Teniendo en cuenta mi edad, que no mencionaré, se podría decir que soy bastante proclive a utilizar los medios modernos, concretamente todo lo que rodea al ordenador y el enorme elenco de posibilidades que se nos brindan, derivadas la gran mayoría de ellas de nuestro acceso a internet. Aunque no nos paremos a pensarlo, el correo electrónico es una maravilla que nos transporta a un mundo de posibilidades de comunicación y envío de información como antes no habíamos ni siquiera llegado a soñar.
Otra cosa son las compras a través de internet. La cosa mejora a pasos agigantados y se van perfeccionando los mecanismos que nos posibilitan adquirir un producto en cualquier país del mundo y que en un breve plazo de tiempo, quizás menos de una semana, lo tengamos en nuestra propia casa. En mi caso he comprado libros y discos en la clásica Amazon o en editoriales en Estados Unidos, y a los pocos días lo he disfrutado. Y en este caso no hay alternativa, serían muy costosos o con un cierto grado de dificultad el encontrarlos en España.
La principal barrera que vamos teniendo que vencer es la forma de pago, verdadero caballo de batalla de las compras electrónicas. Van apareciendo variados y múltiples sistemas para evitar a toda costa facilitar nuestro número de tarjeta de plástico por lo que pudiera pasar. No somos conscientes que en cualquier tienda, gasolinera o comercio la damos sin pestañear y es muy fácil para ellos el disponer de la numeración y fechas de vencimiento. A mi particularmente, la opción que me gusta y utilizo es una que me proporciona mi banco, también vía internet, que es el uso de tarjetas virtuales, incluso sin identificación, y que puedo cargar y descargar en el preciso momento en que realizo la compra.
La verdad es que hasta el pasado mes de Febrero había hecho compras pequeñas, libros, discos, entradas de cine o teatro…. En fin, de poca monta y casi admitiendo que pudiera fallar el sistema y quedarme con dos palmos de narices y sin dinero. Pero siempre hay una primera vez y con motivo de un regalo, encima un regalo para hacer a otra persona, me comisionaron para adquirir concretamente un marco digital, otra modenidad, a través de una conocida tienda de venta por la red, concretamente Pixmanía.
Todo muy bien, muy moderno, muy accesible, muy cómodo y en pocos días, el producto en tu casa vía Courier. Hasta aquí la cosa es cómoda. No diría que barata pues la compra por internet no siempre es barata, a pesar de que debiera serlo si tenemos en cuenta el ahorro que supone para las empresas el no disponer de local, almacén, “stockaje” ¿se escribe así? y demás parafernalias. Pero si añadimos al precio los gastos de envío, que suelen ser elevados, la cosa no sale tan barata, pero en fin, por lo menos es cómoda.
Si la cosa va bien, miel sobre hojuelas. Pero … ¿Y si la cosa va mal? ¿Qué ocurre cuando el aparato recibido no funciona? En mi caso, lo que no funcionaba era el mando a distancia: se comía las pilas de botón de 3 euros cada una en un día. A la tercera que se comió literalmente decidí proceder a su devolución al servicio postventa para que me remitieran uno nuevo. Y aquí empiezan las tribulaciones de un chino en china. La opción de utilizar el teléfono queda descartada porque el numerito es un 807 de esos que pagas un riñón para que encima te digan, eso si muy amablemente y con musiquita de fondo, que esperes, que todos sus operadores están ocupados.
La alternativa es, como para la compra, internet. Cuesta un poquillo localizar el mecanismo, no es tan fácil como para comprar. Después de rellenar unos cuantos formularios, te tienes que imprimir en tu impresora dos folios, preparar el paquete correspondiente y enviarlo, a tu costa, solamente 14 euros y pico, a su centro de Barcelona, donde a los pocos días te confirman, si todo va bien, su recepción vía correo electrónico. A partir de ahí, a esperar. En mi caso, a los dos meses me han mandado un nuevo aparato. Teniendo en cuenta que pretendía hacer un regalo en el mes de Febrero, el recibir un nuevo aparato a finales de Mayo no cuadraba, pero bueno, parecía que todo estaba solucionado.
Pero no, la alegría en la casa del pobre se acaba pronto. Desembalo el aparato, lo pongo en marcha y… la primera en la frente: una raya roja cruza verticalmente la pantalla y para que no se quedara la cosa ahí, el mando a distancia, como la vez anterior no funciona. Funciona al principio cuando tiras del plástico que preserva la pila, pero a las pocas horas, otra vez deja de funcionar.
Otra vez a devolver. Ya es la segunda vez y con la experiencia y que me apunto las cosas, todo se hace más fácil, pero nadie te salva de tiempo empleado o perdido, los folios, la tinta de la impresora, papel de envolver, pegamento, celo y, lo mejor, otros 14 euros y pico de mandar el aparatito de nuevo a Barcelona.
Estamos en Junio, no tengo el aparato que pagué en Febrero, me he gastado 35 euros más de lo que pensaba en los dos envíos de devolución y la pilas devoradas por el mando. Esperemos y confiemos que en dos meses me manden uno nuevo y….. que esta vez funcione.
Resumiendo, “vivan las compras por internet”.