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sábado, 26 de noviembre de 2016

CLORHEXIDINA



En los primeros meses del año 2012, las cadenas oficiales o nacionales de radio y televisión sufrieron una remodelación bestial por cambios de los profesionales que dirigían o realizaban los diferentes programas. Como comentaba en mi entrada «RADIO»,  yo era en aquellos tiempos y desde hacía años un asiduo de Radio Nacional y en concreto de algunos programas, uno de los cuales sigo recordando y sigo convencido que tendrá que pasar mucho tiempo hasta que haya otro similar: «Asuntos propios», un programa fresco y sobre todo tolerante con las opiniones y las opciones de los entrevistados conducido de forma magistral y exquisita por un profesional como la copa de un pino cual era y supongo sigue siendo Toni Garrido. La política tiene estas cosas y los nuevos gobernantes elegidos en las urnas a finales de dos mil once metieron la mano hasta el corvejón. El tiempo ha sido testigo de las consecuencias de aquella maniobra brutal y la caída de las audiencias en RTVE y RNE han sido espectaculares, tanto que costará mucho tiempo que se vuelvan a recuperar si es que alguna vez ocurre, aunque eso poco importa.

Sin embargo, al menos un programa y desconozco si alguno más, sobrevivió a aquella caza de brujas y sigue haciendo las delicias de los oyentes: «No es un día cualquiera» conducido por Pepa Fernández y que los fines de semana llena las mañanas de muchos oyentes. Yo no puedo por lo general escucharle en directo, pero la magia de internet me brinda la opción de escuchar de forma selectiva ciertos apartados a través de los «PODCASTS». En todo caso y para aquellos que no se manejen en estos mundos que pueden parecer modernos pero que llevan ya unos años entre nosotros, la página web de RTVE denominada «ALACARTA» permite volver a ver y escuchar todos los programas de las cadenas nacionales. Y en el caso de este programa de radio, que dura cinco horas, con la enorme ventaja de estar fraccionado y permitir seleccionar los apartados que nos resulten interesantes y que son los podemos descargar a nuestro teléfono móvil para ir escuchando poco a poco a lo largo de la semana, bien en la radio del coche bien en el transporte público con auriculares para no molestar a nuestros compañeros de viaje.

Como digo, selecciono diferentes secciones del programa. Una que temporalmente ha finalizado por la entrada en política de su conductor y que me gustaba mucho era «Verba volant», en el que un profesor nos deleitaba tomando como base diferentes latinismos, su etimología, su uso y su influencia en nuestro lenguaje actual. Eran poco más de diez minutos semanales que como digo han desaparecido por el momento. Además de entrevistas y otros, escucho el titulado «Concohistorias» en el que una humorística y didáctica Nieves Concostrina nos ilustra con piezas curiosas de la historia.

Ahora ando enganchado a uno nuevo, desconozco su título, en el que la boticaria del programa Marian García nos trae a colación historias prácticas de la vida de su farmacia, chascarrillos y sobre todo información muy jugosa sobre aspectos prácticos de la medicina y las enfermedades comunes. El programa del sábado pasado versaba sobre heridas, antisépticos y desinfectantes y me ha resultado tremendamente revelador, al venirse abajo todas mis concepciones acumuladas por la experiencia a lo largo de unas cuantas décadas de vida.

Cuando de pequeños resultábamos heridos, lo normal era un buen lavado de la herida con agua oxigenada seguido de un buen unte de Mercromina. Los niños españoles, especialmente en verano y por los juegos en la calle, llevábamos decorados codos y rodillas con tintura roja un día sí y otro también. ¿Qué ha sido de la Mercromina? Era la reina de la cura casera de heridas pero hace ya años que desapareció de los botiquines por la irrupción del Betadine, que al parecer era mucho mejor y más apropiado para la desinfección de heridas superficiales que no requieran puntos de sutura. Sin embargo, la Mercromina sigue estando disponible en las farmacias españolas si bien ya con muy poca demanda por el público, aunque ha sido retirada en EE.UU. país desde donde se importó en los años treinta del pasado siglo veinte.

