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domingo, 12 de octubre de 2008

DESESPERACIÓN

Las cosas que se aprenden en la infancia y en los primeros años de la adolescencia perduran en la memoria durante mucho tiempo y con cierta intensidad. En el bachillerato, el profesor de lengua nos indicó que debíamos comprar el libro “Las Mil Mejores Poesías de la Lengua Castellana”, que como su nombre indica era una recopilación muy cuidada del tema. Una vez adquirido y por el momento teníamos que aprender una poesía, la que eligiéramos, no importaba el tamaño, pero con una advertencia especial que perdura en mi memoria: “no podíamos elegir la de la página 295”.

Una vez el libro en nuestras manos, lo primero de todo estaba claro, había que ir a la paginita en cuestión a ver de qué se trataba. En ella estaba una poesía titulada “La Desesperación” de José de Espronceda. Recuerdo que la leí y todavía flotan en mi mente algunos fragmentos, en especial aquel que el profesor, sacerdote por más señas, no quería que nos aprendiéramos . Decía así

Me agradan las queridas
Tendidas en los lechos
Sin chales en los pechos
Y flojo el cinturón
Mostrando sus encantos
Sin orden el cabello
Al aire el muslo bello
Que gozo, que ilusión.

La que al final decidí aprenderme era muy cortita pero tenía mucha enjundia, no recuerdo el autor, y de vez en cuando medio en broma medio en serio se la recito a mi hija

Admiróse un portugués
al ver que en su tierna infancia
todos los niños de Francia
supieran hablar francés.
"Arte diabólico es"
dijo torciendo el mostacho,
"que para hablar el gabacho
un hidalgo en Portugal
llega a viejo, lo habla mal
y acá lo parla un muchacho".

Hace algún tiempo me regalaron el libro y, claro está, lo primero que hice fue dirigirme a la famosa página 295 a ver la poesía proscrita. Grande fue mi sorpresa cuando allí no se encontraba. Bueno, consecuencias de la reimpresión, de los tipos de letra, de una nueva maquetación o de cualquier otra cosa. Busqué en el índice las poesías de Espronceda y entre ellas, oh sorpresa, no estaba. Por el momento así quedó la cosa.

En este año se cumplen los doscientos años del nacimiento de Espronceda. Me dio por retomar un poco el tema y averiguar qué había pasado. Costó un poquillo pero al final me hice con la solución. Buscando y rebuscando en el desván de la casa de mis padres, entre mis libros viejos, que no viejos libros como había escrito inicialmente, del bachillerato y otros que andan por allí, apareció el ejemplar de las mil mejores poesías que habíamos manejado en el colegio. Era la edición vigésimo primera y había un matiz que no recordaba: la poesía en cuestión estaba atribuída a Espronceda.

Haciendo de ratón por el ejemplar más moderno, trigésimo primera edición, he encontrado la solución al caso: la poesía “La Desesperación”, atribuída a Espronceda durante mucho tiempo es ahora de Juan Rico y Amat.

Tenemos que poner al día nuestra memoria. La cosas, incluso las antiguas y de toda la vida, cambian…. ¿no han declarado que Plutón no es un planeta?