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miércoles, 3 de septiembre de 2008

GUARDILLA

Toma palabrita. Así, fuera de contexto, a mí por lo menos me resulta costoso saber lo que significa. Probablemente si se lo preguntamos a un niño nos responda con cara de satisfacción: es un sitio alto en las casas bajo el tejado. Lógica infantil, por aquello de que suena casi igual la “bu” que la “gu”.

Pongamos el contexto donde me la encontré: “En una guardilla de su casa vivía, en la mayor reclusión, una señora soltera de setenta años, de la que mi patrona me contó la siguiente historia …”. Aquí el contexto sigue dando la razón al niño y a su lógica deductiva, mientras que a nosotros, suponemos que algo más mayores, nos entra la duda, porque así, a bote pronto, parece como una falta del traductor, dado que el significado del contexto apunta claramente a una palabra que nos parece la correcta: buhardilla.

En el verano parece que se tiene más tiempo para todo, ya se sabe, las vacaciones y todo eso. La verdad es que se cambia el ritmo y se dedica el tiempo disponible a unas cosas y se dejan de hacer otras, como por ejemplo, escribir semanalmente en este blog.

También en verano se compran algunas revistas que no se compran en invierno, para echarlas un vistazo en ratos perdidos. Con una de ellas venía adjunto, de regalo, un libro: “El monje que vendió su ferrari”, de Robin S. Sharma. Yo había oído hablar de él, dentro del apartado de libros de autoayuda, pero no había caído en mis manos. Ahora, ya sin excusa, he procedido a su lectura. Es una “fábula espiritual” donde se nos transmiten las enseñanzas de unos supuestos sabios que viven cerca del Himalaya y a las que ha tenido acceso un famoso abogado norteamericano que, asustado tras un infarto, deja todo, entre otras cosas, su ferrari, y se retira a hacer vida monacal. Nada menos que al Himalaya, casi al lado. Tras un tiempo regresa, completamente transformado en lo físico y en lo mental y transmite a un amigo, sorprendido ante el cambio, esas cosas que todos sabemos y que casi ninguno cumplimos o dejamos para después. En resumen, que tenemos que cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente, día tras día, y sin descuidarnos. El no hacerlo nos traerá consecuencias negativas a medio o largo plazo, ya que ambos, cuerpo y mente, nos pasarán factura.

Pero no fue en este libro donde aparecía el texto que nos ocupa: guardilla. En este libro mencionado se hacía referencia a otro, se recomendaba su lectura, y ha sido un gran descubrimiento: la biografía de Benjamín Franklin. Como adicto a las frases que sirven para pensar y meditar, he visto bastantes y muy buenas del citado Sr. Franklin, por lo que capté la idea y me dispuse a localizar la biografía, encontrándola en la biblioteca, que además es autobiografía, muy agradable de leer y donde se ve lo que hay que luchar en la vida para llegar a ser algo. Recomiendo su lectura, ya que de ella se pueden sacar muchas ideas para mejoramiento personal. Y es en esta autobiografía donde aparece la palabra de marras. Coincidió que estaba leyendo en la cama, antes de dormir, así que me tuve que levantar y agarrar el Espasa, en papel, para comprobar que “guardilla” y “buhardilla” tienen el mismo significado y ambas son correctas. De paso el diccionario informa de otros significados para nuestra palabra cual son, en costura, cierta labor para adornar y asegurar el cosido y por otro lado y también, cada una de las dos púas gruesas del peine que sirven de resguardo de las delgadas.

No contento y con un cambio al volumen que contiene la letra “b” quedé sorprendido con el significado real, en su primera acepción de la palabra “buhardilla”, que es realmente “Ventana que se levanta por encima del tejado de una casa, con su caballete cubierto de tejas o pizarras, y sirve para dar luz a los desvanes o para salir por ella a los tejados”. Menos mal que la segunda acepción de buhardilla es “desván” cuya definición del diccionario es la que plasma certeramente la definición que tenía antes de estos escarceos: “Parte más alta de la casa, inmediatamente debajo del tejado, que suele destinarse a guardar objetos inútiles o en desuso”.

Aunque antaño solían destinarse a lo que su definición indica, hoy en día, en aprovechamiento de metros cuadrados como sea, muchas guardillas son habitables y consiguen una atmósfera especial con sus techos inclinados.

Y ya que hemos citado a Benjamín Franklin como autor de frases, aquí van algunas de las que se le atribuyen y que tienen su aquel.

* Quien pierde algo de libertad en favor de seguridad, al final acaba perdiendo ambas.
* Es preferible dejarnos engañar cien veces que perder la fe en la humanidad.
* La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla.
* El que compra lo superfluo, pronto tendrá que vender lo necesario.
* El tiempo perdido no se recupera jamás.
* Hacer algo bien vale más que decirlo bien.
* Si el tiempo es lo más caro, la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches Si queréis ser ricos no aprendáis solamente como se gana, sino también como se ahorra.
* Quienes son capaces de renunciar a la libertad esencial a cambio de una seguridad transitoria, no son merecedores de la seguridad ni de la libertad.