Buscar este blog

domingo, 7 de septiembre de 2025

O.S.B.

 
Escribía en este blog la entrada «O.S.H.» en octubre de 2021. En ella comentaba mi estancia en la Hospedería Monástica del monasterio de El Parral de Segovia con los monjes jerónimos. Ya en agosto de 2010 ─ ¡cómo pasa el tiempo! ─ redactaba la entrada «INEFABLE» refiriendo otra estancia similar en el Monasterio de Santo Domingo de Silos.

«A la tercera va la vencida» es un refrán clásico utilizado con profusión. Significa que, si no se consigue lo anhelado a la tercera intentona… ¿hay que abandonar? Porque este dicho se utiliza cuando no se consigue al primer ni segundo intento el fin que pretendemos, sino tras repetir con mayor ahínco. En el asunto que voy a comentar hoy no me es de aplicación, porque, aunque va a ser la tercera vez que realizo esta actividad, no se trataba de conseguir nada concreto.

Se trataba de pasar tres días de retiro monástico que en esta ocasión han tenido lugar en el monasterio de Santa María de El Paular, ubicado en la madrileña localidad de Rascafría. Un sitio maravilloso en cuanto al entorno y también al propio monasterio, visitable, y con unas maravillas en su interior entre las que cabe destacar el llamado Transparente y el Claustro con sus 52 portentosos e impresionantes «Carduchos» y cuya historia es un verdadero milagro desde su desaparición y desperdigamiento por toda España en 1836 con la desamortización de Mendizábal hasta su recuperación, restauración y juntamiento, de nuevo, en el claustro para el que fueron concebidos en el siglo XVI.

Estando en el monasterio y gracias a sus muchas obras de restauración que continúan, nadie diría que estuvo abandonado tras la desamortización más de 100 años. Desde su construcción en 1390 por Juan I de Trastámara hasta la fecha de la desamortización estuvo habitado por monjes cartujos, que en 1954 rechazaron la oferta de volver, finalmente aceptada por monjes de la orden benedictina, que es la que actualmente cuida del monasterio. Decir con pena, respeto y preocupación que, en estos días de septiembre de 2025, tan solo CINCO monjes conforman la comunidad. Siempre me ha resultado muy difícil estimar la edad de los monjes, pero a buen seguro que jovencito no es ninguno de ellos.

Sorprende que en este caso acepten mujeres, cuestión que desconocía y de la que me enteré al asistir al primer rezo, Sexta, y a la comida posterior, en completo silencio mientras un monje leía un texto que me llamó mucho la atención por su contenido: un episodio de la historia de España del conocido como Desastre de Annual de 1921, un tema de mi interés. De la comida decir que es muy buena y abundante, servida por los propios monjes incluido el abad, perdón, el prior. Por concretar, el desayuno es de tipo bufet, con abundante variedad de quesos, embutidos, fruta… y un bollo casero delicioso. Luego hablaré de una comida especial que tuvo lugar el jueves a mediodía… 

Son muchos los monasterios que ofrecen este tipo de recogimiento monacal con condiciones similares desde tres días como mínimo hasta un máximo de diez o doce. Se incluye alojamiento y pensión completa y en algunos casos el estipendio es la voluntad y en otros hay un precio fijado por día. En este caso el precio en la actualidad, septiembre de 2025, es de 57 euros. Como todo en esta vida hay unas normas, muchas de ellas de convivencia y sentido común en cuanto al atuendo y comportamiento y otras más relacionadas con el propio retiro en sí. En este caso, había obligación de asistir con los monjes tanto a los rezos previos como a las tres comidas: rezo de Laudes a las 08:00 seguido del desayuno, rezo de Sexta a las 14:00 seguido de la comida y rezo de Vísperas a las 20:00 seguido de la cena. Este último de Vísperas incluía la misa del día. Algunos de los asistentes al retiro eran a su vez sacerdotes y participaban en la misa, con lo que esta adquiría una cierta solemnidad con sus cantos.

Estos rezos comentados se realizaban en la Sala Capitular, una pieza maravillosa anexa a la iglesia principal. Los dos rezos voluntarios se realizaban en una pequeña capilla muy recogida, el oratorio, accesible desde el claustro. Sin ninguna obligación, se podía asistir a estos dos rezos oficiales más: Maitines, a las 06:30 de la mañana y Completas a las 22:00 horas. Al de Completas había una cierta asistencia, no masiva, pero al de Maitines, por aquello de madrugar, solo asistimos los tres días que estuve tres personas. Había devocionarios y folletos para seguir perfectamente los rezos y cánticos, con lo que se podía participar como uno más. Otros rezos oficiales existentes en otros monasterios — Prima, Tercia, y Nona — no tenían lugar en este al menos de forma explicitada.