Pero el tiempo no perdona y a tenor de lo comentado en el programa referido, el Betadine tiene que dejar paso por diferentes motivos a la clorhexidina y jubilar de una vez por todas al alcohol, agua oxigenada, Mercromina o Betadine en el tratamiento de heridas: un buen lavado de la herida con agua y jabón y la correspondiente ración de clorhexidina es lo que procede en los tiempos actuales, aunque con el tiempo será destronada para dar paso a nuevos productos, caerá en desuso y desaparecerá por las leyes de la vida o del comercio. Su principal ventaja a decir de los entendidos es que no enmascara el color del tejido, de la piel, y permite seguir de forma más fiable la evolución de la herida. Claro que la Mercromina no solo se usaba para las heridas y precisamente era su coloración roja lo que perseguía un cliente de la botica de Marian que demandaba «agua colorá» para marcar a sus gallinas y poderlas encontrar y demostrar que eran suyas cuando se escapaban de su gallinero.

domingo, 20 de noviembre de 2016

BREGA



 Ya aviso de antemano que la entrada de esta semana va a ser un poco técnica y con toda seguridad muchas personas abandonarán su lectura a la primera de cambio. Me gusta, como documentación personal, dejar constancia en este blog de sucedidos que han sido importantes para mí y uno de ellos ha tenido lugar desde el final de la semana anterior hasta mediados de esta. Una verdadera brega contra los elementos, en este caso el sistema operativo de los ordenadores personales conocido por Windows. Para fijar términos y aunque brega es generalmente conocido, me quedo con la acepción cuarta del diccionario que reza «luchar con los riesgos y trabajos o dificultades para superarlos». La definición empieza por lucha, palabra mucho más popular que la anterior, pero no está de más asomarse al diccionario que siempre aporta y para este caso quedarse con la acepción séptima que dice «afanarse, resistir o trabajar continuadamente por conseguir algo, o para vencerlo o sujetarlo».
Como mucha gente conoce, porque lo sufre, los ordenadores personales necesitan un sistema operativo para gobernarlos, hacerlos funcionar e interaccionar con los usuarios. La mayor parte de los que tenemos en nuestras casas, teléfonos inteligentes o tabletas aparte, están subyugados a las decisiones en materia de sistemas operativos de esa empresa conocida como Microsoft y que conocemos por Windows. En este momento el personal en los mundos caseros lidia con las versiones XP, VISTA, 7, 8 y 10, salvo error u omisión por mi parte. Los dos primeros, XP y VISTA, están ya condenados y virtualmente retirados de la circulación al haberse anunciado por activa y por pasiva que están fuera de mantenimiento por la empresa e incluso el Windows 7, el mejor para mí modesto entender de todos los que han existido, está amenazado. Todo son facilidades para que el mundo transite a Windows 10 ya que el paso por Windows 8, también a mi modesto entender, ha sido un completo fracaso. Windows 10 es lo que se lleva en estos momentos y lo que todos debiéramos tener, siempre hablando dentro del mundo Windows, pues como se sabe hay otros mundos a los que podemos cambiarnos, al menos en teoría, siempre que estemos dispuestos a la inversión en tiempo y recursos que necesitaríamos. Por poner un ejemplo de estos mundos: Linux o MAC.

Pero hay muchos ordenadores en el mundo trabajando a entera satisfacción de sus usuarios bajo Windows XP. Los usos que muchas personas le dan y los frutos que obtienen de ellos en sus interacciones son suficientes y no quieren cambiarlos; para ver el correo, leer el periódico, hablar por Skype con sus amigos y familiares o consultar páginas web son suficiente. Y cambiar el sistema operativo Windows XP por Windows 10 generalmente, dada la antigüedad de sus «cacharros», supone un dinero que no es lo único malo, sino cambiar el ordenador, con todo lo que ello implica: cambiar el «hardware» y también el «software». Y esto último es un verdadero problema.

Pocos usuarios saben cómo han llegado a la situación en la que se encuentran, pocos conservan los programas que han ido instalando, ellos o sus vecinos o amigos, pocos saben lo que son los drivers, pocos saben en qué carpetas del disco duro tienen sus datos personales ni siquiera los datos que tienen. Por supuesto la gran mayoría no tiene copias de seguridad y se piensan que el ordenador, ese que compraron en los primeros años del milenio les va a seguir funcionando indefinidamente. Suerte han tenido si no han tenido algún problema en el disco duro o les ha entrado algún virus que haya hecho de las suyas. La solución para ellos pasa porque algún amigo decidido o algún profesional les dé ayuda para acometer, o mejor les haga, ese traslado de un aparato a otro y de los programas y de los datos. Pero no siempre es sencillo ni gratuito, y no estoy hablando solo de dinero. Algunas amistades he perdido en intentos de que yo me encargue de estos traslados.

