Hace más o menos un año escribía en este mismo blog una entrada bajo el título DESAPARCAR (http://sensacionesinciertas.blogspot.com/2008/02/desaparcar.html ) que trataba sobre el uso del prefijo “des” en la lengua castellana. Recomiendo su lectura desde aquí.
Por casualidad, el título de esta entrada lleva también como característica el prefijo “des”, con lo que su explicación, de forma profana, sería algo así como que no tienen alma. No resisto la tentación de acudir al diccionario y me encuentro un significado parecido tal y como falto de conciencia, cruel, inhumano, privado o falto de espíritu. Parece a todas luces, aunque el diccionario no lo diga, que es un adjetivo aplicable a las personas. Yo me propongo aquí hacerlo extensible a las empresas.
Llevamos un par de párrafos y toda vía no sabemos de qué guisa va este texto. Para aproximarnos un poquito más, diré que el primer título que se me había ocurrido era “CHORIZOS”, palabra que quiero entendamos en su sentido figurado, que no es otro que ratero, ladronzuelo, descuidero, persona de la que no nos podemos fiar y que en un momento dado nos la jugará, en principio con importes o cosas poca monta. Nuevamente parece que esta acepción de chorizo es aplicable a las personas y no a las empresas.
Desde hace un tiempo, y ya son varios años, tengo la sensación de que las principales empresas del país son unas desalmadas, por decirlo de una forma educada en lugar de emplear ese segundo título que no ha llegado a ver la luz. Los motores de la nación, bancos, administraciones, cajas, empresas de electricidad, empresas de telecomunicaciones y afines, que deberían dar ejemplo con sus procedimientos, con sus servicios, con su transparencia y con sus formas de hacer, nos sorprenden día a día con trucos y triquiñuelas en las que el principal fin es engrosar su cuenta de resultados monetarios, importándoles un bledo otras cuestiones que no sean las pecuniarias, y minusvalorando otros aspectos como respeto, atención al cliente, servicio, calidad de sus productos y cuestiones parecidas.
No se puede generalizar. De acuerdo. Y lo que voy a contar a continuación es solo un ejemplo, del que Dios nos libre generalizar.
No me queda más remedio que llevar teléfono móvil. Me resistí durante años pero las nuevas formas de vivir te hacen claudicar. Conozco algún amigo que se sigue resistiendo, pero es una lucha vana en la que el principal y único perjudicado eres tú. Lo que si que hago es tener mucho cuidado con el uso que hago de él, más que nada porque sus tarifas me parecen abusivas además de estar cambiando continuamente y no quedar claras a nadie. Para no mencionar el nombre de la empresa que me presta sus servicios de telefonía móvil utilizaré un nombre figurado, pongamos Timofónica.
Se hartan de mandarme mensajes y más mensajes de propaganda al móvil para que les compre, suscriba o entre en no sé cuantas promociones. Insisten una y otra vez en que tengo el teléfono mal configurado y me instan a aceptar una configuración que han decidido ellos, así por las buenas y sin explicarme nada. Pero de otras cosas mucho más importantes se cuidan muy mucho de informar por mensajes. Hacen constar un parrafito al final de la factura, que me atrevería a decir que no lee nadie o casi nadie de los que revisan su factura.
Como soy curioso y leo todo lo que puedo … lo encontré. Es el parrafito que está reproducido como imagen. En ella se me informa de un cambio de las condiciones de contrato. Como soy malpensado, me imaginé que era en contra mía y a su favor. Así era.
Yo no hago gasto, pero Timofónica ha establecido una tarifa mínima de consumo mensual para sus contratos de 9 euros. Si lo consumes, bien, no pasa nada, pero si no lo consumes, ya sabes, 9 euros mínimo. Hace más de un año, me adherí al contrato que tenía mi mujer, quedando establecido el mínimo, CONJUNTO, en 18 euros. Como al final entre una y otro, pasábamos de esa cantidad, pues nada, miel sobre hojuelas.
Pero Timofónica, sin alma y falta de conciencia, ha puesto sus estadísticas a trabajar. Habrá utilizado sus potentes ordenadores para hacer una análisis de estos casos y habrá visto que en algunos contratos, ciertos teléfonos no llegan por si solos al mínimo de nueve euros. Vaya tesoro que ha encontrado. Cambio de tarifas: aplicación del mínimo de nueve euros de forma individual a cada teléfono. Pues que se habían creído estos clientes listillos, se acabó el disfrutar de unas condiciones que eran lesivas para incrementar los beneficios. A partir del 18 de Febrero todo el mundo a gastar nueve euros por lo menos.
Me pregunto cuántos clientes de Timofónica se verán afectados por este cambio de rumbo y, lo que es peor, cuántos de estos afectados se habrán enterado. Enterarse se van a enterar, cuando les llegue la factura en Abril por el período de 18 de Febrero a 18 de Marzo y les pongan unos cuantos euros no consumidos. Y encima estará corriendo ya la facturación de Marzo a Abril.
