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domingo, 30 de diciembre de 2012

xxxSIM



De vez en cuando ocurren ciertos hechos que a uno le hacen dudar de estar viviendo en una sociedad de las llamadas avanzadas, que son capaces de las mayores proezas y al mismo tiempo de las mayores miserias.

Resulta que los Reyes Magos de Oriente, esos que acuden puntualmente a su cita por estas fechas al finalizar las navidades, están a punto de traerme un nuevo teléfono inteligente, un "smartphone", con más funciones y capacidades que el actual. Han sido buenos y aunque no me lo dejan tocar y disfrutar hasta el próximo seis de enero, he tenido acceso a sus especificaciones y a determinadas operaciones de comprobación para ver que funciona, tales como cargar la batería, encenderlo, acceder a la red de forma inalámbrica y algunas otras. Como dice su propio nombre y además de otras muchas cosas es también un teléfono, pero esa funcionalidad no la he podido probar. Ahora contaré no solo por qué sino la vorágine increíble a la que me he visto arrojado y de la que todavía no he salido.

Como es de todos conocido, los equipos móviles utilizan una pequeña tarjetita, denominada SIM, que contiene un circuito integrado que almacena de manera hasta ahora segura el IMSI (módulo de identificación del suscriptor) y una clave para identificar y autenticar suscriptores en equipos móviles como teléfonos, computadores, módems o tabletas.

Yo ya había oído hablar de que algunos de los nuevos dispositivos que iban saliendo al mercado en los últimos tiempos utilizaban unas SIM’s especiales pero no sé por qué lo tenía asociado al mundo de la marca de la manzanita y sus dispositivos. Como yo no como “manzanitas” debido a mi alergia, era un tema en el que no había pensado. Pero hete aquí que mi futuro nuevo aparato, mucho más grande que el actual, no admite en sus tripas la tarjeta SIM que me da acceso a los servicios de telefonía y datos que son vitales en un aparato de estos que se precie. Sin la SIM, se convierte en poco más o menos que un pequeño ordenador especializado siempre y cuando estés en las cercanías de una red inalámbrica accesible. Si no es así siempre se puede utilizar como un vistoso pisapapeles o como arma arrojadiza para intentar darle en la cabeza al gato que está maullando bajo tu ventana y no te deja dormir.

Bueno, pues eso, que no me vale mi SIM actual y necesito una microSIM. Empiezo a indagar en el tema preguntando al amigo “Google” y lo primero que veo es que ya tenemos 4 tamaños de SIM en el mercado, a saber:

Tarjeta SIM (85.6 mm x 53.98 mm), tamaño de una tarjeta bancaria o del DNI electrónico.
Tarjeta miniSIM (25 mm x 15 mm), la más popular, conocida y utilizada.
Tarjeta microSIM (15 mm x 12 mm)
Tarjeta nanoSIM (8.8 mm x 12.3 mm)

La única diferencia entre ellas es, y aquí está lo gracioso, el tamaño, pues el “chip” donde está la “chicha” y la información es siempre el mismo. Uno se pregunta qué ventajas aportan estos cambios de tamaño y salvo para aparatos muy pequeños no se entiende porque nos marean y de qué manera a los sufridos consumidores. Me viene a la memoria una cuestión similar que ocurrió hace años con los cargadores de los teléfonos Nokia. Durante años, todos los teléfonos de esta marca utilizaban los mismos cargadores, por lo que en mi familia no nos preocupábamos de este tema. Hasta que apareció un nuevo teléfono de esta marca en la que todo era igual excepto el conector al aparato, que era más fino. Ninguna ventaja, todo igual, pero ya no eran compatibles unos con otros.

Volviendo al tema que nos ocupa, me tengo que poner las pilas para conseguir en unos días una microSIM si quiero disfrutar de mi nuevo aparato. Lo primero que surge en la red es que uno puede simplemente acercarse a un local u oficina comercial de la empresa que nos da el servicio y pedir una tarjeta SIM del tamaño que necesitemos, cosa que puede ser gratis o no. Una segunda alternativa es comprar un sacabocados, tipo taladradora de hojas, pero no se justifica para usarlo una sola vez, aunque yo estoy empezando a pensar que sí por los hechos que me van ocurriendo. Otra alternativa para mañosos es usar plantillas que existen en la red y tirar con mucho cuidado de tijeras o cúter.

Como mi proveedor de servicios telefónicos no dispone de tiendas físicas, la opción de acercarme a una de ellas queda descartada. Lo intenté en una de la competencia, pero me dijeron que, claro, que…. lógico y normal. Así lo único que me quedaba era llamar al servicio de atención al usuario, ese conocido también por “todos nuestros operadores están ocupados” y solicitar un cambio de tarjetita. Primera sorpresa: para mandarme una tarjeta nueva en el tamaño que sea tienen que proceder a anular la actual. Como se puede suponer, eso implica quedarse sin línea y servicios hasta que se reciba la nueva. “Son sólo 48 o 72 horas” me informa la amable operadora que me atiende, a la que oigo pero consigo entender a duras penas su español o lo que esté hablando. Y se queda tan fresca. Pero, ¿cómo es posible que en estos tiempos actuales se plantee como una cosa normal que te quedes sin línea siquiera unos minutos de una forma planificada? Si fuera por avería o un suceso extraordinario no previsto sería entendible, pero por un cambio de tarjeta no tiene explicación.

Son lentejas. Solicito mi nueva tarjeta microSIM para poder utilizar mi nuevo aparato en toda su funcionalidad. Aquí surge un primer problema y es que si por algún motivo quiero utilizar alguno de los anteriores, todos con miniSIM no podré, por lo que tengo que adquirir un adaptador que me permita convertir la futura microSIM en una miniSIM. En la imagen que acompaña esta entrada se pueden ver los adaptadores, que son muy baratos, pero hay que tenerlos preparados por si acaso.

Y aquí empieza el calvario. Solicitada la nueva microSIM en la mañana del viernes pasado, por la tarde recibo un SMS en el que me informan que se ha procedido al envío de mi pedido y me dan los datos del envío a través de un mensajero. E inmediatamente a continuación me quedo sin servicio de telefonía y datos, ya puedo ir tirando a la basura mi miniSIM actual. Podían haber esperado al lunes, porque los fines de semana no hay reparto. O yo podía haber sido más listo y haberlo pedido el lunes, pero eso es fácil ahora que sé cómo funciona el asunto.

De entrada y hasta mañana lunes, que es un día especial al ser el último del año, sin servicio, y eso suponiendo que todo vaya bien, cosa que va a ser difícil por lo siguiente. Pregunté y corroboré con la operadora el tipo de envío: postal, me dijo, por lo que facilité un apartado de correos. El envío no ha sido postal, sino por mensajero, que evidentemente no puede hacer entrega del mismo en un apartado de correos. Así que mañana lunes desde primera hora me veo a la caza y captura del repartidor a ver cómo le notifico un cambio en la dirección de entrega para que pueda hacer bien su trabajo y yo pueda disponer de mi “tarjetita”. Lo más probable es que hasta el miércoles no consiga hacerme con ella dado que el lunes es un día especial al ser fin de año. Las 48 o 72 horas se van a ir a 120.

Se me ocurren ciento y un modos de que en esta operación los usuarios no se queden sin línea, eso partiendo de la base que no me creo que un mismo número de teléfono no pueda tener dos xxxSIM. Si timofónica y otras pueden, es que se puede. Lo verdaderamente inadmisible es que se asuma como normal el que te quedes sin servicio en una operación hecha de forma voluntaria y planificada. Podían mandarte la nueva desactivada de forma que cuando estuviera en tu poder llamaras al “todos nuestros operadores están ocupados” y en ese momento procedieran a anular la vieja y activar la nueva. O incluso hacerlo tú mismo directamente a través de internet. Pero debe ser que esto es muy difícil o imposible y lo mejor es dejar sin servicio al cliente y que se fastidie. Ya se sabe, ajo, agua y resina.

Lo que yo debería hacer es cambiarme de compañía, ya que por suerte hay varias, pero por el momento soy un sufridor y elijo seguir siendo un sufridor: soy SIMYO aunque esta compañía ha sido fagocitada por Orange y esto es un motivo de cambio, porque además de alérgico a las manzanas y por acontecimientos ocurridos en el pasado, soy todavía más alérgico a las naranjas.

jueves, 20 de diciembre de 2012

BlueMAGIC



En esta sociedad de la información, donde nos bombardean por todos lados, a todas horas y con todos los medios, cabe la posibilidad de tener algo en tu propia casa, delante de tus narices, y no enterarte. Un correo electrónico enviado por una amiga, Silvia, de una localidad cercana, me informaba de la existencia de un espectáculo musical fuera de lo corriente por si quería ir a verlo. No recuerdo exactamente pero me decía algo así como que su hija o alguien cercano participaba actuando en él. Accedí a la dirección de internet que me indicaba en el correo y comprobé que las entradas para las cuatro únicas funciones que estaban previstas estaban todas vendidas. El aforo del teatro municipal de la casa de la cultura de Galapagar no es muy grande y como digo estaba todo completo. Me olvidé completamente de ello ante la imposibilidad de plantearme siquiera asistir.

Pero hay cosas curiosas en la vida. En mi carrerita matinal el pasado domingo con mi compañero de fatigas Jose Luis, me contó que su mujer y su hija estaban ensayando como actores aficionados para participar en un musical, y que incluso el mismo ayudaba como podía en el montaje. Atando cabos resultó que era el mismo espectáculo que me había comentado por correo mi amiga. Cuando le dije que estaba todo completo me informó que haciendo un esfuerzo tremendo habían ampliado un día, el miércoles y que era posible encontrar entradas en la compra directa. Esa misma mañana de domingo había un ensayo final en la Casa de la Cultura y se brindó a indagar la posibilidad de encontrar entradas para este día añadido. A las pocas horas recibí un mensaje “whatsapp” en el que me confirmaba haberme comprado las entradas. Cuando subí a la Casa de Cultura a recoger las entradas y retornar el dinero a mi amigo, pude contemplar unos momentos del ensayo, quedándome estupefacto ante lo que allí se estaba preparando y donde de forma entusiasta y altruista participaban pequeños y mayores, profesionales y aficionados, todos aportando su granito de arena desinteresado.

Uno no entiende como no se ha enterado de “cosas” como esta cuando es el cuarto año que tiene lugar y se gesta y se genera casi debajo de la alfombra de tu propia casa.

Ayer miércoles tuve la ocasión de asistir al estreno. Hubo un poco de retraso propio del poco tiempo del que se dispone para montar un espectáculo de este calibre, que no tiene nada que desmerecer de otros profesionales y del que hay que decir que es una verdadera lástima el esfuerzo empleado para tan solo cuatro días.

El embrión de todo esto es una asociación de músicos y artistas profesionales que dedican su tiempo libre a colaborar en proyectos solidarios en Suramérica a los que va destinada la recaudación completa. En la web de SIGUIENDOTUSPASOS hay mucha más información de este proyecto maravilloso que cobra forma ante nuestros ojos en este espectáculo impresionante por sí mismo y que al saber cómo se gesta y como se lleva a la realidad cobra una dimensión inusitada, mágica, como su propio título indica. Desde hoy y hasta el fin de semana tendrán lugar cuatro nuevas puestas en escena, como digo con el aforo lleno y desde aquí digo que si no estuviera lleno iría de nuevo a deleitarme con el buen hacer de este elenco de PERSONAS, con mayúsculas, que dedican su tiempo a los demás. El mensaje final, en palabras de un emocionado y agotado Manu Contreras, ojo que hay varios Manu Contreras pero es este, instigador y alma de este montaje, es claro: “La capacidad que todos tenemos de hacer lo que nos propongamos”.