La semana anterior tuve que hacer una modificación a un programa codificado por mí y que pretendo por cabezonería que funcione en «todos» los niveles de Windows, pues no quiero ser yo el que fuerce un cambio, que por otra parte sería lo más cómodo: hacer como Pilatos, lavarme las manos y decir que XP y VISTA ya no están soportados. Resulta que tras la modificación ejecutada el viernes de la semana anterior, el programa empezó a fallar en Windows XP y Windows Vista. No tenía lógica pero falló, aunque no debería. En este mundillo hay muchas variables a tener en cuenta y una de ellas, que antes del verano me pasó desapercibida por no tener bien presente aquello de que «al papel y a la mujer hasta el culo has de ver» y responder sin cabeza a una actualización de uno de los lenguajes que intervienen en el programa conocido como Python. Este error desencadenó una serie de pruebas en los diferentes niveles de Windows hasta encontrar la causa. Solucionada esta, todo se arregló pero en el entorno de XP se seguían produciendo errores.

Como se indica en el título, la brega ha sido titánica hasta conseguir el jueves por la mañana aislar el problema, una función de Windows desconocida para mí, y que dudo que mucha gente conozca, que me ha traído por la calle de la amargura y me ha hecho dedicarle muchas horas hasta acorralarla y vencerla. Y aun así me quedan las dudas y tendré que seguir investigando hasta encontrar la razón de lo que sucede, extraño en mi manera de ver las cosas, pero que a lo mejor está documentado y es así y lo que ocurre que yo soy un analfabeto en este mundillo. Seguramente se tratará de esto último.

Para no alargar esto, pongo a continuación de manera esquemática el quid de la cuestión, que como ya he advertido al principio será chino para personas ajenas a este mundillo de las «ventanas» y los sistemas operativos que corren en los ordenadores personales.

  • Tenemos un programa que denominaremos PEPITO alojado en una carpeta que llamaremos [AA] y que al ejecutarlo nos da el mensaje «Unsupported Windows versión».
  • En una de las muchas pruebas realizadas, activamos la pestaña de compatibilidad en el apartado de PROPIEDADES-COMPATIBILIDAD para tratar de mediar en el comportamiento del programa. Probamos y probamos y sigue sin funcionar
  • Hacemos cambios en el programa PEPITO, lo probamos desde otros directorios y carpetas y funciona correctamente.
  • Lo COPIAMOS sobre la carpeta inicial [AA] REEMPLAZANDO el existente. Obviamente, el recién creado PEPITO no tiene activada ninguna pestaña de compatibilidad ni nada. Lo probamos en su ubuicación en [AA] y FALLA estrepitosamente. ¡Inaudito!.
  • Vamos a ver las COMPATIBILIDADES de este PEPITO que hemos reemplazado y resulta que conserva la marca que habíamos dejado en el antiguo. Bueno, como lo que hemos hecho ha sido un reemplazo, es posible que se mantengan esas marcas…
  • BORRAMOS PEPITO de la carpeta [AA] e INICIALIZAMOS el ordenador, para evitar Cachés e insrucciones en memoria que pudieran estar actuando.
  • Con el ordenador recién arrancado y PEPITO ausente de la carpeta [AA], verificamos que el nuevo PEPITO que tenemos preparado no tiene ningún tipo de marca de COMPATIBILIDAD.
  • COPIAMOS el nuevo PEPITO a la carpeta original [AA]. Miramos las marcas y ¡voilá! Han aparecido de nuevo, las tiene puestas, con lo cual si hacemos pruebas, por muchos cambios que hayamos hecho, fallará una y otra vez. Y nos volverá locos, añado yo.
No sé si este modo de funcionamiento es una «mejora» de Windows en el intento de mantener las marcas de un programa a otro siempre que tengan el mismo nombre y se ubique en la misma carpeta. Pero a mí parece catastrófico y a las pruebas y las horas empleadas me remito. Si no se conoce este modo de funcionamiento te puedes volver loco y todavía no sé cómo lo he averiguado. Supongo que un poco de suerte, mucha constancia y muchas horas de no darme por vencido.

Ahora todavía me queda buscar en la web y en la documentación a ver si este modo de trabajar del «ventanas», en cualquiera de sus versiones por cierto, es así.



domingo, 13 de noviembre de 2016

SALUD




Desde el preciso instante en que nos asomamos a este mundo no hay mayor responsable directo de nuestra salud que nosotros mismos. En alguna ocasión he dicho que no hay mejor médico personal que la propia persona que no en vano está todo el día presente en las diferentes acciones que llevamos a cabo. Todo requiere una especialización pero la observación directa de las actividades que realizamos a lo largo del día nos compete a nosotros y a poco que nos esforcemos podremos tomar parte activa en condicionar nuestra salud. Ya hace tiempo que se abandonó aquello que la salud es la ausencia de enfermedad para ir mucho más allá. Todos conoceremos personas que no tienen enfermedad alguna diagnosticada pero no por ello gozan de lo que pudiéramos considerar como una buena salud.

