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domingo, 12 de mayo de 2024

GURÚS

La información en la actualidad se está poniendo cada día más cara. Y no me refiero al aspecto puramente crematístico sino a otro con mucho más alcance: su fiabilidad, que es cada vez más difícil de controlar. Nunca hemos tenido tan abundante información procedente de muchos altavoces, pero la duda sobre su veracidad siempre condicionará nuestro pensamiento.

Decía mi admirado profesor Ángel Bahamonde que lo mejor es poner el foco en la información procedente de los «contrarios» a nuestro modo de pensar, es decir, personas o medios que sabemos positivamente que no son de nuestra cuerda; podremos obtener muy interesantes propuestas teniendo claro que su tendencia es la que la sabemos previamente que es.

En estos últimos tiempos me estoy alejando bastante, no del todo, de los medios generalistas para tratar de buscar fuentes bien informadas, aunque siempre te quedará la duda porque las cosas cambian a gran velocidad y las personas también. Por la mañana, mientras desayuno,  suelo echar un vistazo a la prensa generalista digital —El País, El Mundo, ABC, La Razón, La Vanguardia y El Periódico de España—. Es verdad que muy en diagonal y de forma rápida a los titulares de las noticias por dos razones: una, no entrar mucho en materia y otra, porque cada vez más los medios son de pago y no permiten husmear en el interior de las noticias sin pasar por caja. Leyendo estos medios aludidos uno percibe que la misma noticia tiene enfoques muy diferentes según el pie de que cojee el medio. Y, lo que es peor, cuando se trata de una noticia sobre la que tú tienes ya información, ninguno de ellos se ajusta fielmente. Apañados estamos.

Yo creo que más por suerte que por desgracia, hoy en día tenemos canales alternativos donde obtener información. El problema, como diría un castizo, es que hay que currárselo y estar con las antenas muy activas y ojo avizor para tratar de contrastar lo que vemos u oímos. Con el tiempo y por conversaciones con amigos —y enemigos— se van seleccionando fuentes que nos brindan noticias desde otros puntos de vista a los oficiales con los que hacernos una idea —nunca sabremos si fidedigna— de lo que ocurre a nuestro alrededor y en el mundo.

Poco a poco uno va seleccionando canales, abandonando unos y descubriendo otros. En la actualidad hay algunos no solo desechados por mí, sino que son como la urticaria. Las fuentes —personas— y los medios que les dan cobijo. Hay una larga lista, pero mencionaré a tres. Nada más ver que están presentes abandono sin dilación, aunque una de ellas no me queda más remedio que soportar por acceder a otro canal. Si huelo que Eduardo Inda o Francisco Marhuenda están presentes, sin pensarlo un segundo… abandono inmediato. La tercera persona es César Vidal al que no tengo más remedio que aguantar sus intervenciones y cortes por escuchar a otro gurú que me interesa y que más tarde comentaré.

Blogs, podcast, páginas web, emisoras en streaming, Telegram y similares son los canales donde me procuro información si bien no tengo mucho tiempo para dedicar. Por el momento y eso puede ser un problema, todas ellas gratuitas porque con la montonera que hay, si tenemos que suscribirnos a todas, no nos llegaría el sueldo a fin de mes.

En el tema de blogs y para información general me suelo dirigir a la página de Enrique Dans ( https://www.enriquedans.com/ ). He leído sus libros —«Todo va a cambiar», «Todo vuelve a cambiar» y «Viviendo en el futuro»— y desde hace muchos años se ocupa de temas de tecnología, economía y futuro con bastante buena documentación y criterios, aunque ya digo que para gustos habrá colores. Podemos leer muchos de sus artículos desde el 2003 hasta la actualidad.

En cuestión de «podcast» y siempre hablando de información diaria y general, tengo varios a los que procuro acudir cuando el tiempo me lo permite. A diario de lunes a jueves procuro seguir el llamado «Despegamos» en el que Lorenzo Ramírez demuestra sus dotes de geo estratega y geo economista, eso sí, teniendo que soportar con estoicismo las intervenciones en sus comunicaciones del anteriormente aludido César Vidal. Este mismo comunicador, Lorenzo Ramírez, tiene un programa los fines de semana titulado «El gran reseteo» pero que es de pago en la plataforma https://www.cesarvidal.tv/

También últimamente hay excelentes —para mi criterio, insisto— programas en el denominado «El Canal del Coronel» en el que Pedro Baños —algunos de cuyos libros he leído también— entrevista a muy variopintos personajes de la actualidad sobre los temas más candentes en geoeconomía y geoestrategia. Pueden seguirse los programas en directo en su canal de Youtube o bien posteriormente los audios vía podcast. Otro canal en el que me estoy adentrando, con ciertas reservas por el momento, es en el denominado «Horizonte» de Iker Casillas, aunque aquí no las tengo (todavía) todas conmigo.