Fueron más de dos horas continuadas de música y actuaciones que se pasaron en un santiamén donde más de un centenar de músicos y actores deleitaron a chicos y grandes que abarrotaban la sala haciéndole vibrar al ritmo de las melodías Disney. Magia, humor, baile, complicidad, de todo, en un montaje y unos escenarios fuera de lo normal que llevaron la magia y el entusiasmo al público que acabó puesto en pie aplaudiendo a rabiar a unas personas maravillosas que no cabían en el escenario y tuvieron que distribuirse por la propia sala.

La dimensión humana que cobra un espectáculo de estas características cuando se conoce el cómo y el para qué está hecho es indescriptible. Al año siguiente habrá que estar atento desde mucho antes para que estas maravillas que tenemos ante nuestras narices no se nos escapen. Enhorabuena a todos por esta lección de humanidad y de profesionalidad en estos tiempos.

domingo, 16 de diciembre de 2012

QUINQUENIO



Se cumplen esta semana cinco años desde que decidí iniciar mis andanzas como bloguero aficionadillo. Si es mucho o poco tiempo siempre será una cosa relativa pero el ejercicio de ponerse a escribir más de uno y menos de dos folios todas las semanas, cosa que con algún altibajo he conseguido sin interrupción, ha conllevado un esfuerzo semanal que entenderán bien todas aquellas personas que realicen una actividad parecida. Desde aquella primera entrada publicada el trece de diciembre de dos mil siete hasta la actual han transcurrido doscientas sesenta y tres en las que he puesto por escrito mis elucubraciones personales sobre diversas materias, actuales o pasadas, que ahora al releerlas sirven de recordatorio a muchas situaciones vividas o imaginadas.

Aunque pueda parecer lo contrario al que no ha vivido la experiencia, el hecho de escribir por afición de forma regular es un ejercicio duro. Y lo es por varios motivos. Quizá lo más difícil sea elegir el tema, que en algunos casos puede requerir un esfuerzo adicional de documentación, y ponerse a ello. Con la idea clara, las palabras surgen de manera fluida y no cuesta demasiado trabajo irlas poniendo unas detrás de otra hasta conseguir un texto que merezca la auto-aprobación. Luego viene el elegir el título, que salvo los prolegómenos, los lectores asiduos del blog pueden constatar que se trata de palabras unitarias. También desde hace un tiempo hago el esfuerzo por acompañar una imagen que pudiera ser representativa o alusiva del texto, cuestión que no siempre es fácil, aunque el mundo de la red tiene imágenes para todos los gustos, a las que recurro cuando ando falto de tiempo, como por ejemplo hoy, o porque no dispongo de una personal con antelación. Luego vienen otras tareas como leer y releer el texto, pasarle por el corrector ortográfico del programa del ordenador, cargar todo en el blog, obtener una imagen previa, leer y releer de nuevo con las correcciones pertinentes y luego por fin publicar. Así y todo siempre se queda algún gazapo que se descubre al leer de nuevo cuando ha pasado tiempo. Últimamente realizo alguna operación adicional, como su publicación en “twitter”, su impresión en papel y actualizar una relación que mantengo con todas las entradas publicadas y el enlace a las mismas.

Un tema muy controvertido en el mundo de los blogs es la posibilidad o no de admitir comentarios. Los comentarios enriquecen mucho al permitir puntos de vista acordes o distantes de los planteados en el texto. El hecho de no admitir comentarios de los lectores deja al blog en un estado mucho más plano, menos rico. Al principio se admitían los comentarios pero eso siempre implica un esfuerzo adicional de lectura y moderación de los mismos, amén de que dependiendo de muchos parámetros pueden generarse situaciones incontroladas que pueden desvirtuar la esencia del blog e incluso determinar su cierre. Tras unas semanas de admitir comentarios al principio que dieron lugar a una situación no deseada decidí eliminarlos asumiendo las consecuencias. Así y todo siempre es posible la utilización del correo o del propio twitter para expresar puntos de vista o comentarios que no quedan reflejados en el blog salvo que yo los incluya.

El hecho de haber escrito sobre multitud de cosas en el pasado da lugar a situaciones curiosas. Por ejemplo, esta semana me he enterado de que está prevista para la próxima edición del Diccionario de la Lengua la palabra ARCHIPERRES.



a la que dedicaba una entrada en este blog en abril de dos ml nueve, hace casi tres años. La palabra en aquella época estaba escrita tal y como yo la había oído y ahora aparece bendecida por los académicos pero con una “r” tras la “a” inicial. Yo siempre la había oído de la otra forma, pero las palabras que existen en el lenguaje popular pueden ser oídas y/o transmitidas con diferentes formas o sonidos.

Un amigo mío me dice con reiteración que el mundo de los blogs solo sirve para decir tonterías una y otra vez, de una forma anónima y por lo general con escaso o nulo interés. Seguramente tenga razón en parte de los casos, pero hay blogs muy interesantes que permiten conocer las opiniones de las personas, de muchas personas y sin hacer el ejercicio de matar al mensajero, podemos ampliar nuestros conocimientos y nuestro acervo siempre que tengamos en cuenta que no todo lo que se publica es cierto y hay que ponerlo en cuarentena. Pero siempre podemos ahondar e investigar sobre ello en orden a elaborar nuestra propia y personal impresión.

Este quinto aniversario me ha servido para echar un vistazo a los títulos de las entradas publicadas. Sin leerlas “por dentro” y por tanto solo de recuerdos, me he atrevido a elegir las diez que mejores sensaciones, ciertas, me producen. Helas aquí por orden alfabético

ANASTASIO
BANDOLEROS
BUS-VAO
COJONES
DESAPARCAR
GULUSMEROS
INDEROGABLE
OBSOLESCENCIA
PPPP-o-PPPP
rePAGAR

Millones de gracias todos los lectores por estar ahí.

sábado, 8 de diciembre de 2012

PINOCHOS



Todos conocemos aquella faceta del entrañable cuento de Pinocho por la cual se le alargaba la nariz cuando decía alguna mentira. No acierto a pensar que ocurriría si en lugar de en el cuento ocurriera en la vida real. Mucho me temo que todos iríamos, en mayor o menor medida, con unas narices descomunales. Hay estudios de psicología en los que mediante termografía se detectan estados especiales en nuestro cuerpo, no precisamente en la nariz, cuando somos conscientes de pronunciar alguna cosa que no es verdad, o por lo menos, no es verdad del todo.

Con mi manía de ir al diccionario cada vez que puedo, he descubierto que la palabra “pinocho” existe en castellano para describir un pino nuevo o un ramo de pino. Pero eso es cuando está escrita con la letra inicial en minúscula. Si es mayúscula describe a este simpático y entrañable personaje que construyó Gepetto y que corrió maravillosas aventuras.

A pasos agigantados, la mentira se está instalando en nuestras vidas. No ya mentirijillas piadosas, de esas que vienen bien de vez en cuando para evitar males mayores, sino mentiras gordas pronunciadas sin ningún pudor ni recato por todo el mundo, generalmente con fines personales que muchas de las veces buscan, muy a las claras, la obtención de prebendas, poder, gloria o, por que no, cremas, pero no de las de untar sino de las de llenar los bolsillos. Lo que se conoce como crematística.

Y nadie se escapa a esta tendencia, acrecentada y consentida en los últimos tiempos hasta niveles insospechados. ¿Alguien duda de que lo que nos dicen y aseguran los políticos en sus campañas electorales son mentiras de las gordas?- El avance de los medios de comunicación y su acceso a cada vez más numero de personas hacen que todos dispongamos de hemerotecas más o menos amplias donde podemos comprobar el “antes” y el “después” y establecer conclusiones. En este último trasvase de poder político en nuestro país hemos asistido a una serie de “como se les ocurre hacer esto a Vds.”, “bajo ningún concepto haremos esto” a verlo realizado, corregido y aumentado, sin ningún pudor y argumentando que se ven obligados, que la herencia anterior, que patatín y patatán. Una detrás de otra, no debe quedar ninguna acción presente que no haya convertido en mentira todas las afirmaciones dadas pocos meses antes.

Pero esto no es nuevo y casi en cierta forma lo teníamos asumido, pues se sabe que los candidatos en sus campañas prometen el oro y el moro para conseguir adeptos y votos, y una vez obtenido el puesto se olvidan de lo prometido aunque incluso lo hayan dado por escrito en flamantes folletos a todo color que cuestan un ojo de la cara y encima pagamos todos, directa o indirectamente, a base de subvenciones directas o préstamos a los partidos políticos concedidos por entidades bancarias que con el tiempo son condonados, vaya Vd. a saber por qué.

Y aquí llegamos a otro de los estamentos mentirosos. La “Banca”, esa que era puesta como ejemplo mundial hace bien poco de lo saneada que estaba y que ahora anda a la rastra, con más agujeros que un queso gruyere, viendo de que manera obtiene miles de millones de euros para seguir adelante. Un dinero que estaba y que alguien se ha llevado. ¿No es una forma de mentira el no esclarecer donde ha ido a parar tanto euro que falta y no aparece por ningún lado? ¿No es una forma de mentira el engaño que hace un tiempo han sufrido muchas personas mayores con el tema de las preferentes por confiar en el bancario que se las ofrecía?

Y así podíamos seguir con las empresas y los empresarios. En estos días estamos asistiendo al descubrimiento de los tejemanejes de un flamante empresario, presidente de la confederación de empresarios durante varios años, que en estos momentos está en la cárcel por llevar a la quiebra varias empresas, dejando a sus empleados en la calle y sus acreedores a dos velas, mientras momentos antes ponía a buen recaudo su peculio para evitar que fuera utilizado en minimizar el desaguisado. Mentiroso y además sinvergüenza. Aparentando no tener nada mientras se desplazaba en un flamante “buga” de tan solo medio millón de euros de coste.

Pero no pensemos solo en los grandes. La mentira y el engaño es una constante en nuestras vidas desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Hay que andar ojo avizor para que las vueltas que te dan al comprar algo sean correctas y no se “olvide” el dependiente de alguna moneda o billete, cosa por cierto demasiado frecuente ya que tendemos a guardarnos las vueltas sin contarlas. O cuando queriendo o sin querer el producto que coges de la estantería del supermercado a un precio se convierte en otro en la cuenta final, esa que nadie repasa y paga sin rechistar.

La picaresca se instauró, oficialmente, en nuestro país hace casi quinientos años, con el espléndido relato de "El Lazarillo de Tormes" que me he leído dos veces y lo haré alguna más. Con el paso de los años cambian las formas y los medios, pero el fondo sigue siendo el mismo. Engañar para sacar partido es un deporte nacional que en mayor o menor medida todos practicamos cuando podemos y nos dejan. “¡No te pido que me des, pero...ponme donde haya!", que ya me encargo yo de ir recogiendo lo que pueda.

