Empiezo la semana con trescientos cuarenta y un euros menos en mi cuenta corriente. Y no precisamente porque me los haya gastado en juergas por mi propia voluntad, sino que el Ministerio de Hacienda de España, a instancias de la Dirección General de Tráfico, me ha apremiado con aviso de embargo por un hecho del que no he tenido noticia alguna hasta ahora. Yo creía que era un ciudadano que cumplía con sus obligaciones, que estaba al día de forma correcta en todo, pero… quia, no era así. Y lo peor no ha sido descubrirlo de manera tan sangrante para mi peculio, sino que muy probablemente no pueda hacer nada por evitar que pase una segunda vez.
La historia es larga pero no cuesta dinero escribirla. Solo tiempo, y estoy dispuesto a emplearle. Otra cosa es que haya alguien dispuesto a leerla, pero debería hacerlo, ya que el hecho que me ha ocurrido le puede pasar a cualquiera, especialmente si vive en una urbanización de esas que tienen bloque, escaleras, portales, plantas y pisos con connotaciones especiales.
Hace años, había una finca grande en la localidad donde resido conocida con el sobrenombre de “Prado del Rana”, debido a que el guardés era de una familia muy popular que respondía a ese apodo o mote. La finca era de gran extensión y daba a tres calles. Su dirección era, pongamos por ejemplo, calle del Pomelo, número 32. Con el tiempo, en esa finca aparecieron diez hermosos bloques de pisos, algunos de ellos adaptados al terreno, que es de montaña. Así, en algunas de las casas, al entrar por su portal a nivel de calle, encontramos que existen pisos hacia arriba y también hacia abajo.
Alguien, que debía de tener un mal día, así como quién se lo consintió, numeró los diez bloques con una única dirección, la misma que tenía la finca, esto es, calle del Pomelo número 32. Algunos de los bloques están en las otras calles, teniendo acceso por las ellas. Por ejemplo, el bloque número cuatro, que está situado en otra calle, y que debería tener como dirección calle del Aguacate número 17, en realidad también tiene como dirección calle del Pomelo número 32. Los diez bloques “están” en la calle del Pomelo número 32, aunque real y físicamente estén en otras. Lo único que les distingue es que además de esa única dirección hay que añadir el número de portal, del 1 al 10. En lengua castellana esto se llama galimatías. El fontanero que acude a reparar una caldera a la dirección de Pomelo, 32 Portal 4 en realidad debería dirigirse a la calle del Aguacate, 17 pero esto no lo averigua hasta dar unas cuantas vueltas. Menos mal que no es un servicio de urgencia del que dependan vidas.
El caso de mi bloque es de estos y además con el siguiente recochineo: dos pisos hacia arriba, la planta del portal y tres pisos hacia abajo. La persona que intervino en la nomenclatura de los pisos debía tener dolor de estómago o un día aciago y nos tocó la china. No sé si sería de la constructora, de la notaría, del Registro de la Propiedad, de los Servicios Municipales o de que narices de organismo. El caso es que no se le ocurrió otra cosa que poner, por ejemplo, SEGUNDO IZQUIERDA al segundo piso de arriba y MENOS SEGUNDO IZQUIERDA al segundo de abajo, y así para el resto.
Esto dicho así con palabras resulta más o menos claro, aunque extraño, pero hay que tener cuidado de decirle al fontanero o electricista que viene a casa a hacer una reparación que suba o que baje según donde se encuentre el piso. En mi caso es un MENOS TERCERO IZQUIERDA y ya me encontrado al operario de turno volviendo a salir a la calle y, tras llamar de nuevo al portero electrónico, decirme que no existe el piso tercero en esa casa: se ha ido para arriba y casi sale por el tejado intentando encontrar el TERCERO IZQUIERDA que no existe. Menos mal que no existe porque si fuera el segundo se encontraría con un vecino distinto.
Esto puede parecer una guasa, pero los que nos vemos implicados no nos reímos tanto. Recientemente acabo de pagar una multa de tráfico de 310 euros más demoras y recargos por un malentendido de este tipo. No ha sido la primera vez, a mi mujer le ha ocurrido también y lo peor de todo es que volverá a ocurrir. ¿Cómo es posible? Pues porque por mucho que lo intentemos no lo podremos arreglar, por lo menos de momento. Me explico.
Empiezo por ir al Ayuntamiento a arreglar el padrón municipal, bueno, los dos padrones municipales que me informan que existen, el de personas y el de vehículos. Y aquí encuentro la primera pega: la aplicación informática no está diseñada para admitir un piso MENOS TERCERO. Ni siquiera un -3. El funcionario municipal me informa de que sólo puede poner caracteres numéricos en ese campo y no le admite el signo “menos” ni ninguna palabra. Sólo cifras. La única posibilidad es añadir “SOTANO” o “SEMISOTANO” delante del tres. ¿Qué hacemos? ¿Cómo pensará el funcionario de Correos cuando me tenga que entregar una carta? ¿Qué hará el funcionario de la Dirección general de Tráfico al dar de alta mi vehículo cuando se encuentre con un sótano? Hago el propósito de preguntar en Correos, aunque ya sé lo que me van a decir, que es muy raro, que depende del día y de cómo esté escrito, vamos, que se van a lavar las manos. Yo sé lo que ocurrirá: en el caso de una carta normal podrá llegar o no llegar, pero si la carta es certificada o con acuse de recibo, el funcionario pondrá algo más de celo para echarme el papelito de que pase a recogerla por la oficina. Lo digo por experiencia previa: avisos de recibos del Ayuntamiento no han llegado, pero luego, con la misma dirección, los avisos de apremio y embargo si han llegado. Qué casualidad.
