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martes, 10 de junio de 2008

COMPRAS-2

Hace una semana escribía sobre las “bondades” de la compra por internet y todos los flecos asociados a esta nueva modalidad que no deja de ser una versión actualizada de las antiguas compras por catálogo y envío por correo ordinario generalmente contra reembolso.

La vida aporta muchos matices y la experiencia nos da una pátina que nos permite afrontar nuevos retos, pero muchas veces no es suficiente y volvemos a tropezar en la misma piedra. En mi defensa, eso sí, diré que forzado por las circunstancias.

Por motivos profesionales, necesito un libro que ya me habían advertido que iba a ser bastante difícil de conseguir. La tirada es pequeña al ser un libro dirigido a un público profesional y por ello limitado. De hecho he comprobado que prácticamente se ha reeditado en los últimos años una vez por año.

Tras visitar personalmente tres de las mayores librerías de Madrid, la respuesta fue la misma: “está agotado y no podemos precisar si estará disponible y en qué plazo”. En una de ellas me ofrecieron pedirlo, tomaron nota de mi número de teléfono móvil y quedaron en avisarme en un plazo no superior a diez días. Pasaron los diez días y no recibí ningún aviso ni en sentido positivo ni en sentido negativo. Será que lo están buscando todavía y no sé por cuanto tiempo.

Esta última librería tiene también una web de compra de libros por internet. Me conecté a ella y para mi sorpresa el libro si estaba disponible y en stock, cuestión que en principio me chocó ya que no coincidía con lo expresado verbalmente por el dependiente y por mi espera en el pedido realizado. No obstante, cerré la web y me dirigí personalmente a la tienda donde hice ver estos extremos al mismo dependiente que me atendió la vez anterior. La respuesta me dejó helado: “es que una cosa es la venta en la tienda y otra completamente distinta la venta por internet, somos la misma empresa pero no tenemos nada que ver”. Le sugería la posibilidad de que él lo requiriera de forma interna y me dijo que no estaban habilitados esos canales y que si quería el libro no tenía más remedio que pedirlo vía web o seguir esperando a que me avisaran de esa petición que tras más de un mes confirmó que seguía pendiente.

Entré en fase de autoconvencimiento. Realmente no es una cantidad importante, diecisiete euros, que ya está bien, el libro y seis más por gastos de envío. Bueno, al final y a pesar de mis puntos de vista en contra de la compra internauta, me decidí a pedirlo. Solventados los trámites de pago mediante tarjeta, la virtual por supuesto y cargada con el importe exacto para la ocasión, surge el tema del envío mediante mensajero, que supone facilitar el domicilio particular y estar pendiente de cuando llega, porque normalmente no estamos en casa de forma permanente. Bien es verdad que por lo menos dejaron elegir las preferencias de entrega entre la mañana y la tarde.

No todo es tan fácil. Mis datos registrados en esa empresa apuntaban como domicilio a un Apartado de Correos, normalmente utilizado por mí a efectos de dirección. El mensajero no puede entregar el paquete en el apartado de correos, por lo que al darme cuenta tuve que hacer una llamadita, eso sí a un 902 de esos que odio, para cambiar el domicilio y poner el real donde pueda ser entregado el libro.

Problemas al fin y al cabo. El hecho es que el libro se pidió y pagó hace ya casi una semana y todavía, por unas causas o por otras, no está en mis manos y no tengo muy claro cuando estará. No depende de mí sino de que venga el mensajero cuando estemos en casa …. por la tarde.