Se han publicado en estos días el ranking de países por índices de corrupción, en el que el nuestro no sale muy bien parado. Andamos por la posición 30, detrás de algunos muy significativos. Pero a nadie nos importa, sigamos a lo nuestro. Mal de muchos… epidemia.

domingo, 2 de diciembre de 2012

INDULTADORES



Hace un año por estas fechas, un gobierno ya saliente y en funciones indultaba a un poderoso, Alfredo Sáenz, alto directivo del Banco de Santander o del Banesto, tanto monta, tras haber sido condenado a solo tres meses de arresto e inhabilitación para ejercer su oficio de banquero. Realmente una condena pequeñita pero especialmente dolorosa en su concepto de inhabilitación que Zapatero y sus muchachos obviaron de un plumazo en sus últimos estertores. La cosa venía de lejos, de muy lejos, pues la justicia que entre otras cosas lo que es es muy lenta, había invertido nada menos que diecisiete años en llegar a esa resolución, tras unos delitos de acusación y denuncia falsos que llevaron a tres empresarios por la calle de la amargura durante esos años, incluso a la cárcel, en una lucha desigual contra toda una estructura bancaria que tiene tentáculos por todas partes y departamentos de abogados que se dedican full time a asfixiar a quién o quienes se les ponen por delante.

Es imposible ponerse en la piel de estas tres personas cuando por fin consiguen que la justicia les dé la razón y tienen que asistir al bochornoso acto gubernamental que utiliza sus prerrogativas de una forma tan ignominiosa. No tienen que dar ninguna razón ni justificación de sus actos, pero esgrimieron el manido concepto que vale para todo de “una vez resueltos los expedientes, a la vista de los informes pertinentes y conforme a lo dispuesto en la Ley".

Los sucesivos recursos dilatorios no habían conseguido su propósito pero una llamadita al amiguete de turno dejó a este banquero libre como un pajarito fuera de su jaula ya que, según informó la AEB-Asociación de Banca Española, la decisión ha sido un acierto, ya que "es la persona que más ha contribuido a la estabilidad y progreso del sistema financiero español en los últimos 25 años”. Pues menudo progreso y estabilidad tenemos gracias a la actuación en los últimos años de muchos de estos. Pero no vamos a hablar del maltrecho sistema bancario español, cuyos dirigentes han caído tanto o más bajo que nuestros políticos, sino que esta noticia me viene a colación por un nuevo indulto, flagrante porque llueve sobre mojado, que ha sido concedido con reiteración a unos mossos d’esquadra, grupo policial catalán, que últimamente se está luciendo bajo los mandos del "conseller" de interior de la “Generalitat” de Cataluña Felip Puig cuyo nombre se ha alojado en mi memoria en contra de mi voluntad.

Resulta que hace un tiempo un grupo de esos policías que están a nuestro servicio para defendernos de los malos, detuvieron a un ciudadano rumano en lo que luego se ha demostrado una tremenda confusión, y en dependencias policiales lo apalearon, pisotearon, cosieron a golpes, dieron patadas y llegaron a meterle el cañón de una pistola en la boca. Las imágenes grabadas por una cámara existente en las dependencias han podido ser vistas por todos y demuestran el ensañamiento en la acción de unos borricos contra un ciudadano indefenso que además era inocente. La justicia condenó estos hechos lamentables con los correspondientes años de cárcel y, lo que es más importante, la inhabilitación para que estos servidores del orden sigan siéndolo y tuvieran que ir a ejercitar sus músculos en una cantera o en una mina, donde podrían desahogarse a fondo.

Pues no, señores, esto no iba a quedar así, y además con repetición y alevosía. Nuestro actual gobierno, magnánimo él, no indulta del todo, sino que reduce la pena lo suficiente para que estos chicos, pobres ellos, no vayan a la cárcel y no sean inhabilitados, pudiendo continuar sus andanzas en pos de la defensa del orden y de los ciudadanos. Pero el juez entra de nuevo y fuerza a que a pesar de esta reducción, la sentencia se cumpla y vayan a prisión. Pues no, otra vez y llueve sobre mojado, nuestros políticos se cubren de gloria y conceden un nuevo indulto pero esta vez total, que se habrán creído estos juececillos de peras al cuarto. Y encima doscientos jueces se permiten dirigir un escrito condenando el indulto con lo cual la tensión entre los poderes judicial y ejecutivo aumenta día a día. Recordemos que el actual ministro de Justicia es Alberto Ruiz Gallardón que, como no podía ser de otra manera, defendió la decisión del Ejecutivo de conceder el indulto diciendo de nuevo que “es facultad del Gobierno el derecho de gracia y que en este caso concurrían todas las condiciones favorables”. Más de lo mismo.

Siempre se ha hablado de “moderno” estado de derecho, y entre otras cosas de la separación de poderes, en lo que se supone que la justicia es profesional e independiente del gobierno de turno. El Ejecutivo defendió su postura con argumentos un tanto antiguos, señalando que los jueces no pueden entrometerse en competencias que no son suyas, sino del Gobierno, por una ley del siglo XIX. O somos muy tontos o lo que parece es todo lo contrario, que el Gobierno se está entrometiendo en las competencias judiciales que, recordemos, no son suyas.

En esta semana un programa de televisión dirigido por Wyoming, El Intermedio, ha dedicado amplios comentarios a este asunto que me han puesto los pelos de punta por temas de “cantidad”. Parecía que esto de los indultos gubernamentales era un hecho aislado y puntual. Pero cuando te enteras que el Gobierno de Aznar concedió cerca de SEIS MIL indultos, el de Zapatero cerca de CUATRO MIL y estos de ahora llevan ya más de CUATROCIENTOS, lo que parece es que hagas lo que hagas y si no consigues ganar en los procesos judiciales, siempre está la figura del indulto si tienes el suficiente poder y los suficientes contactos para obtener los favores de un gobierno que además no tiene que dar ninguna explicación de sus actos. Indulta y punto. Esto es transparencia y forma de hacer las cosas.

domingo, 25 de noviembre de 2012

DESPIDOS



“Algunos le dijeron que antiguamente las cosas se llamaban con nombres mucho más hermosos”. Gregorio lo creyó porque había descubierto el lenguaje de los poetas y pensaba que cada cosa se merecía una poesía y no una palabra …

No nos engañemos. El despido, en términos laborales, ha sido siempre libre en España. A pesar de las arremetidas permanentes y continuas de la patronal, desde tiempos inmemoriales y aún hoy todavía, lo que no ha sido es barato, pero a cualquier empresario que se le antojase, disponiendo en caja del suficiente peculio, podía arrojar y poner de patitas en la calle a cualquiera de sus empleados por cualquier nimiedad sin tener siquiera que sonrojarse por justificarla.

En el siglo pasado, en tiempos de la dictadura se inventó aquello del motorista. Ese que desde las altas instancias enviaban con un sobre que era entregado al destinatario y que al abrirlo este se quedaba con cara de haba al leer el eufemismo de que había sido suspendido de sus funciones, sin más explicaciones. Luego en los años noventa, con aquello de las modernidades del correo electrónico, supe de algún caso en el que un alto directivo había sido cesado en sus desempeños laborales al abrir el correo a primera hora y leer con estupor que cerrara y se marchara, eso si, a la mayor brevedad posible, y sin llevarse nada.

Desde febrero del presente, el despido laboral está mucho más barato, tanto que casi incita a las empresas a prescindir de trabajadores valiosos antes de que acumulen años de antigüedad y sustituirlos por otros a menor coste y sobre todo con contratos laborales de nueva redacción. Aunque la verdad es que no sé para que sirven los contratos laborales, si las empresas, incluso las más representativas, se los saltan continuamente, obligando a sus empleados bajo amenazas más o menos taimadas a realizar más horas o prestarse a tejemanejes de cualquier tipo. Y el grito de “esto es lo que hay” no queda otro remedio que claudicar o en caso contrario esperar que te llegue tu “motorista”.

Y por si esto fuera poco y para facilitar un poco más las cosas, se ha inventado esto del E.R.E., cuyo significado es Expediente de Regulación de Empleo, al que se acogen las empresas con los argumentos más peregrinos, bendecidos por las leyes actuales, para poner de patitas en la calle un considerable número de empleados a unos costes reducidos y en algunos casos irrisorios. Toda una inversión para quitarse “lastre” de en medio. Y es que lo que antes de llamaba “empleado” para referirse al capital humano de las empresas, sus empleados, ahora se llama simplemente “recurso”, y claro, no se tienen remordimientos y es mucho más fácil deshacerse de un “recurso” que de un “empleado”. Empleado suena a persona y recurso suena a cosa.

En estos días de agitación económica se anuncian día tras día ERE’s masivos. Empresas otrora punteras de la economía nacional, en las que cualquier españolito hubiera querido laborar de por vida, se hunden a toda velocidad, esquilmadas por gestores sin escrúpulos que se han llevado lo impensable y anuncian poner en la calle miles de empleados, a golpe de ERE y por cuatro pesetas, que suena mejor que euros, pues en la caja no quedan más que telarañas y no hay dinero para los “recursos”. Por citar unos ejemplos que suenan en estos días, Iberia y Bankia anuncian despidos de alrededor de cinco mil de sus trabajadores. Muchos de ellos, mayores ya y que llevan toda la vida se encontrarán en la calle con una mísera indemnización.

Pero esto con ser malo, no es lo peor. Muchas otras empresas, sobre todo las grandes, están llevando una labor encubierta de lo que eufemísticamente se ha dado en llamar “reducción de la masa salarial”. No entramos en cuestiones de calidad, de atención a los clientes, de un mínimo funcionamiento correcto de la empresa, no, no entramos en ello; desde los departamentos económicos se detraen subrepticiamente beneficios, que se derivan a los departamentos de recursos humanos con la intencionalidad, dicho paladinamente, de “echar gente a la calle”.

Y el departamento de personal, ahora llamado de recursos humanos, con ese dinerillo que debería destinarse a mejorar la empresa, a invertir, a generar, convoca a sus jefecillos y les comunica que tiene que echar a la calle a unos cuantos y que se admiten candidatos. Rastrerillos de tres al cuarto, por apuntarse unos tantos, aprovechan para quitarse de en medio aquellos empleados profesionales con criterio, que no les bailan el agua y se permiten no atender sus insinuaciones, vamos, que como se conoce en el argot, no les hacen la pelota.

Un familiar directo mío ha sufrido en estos días esta situación. Tras más de cinco años laborando en uno de los puestos más bajos de la empresa de hipermercados de la “A” y el “pajarito alegre”, el pasado martes a media mañana fue requerido a presentarse en el departamento de recursos humanos. Le pusieron delante una carta de despido con los clásicos argumentos peregrinos de “falta de productividad” e ipso facto le colocaron a su lado a un vigilante jurado para que le acompañara a su taquilla a recoger sus cosas y le pusiera de patitas en la calle. Menos mal que el vigilante jurado no recibió la orden, o si la recibió no la ejecutó, de obsequiarle con una patada en el culo “cortesía de la casa”. Ni una palabra del rastrero de su jefe, que había tenido buen cuidado de ausentarse y no estar presente, por si acaso. En poco más de un cuarto de hora pasas de estar empleado y ganándote la vida míseramente en una empresa teóricamente estable a ser un “arrojado”.

Esto es una bola que va engordando día a día. Y es que los arrojados dejan de ser clientes de las propias empresas que les arrojan, y, lo que es peor, de todas las demás: del panadero, del peluquero, del vendedor de periódicos,… Una espiral que se va abriendo, o cerrando según se mire, y que no conduce a nada bueno.