Decido, en mi caso, utilizar el concepto de sótano para no dejar la cosa en un simple tres que induzca a error. Decidido esto, en el certificado de empadronamiento aparece que mi piso es el S3. ¿Cómo se entenderá esto por quién proceda?. Me gustaría saber lo que hará mi vecino de arriba, el que vive en el MENOS SEGUNDO IZQUIERDA si alguna vez se dirige al Ayuntamiento a arreglar su particular desaguisado, que seguro que lo tiene mal. ¿Elegirá sótano? ¿Elegirá semisótano? ¿Dejará el 2 en solitario?
Antes de seguir diré que desde hace años dispongo de un Apartado de Correos, con su número correspondiente, que no admite variación. Bien es verdad que el funcionario de correos, con demasiada frecuencia pone en mi apartado cartas que no son mías y supongo que pondrá las mías en otro, pero esto si que es ya inevitable, como que el cartero no te entregue una carta cuya dirección es correcta, por ejemplo. Pero hay muchos organismos y empresas que no admiten como dirección un Apartado de Correos y en su lugar requieren una dirección real y física.
Aunque yo al comprar mi último coche facilité con pelos y señales mi dirección al vendedor, no tengo ninguna garantía acerca de cómo el concesionario, la gestoría o el empleado de la DGT hizo llegar los datos de mi domicilio a los ficheros informatizados correspondientes. Soy responsable de que mi dirección esté correcta, pero no tengo ningún medio de controlarla. Únicamente, al cabo de unos meses personarme en Tráfico y pedir la información a ver si está bien. ¿Cuántos de nosotros hacemos esto?
Bueno, pues resulta que la dirección asignada a mi vehículo en Tráfico está mal. Hace algunos meses debieron sancionarme, eso supongo, de alguna manera que no implica que yo me entere, seguramente un radar o un aparcamiento indebido. Cuando Tráfico me comunicase este hecho a una dirección incorrecta, en la que yo no he tenido ninguna responsabilidad, la carta no me llegó. Con ello, y sin saberlo, incumplí la norma que dice que el propietario del vehículo tiene la obligación de comunicar el conductor. ¿Cómo voy a comunicar datos de un hecho que desconozco? Sanción correspondiente entre trescientos diez y mil quinientos euros, menos mal que me han aplicado la más baja posible, muchas gracias señores de Tráfico. Como sigue el procedimiento adelante, lo publicarían en el Boletín de la provincia correspondiente a donde sucediera el hecho, boletín que no acostumbro a leerme todos los días. Sigo incumpliendo y al final pasan el expediente a Hacienda, que de forma más diligente me aplica el apremio y embargo por una cuestión de la que no me he enterado. Ya sé que es culpa mía, que no he verificado si en los datos de “sus” ficheros está correctamente tecleada “mi” dirección.
Ahora procuraré actualizar la dirección de mi vehículo en Tráfico y comprobar de paso que dirección tienen en sus ficheros para mi Carnet de Conducir y por extensión los de mi familia, por si acaso. De entrada en la web de la DGT donde me informan, solo me informan, de los trámites, me dicen que puedo hacerlos en la propia sede de Tráfico en Madrid o en mi Ayuntamiento, pero curiosamente mi ayuntamiento no aparece, aunque supongo que será otro error del mismo tipo, aunque sí aparece un ayuntamiento de un pueblo cercano de nombre parecido. Lo intentaré cambiar allí, a ver si me dejan y si no tendré que perder una mañana en comprobar y/o actualizar unos datos que yo facilité correctamente en su día y que por no sé qué arte llegaron mal a sus ficheros. Todo son ventajas.
Mientras lo consigo, a lo mejor tengo en vuelo otro expediente del cual no me enteraré hasta que la diligente Hacienda se ponga en contacto conmigo. Por supuesto me quedo sin saber, después de pagar, de que va la multa objeto de este procedimiento salvo que pierda mi tiempo y mi dinero en ir a Tráfico personalmente a indagar.
Todo esto, que no es aislado me lleva a una reflexión: tenemos medios más modernos y más potentes que hace unos años, pero muchas veces son manejados y manipulados por personas que no necesariamente están más preparadas y más motivadas que hace unos años.
NOTA:
Con posterioridad a la insercción de este suelto, me entero que existe un concepto nuevo denominado DEU, Dirección Electrónica Única. Aquellas personas que dispongan de Certificado Digital o DNI electrónico pueden crearse una DEU en
http://www.notificaciones.administracion.es/.
Una vez creada podrán subscribirse a los servicios de la administración o particulares que utilicen este servicio, facilitando una dirección de correo electrónico y un teléfono móvil asociado a su nombre y DNI, que son recogidos directamente del Certificado Digital, donde se supone que están bien. Por ejemplo, si me suscribo dentro de la DGT al apartado de multas, se supone que cuando la DGT inicie un expediente "contra" mi DNI, además de los trámites normales, emitirá un aviso a mi DEU que me llegará a través de un SMS al móvil y/o un correo electrónico. En este caso podré acceder de nuevo a mi DEU en la dirección usada para crearla, donde dispongo de un buzón electrónico en el que la DGT habrá dejado información, más o menos extensa, del expediente. La idea es buena y por otras personas sé que en el caso de Hacienda ha funcionado muy bien teniendo los usuarios pronta información acerca de los procesos de la Renta. Sorprende ver el listado de Entidades y Organismos que ya dicen utilizar esta facilidad.
Y con esto me hago una pregunta ¿Para cuando la administración nos obsequiará con una dirección postal única consultable y utilizable por todos sus Organismos?. Quién haya cambiado de dirección podrá contar sus experiencias intentando actualizar la nueva dirección en mil y un sitios donde disponen de ella.