«A la cama no te irás sin saber una cosa más»
reza un conocido refrán que suele ser cierto aunque no nos demos cuenta en
nuestro trajín diario. Pero a veces sí que nos damos cuenta sobre todo cuando
nos aplicamos aquel otro de «la letra con
sangre entra» y el aprendizaje conlleva un cierto sufrimiento. Por seguir
con los dichos, aquel de «pones un circo
y te crecen los enanos» me ha resultado de aplicación esta semana, en la
que los líos se me amontonaban y me caían unos encima de otros sin solución de
continuidad.
Uno
de ellos ha sido la (nueva) rotura del teléfono móvil de mi madre, persona ya
entrada en una edad que se acerca a la «noventena»,
palabra que tengo que poner entre comillas españolas por no figurar en el
diccionario, donde se localiza hasta cincuentena pero no se puede seguir
adelante sin incurrir en error. Los teléfonos móviles para personas mayores
tienen que estar dotados de algunas características especiales, que se
convierten en muy especiales dependiendo del grado de interés que tenga la
persona mayor en las nuevas tecnologías, cuando no el rechazo de las mismas, ya
que por un lado quieren acceder a ellas pero por otro no están dispuestas a
dejar a un lado su natural aversión por «estas cosas nuevas» como dicen ellas y
aprender. Y lo digo con conocimiento de causa por una simple comparación entre
mi madre y mi suegra, ambas de la misma edad y, comparativamente hablando, como
la noche y el día en este asunto, especialmente por la predisposición.
Como
tenía poco tiempo, la solución estaba en buscar de forma rápida algún sitio en
internet, algún sitio de cierta confianza, para encontrar el mismo modelo,
exactamente el mismo, que tenía mi madre y darle el cambiazo para que todo
siguiera igual y no se requiriera ninguna explicación ni ningún esfuerzo, por
mi parte y por la suya, en hacerse con los mandos y controles de un nuevo
cacharro. Dicho y hecho, la solución la encontré en Amazon, empresa de la que
ya he hablado varias veces de forma positiva en este blog y que funciona a las
mil maravillas, con lo cual no tuve ninguna duda además de que el precio era el
mejor. En menos de dos días —lo encargué el miércoles por la tarde y el viernes
por la mañana lo tenía en mi poder— me disponía a configurar el nuevo teléfono
para dejarlo exactamente igual que el estropeado en todos los temas de sonidos,
agenda, etc. etc.
Soy
persona que gusta de leer de forma exhaustiva los folletos y ya me sorprendió que
en la caja estuvieran en los idiomas clásicos de inglés, francés, italiano y
alemán e incluso holandés pero no estuviera el correspondiente al español. En
fin, lo encontré sin ningún problema en la web del fabricante y leyendo en la
pantalla en lugar de en papel, me dispuse a interaccionar con el teléfono una
vez cargada su batería como mandan los cánones.
¡Sorpresa!
Lo primero es dirigirse a la configuración de idioma y ahí pude constatar que
no estaba el español. ¿Cómo es esto posible? Nueva consulta al manual, a la
web del fabricante, incluso les mandé un correo al centro de soporte que por cierto todavía no
me han contestado y todo ello sin ningún éxito por mi parte. Intenté configurar
el teléfono en italiano pues el tiempo me apremiaba y quería dárselo a mi madre
a toda prisa, no porque le hiciera una falta enorme a ella sino por quitarme la
tarea de encima. Pero resultó imposible; el italiano, al menos en los controles
de un teléfono móvil, o de ese en particular, no se parece en nada al español.
La
cuestión estaba clara, a devolver el teléfono, cuestión sencilla en Amazon,
pero que lleva su tiempo pues hay que obtener las etiquetas de devolución, ir a
una oficina de correos a devolver el paquete o pedir que te lo recojan en tu
domicilio… en fin, más tiempo a emplear en todo caso. Pero no quería quedarme
con la mosca detrás de la oreja de no saber lo que había pasado exactamente, si
simplemente se traba de un fallo de Amazon en su cadena de distribución o por
el contrario había gato encerrado en el asunto, de forma que si lo volvía a
pedir, ese u otro, me tocara sufrir de nuevo el problema.
Pues
sí, había un gato encerrado del que me enteré llamando por teléfono al centro
de atención al usuario, que es el 900 803 711 y que pongo aquí porque me llevó
un pequeño tiempo el encontrarle. Amablemente me lanzaron todo el proceso de
devolución reintegrándome el dinero y mandándome las etiquetas de evolución a
mi correo electrónico, proceso que no es nuevo para mí y que ya me ha tocado
realizar en otras ocasiones que como digo he referido en este blog y que pueden
verse utilizando el buscador. Como adición, un amable operador me indicó cual
había sido toda la causa de esa ausencia de español en los folletos y en el
propio aparato.
La clave
de todo este problema es ese vocablo que he resaltado en la imagen y que figura
al final del texto del anuncio: «IMPORTADO».
Según me explicó, cuando figura la palabra «IMPORTADO» se trata de elementos
comprados fuera del territorio nacional en los que no se puede tener la
seguridad de que estén adaptados de forma completa al español, no solo en temas
del idioma de configuración sino en otros aspectos como la ausencia de letras «ñ»
o similares. Si el teléfono hubiera sido para mi uso personal muy probablemente
me hubiera apañado con el inglés e incluso con el francés, pero me dijo el
operador que aunque el idioma inglés suele estar incluido en todos los aparatos,
pudiera darse el caso de que en alguno muy especial ni siquiera este idioma
estuviera presente. Convinimos en que en estos casos debería estar mucho más
claro el asunto, de forma que ni Amazon ni los clientes perdiéramos un tiempo
precioso amén de unos gastos en envíos y devoluciones, que bien es verdad que
sufraga la propia Amazon pero que deberían de evitarse.
Así
que ya sabe, mucho cuidado con la palabra «importado» al final de la descripción
de un elemento que piense comprar, al menos en la web de Amazon.