Si las empresas con beneficios los dedican a este tipo de artimañas…

La frase con la que empieza esta entrada está extraída del libro “Juegos de la edad tardía”, de Luis Landero.

Y yo me hago la pregunta ¿a qué estamos jugando?

sábado, 17 de noviembre de 2012

ESTADOUNIDENSES



A raíz de los comentarios de una entrada anterior en este blog titulada MDSCC, me han venido a la memoria dos historias protagonizadas por mi padre en los años sesenta del siglo pasado que recuerdo con cierta nitidez.

Al crearse la estación de seguimiento de satélites en Robledo de Chavela en 1965, el personal especializado que la atendía era de origen estadounidense. La estación en sí era un pequeño pueblo al más puro estilo de los de los Estados Unidos donde además de desarrollar sus funciones laborales, los laborantes podían vivir con sus familias. Pero alguno de ellos, al menos los fines de semana y luego a diario prefirió hacerse con una vivienda en alguna de las localidades cercanas, de forma que así se mezclaba con los lugareños en un intento de cumplir con aquel viejo dicho de “donde fueres haz lo que vieres” y así aprender algo de la cultura y de las gentes del país.

Uno de ellos tenía por nombre Gerónimo y llegó a hacerse muy amigo de mi padre, que en su condición de cartero urbano le llevaba numerosa correspondencia postal. La foto que ilustra esta entrada fue tomada por él, con una cámara Polaroid en la primavera de 1967 por lo que es de destacar el que sea en color cuando en aquella época andábamos todos con el blanco y negro. De vacaciones en su país natal, Gerónimo comentó con sus amigos las numerosas relaciones personales que había establecido en el pueblo de forma que era muy conocido. Ante su incredulidad, les propuso una apuesta consistente en que le enviaran una carta en la que solo figurara su nombre simple, Gerónimo, y la localidad, con algún dato interno que solo podría conocer si en realidad recibía la carta. Ni que decir tiene que mi padre, al ver en Correos una carta dirigida a un escueto Gerónimo y procedente de los Estados Unidos, dedujo rápidamente quién era el destinatario y se la entregó. Esto le hizo ganar la apuesta. Con el tiempo nuestro amigo Gerónimo volvió a su país y se perdió su pista. Es de suponer que en estos días o sea muy mayor o incluso haya fallecido pero en los años que estuvo por nuestras tierras dejó su impronta de amabilidad y camaradería al mezclarse con nosotros, cosa que hicieron muy pocos de sus compañeros.

La otra historia tuvo relación con la llegada del hombre a la Luna el día 20 de julio de 1969. El comandante Neil Amstrong a bordo del Apolo 11 pisó, aunque hay mucha controversia todavía, por primera vez la superficie lunar al descender en el Mar de la Tranquilidad del módulo Eagle. Mi padre era un gran aficionado a los sellos, como una extensión de su profesión, y mantenía una colección actualizada que en su día tendría cierto valor. Con motivo de esta efemérides se publicó una colección de sellos. Mi padre, no sé si a través de Gerónimo o de forma directa, se le ocurrió añadir valor a esa colección de sellos si conseguía sobre ellos la firma o autógrafo del propio comandante Amstrong, por lo que le dirigió una carta adjuntando dos colecciones completas, una como regalo y la otra para que se la devolviera firmada. Yo creo que mi padre daba por perdidas las dos colecciones dada la distancia y la insignificancia que suponía el hecho de que un cartero perdido en un pueblo de España dirigiera tal solicitud.

Pero, lo que son las cosas, mi padre recibió contestación, solo que la colección de sellos regresaba sin la firma pretendida. Neil Amstrong se excusó diciendo que debido a las restricciones publicitarias impuestas por la NASA no le era posible acceder a la solicitud, pero como compensación adjuntó a mi padre una foto-poster con una dedicatoria. La fotografía ilustra el pie de esta entrada y en ella puede verse el nombre de mi padre escrito a mano por el propio comandante recientemente fallecido. En el año 2000 tuve la oportunidad de visitar Cabo Cañaveral. Mi hijo llevaba una camiseta en la que habíamos impreso esta fotografía y vimos como llamaba la atención de la gente de la base que atendía a los turistas e incluso un astronauta veterano que daba la charla de introducción a la visita se fotografió con nosotros y nos dijo que había sido compañero de Amstrong en una misión posterior.

sábado, 10 de noviembre de 2012

MDSCC



En esta semana en la que estamos y en la siguiente se está celebrando en Madrid la XII edición de la Semana de la Ciencia. Ya hemos hecho comentarios a las posibilidades que brinda este evento a las personas que además de tener inquietudes y ser curiosas dispongan de tiempo. Las universidades, centros de investigación, empresas y otras entidades organizan actos específicos de carácter divulgativo y permiten el acceso y la visita a sus instalaciones al público en general. Un acceso que el resto del año está vedado salvo a personas especiales, bien por su trabajo o por sus contactos. Ya en 2008 y debido a mi dedicación laboral espaciada, tuve mi primer contacto con estos eventos tal y como reseñé en este blog donde particularizaba datos generales y os eventos a los que me había apuntado en aquel mi primer contacto con estas actividades.

Este año tengo en mi agenda varias visitas planificadas a lo largo de estas dos semanas, pero el pasado jueves asistí a una que fue particularmente entrañable, ya que me retrotrajo a mi niñez en que había realizado la misma visita en compañía de mi padre gracias a su amistad con un americano, cuyo nombre recuerdo muy bien, Gerónimo, que trabajaba por aquellos años sesenta del siglo pasado en este complejo al que ahora me referiré.

Empecemos por el principio y vamos de siglas. MDSCC corresponde al nombre en inglés del Complejo de Comunicaciones con el Espacio Profundo de Madrid, “Madrid Deep Space Communications Complex”, un centro dependiente de la NASA, Agencia Espacial de los Estados Unidos de Norteamérica o en inglés “National Aeronautics and Space Administration”. Nos reuníamos una docena de personas en el centro de recepción de visitantes, todas mayorcitas y con un interés claro en lo que nuestros ojos iban a contemplar y nuestros oídos a escuchar. Además, como valor añadido, dos de ellas eran mis buenos amigos Miguel Ángel y Dori, con lo cual el momento tenía cotas añadidas de agradabilidad. Tras una breve presentación y unos vídeos acerca de las actividades de este centro enfocado básicamente al seguimiento de satélites, nos dirigimos andando y bajo una molesta e intermitente lluvia a las instalaciones propiamente dichas. Hay que reseñar que una visita que estaba programada en dos horas, duró en realidad tres horas y cuarto y ello por dos motivos principales: la curiosidad de los visitantes y la tremenda amabilidad de los profesionales que nos atendieron y que nos dieron toda clase de detalles, algunos de ellos muy pormenorizados, sobre el funcionamiento de la estación y sobre sus cometidos, que tienen un resumen muy sencillo: reciben señales de los satélites que están en el espacio, los codifican y se los envían a los científicos encargados de su estudio que a su vez generan información en forma de órdenes que la estación transmite a los satélites. Y así veinticuatro horas al día, todos los días del año.

En una primera charla al pie de la espectacular DSS-63, antena de 70 metros de diámetro que puede verse en la fotografía, nos enteramos de la forma de trabajo y de que el complejo de Robledo de Chavela es uno de los tres que la Nasa tiene en el mundo, cubriendo cada uno de ellos 120 grados de forma que siempre hay una estación en la Tierra en contacto con los satélites o ingenios, ya que debido a la rotación de la misma, cuando una estación pierde la señal entra una de las otras dos. Una de ellas, conocida con el nombre de “Tidbinbilla” está situada en Australia, a unos 40 km al sudoeste de Canberra, mientras que la otra se encuentra en el desierto del Mojave, a unos 70 km al noroeste de la ciudad de Barstow (California), y lleva el nombre de “Goldstone”.

Una vez dentro del edificio principal y en la sala de operaciones, recibimos una completísima y detallada información de las formas de seguimiento, los satélites o equipos actualmente en el espacio como el “Curiosity” que está circulando por la superficie de Marte o los “ancianos” Voyager que siguen emitiendo información en su viaje de ya más de treinta años por el espacio. A estos no les afecta el concepto de “obsolescencia programada” ya que han prolongado y siguen prolongando su vida útil mucho más allá de lo que en un principio se suponía. Y que sigan muchos años.

Posteriormente y dentro de la inmensa sala de ordenadores y equipos, dos técnicos armados de una enorme paciencia nos explicaron con todo lujo de detalles temas relativos a las antenas, sus diseños, las evolución a lo largo del tiempo de las formas de recepción de señales. Las comunicaciones, los ordenadores, el tratamiento de la información y un sinfín de detalles que incluso a algunos de los asistentes que éramos informáticos nos hicieron ver nuevas formas de abordar el tratamiento de datos. Los relojes atómicos, vitales para que centros de este tipo mantengan una hora coordinada, avanzaban lenta pero inexorablemente informando de la hora precisa en el día que para ellos era el 12/313 y no el 12/11/08, que es lo mismo pero en distinta notación.

Por último y al pie de una antena ya en desuso, que puede verse en la fotografía al pie y que se mantiene de forma simbólica, la última charla a cargo de Tomás nos brindó un repaso a los albores de la exploración espacial. No en vano en esa antena, que en aquella época estaba en servicio en el centro de Fresnedillas, se recibió la famosa frase del recientemente fallecido Neil Amstrong cuando pisó la luna el 21 de julio de 1969: “Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”.

Lo mejor es visitarlo en persona para lo que habremos de estar atentos a obtener plaza en una próxima semana de la ciencia en años venideros. Mientras tanto, la completísima web del MDSCC está llena de datos, información y vídeos que podemos consultar de forma periódica si estamos interesados en estos aspectos. Mi agradecimiento a la persona que hizo de guía durante toda la visita y a los profesionales que nos atendieron con gran amabilidad, cuyos nombres no recuerdo. Por cierto, un error imperdonable fue el no llevar la cámara de fotos, pensando que no estaría permitido tomar imágenes. Craso error, ya que se podían tomar sin ninguna limitación, por lo que hubo que recurrir a la “calidad” del teléfono móvil.

domingo, 4 de noviembre de 2012

ESTABILIDAD



En un estudio realizado en 2003 por la OIT-Organización Internacional del Trabajo se ponía de manifiesto que la estabilidad en el empleo en los países industrializados se mantenía constante en los últimos años, a pesar de la creencia extendida de que las personas cambiaban de trabajo con relativa frecuencia. Al menos en España y en esa época, la decisión sobre un cambio de cometido estaba en manos del propio trabajador y no tanto del empleador salvo que mediara alguna falta grave en el desempeño de las funciones laborales. El temible despido siempre ha estado sobre la cabeza del trabajador, cual espada de Damocles, pero cierta “protección” de la que disponían los trabajadores hacía esta figura ciertamente onerosa lo cual en muchas ocasiones dilataba la decisión del empresario. Digamos que el despido era relativamente libre aunque no precisamente barato.

En ese mismo estudio, recordemos de 2003, se señalaba que “esto puede sonar extraño, en una época de crisis económica, de anuncios de recortes de plantilla y de creciente desempleo, pero los mercados de trabajo en la mayoría de los países industrializados siguen mostrando una considerable núcleo de puestos de trabajo estables. Por término medio, más del 60 por ciento de todas las personas empleadas en Europa permanecían en su empleo más de 5 años”. Dice el estudio que “alrededor del 40 por ciento permanece en el mismo empleo durante más de 10 años. Estos porcentajes son muy similares a los de comienzos de la década de los 90”. También se recoge en ese informe que “Ciertamente, mientras que la media de permanencia en el puesto de trabajo en Europa es de 10,6 años y de 10,9 en Japón, en Estados Unidos es sólo de 6,6 años.”

