a las inclemencias del tiempo, el granizo se puede llevar todo el esfuerzo, así durante la temporada sin domingos ni festivos. Al final, si todo ha transcurrido normalmente, recojo lo sembrado, lo cargo yo en un camión que pago yo y voy a la puerta del asentador con el género. Con buena suerte me lo pagan … medio mal. Luego me entero de lo que vale o cuesta al consumidor final y lo mejor es no pensarlo o cambiar de profesión. Los intermediarios existían y de qué manera en la agricultura.

A mediados de esos años 80 del siglo pasado trabajaba yo en el Servicio Electrónico de una entidad bancaria. Aclaro que lo hacía con gusto, sentía los colores de mi empresa, aportaba con entusiasmo y voluntariedad mi granito de arena y sobre todo, no me consideraba un esclavo ni un explotado. Al ser un mundo complejo, incluso en sus instalaciones, tanto los ordenadores como nosotros estábamos alojados en un edificio específico destinado a un centro de proceso de datos. Entre los muchos empleados, había unos a los que me quiero referir: los vigilantes de Seguridad. Por aquella época eran empleados como nosotros, compañeros, y como tal se comportaban a todos los efectos, sintiendo los “colores” de la empresa y colaborando de forma activa. A modo de comentario recuerdo haber pillado a uno arreglando una cisterna de un servicio porque había empezado a salirse por la noche. Pero “este tipo de empleados” causaban muchas molestias al departamento de Personal, que todavía no se llamaba de Recursos Humanos. Los uniformes, las armas, las prácticas, los turnos, los festivos y un sinfín de características especiales suponían un quebradero de cabeza constante para alguien que decía solo tener que dedicarse a empleados bancarios. La evolución ya la sabemos: desaparecieron como empleados y aparecieron otros que ya no eran compañeros estrictamente sino “coincidentes presenciales” contratados de una Empresa de Seguridad. Los quebraderos de cabeza del departamento de personal se habían acabado: solo coger el teléfono y “dar órdenes” a la empresa de servicios correspondiente para poner o quitar personal, cambiar los turnos o incluso exigir que un determinado día llevaran perros o un elefante rosa. Y eso solo con levantar el teléfono. Otra cuestión es lo que costara o dejase de costar y la calidad del servicio.

Con el tiempo se empezó a externalizar todo. Los servicios de limpieza, los servicios de correspondencia, el departamento de ensobrado de documentos…. y hasta algunos departamentos del propio centro de cálculo. Empezaron a aparecer empresas, algunas sospechosamente dirigidas por amigos o parientes de alguno de los directivos de ese centro que en algunos casos progresaron más de lo que por sus sueldos mensuales pudiera parecer. Al buen entendedor, pocas palabras. Todo era más fácil de gestionar al no tener que pasar por la contratación y las estrictas formas del departamento de personal, amén de quizá obtener algún beneficio secundario, para sí o para terceros.

Muchos años después, en la actualidad, todo esto ha evolucionado…. a peor, mucho peor. Entre el trabajador puro y la empresa o particular para la que realiza su actividad suele haber empresa o empresas intermedias que se llevan su parte por todo el “morro” como se dice en el lenguaje popular.

A riesgo de extenderme un poco voy a comentar un hecho que me ha sucedido a mí hace unos meses y que, aunque solo es un ejemplo aislado, refleja esto que estamos comentando y mucho me temo que no es tan aislado.

La empresa “A” necesita contratar un especialista informático para su departamento de sistemas. La empresa “A” es una de las más grandes de este país que es España. De esas que figuran en el IBEX, de esas que deberían dar ejemplo en sus formas de hacer. Como no puede debido a sus requerimientos internos contratar directamente un empleado, se dirige a la empresa de servicios “B”, también una de las grandes, para que le facilite un empleado de las características requeridas para un trabajo de larga duración, casi permanente. La empresa “B” no lo tiene entre sus propios empleados y deriva la petición a la empresa “C” ya más pequeña pero también de relativo tamaño, que tampoco lo tiene y empieza a buscarlo. Para ir directo al grano y no entrar en detalles, “A” tiene un presupuesto anual de 12 castañas para ese puesto y la oferta máxima que llega a hacer “C” al trabajador es de 4,5 de esas castañas. Año tras año, “B” y “C” se embolsican 7,5 castañas por hacer poco o nada, pero son las que tienen los contactos y las bendiciones en este asunto.

