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domingo, 24 de julio de 2022

MAÎTRES

Escribía hace un año, julio de 2021, la entrada «FUERAdeCARTA» refiriendo hechos que han motivado mi relación de amor y odio ─desde 1981, cuarenta y un años nada menos─ con las ofertas de los maîtres en los restaurantes de esos platos del día que por no ser rutinarios se ofertan como fuera de carta. Habiendo caído varias veces en la (posible) trampa, no se me ocurre pedir un plato sin saber, con anterioridad, su precio. En esta última semana, dos restaurantes han roto esta manera de proceder.

Hay fechas que se recuerdan con precisión por asociación con otras verdaderamente importantes. Estuve en el restaurante «Marucho» de Santander el 28 de noviembre de 1999, con ocasión de una celebración familiar importante que es la que mantiene realmente esa fecha en mi memoria. Recuerdo que comimos muy bien aunque no me puedo acordar del precio porque la comida la abonó mi padre, pero debió de ser un buen pico porque éramos muchos.

No se trata de hacer propaganda de un restaurante que no la necesita, pues es de referencia en la ciudad de Santander desde hace mucho tiempo: el año pasado cumplió cien de existencia y como ahora todo se puede divulgar de forma pública tenemos un vídeo conmemorativo del evento en la plataforma en Youtube que puede visualizarse en este enlace.

Esta semana pasada volví con unos amigos a este restaurante. Como he mencionado, la vez anterior había sido en noviembre de 1999. Parece que no hubiera pasado el tiempo por él en estos años, manteniendo el apelotonamiento casi exagerado de mesas en el poco espacio del que dispone y su costumbre de no reservar por anticipado. Cualquier comentario se queda corto. Pero hubo un dato que elevó mi satisfacción a la categoría de extraordinaria, porque llevo 41 años luchando con un detalle que me pone a cien por hora en los restaurantes cuando el maître empieza a cantar aquello de … «fuera de carta tenemos»...

Cuidado con los platos fuera de carta. El mayor riesgo de que nos cobren algo que no esperamos es cuando está fuera de carta y al sugerirlo el maître no preguntemos su precio si queremos pedirlo. No se corten: pregunten; siempre será mejor llevarse el susto antes de pedir que el disgusto al recibir la factura.

No es que vaya de restaurantes todos los días, y menos ahora en esta etapa final de la vida, pero de vez en cuando nos damos una alegría. Creía que no lo iban a ver mis ojos, pero… sucedió. Nunca he encontrado en estos, insisto, 41 años, maître alguno que aparte de decirme el plato ofertado me informe de... ¡su precio! Siempre lo he tenido que preguntar yo con el consiguiente (por lo general) enfado del maître que no lo sabe, tiene que ir a preguntarlo y volver para informar.

Esta semana, Roberto, al dejarnos la carta, nos informó de los platos «fuera de carta» con todo detalle y amabilidad… ¡incluyendo su precio! Chapó para Roberto y por extensión para el restaurante por practicar unas formas que deberían ser básicas en todos. Hay algunos que ponen en la carta con un clip los platos especiales, pero también por lo general tienen la costumbre de no indicar los precios.

Me he tomado la licencia de utilizar para esta entrada la imagen que sirve de introducción al video de Youtube, en la que pueden verse los empleados del restaurante. Roberto, mi ángel de los platos fuera de carta, es el que está situado en la fila de atrás completamente a la izquierda. Le felicité personalmente comentándole estos hechos y no se lo creía, porque consideraba el asunto como una cosa normal y no se podía imaginar que no hubiera encontrado nadie que lo hiciera así en esa montonera de años. Reitero mi enhorabuena por su proceder.

La otra sorpresa agradable en relación a este tema se produjo también esta semana en un restaurante perdido en un pueblo de Cantabria: Caviedes. No es la primera vez ni será la última que lo visitemos ─es casi una tradición─ pero esta vez nos encontramos al sentarnos en la mesa el cartel que puede verse en la siguiente imagen. Clarito todo… ¡y con sus precios!

Hay muchas formas del temido «sablazo» en la cuenta de un restaurante, que deberíamos mirar con detenimiento para ver si todo es correcto y coinciden precios y cantidades. En este sentido, recojo un texto de internet que dice que «En principio, lo normal es que no haya sorpresas, ya que cuando elegimos, en la carta, están los precios. ¿Debe estar incluido el IVA? Sí. ¿Nos pueden cobrar el cubierto? No. Ningún restaurante puede pretender que nos comamos sus recetas con las manos. El pan, si está indicado en la carta con su precio, sí se puede cobrar. En España, además, la propina no es obligatoria, por lo que no puede haber un cargo extra. Fin de la historia. Con todo, hay veces que nos pueden sorprender…». No se puede incluir en un menú un plato sin su precio correspondiente, ojo, incluyendo el IVA que no puede ir aparte.

Hay muchos artículos en la red que no estaría de más leerse para conocer nuestros derechos, como el que tenemos recientemente de pedir agua del grifo en los restaurantes. Aunque los artículos en los diarios últimamente no son de libre acceso, «Guía para defenderse de los “sablazos” en los restaurantes» en el diario El País accesible en este enlace contiene aspectos interesantes sobre el particular que no está de más tener bien presentes.

Por cierto y por darle un poco de cancha al diccionario, el vocablo maître, derivado del francés, sí está incluído pero no así la palabra «metre» que al parecer según la FUNDEU está aceptada porque «el Diccionario panhispánico de dudas propone “metre” como adaptación gráfica del término francés maître para referirse al jefe de comedor de un restaurante». Supongo que en las próximas ediciones del diccionario será incluida «metre» marcando maître como en desuso. ¡El español es una lengua muy viva!