Habría que revisar a ver si se han realizado estudios más actuales sobre el tema. Las condiciones laborales y de empleabilidad han variado mucho en los últimos meses. La tendencia más en boga es que no se precisan empleados especialistas que dominen su trabajo a base de adquirir más y más experiencia sino empleados generalistas que sean “todoterreno” y que valgan lo mismo para un roto que para un descosido. Los tiempos cambian y las tendencias también. Pero los empresarios no renuncian a contratar gente con experiencia. Lo que no quieren es pagarla. El mercado laboral está en unos parámetros que permiten y potencian el abuso. ¿Porqué un empleador va a pagar 40 a un empleado si, como la cosa está tan mal, puede conseguir que ese mismo empleado desempeñe por 30? Sería del género tonto.

No se debe de confundir estabilidad con seguridad. Ninguna de las dos cosas está garantizada hoy día. Una de las cosas que recuerdo pensé cuando empecé a trabajar de muy joven en lo que hoy es Bankia fue que había tenido la suerte de acceder a un puesto de trabajo “para toda la vida”, pues la historia y las características de la empresa, por aquel entonces Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, así lo hacían parecer. Una empresa estable, con futuro, con posibilidades de progresar dentro de ella, con alicientes laborales y con un sinfín de cualidades que la hacían apetecible para cualquier trabajador. Lo que son las cosas, veinte años después decidí marcharme por mi propia voluntad a ver nuevos mundos. Esta semana he tenido contacto con algunos de mis compañeros en esa empresa que eran jóvenes cuando yo me marché, hace veinte años, y que siguen en ella. Uno de ellos, en un puesto de cierta relevancia, me contaba como se percibe en el ambiente el miedo de cara al futuro. Con ciertos años a sus espaldas, un cambio en el puesto de trabajo no se antoja fácil y personas muy preparadas y con muchos años de experiencia se pueden encontrar de patitas en la calle y sin mucha cobertura, pues las condiciones en el tema de despidos y EREs, expedientes de regulación de empleo son de lo más dañinas para el trabajador, que ha visto esfumarse a golpe de decreto ley todos sus derechos acumulados a lo largo de muchos años de trabajo. Y es que se comenta que en la actual Bankia, producto de la fusión de varias cajas de ahorro que han sido expoliadas por tejemanejes políticos en los últimos años, sobran 6.000 empleados de los 19.000 actuales. Y lo que planea sobre sus cabezas no son precisamente prejubilaciones doradas sino “veinte días” por año trabajado con un tope de una anualidad y a “buscarte la vida”. Son las nuevas tendencias.

Desde hace algunos años viajamos varias veces a Cantabria cuando la ocasión lo permite y disponemos de algunos días libres. El viaje se lleva alrededor de cuatro horas. Para no hacerlo de un tirón, procuramos incluir la comida en el desplazamiento y así hacerlo más llevadero. Hay un restaurante de carretera que está a tres horas de Madrid y una de Santander y en el que paramos con cierta frecuencia. Ya he comentado en alguna ocasión que mi hija es celíaca, intolerante al gluten, lo cual es un pequeño problema a la hora de entrar en un restaurante donde hay que tener mucho cuidado con lo que come y sobre todo fiarte de como y donde está cocinado. Todos sabemos que las cocinas de los restaurantes no son siempre un dechado de virtud, lo que nos comemos está bueno pero si viéramos como se hace…. Retomando el tema, el comercio y las industrias de “catering” y turismo se caracterizan por permanencias cortas de sus empleados, que cambian con mucha facilidad al ser puestos de trabajo por lo general mal remunerados y con horarios intempestivos y concentrados en los días festivos.

Cuando entramos en el restaurante y encontramos a las dos camareras de toda la vida se nos ilumina el rostro. Saludan a mi hija por su nombre y la dicen que ya han avisado a la cocina que viene y que vaya preparando una sartén limpia con aceite limpio para hacerla “sus” patatas fritas. Haya lo que haya en el menú o en la carta, conocen el tema de mi hija y se desviven por atenderla. Algún día después de tantos años entraremos allí y no nos encontraremos con Vanessa y Pilar que habrán sido sustituidas por un camarero cualquiera que no conocerá ni sabrá nada de mi hija. Y vuelta a empezar y seguramente a buscar otro sitio donde parar a comer.

La estabilidad y permanencia en el empleo es buena para las empresas y también para sus clientes, que se encuentran cómodos cuando son recibidos de forma amable y conocida y ello facilita que vuelvan una y otra vez.

lunes, 29 de octubre de 2012

VIGILADOS



Con poco tiempo y con retraso para acudir a mi cita semanal con el blog, recibo un correo electrónico con una información que puede resultar graciosa pero que tiene mucho de realidad hoy en día. Nunca como ahora podemos estar tan vigilados, y no solo por personas u organismos que tienen la facultad de hacerlo, sino por cualquiera que tenga acceso a las innumerables bases de datos que pululan sin control por todos lados. Baste simplemente acceder vía internet a cualquiera de los buscadores, por no mencionar el más famoso, y teclear nuestro nombre o nuestro carnet de identidad para quedar sorprendidos. de las veces que aparecemos en montones de sitios: por haber corrido una carrera, por una multa que nos han puesto, en un boletín municipal, en una conferencia que asistimos, en un foro que escribimos, un video que hemos subido a “youtube”, una red profesional o por cualquier otro tipo de circunstancias. Acabo de ver una persona que se llama exactamente igual que yo, con el mismo nombre y apellidos, con su teléfono en claro y su dirección en un pueblo de León.

Esto que debiera ser bueno, se puede convertir en malo siempre dependiendo del uso que haga de ello. Por centrarme en una cosa buena, diré que esté fin de semana me ha localizado una vecina de mi infancia, Mari Carmen, a la que vi por última vez en la lejana isla griega de Mikonos a principios de los años ochenta, con motivo de un viaje por allí. Ella se había casado con un griego, de nombre Panagiotis, y se había desplazado a vivir allí. Ahora se han jubilado y viven en España, en un lugar de la costa mediterránea, desde donde me ha localizado a través de la red “linkedln” y hemos reanudado el contacto. En la foto que acompaña a este texto se nos puede ver a los dos hace muchos, muchos, años. Esta historia es una cosa buena y positiva, pero a poco que hurguemos veremos que la red se puede utilizar con otros fines, mucho menos lícitos y peligrosos, y no solo por organismos públicos sino principalmente por particulares.

Y por falta de tiempo reproduzco a continuación un chascarrillo que me ha llegado por correo electrónico. Nos reiremos por no llorar, pues parece un cuento, pero no es tan descabellado.

Esta es la falacia de la Sociedad del Bienestar y la privacidad personal.

Ring, ring.
- ¡Pizzería GOOGLE, buenas noches, dígame! 
- ¿Pizzería qué? 
- Pizzería GOOGLE, señor. ¿Cuál es su pedido? 
- Pero... ¿no es la Pizzería Washington? 
- Era, señor, era; GOOGLE ha comprado la pizzería y ahora el servicio es más completo. 
- Estupendo. ¿Puede Usted tomar nota de mi pedido, por favor? 
- Naturalmente, ¿el Señor desea lo de siempre? 
- ¿¿¿¡¡¡Lo de siempre!!!??? ¿Es que me conoce? 
- Tenemos un identificador de llamadas y, de acuerdo con su teléfono, sabemos que las últimas 53 veces que llamó pidió una pizza mixta de cuatro quesos y calabresa con una cerveza bien fría. 
- ¡Vaya, no me había dado cuenta…! Bien, pues quiero lo mismo. 
- Señor, ¿puedo hacerle una sugerencia? 
- Por supuesto. ¿Tiene una pizza nueva en el menú? 
- No, señor. Nuestro menú es muy completo, pero me gustaría sugerirle la de ricota y récula con un botellín de agua de mineralización baja. 
- ¿Ricota? ¿Récula? ¿Mineralización baja? ¿Pero está usted loco? Yo odio esas cosas. 
- Pero, señor, son buenas para su salud. Además, su colesterol está por las nubes... 
- ¿Y Usted cómo lo sabe? 
- Mire, señor, nuestra empresa tiene la mayor BASE DE DATOS del planeta. Hemos cruzado su llamada con su nombre y tenemos a la vista la información del laboratorio donde le hacen a Usted las pruebas. 
- ¡Joder con la BASE DE DATOS!, no quiero pizza de queso suave y ensalada para nada, por eso me estoy medicando y como lo que me da la gana..., ¿se entera? 
- Señor, lo siento, pero creo que usted no ha tomado su medicina últimamente. 
- ¿Ah sí y cómo coño lo sabes? ¿Es que por casualidad me estás mirando todo el santo día? 
- ¡No qué va!, es que también tenemos la BASE DE DATOS de las farmacias de la ciudad. La última vez que compró su medicamento para el colesterol fue hace 3 meses. Y la caja contiene 30 comprimidos. 
- ¡Maldita sea! Es cierto. ¿Y cómo es que también sabes eso? 
- Por su tarjeta de crédito, señor... 
- ¿¿¿¡¡¡Qué!!!??? - Sí, tiene Usted el hábito de comprar sus medicamentos en una farmacia que le ofrece descuentos si se paga con tarjeta de crédito del Banco BANG BANG. Tenemos una BASE DE DATOS de sus gastos con la tarjeta. Hace 3 meses que no ha comprado nada allí, pero, en cambio, sí la utiliza en otros establecimientos, lo cual nos indica que no la ha extraviado. 
- ¿A sí? ¿Y no puedo haber pagado en efectivo en la farmacia?, ¿eh?, ¿eh? A ver qué dices a eso, listillo... 
- No es probable, señor. Verá, Usted sólo paga en efectivo 200 € semanales a su empleada doméstica, y el resto de sus gastos los hace siempre con tarjeta de crédito. 
- ¡Ay rediez! ¿Y cómo coño sabéis lo que gana mi empleada de hogar? 
- Bien le paga la Seguridad Social ¿no...? 
- ¡Vete a la mierda! 
- Como Usted mande. Lo siento, señor, pero es que todo está en mi pantalla y tengo el deber de ayudarle. Creo que Usted debería volver a programar la consulta con su médico a la que faltó y llevarle los resultados de los exámenes que se hizo el mes pasado, para que le ajuste la medicación. 
- Mira guapete, estoy harto de TI, de los ORDENADORES, de las BASES DE DATOS, de INTERNET, de GOOGLE, de FACEBOOK, de TWITER, de la FALTA DE PRIVACIDAD, del SIGLO XXI, y de este país... 
- Pero, señor..., por favor, no se excite. No le conviene… 
- ¡Cállate de una vez! Mañana mismo me mudo bien lejos de este puto país. A las Islas Fiji o a cualquier otra parte que no tenga Internet, computadoras, teléfono ni gente vigilándome todo el tiempo... 
- Entiendo, señor... 
- Voy a usar mi tarjeta de crédito por última vez para comprar un billete de avión e irme a los confines del planeta. 
- Perfectamente, señor..., 
 - Puede cancelar mi pizza. Ya no la quiero. 
- De acuerdo, señor…, ya la tiene Usted cancelada. Pero si me permite…, una última cosa más, señor... 
- ¿¿¿¡¡¡Y AHORA QUÉ COÑO QUIERES!!!??? 
- Solo avisarle, de que tiene su pasaporte caducado.

domingo, 21 de octubre de 2012

SSD


No hay nada como tener interrelaciones las personas para aprender cosas, en la medida que estés un poco atento y sepas captar cuando te están contando algo que te puede resultar beneficioso. Hace ya unos meses, mi gran amigo Miguel Ángel me contó cómo había revitalizado su “notebook” a base de cambiarle el disco duro. Como ya es sabido, los “notebook” son esos ordenadores portátiles reducidos, por lo general de pantalla de diez pulgadas y también de poca potencia, que se pusieron de moda hace unos años para los usuarios que necesitaran llevarlo encima, por su poco peso y larga duración de la batería, y no tuvieran una necesidad muy grande de proceso. Hoy en día están claramente en desuso por la aparición de las “tabletas” que cumplen esas funciones aunque habría que profundizar un poco en esto, ya que una cosa es un ordenador portátil y otra cosa es una “tableta”, más portátil pero menos ordenador, aunque sirva casi, insisto en el casi, para lo mismo. Quizá sea así en el futuro pero por el momento no lo es, cuestión que descubren muchos usuarios cuando llegan con su flamante tableta a casa y quieren editar un documento en Word, y no pueden, por lo menos así de entrada.