Hay alguno más pero no quiero ser exhaustivo por lo que mencionaré uno poco conocido y algo sorprendente, de una media hora y con periodicidad semanal. Se llama «La Torre del Faro». Noticias de actualidad con enfoques constructivos y prácticos. en el que Alfonso y Nico comentan aspectos de la actualidad con puntos de vista que me resultan interesantes.

En cuanto a las emisoras de radio por intenet, cuando puedo me asomo a «La Cafetera de Radiocable» ( https://www.radiocable.com/cafetera.html/ ) donde todas las mañanas a diario Fernando Berlín y sus colaboradores mantienen entrevistas interesantes y comentan las noticias de actualidad. De forma esporádica y muy intermitente, doy un vistazo no completo a el «Intermedio» en La Sexta TV donde El Gran Wyoming y equipo nos cuentan «su verdad» de las noticias que ya conocemos. De forma rápida mencionaré en Telegram las comunicaciones de «El Vórtice radio» que también puede seguirse en podcast.

Hay muchos más sitios. Por ejemplo, la página de «Maldita» a la que podemos suscribirnos para recibir un correo recordatorio ( https://maldita.es/ ) y donde podemos encontrar información variada y aclaraciones sobre la veracidad o no de noticias. También la página del Instituto Nacional de Ciberseguridad, «INCIBE» ( https://www.incibe.es/ ) para conocer información básica sobre seguridad informática y evitar que nos la cuelen a través de nuestros dispositivos electrónicos.

En fin, todo un proceloso mundo por el que navegar para estar informado, aunque nunca sabremos toda la verdad y nos encontraremos con muchas verdades a medias cuando no falsedades. Por poner un ejemplo candente esta semana… ¿A qué viene la OPA del BBVA contra el Sabadell? ¿Qué es lo que se cuece por detrás? ¿Lo sabe alguien?

Tras acabar esta entrada, me entra la duda con el título del mismo. «Gurú», en el diccionario y en su segunda acepción es «persona a quien se considera maestro o guía espiritual, o a quien se le reconoce autoridad intelectual». El plural puede ser Gurús o Gurues. ¿Cuál utilizar?




 

domingo, 5 de mayo de 2024

ÁNGEL

Un día de esta semana pasada, al bajarme del autobús interurbano a su llegada a la terminal, no pude por menos que dirigirme al conductor y decirle: Es Vd. un ángel, muchas gracias, a lo me contestó con una sonrisa y un movimiento con la mano que entendí como «no es nada, qué menos».

Hay momentos en la vida que se fijan en la memoria y se recuerdan siempre. Corría 1996 cuando un desconocido Daniel Goleman publicaba un libro que alcanzó enseguida notoriedad titulado «Inteligencia emocional». Cursando en aquellos años mi carrera de psicología en la UNED alternativamente con mis desempeños laborales y familiares, le devoré y se me quedó grabado el comienzo del mismo. Voy a reproducir aquí ese comienzo en la esperanza de no infringir ninguna disposición o copyright, si bien no las tengo todas conmigo. Este texto a continuación está reproducido en la red en mil sitios y podría haber puesto un enlace, pero me gustaría conservarlo en el blog porque me parece magnífico.

Era una bochornosa tarde de agosto en la ciudad de Nueva York. Uno de esos días asfixiantes que hacen que la gente se sienta nerviosa y malhumorada. En el camino de regreso a mi hotel, tomé un autobús en la avenida Madison y, apenas subí al vehículo, me impresionó la cálida bienvenida del conductor, un hombre de raza negra de mediana edad en cuyo rostro se esbozaba una sonrisa entusiasta, que me obsequió con un amistoso «¡Hola! ¿Cómo está?», un saludo con el que recibía a todos los viajeros que subían al autobús mientras éste iba serpenteando por entre el denso tráfico del centro de la ciudad. Pero, aunque todos los pasajeros eran recibidos con idéntica amabilidad, el sofocante clima del día parecía afectarles hasta el punto de que muy pocos le devolvían el saludo.