Un viejo profesor mío de psicología, dicho lo de viejo con todo el cariño porque ya se ha jubilado, mantenía que era muy difícil asumir conductas de salud cuando no estamos enfermos, mientras que por el contrario tras una enfermedad y mucho más si es especialmente grave, se asumen con toda celeridad. El médico nos puede estar aconsejando que no fumemos, que perdamos peso, que hagamos ejercicio, que cuidemos nuestra alimentación y un sinfín de «cosillas» que hacemos mal con frecuencia pero seguramente atenderemos poco o nada estos consejos. Eso sí, si nos arrea un infarto de miocardio o un ictus y salimos de ello, la observación pulcra de todas estas indicaciones y alguna más será una constante en nuestra vida. Esto por regla general, porque siempre hay excepciones que no hacen caso a los avisos y siguen con su rutina como si nada hubiera pasado.

La profesión médica tiene sus problemas como todas. No hay soluciones técnicas, eminentemente técnicas, a problemas políticos y mucho de esto hay en el mundillo de los hospitales y de los médicos, continuamente acosados por las multinacionales farmacéuticas para que, sin dejar de observar su juramento a Hipócrates, receten tal o cual medicamento en lugar de otro. En este blog he comentado varios pensamientos míos acerca de uno de los males actuales con que más nos bombardean, el colesterol y que pueden verse en este enlace y en este otro.

Una de las enfermedades actuales que más asustan hoy en día son los problemas cardiovasculares, que son la principal causa de muerte en el mundo. Todos conocemos a alguien que los ha sufrido sin que aparentemente estuviera predispuesto a ello. Con ello tenemos la sensación de que cualquier día nos puede ocurrir a nosotros mismos incluso aunque sobre el papel nuestras probabilidades sean bajas.

Nuestro comportamiento en nuestras actividades diarias es vital para incidir en mejorar aspectos básicos de nuestra salud. Ya comentaba en las entradas referidas mi negativa absoluta a tomar ningún tipo de Estatina para bajar mis niveles de colesterol que de toda la vida he tenido altos. En la época en que me dejé convencer por mi médico y los estuve tomando conseguí arreglarme el colesterol –según los índices generales médicos—pero me estropeé todo los demás: sueño, vista, azúcar en sangre con peligro de diabetes, ácido úrico, bilirrubina, triglicéridos, amén de un disparo al alza descomunal en la enzima llamada CK-Creatikinasa que es sinónimo de destrucción muscular y que me tenía todo el día apocado sin ganas de levantarme del sofá. Váyanse al guano las Estatinas y su complementarias Ezetimibas y arriba el colesterol como mi cuerpo decida y por lo menos el resto de mi analítica quedaba en parámetros.

Pero todo esto no quita para que de forma complementaria modificara mis hábitos alimenticios. No hablo de sedentarismo porque es un deporte que no practico a pesar de mis maltrechas rodillas, poniéndome en marcha en cuanto puedo para dar caminatas por el campo o pequeñas carreras suaves. Tampoco puedo hablar de retirarme de la bebida o de fumar porque son actividades que tampoco practico así como de otro tipo de cuestiones peligrosas como la hipertensión arterial que de momento, toquemos madera, no me afecta como puedo comprobar cuando acudo cada cuatro meses a donar sangre. De las que andan flotando por ahí me quedaba la obesidad como uno de los riesgos que se comentan para el asunto de las enfermedades cardiovasculares y con ella ando lidiando, bajando y subiendo kilos con todo el esfuerzo del mundo, pues los que somos de coger peso así que respiremos un fin de semana, el «Michelín» se pone a cien. Cámbiese lo de respirar por engullir más de la cuenta en cualquiera de las muchas actividades sociales en las que participamos, donde todo se realiza o finaliza alrededor de una mesa. Tradición cultural.