Mi amigo me habló de los discos “SSD”. Otra sigla más que se está poniendo de moda y que traducida quiere decir “solid state disk” o lo que es lo mismo en román paladino, “disco de estado sólido”. Los que normalmente están alojados en nuestros ordenadores son “HDD”, “hard disk drive”, o sea, “disco duro”. La diferencia fundamental entre los modernos, y caros por ahora, “SSD” y los antiguos y menos caros “HDD” es la velocidad de transferencia de datos, que se mantiene constante y que es considerablemente mayor con independencia del estado de llenado del disco. Los “HDD” son mecánicos y gastan una gran cantidad de energía en mantener el disco en rotación continua, lo que redunda en ruido, y durabilidad. Por otro lado, hoy en día, los “SSD” son mucho más caros, al tratarse de una nueva tecnología que se va implantando y que al principio hay que pagar. Dentro de unos años todos los discos duros serán “SSD” pero habrán descubierto los “NTJV” y vuelta a empezar otra vez. Por cierto, “NTJV” significa, para mí y algunos otros, “no te jode Valeriano” y es un antiguo “grito de guerra” en la oficina cuando ocurría algún evento.

Pero no es cuestión de meterse en detalles técnicos que pueden encontrarse en la red a poco que busquemos. Comparaciones entre ambos, ventajas, inconvenientes, de todo hay escrito para profundizar. Yo lo que quiero aquí es contar mi experiencia personal.

Mi mujer tiene un “notebook” de esos. No era de los de muy poca potencia pero cada vez iba más y más lento, hasta llegar a la desesperación. Abrir una página en la web era para dejarlo y marcharse a hacer cosas, y así no se puede trabajar. Había hecho todo lo que se me había ocurrido, operaciones tales como desfragmentar el disco, limpiar el registro, quitar aplicaciones… y nada, la cosa mejoraba un poco, pero la lentitud era desesperante. Al comentarme Miguel Angel que había instalado un disco SSD en su notebook, he hecho yo lo propio en el “notebook” de mi mujer y, como por arte de magia, va “como un tiro”, vamos, que te despeina y si te acuerdas de cómo iba antes, la comparación no se resiste. Para que todo quede claro, el asunto han sido ciento ochenta euros, aunque los precios bajan, literalmente, de un día para otro. Acabo de mirar en la misma tienda donde lo compré y ya cuesta, en tan solo un par de semanas, veinte euros menos. Como se puede pensar, casi ha costado el disco lo que cuesta un notebook entero, exagerando un poco. Pero merece la pena.

Pero aquí no queda la cosa, porque yo tengo un portátil ya muy viejecito, con más de cinco años, que iba bien, suficiente para lo que yo hacía con él. Pero picado por la curiosidad le he dotado de su correspondiente “SSD” y parece increíble la mejora de velocidad experimentada. Solo en el arranque del encendido ya se puede apreciar como en apenas un minuto está listo para trabajar cuando antes se tomaba su tiempo.

Y para explicarlo todo un poco más, diré que tanto mi portátil como el notebook de mi mujer no están aprovechando toda la velocidad que tienen los discos “SSD” instalados. Ello es debido a que las placas base son antiguas y aunque tienen la interfaz “SATA” necesaria para estos nuevos modelos de discos, solo tienen el nivel “SATA-II” cuando si tuvieran “SATA-III” estos discos literalmente volarían.

Y como no hay dos sin tres, resulta que mi Pc fijo si dispone de una placa con “SATA-III”. Un poco de inversión y a dotar al PC fijo con su correspondiente “SSD” solo para contener el sistema operativo, uno pequeñito que anda en los ochenta euros. Bueno, sin comentarios, el arranque de un Windows 7 profesional hasta estar disponible son 47 segundos. Una gozada.

Depende mucho de cómo usemos nuestro ordenador y el tiempo que pasemos con él, de forma personal o profesional. Pero en todo caso y si se puede uno dar el caprichito, estudiar la posibilidad de incorporar un “SSD” a nuestra vida es un opción muy interesante. También podemos esperar a que bajen de precio...

domingo, 14 de octubre de 2012

CASUALIDADES



A medida que uno se aleja de la localidad donde se reside, la posibilidad de encontrarse por casualidad con alguien conocido va disminuyendo progresivamente. Si encima estamos en el extranjero suele ser bastante infrecuente el que nos topemos con alguna persona a la que sintamos necesidad de saludar, cosa que nunca hubiéramos hecho cuando el encuentro se produce en la rutina diaria. Siempre se ha dicho que basta ser que no quieras que nadie te vea para encontrarte al menos adecuado o adecuada para tus intereses. El caso típico de la parejita de ocasión que se ve sorprendida infraganti en el más recóndito lugar donde se han ido a refugiar pensando que iban a estar a salvo de miradas indiscretas.

Sin embargo, a lo largo de mi vida he topado en varias ocasiones con estas “casualidades”. Voy a referir aquí cinco de ellas, las más significativas, por haber tenido lugar fuera de España y en algunas en épocas en que era poco frecuente para los compatriotas viajar al extranjero.

Septiembre de 1980. Como una extensión no programada de un viaje por Bulgaria, me encontraba inmerso entre una muchedumbre en las galerías y pasillos del Gran Bazar de Estambul. Mi mujer quería comprarse una túnica y entramos en una tienda. Justo dentro de ella me encontré con una persona, empleado de mi misma empresa, a la que conocía de vista. Bien es verdad que muchos turistas se concentran en estos lugares típicos, pero hay que coincidir en el mismo segundo en el mismo lugar, en este caso, en el interior de una tienda. Y estamos hablando de una época en que no muchos viajaban al extranjero.

Diciembre de 1980. Aprovechando el puente de la Inmaculada, seis compañeros de trabajo nos escapamos a pesar del frío y las pocas horas de luz a patear las calles y comercios Londinenses. Uno de los días regresábamos a pie a nuestro hotel a eso de las ocho de la tarde-noche, atravesando Hyde Park, lo cual no era muy corriente. Allí me cruce con el hermano de una amiga que había sido compañero mío clase en el colegio años atrás. Estaba perfeccionando su inglés acogido en una casa y a esa hora y en ese justo momento paseaba por allí practicando inglés con el hijo de sus acogedores. Coincidencias.

Noviembre de 1997. Me encontraba en Nueva York en esos tres días que me quedaban para hacer turismo tras haber corrido la maratón. Otra vez las cosas típicas que hacen todos los turistas: tomar el barco para ir a visitar la estatua de la Libertad. Estaba esperando el barco para regresar a la ciudad, cuando en el que llegaba uno de los pasajeros que desembarcaban se acercó a saludarme. Un compañero de trabajo, en una empresa grande, pero ninguno de los dos sabíamos de las andanzas del otro. Él estaba allí acompañando a su mujer, médico, que estaba en un congreso y mientras los consortes se dedicaban al turismo.

Noviembre de 1999. Se había acabado una semana de vacaciones en La Habana y nos dirigíamos a facturar nuestras maletas por los pasillos del aeropuerto, cuando me crucé con un vecino, residente en la casa de enfrente. Estamos de acuerdo en que el aeropuerto es uno de los sitios donde sería más fácil encontramos a alguien, pero a esa distancia, el mismo día, a la misma hora, en el mismo pasillo y además no estar distraídos y fijarnos en el otro… muchas coincidencias.

Y un último caso hace relativamente poco. En el verano de 2010 habíamos pasado unos días en la campiña inglesa, cerca de Cambridge y como colofón estuvimos unos días en Londres, a donde curiosamente no había regresado yo desde el viaje que he referido al principio de esta entrada, nada menos que treinta años habían transcurrido. Subíamos la familia las escaleras para acceder a la catedral de San Pablo cuando bajaba por las mismas la directora del colegio de mi hija con su madre. Mira que Londres es grande para coincidir en un mismo instante.

Por supuesto que me han ocurrido más casos de estos dentro de la geografía nacional, en Peñíscola en más de una ocasión y no precisamente en verano, sino en el mes de Febrero, en Sevilla o en La Coruña, por poner unos ejemplos que me vienen a la mente y que no detallaré para no cansar al lector.

Como moraleja y al menos en mi caso, si algún día me escapo a hacer algo que no quiera que se sepa, no las tendré todas conmigo: seguro que me pillan.

domingo, 7 de octubre de 2012

OBSTINACIÓN


Hoy va a ser una entrada un poco especial, en la que no quiero de ninguna manera sembrar polémica, sino simplemente expresar una opinión, en este caso la mía. Normalmente las personas, cuando somos parte interesada en un asunto, tenemos opiniones a favor de cómo nos gustaría que fueran las cosas. Es lo lógico, no es lo mismo comentar el nuevo impuesto que va a establecer mi ayuntamiento para los tenedores de perros por parte de los que tienen perro como por parte de quien no tenemos. Antes de que se me olvide, la imagen que acompaña esta entrada no tiene nada que ver con el tema, pero me he propuesto poner siempre alguna fotografía y la verdad es que no encuentro ninguna que haga referencia al tema. Por lo menos queda bonita.

Desde que hace dos mil años se sentaran los cimientos de la Iglesia Católica, muchos aconteceres han tenido lugar a lo largo de estos dos siglos. Muchas cosas permanecen inamovibles desde entonces y no vamos a entrar en la historia de la Iglesia. Lo que sí que está cambiando a pasos agigantados es la sociedad, y muy deprisa, en todos los ámbitos de la vida y por lo tanto también en el religioso. Ya comentábamos en otra entrada del blog titulada POSIBILIDADES como el párroco de la iglesia a la que suelo asistir los domingos había adoptado modernos métodos como complemento a las actividades religiosas. Un caso de innovación bien visto por los fieles y que es posible en la actualidad y no lo era hace unos años, salvo que lo hubiera hecho con diapositivas, mucho más difíciles de hacer que las pantallas de un “powerpoint”.