De todo esto me entero con pelos y señales porque conozco directamente a las personas físicas y reales por las que ha pasado este asunto en las empresas “A”, “B” y “C”. En el fondo de este asunto “A” está pagando una cantidad más que suficiente y querrá que el empleado realice un trabajo acorde, asuma horarios desproporcionados, guardias 24x7 semana sí semana también, festivos, trabajos especiales fuera de horario, sepa inglés, francés, alemán y conocimientos de chino y no ponga pegas cuando le empresa le requiera para ayudar como voluntario en una carrera popular que organiza un domingo por la mañana por las calles de la ciudad. Pero recordemos que al empleado “superman” que tiene que hacer todo eso solo le llegan 4,5 castañas. No sabemos lo que valen las castañas, pero la proporción es esa.

Más claro, agua. Más blanco, leche y en botella.

¿Se ha erradicado la esclavitud?

sábado, 12 de septiembre de 2009

TIMO


Desde que el mundo es mundo ha existido el timo, donde una persona trata de engañar a otra con falsas esperanzas a cambio de sacarle algún beneficio. La persona timada cree que ha realizado un pingüe negocio pero al poco tiempo se le queda cara de haba al descubrir el engaño. En muchas ocasiones, el propio timado era el que pensaba obtener un buen beneficio y eso le cegaba en comprender el tema en su globalidad.
Me han timado dos veces en la vida. Una fue hace ya muchos años, casi treinta, en un viaje relámpago de un día a visitar Bucarest, la capital de Rumania. Estábamos pasando unos días en su vecina Bulgaria cuando surgió el viaje. No teníamos moneda de ese país, pero estaba todo incluido, con lo cual no íbamos, teóricamente, a necesitarla. Pero hete aquí que mi mujer se encaprichó de una camisa bordada que la verdad era preciosa y muy barata. Hay que decir que en aquella época las tarjetas estaban apareciendo y en ciertos países ni sabían todavía de que iba esto del comercio electrónico. Necesitábamos cambiar moneda y se nos presentaba la diatriba de hacerlo de forma oficial, en la recepción de algún hotel o hacerlo de forma “pirata” a algún cambista, obteniendo un beneficio entre el doble y el triple con respecto al cambio oficial. Estas operaciones de cambio entre particulares eran corrientes y asumidas en Bulgaria pero no lo eran tanto en Rumania. Al final, el hábil cambista nos dio el cambiazo y en el fajo de billetes consiguió, no sé cómo, reemplazar algunos billetes de 10 por billetes de 1. Hay que decir que los billetes allí eran todos iguales en tamaño y color, como los dólares, lo que propició el engaño. Creo recordar que el montante total de la pérdida no llegó a doscientas pesetas de las de entonces, aunque al final hubimos de ir a un hotel para poder comprar la camisa de marras.
La segunda vez fue ayer. Y como no podía ser de otra manera, dados los tiempos modernos en los que estamos inmersos, a través de internet, en un pago con tarjeta de crédito. Aclararé que el montante total del timo ascendió a 1 euro, exactamente 0,95 euros, por lo que es más el sufrimiento moral que el pecuniario. Tengo mucho cuidado porque los engaños por internet están a la orden del día y además son muy difíciles de echar atrás, al no saber con quién estás tratando. Las formas de “pishing” o suplantamiento de identidad para sonsacarte tus claves de acceso a bancos, hacienda o incluso colegios profesionales están a la orden del día y seguimos recibiendo correos electrónicos falsos de forma continua, así como aquellos en los que un personaje de un país lejano nos propone un gran beneficio si accedemos a realizar una transferencia de fondos para ayudarle a sacarlos de su país.
Hay que decir que en esto de las compras por internet me protejo con algunas triquiñuelas. Por ejemplo, dispongo de un Apartado de Correos con lo cual me evito de facilitar mi dirección real. La dirección de correo electrónico que normalmente hay que facilitar es una gratuita abierta en “Hotmail” para ello. Y por último, la tarjeta VISA que utilizo para los pagos es una tarjeta virtual, que realmente no existe, un buen invento facilitado por mi banco en internet, que me permite cargar y descargar desde casa, con lo cual su saldo es siempre cero excepto cuando voy a comprar algo, en cuyo momento cargo exactamente el importe que pienso pagar. Esto es importante, porque ya me he encontrado con alguna sorpresa al intentarse un cargo superior al estipulado aduciendo unos gastos que no se explicitan en el momento de efectuar la compra.
