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domingo, 26 de julio de 2020

ARMONIZADOS




Hace un par de meses, en mayo, escribí en este blog la entrada «ZURRIAGAZO» en la que vertía algunas consideraciones derivadas de una nueva actividad desarrollada durante la pandemia: el acceso a las lecturas de mi contador de luz eléctrica. Una actividad que ha devenido en un cierto ahorro mensual al ajustar la potencia contratada ─un verdadero abuso de las compañías eléctricas─ y desdoblar la tarifa única en dos que tienen en cuenta los conceptos «punta» y «valle» y que permiten con una cierta planificación familiar desviar los grandes consumos hacia los horarios «valle» que son sensiblemente más baratos.

Aquella entrada quedó en una serie de cuestiones que no cuadraban. Una de ellas era la diferencia detectada entre los consumos leídos por mí con periodicidad semanal y guardados en una hoja Excel y los facturados, que en mi factura de mayo de 2020 presentaban un desvío medio del 5,9%, al alza por supuesto, y a favor de la compañía suministradora, que en este caso y no queda otro remedio es IBERDROLA. Aunque no se llama así, lo que provocó un error en una serie de «tweets» hasta que me avisaron que es otra diferente: IBERDROLA DISTRIBUCIÓN ELÉCTRICA, I-DE, que es parecido, pero no es lo mismo.

Aunque me dirigí directamente a la distribuidora, su respuesta por correo electrónico fue la siguiente

En relación a su correo electrónico, le indicamos, por el contenido del mismo, que debe dirigirse a su comercializadora para tramitar correctamente su solicitud. Puede obtener los datos de contacto en sus facturas.

Escueta y simple: no atendemos directamente a nuestros clientes, tiene que hacer las gestiones a través de la comercializadora, que en mi caso es GESTERNOVA. Aunque costó un poco que entendieran mi consulta, GESTERNOVA se dirigió a IBERDROLA DISTRIBUCIÓN planteando mi reclamación

De conformidad a su solicitud, le confirmamos que hemos abierto la reclamación GESTERS_NNNN en la que le trasladamos a Iberdrola Distribución la documentación aportada para que realicen las comprobaciones necesarias y nos pueda indicar el motivo (si existiera) de las diferencias que ha detectado en los datos horarios, ya que desde Gesternova no tenemos acceso a estos.
Tan pronto cómo obtengamos respuesta se la trasladaremos por esta misma vía.

La respuesta, por escrito en un correo electrónico dejó perpleja a GESTERNOVA y a mí mucho más… ¿Cómo se puede plantear un actuación así?

Le informamos que ya hemos recibido respuesta por parte de la distribuidora, por la reclamación que se pasó por las discrepancias detectadas en el consumo del contador leído y lo facturado. La respuesta que nos pasa la distribuidora es la siguiente:
En base a los datos horarios que nos facilitó le informamos del motivo de las diferencias de Energía entre los datos horarios de su consumo y los datos horarios facturados: los datos horarios de su consumo, son la energía bruta del contador, con estos datos, el distribuidor realiza un proceso de validación y estimación (añade posibles pérdidas,) y lo convierte en el fichero de los datos horarios facturados.
Hemos abierto nuevamente otra reclamación GESTES_NNNN para ver si es posible que Iberdrola nos aporte información más concreta de la configuración de su punto de suministro y del proceso que realiza para que podamos aportarle información más precisa.

La letra negrita es mía. La ambigüedad con la que IBERDROLA DISTRIBUCIÓN ELÉCTRICA manifiesta tratar los datos en bruto, con unos criterios que distan mucho de ser públicos, llamó la atención de la propia comercializadora que como se puede apreciar en el escrito lanzó un nuevo requerimiento de aclaración demandando más información para podérmela trasladar a mí.

Estamos en verano, en vacaciones. Nunca más supe nada de esto desde el 29 de mayo que es la fecha de este último correo. Por mi parte, hasta después del verano, primeros de septiembre, no volveré a requerir a mi comercializadora ninguna información sobre el asunto. Pero… la cosa no ha quedado así, han ocurrido hechos complementarios al tema que son verdaderamente significativos, pues desde esa fecha han tenido lugar dos facturaciones mensuales…

Sorprendentemente desde la reclamación, las cantidades de kilovatios en bruto que yo leo y guardo semanalmente coinciden milimétricamente con los facturados, milimétricamente insisto. No hay ninguna discrepancia. Tiene toda la pinta que las reclamaciones se han traducido en hechos concretos. Esto que viene a continuación es una mera elucubración pero pudiera ser que de alguna manera me hubieran marcado en la base de datos como cliente «protestón» que vigila al milímetro sus consumos y al que no se le debe aplicar ese reajuste, ese «proceso de validación y estimación (añade posibles pérdidas,… )».