No obstante, a medida que el autobús reptaba pesadamente a través del laberinto urbano, iba teniendo lugar una lenta y mágica transformación. El conductor inició, en voz alta, un diálogo consigo mismo, dirigido a todos los viajeros, en el que iba comentando generosamente las escenas que desfilaban ante nuestros ojos: rebajas en esos grandes almacenes, una hermosa exposición en aquel museo y qué decir de la película recién estrenada en el cine de la manzana siguiente. La evidente satisfacción que le producía hablarnos de las múltiples alternativas que ofrecía la ciudad era contagiosa, y cada vez que un pasajero llegaba al final de su trayecto y descendía del vehículo, parecía haberse sacudido de encima el halo de irritación con el que subiera y, cuando el conductor le despedía con un «¡Hasta la vista! ¡Que tenga un buen día!», todos respondían con una abierta sonrisa.

Como digo, el recuerdo de esta escena sigue vivo en mi memoria y lo recordé por diversos hechos acaecidos en el autobús durante su trayecto. Con el autobús en marcha reza la prohibición, recordada por un enorme cartel, de dirigirse y hablar al conductor. Yo iba sentado en la primera fila de asientos y pude presenciar los hechos en vivo y en directo. Un hombre mayor, mientras el autobús serpenteaba por una carretera plagada de curvas, se dirigió al conductor para preguntarle por la parada relativa a un restaurante en el siguiente pueblo. El conductor no conocía —tampoco yo— ese restaurante y así se lo hizo ver con suma amabilidad al viajero, al que rogó se sentara porque ir de pie en un autobús en marcha es peligroso.

Al llegar a la primera parada del pueblo y con el autobús detenido, el conductor sacó su teléfono móvil y buscó el mencionado restaurante: estaba, sí, en el pueblo, pero en una urbanización alejada y la ruta del autobús no pasaba por allí. Las nomenclaturas de las líneas que han diseñado los bienpensantes no siempre son claras. Resulta que en este caso hay dos líneas muy similares, pongamos por ejemplo la 777 y la 777A. Ambas tienen un 90% de recorrido común, pero en un momento se dividen en una especie de «Y»: la 777A se dirige a esa urbanización y precisamente termina en ese restaurante buscado por el pasajero mientras que la 777, en la que estábamos, termina en el centro del pueblo. El conductor se levantó y fue a informar al pasajero al tiempo que le facilitaba una alternativa —no muy buena pero la única en transporte público— para alcanzar su destino.

El conductor volvió a su trabajo y el pasajero continuó, pero, más adelante, se bajó del autobús en una parada en medio de la nada. Nuevamente el conductor, al verlo, se dirigió a él para hacerle ver que allí no tenía escapatoria. El viajero le contestó, blandiendo un teléfono móvil, que iba a hacer una llamada para facilitar su ubicación y que le vinieran a buscar en coche.

El autobús siguió su camino. En la siguiente parada, una señora muy mayor intentó subirse al autobús con un carro de la compra que se le cayó, desparramándose todos los paquetes por las escaleras del autobús y el suelo. Incluso una bolsa de patatas fritas se abrió y quedaron todas esparcidas. Antes de que alguno pudiéramos reaccionar, el conductor ayudó a la anciana a meter las cosas en el carrito y colocó el carrito en el maletero del autobús. Ni que decir tiene que, al llegar a su parada, el conductor se bajó de nuevo para ayudar a la anciana y sacar del maletero el carrito de la compra.

Actos como estos denotan que somos humanos y que queda algo de humanidad en algunas personas. Al primer viajero podría haberle contestado el conductor señalando el cartel de «No hablar con el conductor» y a la anciana con el carrito…

Me quedé con la cara del conductor, al que no había visto nunca, pero ya se sabe que hoy en día los puestos de trabajo son extremadamente volátiles y a saber si seguirá trabajando en esa misma empresa en un tiempo. Pero a buen seguro que allá donde le lleve la vida seguirá manteniendo ese enorme corazón.

«Ángel» es una criatura con connotaciones religiosas cristianas, pero por extensión y según aclara el diccionario, es una «persona en quien se suponen las cualidades propias de los espíritus angélicos, es decir, bondad, belleza e inocencia». En este caso no se suponen, las demostró y por partida doble, por si había alguna duda.