Ayer, mientras esperaba que acabara un largo proceso de conversión de fotografías de formato RAW a formato JPG me dediqué a curiosear por la red. En un anuncio apreció un blog de una persona que, curiosamente, vivía en mi misma localidad. Anunciaba un par de productos naturales que ayudaban en temas de adelgazamiento. Se brindaban a enviar dos muestras gratis de prueba, valederas para quince días. Sin entrar mucho en de que iba la cosa y por aquello de que eran gratis, las solicité. Había que pedirlas por separado, pues comentaba que eran de casas diferentes. La primera era totalmente gratis, pero la segunda requería unos gastos de envío, que normalmente eran de 4,95 euros pero que en ese momento, que casualidad, se haría por 0,95. ¿Cómo se pagaba esto? Pues claro, con una tarjeta VISA, directamente. Como dispongo de esa VISA virtual, procedí a cargarla con 0,95 y realicé el pedido.
Así quedó la cosa, pero cuando acabó el proceso de conversión de fotografías, volví a curiosear y enterarme un poco del tema, del pedido que había hecho. Y aquí empezaron a salir cosas a la luz. Accedí a otro “blog” donde otra persona diferente a la primera anunciaba los productos, y curiosamente también vivía en mi misma localidad. Sospechoso o por lo menos curioso. Las dos diferentes “web’s” donde había hecho la petición estaban en perfecto, repito lo de perfecto, castellano, muy bien redactadas, pero mirando con más detenimiento eran sospechosamente parecidas. Intenté ver el servicio de atención al cliente y allí la cosa se complicaba, un teléfono de Inglaterra y todo en inglés, nada del castellano perfecto. Leyendo en inglés me di cuenta de que lo que en realidad había solicitado era un envío QUINCENAL de productos, hasta nueva orden, por un valor de 69 libras esterlinas, algo más de ochenta euros. La manera de “parar” este envío era teóricamente darse de baja en el teléfono de atención al cliente, supongo que en inglés y a saber siquiera si ese teléfono existe, cosa que no me molesté en comprobar.
El hecho de haber utilizado una tarjeta VISA a la que no podían cargar importes me dejó tranquilo en la parte monetaria, pero me quedé dolido en mi moral al haber caído en la trampa. Trasteando por internet, encontré un foro donde hay montones de afectados, de muchos países del mundo. Al ser el foro en castellano, los escritores y escritoras eran hispanohablantes de España y muchos países de América del Sur, pero supongo que el timo, o si se quiere engaño, traspasa fronteras y no se detiene en ninguna. Había comentarios de todo tipo comentando cargos en sus tarjetas de cientos de euros no siempre recuperados. Si alguien tiene curiosidad, el foro con cientos y cientos de comentarios está en http://sencillamentesimple.wordpress.com/2009/07/22/acai-berry-nuevo-engano/
Un tema interesante es lo del anuncio de la persona que, curiosamente, vive en tu misma localidad. De alguna manera detectan a través de tu conexión a internet en que nodo o central telefónica estás ubicado y componen el anuncio con ese dato, que no sé cómo demonios nos crea cercanía o complicidad y nos predispone a creernos lo que nos cuentan. Como si todos los habitantes de nuestra misma localidad fueran creíbles.
Una buena prueba sería que Vd. que está leyendo esto pulsara en los dos enlaces que hay a continuación a ver si en ambos, diferentes chicas le dicen que viven en su misma localidad o próximos a Vd.: En fin, cuando uno se levanta de las caídas, lo práctico y positivo es haber aprendido de ellas. El coste monetario no ha sido grande y por lo menos estoy más al día de lo que se cuece en inventos cibernéticos para engañar a las personas. Quién sabe si me servirá para evitar algún otro fraude en el futuro. Lo doy por bien empleado.