Lo ideal sería incorporar conductas de salud desde que somos niños, pero siempre es difícil aunque nunca es tarde para empezar. Los beneficios serán acordes a nuestro estado, a nuestra constancia y a la intensidad con que nos apliquemos a la tarea antes de que ocurran las desgracias. Pero no nos engañemos, además de empezar nuevas conductas lo importante es mantenerlas en el tiempo. Ya lo manifiesta así el eminente cardiólogo español Valentín Fuster, «los datos confirman que aunque la formación y educación en hábitos saludables son importantes y tienen un impacto sobre la salud, si no se mantienen con el tiempo, pierden su eficacia».

No pretendamos empezar a cepillarnos a diario los dientes cuando ya los hemos perdido o a realizar ejercicios de flexibilidad en nuestras piernas cuando estemos en una silla de ruedas. También sería interesante influenciar en la medida de lo posible en nuestro entorno para que la observancia de conductas de salud sea generalizada, aunque los condicionamientos sociales y los usos actuales hacen que sea difícil de lograrlo. Un ejemplo, vamos en coche hasta el aparcamiento más cercano al trabajo en lugar de dejarlo a una cierta distancia y caminar y luego por la tarde nos apuntamos a un gimnasio. Las actividades de la vida diaria aportan suficientes componentes para incorporar conductas apropiadas si queremos y sabemos utilizarlas.



domingo, 6 de noviembre de 2016

INCONCEBIBLE




Ocurre en ocasiones que hemos visto lugares a grandes distancias de nuestro domicilio y por el contrario desconocemos cosas sorprendentes que tenemos relativamente cerca. Este ha sido el caso que me ha ocurrido esta semana.

Una vez al año realizo una excusión sorpresa en coche con mi buen amigo Miguel Ángel. Es sorpresa para mí porque él se encarga de preparar el periplo consistente en ir haciendo algunos kilómetros en coche y visitando localidades y sitios curiosos de las inmediaciones. Una cuestión parecida inició otro amigo, Arturo, cuando se dedicaba a recorrer en moto todos los pueblos de la provincia de Madrid para hacerse una foto delante de la Casa Consistorial; no sé si llegaría a consumar y tener en su álbum todos y cada uno de los al parecer 179 ayuntamientos existentes en la provincia.

En este año hemos transitado por una zona desconocida para mí cual es la de Alcalá de Henares, habiendo dado pequeños paseos sin pretensiones por localidades como Los Santos de la Humosa, Santorcaz, Villalbilla, San Fernando de Henares, Paracuellos del Jarama y Mejorada del Campo. Paracuellos es la única en la que había estado con anterioridad hace ya muchos años de una forma fugaz con ocasión de degustar un cocido madrileño en un afamado restaurante local llamado «El Pela», en el que intentamos realizar la comida del mediodía sin éxito, ya que se encuentra cerrado y con el local en venta. Parecía un restaurante de esos que llevaban toda la vida y seguirían por muchos años, pero se ve que la historia no perdona y todo tiene su final. La verdad es que comimos bien y barato en un mesón cercano indicados por un parroquiano de la localidad que tuvo a bien informarnos, aunque como dijo con cierto gracejo «él no comía allí ya que lo hacía en su casa».

Un paseo distendido y relajado por los pueblos un día de diario sin muchas pretensiones da para ver ciertas cosas curiosas, apreciar los cambios que se van produciendo con el paso de los años por la diferencia entre las construcciones, tomar un vino en el bar del pueblo y pulsar la vida callejera que cada vez es más escasa.

Pero lo que supuso una sorpresa mayúscula en el viaje fue la llamada Catedral de Mejorada, totalmente desconocida para mí y que puede verse en la imagen que acompaña esta entrada. Hay muchos casos excepcionales de gente particular que acomete tareas asombrosas como la «Casa de piedra» en Alcolea del Pinar o «El palacio ideal» del cartero francés Cheval, pero lo contemplado en Mejorada del Campo raya lo inexplicable. Supongo que será conocida por muchos de los lectores del blog pero para mí ha constituido un enorme asombro visitar este edificio que una sola persona, Justo Gallego, lleva construyendo desde hace 55 años. Hay mucha información en internet sobre la vida de este hombre de 90 años que ha levantado un singular edificio en un huerto propiedad de sus padres con una sorprende animosidad, materiales diversos de desechos o regalados por colaboradores. La obra es ingente, enorme, extraordinaria y el hecho de que esté inacabada y llena de materiales diversos por todos lados le confiere un aspecto que merece muy mucho la pena visitar con calma. Parece imposible que un hombre sin formación técnica en arquitectura pueda concebir los espacios y los volúmenes que pueden contemplarse allí y acometer de forma individual su construcción. Una visita obligada que repetiré con tranquilidad en cuanto me sea posible.