A lo largo de los años de vida que llevo en este mundo he percibido algunos cambios en las formas de hacer eclesiásticas. Uno de ellos por ejemplo es el asunto de la misa dominical. Antes era el domingo y solo el domingo el día admitido para cumplir con el precepto. Con el tiempo se habilitó la posibilidad de que se oyera misa los sábados por la tarde, con la misma validez. Otro se refiere al tiempo que había que guardar sin alimentarse antes de poder recibir la comunión. En mis tiempos, cuando hice la primera comunión, era de tres horas, ahora creo que es de una hora, que es tanto como no decir nada si tenemos en cuenta la duración de la propia misa. Y además la primera comunión se hacía a los siete años de edad, mientras que ahora, por lo general no se hace hasta los diez años. Otro sacramento, como la confirmación, tenía lugar, como a mí me parece lógico, entre el bautismo y la primera comunión. Yo lo hice a los seis años, mientras que ahora se hace, por lo que veo, alrededor de los quince años, claramente después de la primera comunión.

Hay más cosillas. La gente que acude a comulgar puede elegir entre recibir la hostia directamente del sacerdote en la boca o en sus manos. Antes, eso de tocar con las manos la sagrada forma era cuando menos pecado y de los gordos. Además, en las misas suele haber un par de fieles, masculinos o femeninos, que son habilitados para facilitar la comunión en delegación del sacerdote.

En fin, cambios cosméticos, si se quiere, pero que han sido una adaptación a los tiempos que corren donde, dicho sea de paso, el domingo ya no es fiesta “de guardar” y desde el punto de vista laboral es como otro día cualquiera de la semana. Pero hay cosas que no cambian, ni tienen visos de hacerlo, aunque a la luz de los planteamientos actuales no tengan mucha razón de ser. Voy a comentar por encima un par de ellas. Una es el hecho de que los sacerdotes tengan que ser forzosamente hombres. ¿Qué hay de la igualdad entre sexos tan traída y llevada hoy en día? ¿Por qué no pueden ser mujeres? Supongo que habrá razones teológicas de peso esgrimidas por todas las jerarquías eclesiásticas, pero a la altura de la calle esto se sostiene poco.

El otro asunto es el de los divorcios. Lo de “para toda la vida” se está viendo que en muchas ocasiones no llega a cumplirse, por las razones que sean. Y visto desde un punto de vista lógico, mejor es dejarlo que llevarse a matar entre los casados. Pero una vez casado por la iglesia, esto es para siempre. Bueno, lo de para siempre es un decir. En mi entorno conozco directamente un par de personas que se casaron por la iglesia, tuvieron hijos, y al cabo de unos años decidieron dejarlo. Pero encontraron otra media naranja, y se querían casar con ella por la Iglesia. Pues nada, tribunal de La Rota, unos contactos y unos eurillos y ¡ zas rataplás ! matrimonio anulado. Cuando veo a algunas de estas personas ir a comulgar de nuevo no dejo de pensar lo hipócrita que es la sociedad, incluso en cosas como esta que, como decía mi abuela, “no hacen falta para comer”.

En la homilía de la misa de hoy, el sacerdote ha pasado de puntillas por encima comentando de pasada, y rápida, que “la Iglesia no está en contra de los divorciados …”

sábado, 29 de septiembre de 2012

MOMENTOS (y 2)



Continúo con la segunda parte de esta entrada, en la que reflejo cinco momentos impactantes de mi vida en el terreno personal. Los dos primeros pueden consultarse aquí.

TRES. Durante toda mi vida he sido gran aficionado a practicar todo tipo de especialidades deportivas. Como suelo decir, “juego a todo, pero mal”. Llevaba tiempo rondando por la cabeza el correr una maratón, ya se sabe, algo más de cuarenta y dos kilómetros seguidos, uno detrás de otro. Aunque mantenía un buen tono físico, mi peso por encima de los noventa kilos para una estatura “cortita” no eran buenos augurios para esta prueba de tremenda exigencia. A mediados de los noventa, un compañero de oficina nos embaucó a varios para empezar los entrenamientos con vistas a culminar una carrera de este tipo con éxito. En la foto puede verse la llegada de la primera que corrí, en Madrid, entrando en la meta abrazado a mi gran amigo Miguel Angel, que culminaba su segunda maratón. Para mí era finalizar la primera y lo que se siente al cruzar la meta tras más de cinco horas de esfuerzo continuado, es indescriptible. Luego vendrían otras, en variados lugares, entre ellos Nueva York, pero como la primera, ninguna. La historia de estos devenires puede ampliarse descargando un documento en este enlace.

CUATRO En el primero de los momentos comentaba como vi truncadas mis expectativas de cursar estudios universitarios debido a mi incorporación al mundo laboral. La idea de retomarlos rondaba insistentemente en la cabeza hasta que en 1993 y a pesar de las obligaciones laborales y familiares, decidí iniciar los estudios de Psicología en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Me hubiera gustado meterme en alguna otra carrera de tipo más técnico, pero dadas mis posibilidades y limitaciones de tiempo, escogí esta carrera con asignaturas variadas y que procura una formación humanista muy interesante. Yo no estaba acostumbrado a los suspensos en junio, pero las tres asignaturas en las que me iba matriculando años tras año eran demasiado y a pesar de leer y estudiar sacando tiempo de donde podía, el contar con los exámenes de septiembre era necesario. Pasaron once largos años de esfuerzo, veranos incluidos hasta que, un día de septiembre de 2004, cuando salía de realizar el último examen, tuve el pálpito de que todo se sabía acabado. Cuando digo “todo” me refiero a la parte académica porque uno nunca acaba de estudiar y formarse si se quiere estar al día. Los cambios y los progresos son continuos y permanentes en cualquier materia y hay que mantener un esfuerzo continuado y constante. Pero la obtención del título fue un hito y aquella tarde de septiembre, cuando abandonaba las aulas del politécnico de La Paloma, en Madrid, sentí que un largo camino de once años había quedado atrás.

CINCO Uno de los lugares talismán en mi vida es el claustro del Monasterio de Santo Domingo de Silos. Tuve la oportunidad hace muchos años de acceder a él con muletas por una operación de menisco, lo que me permitió quedarme a solas en el claustro mientras el resto visitaba una dependencia, y sobrecogerme y embargarme de un inmenso sentimiento de paz y tranquilidad. Quise repetir la experiencia y para ello hace un par de años me fui a pasar tres días de recogimiento, dentro de un programa que muchos de ellos tienen para acoger huéspedes en los monasterios. Los rezos de los monjes, en los que participaba como uno más comienzan a las seis de la mañana con “Vigilias”, que dura cuarenta y cinco minutos aproximadamente. Tras él es posible regresar a la habitación, pero yo no lo hacía, quedándome a oscuras sentado en el claustro de la abadía, a noche plena. En la época en que yo estaba allí, comenzaba a amanecer lentamente pasadas las siete, pudiendo participar del tañido de las campanas, la llegada de la luz, la algarabía de los miles de pájaros que pernoctan en el centenario ciprés en el momento de abandonarlo, coleccionando sensaciones indescriptibles de paz y tranquilidad. Por haber sido este último suceso elegido más reciente, ha sido narrado con más detalle en dos entradas de este blog, esta y esta, por lo que a ellas me remito para el lector que esté interesado en ampliar detalles.

lunes, 24 de septiembre de 2012

MOMENTOS



A lo largo de la vida nos vemos inmersos en un sinfín de situaciones algunas de las cuales quedan impresos en nuestra mente para siempre. Pueden ser de diversos tipos, positivas o negativas y pertenecer a diferentes ámbitos, personal, familiar, laboral, etc. Por lo general, las positivas son efímeras y aunque se nos queden grabadas a sangre y fuego, se desvanecen como por encanto en cuanto la vida sigue su curso. No es mala cosa recordarlas de vez en cuando y conseguir revivirlas lo más diáfanamente posible para volver a disfrutar de ellos como un regalo para ver más positiva la vida

He hecho el ejercicio de recuperar cinco momentos impactantes de mi vida en el ámbito personal. Referiré dos de ellos en este post y los tres restantes en el siguiente. Nunca se puede decir que sean los mejores o intentar establecer una clasificación so pena de meternos en una espiral sin salida. Sí son de gran contenido emocional positivo que me han marcado y utilizo de vez en cuando para “recargar las pilas” que buena falta viene haciendo y cada vez de forma más frecuente en los últimos tiempos. Como he referido, hay otras de tipo familiar como cuando uno se casa, cuando nacen los hijos y situaciones afines que también son de un gran contenido emocional. En el ámbito laboral ocurren igual al empezar un nuevo trabajo, sus traslados, ascensos e incluso los cambios de empresa. Los relaciono uno detrás de otro, en un orden cronológico, no siendo este orden una prelación que pretenda, como ya he dicho, una clasificación en mejores o peores.

UNO En la primavera de 1978, un compañero de oficina que andaba metido en los cursos de patrón de yate organizó un viaje en velero de una semana por las islas Baleares. Una tarde de domingo, desde el puerto deportivo de Sitges y en el velero “Gurriato” partíamos ocho personas incluyendo el patrón pues el compañero no se atrevía con la responsabilidad a pesar de tener ya el título en el bolsillo. Nos dirigíamos “a toda vela” hacia Mallorca, donde arribamos tras una travesía de veinticuatro horas en la que hubo que tirar de motor en bastantes ocasiones debido a la escasez de viento. Tras un día recalados en Pollensa, se decidió hacer la travesía hasta Menorca durante la noche. Ya habíamos adquirido cierta destreza en el manejo del timón y en la gobernabilidad del barco cuando las condiciones eran estables y podíamos capitanear consultando la brújula y atisbando los catavientos para mantener hinchada la vela. Me tocó un turno en mitad de la noche, el de tres a cuatro. Mientras los demás dormían y el barco navegaba ligeramente escorado con bastante viento portante, una manada de delfines se puso a ambos costados durante un buen trecho haciéndome compañía en mi soledad con sus preciosas cabriolas y saltos. Hay que decir que era noche de luna llena por lo que veía perfectamente a los delfines, en muchos momentos recortados sobre la estela de la luna reflejada en el mar. Para completar la belleza del cuadro, el viento se colaba por la botavara de aluminio produciendo una musiquilla como de flauta y silbidos que configuraron una escena para no olvidar que persistió durante algunos minutos inundando mi espíritu de paz y tranquilidad.

DOS Transcurría septiembre de 1972. Durante mis estudios de C.O.U. el curso anterior estuve preparando de forma autodidacta las oposiciones a banca, porque no veía muy claro el poder cursar estudios universitarios teniendo en cuenta la situación económica familiar, en la que cuatro hermanos y una abuela además de mi madre nos encargábamos de hacer humo los dos sueldos de mi padre, único laborante en la casa, como cartero urbano por las mañanas y administrativo en una empresa de jardinería y luego de construcción por las tardes. A pesar de sus alientos y de estar matriculado en Arquitectura, a principios de septiembre realicé oposiciones, muy masivas ellas en proporción a las plazas, en Banesto y la entonces Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid. No albergaba muchas esperanzas cuando un día, durante la comida del mediodía, que realizábamos toda la familia unida, el director de la sucursal de la Caja, Dn. Andrés Pascual, que fallecería poco después, se presentó en casa para darnos la noticia de que me había sido asignada la plaza buscada, felicitándonos efusivamente a mi padre y a mí y dándonos las indicaciones para, al día siguiente si era posible, presentarme en el departamento de personal al objeto realizar todos los trámites para mi inmediata incorporación a una oficina como administrativo. La sensación de alegría se unió a una cierta tristeza porque en ese momento y por el momento se habían abortado mis estudios universitarios.