domingo, 6 de septiembre de 2009

PASTELITO-2


Mi amigo Félix ha respondido al envite que le realicé hace un par de meses acerca de los "pastelitos". A continuación viene su reflexión y al final, para que quede todo en un mismo conjunto, repito el envite que le hice en su día.

Referido a cualquier acción, real o imaginaria, a la que se aspira en un futuro, lo más próximo posible, y cuyo deseo se ha idealizado por la creencia de ser algo bastante improbable de conseguir, bien por falta de medios propios, bien por estar prohibida o, simplemente mal vista socialmente, etc. y, de repente, te encuentras su realización al alcance de tu mano. Ni que decir tiene que, en este caso, habrá que tenerla ya prevista para poder aprovecharla. En caso de no tenerla prevista, será muy posible que desperdiciemos la ocasión, puesto que al no ser esperado, nos puede crear una perturbación o bloqueo, no entendiendo que está pasando.

Hay pastelitos típicos. Pongamos el ejemplo del cincuentón, normal, que no se le han dado muy bien las mujeres cuando era joven , que es la época que supuestamente estás más interesado y le dedicas más tiempo para conseguir una pareja lo más atractiva posible. Por otro lado, físicamente, en la juventud, supuestamente estás en el mejor momento para ligarte a una chavala que estuviera cañón. Pero nunca llegó esa ocasión. Pero un buen día, a los 5n años, te das cuenta que esa chavala del pasado, se te aparece en el presente y se muestra encantada de estar contigo. Puede que aproveches la ocasión, pero posiblemente la rechaces por no creerte lo que te está sucediendo. Este ejemplo sirve también para las mujeres, aunque seguramente con otras motivaciones marcadas por la cultura.

Creo que encerramos en nuestro interior el deseo de muchos “pastelitos” que nos permiten imaginar situaciones placenteras (totalmente idílicas), que las normas y los miedos nos impiden, no ya realizarlos, sino que no intentaremos conseguirlos.

Cada persona tendrá sus “pastelitos” que con el transcurrir del tiempo, podrían ir apareciéndose como oportunidad de realizarse. Cada uno de nosotros tendrá su lista más o menos consciente (nudismo, divorcios, cambio de profesión, cambio de domicilio, emanciparte de tus hijos ya mayores, y una larga lista que cada uno llevamos dentro) y que, cuando te das cuenta que realmente es algo que no has realizado por miedo a salirte de la norma y ser rechazado socialmente, tomas la decisión, o no, de realizarla.

Que quede claro que los “pastelitos” no se refieren a los actos que transgredan los derechos y libertades de los demás.

Félix

Texto del envite publicado el 29 de Julio de 2009 bajo el título "PASTELITO"

Este texto va a ser corto, al menos en el momento de escribirse. Es una invitación a un buen amigo, Félix, que desde hace varios meses tiene pendiente redactar esta entrada. Como se pasa el tiempo y no me cumple con su obligación, apuntaré unas cosillas sobre ella y dejaré espacio para impelerlo a continuar.

El tópico del varón ya entrado en años que mira con lascivia de la cabeza a los pies a la mujer que se cruza en su camino es una realidad. Mientras paseábamos hace unos meses, surgió el comentario a raíz de una de estas situaciones.

¿vaya pastelito, eh?

Cuando yo era muy joven, me llamaban la atención los comentarios de los compañeros de trabajo, ya cuarentones, casados y con hijos, sobre este tema. No lo entendía muy bien, ya que entre otras cosas “disponían” de su mujer en casa para llevar a la práctica esas acciones que parecían echar de menos.

Pero la naturaleza humana es muy compleja. Cuentan una anécdota de un presidente de los Estados Unidos que fue con su esposa a visitar una granja. La visita fue realizada por separado. En la visita al gallinero, la esposa del presidente se fijó en un gallo que andaba por allí “trasteando” con las gallinas. Comentó el hecho con uno de los asesores del presidente que la acompañaba con la intención de que hiciera el comentario a su marido. Finalizada la visita, el comentario llegó a oídos del Presidente que devolvió la misiva envenenada con el siguiente comentario: “Haga observar a mi esposa que el gallo lo hace con varias, no con una sola”.

Hace años me encontraba conversando sentado a la puerta de su casa con un viejecito en un pueblo perdido de una de las provincias españolas con mayor encanto: Soria. Mientras charlábamos, las gallinas picoteaban por aquí y por allá delante de nosotros. En esto, salió un gallo altivo del gallinero, escogió una y…. ¡zas!. El viejecito sonrió y dijo:

“Que suerte tiene el gallo,
que en saliendo a la calle,
monta a caballo”.

Amigo FELIX, todo tuyo. Este texto se queda pendiente de tus reflexiones, sin duda acertadas, sobre los “pastelitos”.

viernes, 4 de septiembre de 2009

HIPO

Reza un dicho popular “A la cama no te irás sin saber una cosa más”. Sería bueno para todos repasar, al acostarnos y mientras intentamos conciliar el sueño, los acontecimientos del día para averiguar si hemos aprendido algo nuevo. Otra frase que me encanta es que “la curiosidad es el mejor antídoto contra la vejez” por lo que estar ojo avizor a la búsqueda de nuevos conocimientos cada día siempre será bueno y provechoso, tengamos la edad que tengamos.

Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua que “hipo”, en su principal acepción es “Movimiento convulsivo del diafragma, que produce una respiración interrumpida y violenta y causa algún ruido”. Todos hemos sufrido a lo largo de nuestra vida algún episodio de hipo que cuando menos nos ha causado cierta molestia y algún que otro inconveniente según el lugar donde nos encontremos, pues además de repetirse varias veces por minuto es muy difícil evitar ese pequeño y molesto ruidito que se emite, y que genera cuando menos hilaridad entre los que nos acompañan.