Dotado de una llave maestra, podía deambular a cualquier hora del día y de la noche con toda libertad y con casi ninguna limitación por todo el monasterio y sus adyacentes, como la huerta. Algunas cosas a destacar en mi caso: estar a solas en el Transparente sin el bullicio de un montón de turistas, en la propia iglesia contemplando el soberbio retablo barroco, disfrutar de los Carduchos en un claustro silencioso, pasear por la huerta comiendo frutos directamente cogidos del árbol, sentarse a leer en un banco del jardín del claustro en medio de un pequeño cementerio de monjes, contemplar desde ese mismo banco la amanecida tras el rezo de Maitines en espera del de Laudes o, entre otros y por no ser exhaustivo, cantar en la misa de Vísperas el Padrenuestro en latín, que no he olvidado desde mi época de monaguillo cuando niño.
 

He hecho alusión anteriormente a la comida del jueves que fue muy especial. Durante toda la estancia en el monasterio está prohibido hablar con los monjes, excepto con el hermano hospedero, José Antonio, en caso de necesidad. Los (y las) asistentes al retiro pueden hablar entre sí pero en voz baja y de forma particular. El silencio preside todas las horas del día. Pero el jueves, en la Sala Capitular y al rezo de Sexta, los monjes aparecieron vestidos de forma casual: pantalones cortos, camisetas, deportivas. Impactaba verlos en sus puestos, donde normalmente asistían con sus hábitos, vestidos de esta guisa. Algo pasaba, o iba a pasar. La comida no se realizó en el refectorio, sino que la procesión post comida alcanzó el porche de una edificación en la huerta donde había una mesa corrida ya preparada. Nos sentamos todos, seguía el silencio, el prior bendijo la mesa y... ¡Podéis hablar! Todos, monjes incluidos, nos lanzamos a multitud de conversaciones en una opípara comida con aperitivos de patatas fritas y aceitunas, bebidas de todo tipo incluyendo sangría y cerveza (la propia fabricada en el monasterio, que está muy buena y se sube que no veas). Una magnífica ensalada florida, paella, sandía y melón ya cortado de postre, café con dos tipos de pastas y chupitos de varias clases de remate. No se puede pedir más. Pero lo interesante fueron las conversaciones que permitieron descubrir aspectos inéditos de la rica personalidad de los monjes que es imposible detectar en su recogimiento y silencio diario.
 
Salvo en horario nocturno, se puede salir libremente del monasterio. Para dar un toque de rabiosa actualidad a esta entrada, comentar que una de las personas asistentes había preguntado a la I.A. (Inteligencia Artificial) por la recomendación de un alojamiento en la sierra de Madrid, donde hubiera paseos por los alredores, posibilidad de baño en ríos, tranquilidad, pensión completa... Parece imposible creer que la propia I.A. fue la que recomendó la estancia en el Monasterio. ¡Ver para creer! 

Para aclarar el título de esta entrada, O.S.B. son las iniciales en latín de Ordo Sancti Benedicialesicti, Orden de San Benito, que es una orden religiosa, perteneciente a la Iglesia Católica, dedicada a la contemplación, fundada por Benito de Nursia, con unas reglas dictadas por este a principios del siglo VI para la abadía italiana de Montecassino.

Y ya que estamos hablando de San Benito y sus reglas, me viene a la memoria un capítulo, el LXVIII, que me vino muy bien en mi época laboral cuando intentaba entender lo que me mandaban mis jefes. Dice así:

Capítulo LXVIII  ¿Qué deben hacer los monjes si les mandan cosas imposibles? 
Si por acaso mandaren a algún monje cosas muy difíciles o imposibles, reciba con toda mansedumbre y sumisión el precepto que se le haga. Y si viere que lo mandado excede absolutamente de sus fuerzas, representará a su prelado las causas de su imposibilidad, sin alterarse, y con la circunspección posible, no con ademanes de contradicción, resistencia o altivez; pero si después de su representación insistiere el prelado en que obedezca, tenga por cierto el monje que así le conviene; y confiando en el favor de Dios, haga lo que le manda, por caridad.