Si bien nuestro alfabeto se compone de veintiocho letras, no todas tienen el mismo peso y la misma magia en el lenguaje. Bastaría con poner en un diccionario de la Real Academia en papel esos post-it de colorines en la primara página de cada una de las letras para darnos cuenta de que los grosores serían diferentes. Esto en cuanto a la letra por la que comienzan las palabras de las que disponemos para dirigirnos a nuestros semejantes. Ahora que todo está informatizado, y a lo mejor ya existe, sería una buena manera de perder o emplear el tiempo el indagar y hacer una estadística con el número de palabras oficiales, el número de letras de cada una, acentos, posiciones de los acentos, letra más usada, letra menos usada, letra que más veces aparece al final de las palabras ….. Reuniendo los datos podríamos imaginarnos un montón de estadísticas, meras curiosidades, como una forma amena de pasar el rato.
Hace tiempo hice algo parecido con los nombres propios. No fue un juego sino que estuvo enmarcado en un proyecto para “numerizar” el nombre de las personas, con un doble fin: ahorrar espacio en los ficheros informáticos y evitar errores en los nombres. Así, si por ejemplo asignamos la clave 257 al nombre “Juan”, la clave 3 al apellido “Gómez” y la clave 75 a un segundo apellido como “Balmaseda”, la codificación de un supuesto Juan Gómez Balmaseda sería 257-3-75, con lo que con ocho posiciones, en este caso, tendríamos suficiente para almacenar un dato que de otra forma hubiera necesitado 20 posiciones. Los número se podían pasar a otro tipo de base, como por ejemplo la binaria, donde en las posiciones que ocupan dos letras podríamos especificar una numeración del 0 al 65535 con lo que ocuparían todavía menos. Una ventaja adicional es, como digo, que nunca aparecería el nombre equivocado una vez traducido de su clave numérica a la alfabética.
Porque claro, no es lo mismo a nivel de apellido “Balmaseda” que “Valmaseda” al igual que no es lo mismo “Ayuso” que “Alluso”, “Giménez” que “Jiménez” u “Hontoria” que “Ontoria”, por poner algunos ejemplos. Al parecer hay una cierta libertad a la hora de lidiar con los apellidos, sin una ortografía clara y que puede ser manejada con más o menos licencia por sus portadores. Evidentemente, la codificación de la clave 75 para “Balmaseda” no nos serviría” para “Valmaseda”, que es otro apellido distinto, pero con ello lograríamos que a cada “?almaseda” le llegara su nombre bien escrito, siempre y sin errores.
Aquello no llegó a su término porque era un proyecto que iniciamos entre dos personas como una forma de mejorar la cosas, pero sin que nadie nos lo demandase, me refiero a nuestros jefes, responsables, encargados, superiores o como se de en llamar ahora. Para mí siempre ha sido el jefe, palabra clara y económica que indica sin lugar a dudas de quién se trata: “Superior o cabeza de una corporación, partido u oficio”.
Pero me estoy yendo por los cerros de Úbeda. Yo quería hablar aquí de una de las letras con menos páginas en el diccionario, aunque no la que menos. Además tiene el dudoso honor de ser la última. La “Z”. Y para acotar un poco me voy a ocupar de las pocas palabras, o no tan pocas, que empiezan por “ZE”, apenas una docena. El propio nombre de la letra “zeta” puede escribirse o decirse también como “zeda”.
Algunas de las palabras de las que vamos a hablar y que comienzan por “ze” pueden usarse alternativamente empezando por “z” o por “c”, como por ejemplo zebra, zedilla o zenit que podrían ser cebra, cedilla o cenit. Esto en cuanto a la escritura, ya que la pronunciación es muy parecida salvo que exagerásemos de forma casi artificial el sonido diferente de una “z” o una “c”.
El resto están condenadas a ubicarse en las últimas páginas del diccionario. No son muchas, pero esto según donde se mire como mencionaré al final. Las relaciono con una breve explicación de su significado:
- ZÉJEL Composición estrófica de métrica española …
- ZELANDÉS De una provincia de los Países Bajos
- ZENDAL Individuo indígena mejicano del estado de Chiapas.
- ZENDO Idioma indoeuropeo antiguamente usado en Persia.
- ZENDAVESTA Libros sagrados de los Persas, doctrinas de Zoroastro.
- ZEPELÍN Globo dirigible
- ZEUGMA Figura de construcción literaria.
Según esto, que puede estar equivocado pues los diccionarios, incluso el de la Real Academia, cambian que es una barbaridad, solo once palabras comienzan por “ze”. Pero como he atisbado antes, existen otras posibilidades. Accedí a un diccionario antiguo, el primero que tuve en mis estudios, Diccionario Ilustrado de la Lengua Española ARISTOS, editado en 1964 por la editorial Ramón Sopena, en Barcelona. Y con gran sorpresa, me encuentro en él unas cuantas palabras de las que no habla nada el diccionario oficial, tales como zea, zeismo, zenzalino, zénzalo, zeóscopo y zezeta, con sus correspondientes explicaciones y significados. Alguna de ellas, como “zénzalo” no se puede escribir con “z” sino con “c”, es decir, “cénzalo” y otras no aparecen.
Pero esto es el mundo de nunca acabar. En otro diccionario aparecen nuevas palabras no comentadas hasta ahora. Una de ellas descriptiva de otro simpático animalito, el “zebú” que no se puede escribir con “z” siendo su correcta ortografía “cebú” y otra como “zenobio” cuya correcta ortografía es “cenobio” para referirnos a un monasterio.
Eso sí, comenzando por “ze”, nombres geográficos, de personas e incluso de dioses hay algunos. Nos encomendaremos al dios Zeus para que nos arroje luz sobre las palabras de la lengua española que comienzan por las dos mismas letras que su divino nombre.