Empleándolo en una frase hecha, cuando decimos que alguien o algo “nos quita el hipo” es porque nos sorprende, nos agrada o nos asombra por algo que percibimos como hermoso, agradable o por sus cualidades. También puede ser utilizado como prefijo, denotando en este caso “debajo de” o “escasez de”. Otra cuestión novedosa para mí es el término médico, que rara vez se usa: “singultus”.

Repasado el diccionario, me han venido recuerdos de mi infancia. A los niños les suelen ocurrir con bastante frecuencia y regularidad episodios de hipo. Son graciosos, pero cuando duran un buen rato hasta los propios niños se sienten molestos. Mi padre me enseñó un método eficaz, que he utilizado en muchas ocasiones para cortar el hipo de raíz. Antes de que te ocurra tres veces, me decía, tienes que ponerte el brazo izquierdo a la espalda y subirlo hacia la nuca tanto como puedas, y mantenerte ahí hasta que el hipo desaparezca. Yo lo he probado en muchas ocasiones y siempre me ha funcionado. Supongo que tendrá su base científica, pues al forzar esa postura con el brazo, el diafragma causante se reacomoda y vuelve a cumplir su función normal de forma regular y natural.

A mi hija pequeña se lo he dicho muchas veces, pero al final cuando acude a mí diciendo que tiene hipo y le pregunto si ha hecho lo del brazo invariablemente me dice que se le ha olvidado. Como ya se han dado más de tres episodios, no es efectivo. Queda pues probar con otros remedios que a lo largo de los años he ido aprendiendo, tales como el provocar un susto de forma súbita y no esperada, beber lentamente un vaso de agua, respirar por la boca de forma rápida taponando la nariz con los dedos, aguantar la respiración todo el tiempo que sea posible con los pulmones llenos …. Un sinfín de acciones que al final acaban funcionando yo creo más por aburrimiento que por su efectividad, aunque hay personas que sufren hipo de forma continuada y durante largos períodos de tiempo, lo que puede ser síntoma de algún otro problema orgánico.

Pero volvamos al principio de este escrito, a aquello de “a la cama no te irás ….” . Ayer aprendí una forma nueva de quitar el hipo, efectiva y al parecer con fundamentos científicos. Por casualidad, mientras mi hija sufría un episodio relativamente fuerte, entramos a la farmacia por otros motivos. El farmacéutico, Jose Ignacio, salió del mostrador, cogió a la niña de la mano y me dijo que se la llevaba, para curarla el hipo. Cuando le pregunté sobre la marcha donde iba, me respondió que al bar, a darla un poquito de cazalla, que era el mejor remedio para el hipo. Tanto el dependiente de la farmacia, Javier, como yo, nos quedamos pensativos y un poco expectantes de lo que iba a hacer. Tengo confianza con él desde hace muchos años para no estar intranquilo, pero si que me quedé con la mosca detrás de la oreja.

En un breve espacio de tiempo regresaron y la niña venía sonriente, con su hipo remitido. Me dijo que se le había pasado con una cosa que le había dado. Yo me temí que lo de la cazalla fuera cierto, porque hubiera preferido que hubiera seguido con el hipo que a la niña se le hubiera suministrado semejante “medicina”. Cuando le pregunté por el remedio utilizado, me dijo que ya me lo contaría la niña.

Al salir de la farmacia, mi hija me contó que efectivamente habían ido al bar de al lado, y en una cucharilla de café había puesto azúcar y encima un chorrito de limón. Se lo había tomado e inmediatamente se le había pasado el hipo. Una forma nueva de quitar el hipo siempre que te puedas proveer de cucharilla, azúcar y limón. La próxima vez que ocurra y disponga de los ingredientes, lo utilizaré para verificar el resultado.

Tras hacer unos recados, tuvimos que volver a pasar de nuevo por delante de la farmacia. No me resistí y entré a darle las gracias por el remedio y decirle que lo desconocía, hablando a la vez de estos otros remedios que hemos comentado. Al parecer, me comentó, el nivel de glucosa en sangre puede ser una causa del hipo, con lo que un suministro rápido de azúcar disuelta en limón puede contrarrestar de forma súbita los efectos de un descenso momentáneo de glucosa, que pudiera haber inducido el hipo.

Una cosa nueva después de llevar muchos años en este mundo.