Hasta que tras el verano relance mis pesquisas ante mi comercializadora, yo me quedo con la duda que traslado al curioso lector que haya llegado hasta este punto:

─¿IBERDROLA DISTRIBUCIÓN ELÉCTRICA ha revisado sus procedimientos de toma de datos de los contadores inteligentes y ha ajustado los «procesos de validación y estimación» para TODOS sus clientes?

─¿Lo ha hecho solo para mí?


domingo, 19 de julio de 2020

SEMIVIEJA



A pesar de que estar curtido en cien mil batallas, no pierdo mi capacidad de asombro. Cuestiones que se van sucediendo día tras día y que le dejan a uno perplejo y que tiene que asumir porque no dependen de uno y además poco se puede hacer al respecto: esta sociedad consumista funciona así y aunque con el tiempo cambiará, más por las malas que por las buenas, harán falta muchos años, quizá siglos y yo ya no lo veré.

Hace ya muchos años, cuando en las ciudades y pueblos supuestamente más avanzados del país las casas ya tenían máquinas lavadoras, quedaban zonas donde existían los llamados lavaderos, edificios públicos que han ido desapareciendo, pero de los que quedan algunos vestigios en algunos pueblos. Las mujeres, mujeres casi siempre, se dirigían a ellos con sus cestos de ropa y allí friega que te restriega hasta dejar las prendas limpias que luego en algunos casos eran tendidas en el exterior encima de arbustos o simplemente sobre la hierba. Y en algunos pueblos… ni eso. La visión desde un puente de señoras del pueblo de Pinofranqueado lavando la ropa directamente en el río de Los Ángeles a mediados de los años setenta del siglo pasado no se borrará nunca de mi retina. No era exactamente pleno invierno, pero casi. Hacía fresquito, eso por ser condescendiente.

En mis primeros años infantiles, no había lavadora en casa. Sí había agua corriente y una tabla de madera especial para lavar la ropa en un barreño grande que mi abuela o mi madre ponían en el centro de la cocina. En aquellos tiempos se tendía la ropa en cuerdas en las ventanas y esas imágenes eran corrientes en los pueblos. Con el tiempo se prohibió por el efecto estético y o bien se recurría a patios interiores o a otras triquiñuelas. Más tarde aparecieron las máquinas secadoras como remedio: más aparatos, más trastos, más consumo.

Esta semana la lavasecadora que se ve en la imagen ha dado el primer aviso. Y el último. La máquina tiene ─tenía─ 16 años, pero por el contrario muy poco uso, un par de meses escasos de verano al año donde ya se sabe que se utiliza menos ropa y sin usar la secadora, pues la ropa secada al sol y al viento queda mejor. Algún uso muy esporádico en invierno y primavera y en estas ocasiones ya sí con la utilización complementaria de la función de secadora por aquello de la temperatura fría y húmeda en el exterior que no favorecía el secado natural de la ropa.

Esta semana, a los tres minutos de haber iniciado cualquier programa de lavado o de secado, la lavadora se apagaba, como si se la hubiera desenchufado. Uno que ha vivido experiencias de estas con anterioridad en los electrodomésticos piensa: la tarjeta, la famosa tarjeta electrónica, el «corazón» de todos estos aparatos. Se impone la llamada al técnico, que en este caso vino pronto, al día siguiente, a certificar lo que yo pensaba: la tarjeta, que además no suelen ser precisamente baratas. Pero en este caso no era ni barata ni cara, simplemente… no era. Al ser una máquina tan «antigua» ya no hay repuestos. Por decirte esto te cobran la visita claro, es decir, que después de haber quedado inservible, te cuesta un último dinero.

Aunque la respuesta ya me la suponía, se me ocurrió decirle al técnico si no era posible reutilizar alguna de las piezas para reparaciones de otras máquinas, que sé yo, correas, la puerta, el motor… hay algunos manitas que fabrican sierras con motores viejos de lavadora o se los adosan a una bicicleta. Respuesta esperada: «No, al menos nosotros en el servicio técnico oficial no usamos piezas viejas; algún otro servicio técnico más generalista quizá podría hacerlo».

 
Se imponía comprar una nueva y además lo más rápido posible, que hoy en día no se puede estar sin lavadora, aunque, bueno, hay vecinos que se prestan a hacerte una colada y además cada vez más proliferan esos comercios con equipos de lavado industrial. Hubo suerte y trajeron la nueva rápido. Cuando pregunté a los operarios que se llevaban la vieja si tenía algún uso, me dijeron que directamente iba al punto limpio. Ni recuperación de piezas ni nada, destinada a aumentar esos montones cada vez más ingentes de basura que los ayuntamientos no saben dónde poner.