Continuará …

domingo, 16 de septiembre de 2012

CUESTAS


Muchos pensamos en la de enero, pero el mundo cambia y la verdadera cuesta es la de septiembre. Y eso que este año, con las novedades para algunos de los ciudadanos españoles, funcionarios o asimilados, con el “invento” del Gobierno de quitar la paga extra de diciembre, la cuesta de enero puede renacer con nuevos bríos. Pero quia, la cuesta real, la de verdad, está en septiembre, ahora, tras el verano. La concentración de pagos, algunos de ellos de tipo general y otros que a mí de forma particular me han caído en suerte, hacen que el bolsillo parezca cual si hubiera sido agujereado por una ametralladora. Se supone que las vacaciones, aquellos que las disfruten, las han pagado con anterioridad, cosa que no siempre es así, pues los plazos con todos sus peligros siguen estando presentes en nuestras economías. Además, estando de vacaciones y en situaciones novedosas, tenemos tendencia a sacar con demasiada alegría nuestras tarjetas cual si fueran pistolas, teniendo la mano un poco más larga. Pero es que nos lo merecemos, leñe, tras unos meses de trabajo y esfuerzo en nuestros cometidos laborales.

La acepción de “cuesta” que estamos manejando aparece en el diccionario pero solo referida a enero y haciendo hincapié en que es la consecuencia lógica de las fiestas anteriores, las de Navidad: “Período de dificultades económicas que coincide con este mes a consecuencia de los gastos extraordinarios hechos durante las fiestas de Navidad.”. Como si el verano no fuera un período de gastos, en vacaciones, campamentos, estudios de idiomas propios y de los hijos, visitas, saliditas gastronómicas por las tardes y las noches con los amigos, conciertos, fiestas del pueblo… Un sinfín de actividades se concentra en estos dos meses o poco más de verano que son tan fuertes o más que los de Navidad.

Como digo, el mes de septiembre se presenta en el horizonte con unos dispendios anunciados que hacen temblar al más pintado. Depende de las circunstancias de cada uno, pero relaciono los que se dan en mi caso, muy dignos de tener en cuenta. Y vaya por delante que si utilizo las tarjetas lo hago a débito, nunca a crédito, por lo que ese susto a la vuelta me lo ahorro.

Lo primero es el sablazo del ayuntamiento en forma de ese impuesto que siempre se ha llamado de la “contribución” y que ahora hemos sustituido por I.B.I., impuesto de bienes inmuebles. Lo que antaño era casi testimonial ahora ha alcanzado unas cifras astronómicas que suben cual cohete a la luna, ahora que me viene a la memoria el fallecimiento de Neil Amstrong, primer hombre que la pisó. Entre las actualizaciones de los valores catastrales que hacen unos y los ajustes de impuestos que hacen otros, los recibos son más temibles cada año. De los 228 euros que en equivalencia pagaba por mi casa hace veinte años, son ahora 491, más del doble, los euros que me demanda el consistorio. No quiero entrar en porcentajes anuales de subida, que me podría dar un mareo.

Un segundo y no menor sablazo es el tema de los estudios de los hijos o propios. En mi caso y de momento no lo es tanto por asistir a un colegio de esos llamados concertados, pero un buen puyazo es el tema de los libros y material escolar. Este año me las prometía muy felices porque una vecina nos había dejado bastantes libros, a pesar de que muchos de ellos ya estaban “pintados” pues las editoriales, con la anuencia de los proios colegios, los hacen con esa filosofía para que no valgan de un año para otro. Digo que esperaba bajar este año la cuantía por debajo de los 300 euros por niño que anualmente viene costando, pero mi gozo en un pozo: los cuatro o cinco libros que faltaban han alcanzado el montante de 180 euros a los que hay que añadir más de 30 en material. Libros de estudios de niños que pasan ampliamente de los 30 euros con una pinta de cuadernillo de colorines que huele a timo consentido por autoridades, colegios y padres que no nos queda más remedio que tragar. Dentro de unos años, cuando los libros sean electrónicos, que ya lo son en la actualidad en algunos colegios de algunas comunidades, las editoriales se echarán las manos a la cabeza porque se les acabará este floreciente negocio, pero mientras tanto exprimen la teta de la vaca todo lo que pueden. Y no reparten los beneficios pero, eso sí, en el futuro pretenderán repartir los perjuicios.

Un tercero y que a lo mejor lo hago yo por ser muy escrupuloso es la revisión de la caldera de calefacción y agua caliente, es que es obligatoria pero que nadie controla. Menos mal que el colega que se me aparece todos los primeros de septiembre es un tío de esos que llamamos “enrrollao” y me salda la operación por cien euros en un entendimiento entre amigos y sin que nuestros gobernantes se lleven, ahora, veintiún euros sin comerlo ni beberlo, por el valor añadido que supone la revisión, obligatoria y necesaria, de mi caldera. ¿Alguien me explica cuál es el valor añadido que se produce en esta operación de limpieza y mantenimiento?

A grandes rasgos estas son las espadas de Damocles en forma de dispendios que me aparecen tras el verano. A ellos tengo que añadir, por circunstancias otras derivadas de que no sé cómo me las apaño pero llevo varios años teniendo que hacer la revisión anual y de mantenimiento del coche, esa en la que llevas el coche al taller sin ninguna avería y te le devuelven igualito que estaba pero con unas facturas que te hacen temblar. Y si además toca cambio de algo, como este año de los discos delanteros de frenos porque el vehículo ya va estando viejecito, casi es mejor comprar uno nuevo que pagar la reparación. Añadamos alguna concentración de cumpleaños y veremos que la cuesta de verdad es la de septiembre, porque de la paga de julio, esa que todavía se mantiene veremos por cuanto tiempo, ya ni nos acordamos.

viernes, 7 de septiembre de 2012

COLAS



Palabrita corta esta que nos sirve hoy de título, pero que encierra numerosas acepciones, al menos en el diccionario oficial. Hay que bajar hasta la número 10 para encontrar el significado a colación, que es “Hilera de personas que esperan vez.”. La verdad es que han sido un poco parcos, porque lo de “esperan vez” se queda un poco en el aire, especialmente si el que se acerca al diccionario a resolver sus dudas no es de habla nativa en castellano. Si tiene la paciencia de seguir leyendo, una de las adicciones en forma de ejemplo de palabra compuesta reza “hacer cola” explicando que “Esperar vez, formando hilera con muchas personas, para poder entrar en una parte o acercarse a un lugar con algún objeto”.

Aclarado el significado de la palabra que queremos tratar hoy, por si no estaba claro, diremos que las personas tendemos a tener la memoria bastante alterada y recordamos lo más cercano como si hubiera sido lo más de lo más, en toda la vida. Un ejemplo. Este verano ha sido tremendamente caluroso y tenemos todos casi la certeza de que ha sido el más caluroso de la vida. Y lo que pasa es que lo tenemos reciente y no nos acordamos de otros. Pero para eso están las estadísticas, esas que ahora ya se conservan fehacientemente desde hace años en los discos duros de los ordenadores y a las que podemos acceder cómodamente a través de internet.

Esto de la pérdida de neuronas es lo que me debe de pasar, pues no recuerdo una época como la de esta semana de “colas” por diferentes motivos que ahora detallaré. Mi recuerdo de “cola” enorme se remonta a principio de los años ochenta, cuando visité Moscú. Aquello di que eran colas, filas de moscovitas con algún turista despistado para comprar casi cualquier cosa. Pero en España, puesto a recordar alguna de gran magnitud, me remonto a mi adolescencia y aquello que los más mayores recordarán del P.I.O., el “Principio de Igualdad de Oportunidades”, más conocido por las “Becas” que los estudiantes con familias de pocos posibles teníamos que solicitar año tras año, amén de hincar los codos, aprobar todo y con nota, para poder seguir estudiando. Aquello sí que eran colas, en los patios de un edificio oficial que soy incapaz de recordar donde se hallaba.

Pero los tiempos han progresado y todos los organismos públicos y privados alardean que facilitan hacer las cosas “por internet”. Y es verdad que muchas se hacen y ya de forma automática, sin darnos cuenta. Tratemos de comparar las actuaciones que realizamos ahora con nuestros bancos, sin pisar sus oficinas prácticamente, con las que hacíamos años atrás, yendo a la ventanilla para cualquier cosa.

Como digo, esta semana ha sido una sesión de colas de lo más divertido. Y voy a empezar a contarlas por el revés, por la cola que debería de existir y no existió. Me tocaba cumplir con mi auto-imposición de donar sangre trimestralmente y me dirigí a un hospital cercano donde disponen de centro de donantes. Lo bueno hubiera sido que la cola fuera de consideración, pues la sangre es muy necesaria, pero por no haber no había nadie, ni siquiera el personal que atiende el departamento. Nadie, estarían desayunando o haciendo alguna gestión, oficial o personal. Estuve veinticinco minutos “a la no-cola”, tras los cuales me marché, habiendo esperado una cola que no existió y sin poder cumplir mi objetivo. Vivir para ver.

Pero las otras colas han sido de consideración. Se puede pedir cita médica a tu doctor de cabecera por internet pero…. No se puede pedir cita para hacerte un análisis de sangre. Hay que pasar por la ventanilla del centro de salud. Y en estas fechas, con las movidas de los co-pagos de medicamentos, algún sesudo político ha ideado un complejo sistema por el cual, al parecer, los ancianos se tienen que hacer con una segunda tarjeta sanitaria que presentar en las farmacias para que los pagos sean menores. La cola de ancianos en el centro de salud el otro día era enorme y además poco fluida, no hace falta que cuente porqué. A esperar. Menos mal que acudo siempre provisto de mi libro electrónico para aprovechar el tiempo.

La siguiente ha sido en las dependencias municipales. El ayuntamiento subvenciona a los alumnos empadronados de primaria con la cantidad de cuarenta euros para ayuda de la “cuesta de septiembre” de la que hablaremos en una próxima entrada. Tiene todos los datos como contribuyente, tiene tus cuentas bancarias donde puntualmente te cobra año tras año los recibos, lo tiene todo, pero… otro sesudo político, con criterios que no alcanzo a comprender, te obliga a ir en persona, un día concreto, un único día, en función del apellido, a las dependencias municipales, teniendo que presentar el DNI y el libro de familia para su cotejo y que te entreguen cuatro talones ya impresos. No sé si alguien se ha parado a pensar lo que cuestan las horas de los que hacemos cola, la de los funcionarios que atienden, el papel de los talones y su manipulado, etc. etc. Existen las transferencias, señores.

Ha habido más colas, pero no quiero entrar en detalles para no cansar. De una de ellas, la de comprar los libros en el colegio, me libré gracias a un amigo, gracias Fran, que estando el a su vez en la no-cola me llamó por teléfono y me dijo que me fuera para allá, que no había nadie. Pero cuando salía se estaba ya formando una que para qué. Y es que habían abierto una hora antes de la señalada y dio la casualidad de que esta amigo se había ido allí para estar de los primeros.

Más colas en el polideportivo, en la casa de cultura. Septiembre con niños, mes de las colas. Viva la informática y la “internés”.