Seguro que Timofónica, cruel, inhumana, ha echado cuentas. Y aunque sabe que algunos clientes, como yo, dejarán de serlo, el dinerito limpio que va a sacar de esta operación les compensa con creces el que se vayan unos cuantos, que además son lo que gastan poco, infelices, no disfrutan de las nuevas y y no llegan a nueve euros al mes. La mayoría se quedarán y soportaran esta subida encubierta a la espera de otras nuevas.
Por lo menos, no sé si con elegancia o chulería, me recuerdan que el Real Decreto 424/2005 me concede el derecho a resolver el contrato, ¡ Hasta ahí podíamos llegar !.
Por casualidad, el título de esta entrada lleva también como característica el prefijo “des”, con lo que su explicación, de forma profana, sería algo así como que no tienen alma. No resisto la tentación de acudir al diccionario y me encuentro un significado parecido tal y como falto de conciencia, cruel, inhumano, privado o falto de espíritu. Parece a todas luces, aunque el diccionario no lo diga, que es un adjetivo aplicable a las personas. Yo me propongo aquí hacerlo extensible a las empresas.
Llevamos un par de párrafos y toda vía no sabemos de qué guisa va este texto. Para aproximarnos un poquito más, diré que el primer título que se me había ocurrido era “CHORIZOS”, palabra que quiero entendamos en su sentido figurado, que no es otro que ratero, ladronzuelo, descuidero, persona de la que no nos podemos fiar y que en un momento dado nos la jugará, en principio con importes o cosas poca monta. Nuevamente parece que esta acepción de chorizo es aplicable a las personas y no a las empresas.
Desde hace un tiempo, y ya son varios años, tengo la sensación de que las principales empresas del país son unas desalmadas, por decirlo de una forma educada en lugar de emplear ese segundo título que no ha llegado a ver la luz. Los motores de la nación, bancos, administraciones, cajas, empresas de electricidad, empresas de telecomunicaciones y afines, que deberían dar ejemplo con sus procedimientos, con sus servicios, con su transparencia y con sus formas de hacer, nos sorprenden día a día con trucos y triquiñuelas en las que el principal fin es engrosar su cuenta de resultados monetarios, importándoles un bledo otras cuestiones que no sean las pecuniarias, y minusvalorando otros aspectos como respeto, atención al cliente, servicio, calidad de sus productos y cuestiones parecidas.
No se puede generalizar. De acuerdo. Y lo que voy a contar a continuación es solo un ejemplo, del que Dios nos libre generalizar.
No me queda más remedio que llevar teléfono móvil. Me resistí durante años pero las nuevas formas de vivir te hacen claudicar. Conozco algún amigo que se sigue resistiendo, pero es una lucha vana en la que el principal y único perjudicado eres tú. Lo que si que hago es tener mucho cuidado con el uso que hago de él, más que nada porque sus tarifas me parecen abusivas además de estar cambiando continuamente y no quedar claras a nadie. Para no mencionar el nombre de la empresa que me presta sus servicios de telefonía móvil utilizaré un nombre figurado, pongamos Timofónica.
Se hartan de mandarme mensajes y más mensajes de propaganda al móvil para que les compre, suscriba o entre en no sé cuantas promociones. Insisten una y otra vez en que tengo el teléfono mal configurado y me instan a aceptar una configuración que han decidido ellos, así por las buenas y sin explicarme nada. Pero de otras cosas mucho más importantes se cuidan muy mucho de informar por mensajes. Hacen constar un parrafito al final de la factura, que me atrevería a decir que no lee nadie o casi nadie de los que revisan su factura.
Como soy curioso y leo todo lo que puedo … lo encontré. Es el parrafito que está reproducido como imagen. En ella se me informa de un cambio de las condiciones de contrato. Como soy malpensado, me imaginé que era en contra mía y a su favor. Así era.
Yo no hago gasto, pero Timofónica ha establecido una tarifa mínima de consumo mensual para sus contratos de 9 euros. Si lo consumes, bien, no pasa nada, pero si no lo consumes, ya sabes, 9 euros mínimo. Hace más de un año, me adherí al contrato que tenía mi mujer, quedando establecido el mínimo, CONJUNTO, en 18 euros. Como al final entre una y otro, pasábamos de esa cantidad, pues nada, miel sobre hojuelas.
Pero Timofónica, sin alma y falta de conciencia, ha puesto sus estadísticas a trabajar. Habrá utilizado sus potentes ordenadores para hacer una análisis de estos casos y habrá visto que en algunos contratos, ciertos teléfonos no llegan por si solos al mínimo de nueve euros. Vaya tesoro que ha encontrado. Cambio de tarifas: aplicación del mínimo de nueve euros de forma individual a cada teléfono. Pues que se habían creído estos clientes listillos, se acabó el disfrutar de unas condiciones que eran lesivas para incrementar los beneficios. A partir del 18 de Febrero todo el mundo a gastar nueve euros por lo menos.
Me pregunto cuántos clientes de Timofónica se verán afectados por este cambio de rumbo y, lo que es peor, cuántos de estos afectados se habrán enterado. Enterarse se van a enterar, cuando les llegue la factura en Abril por el período de 18 de Febrero a 18 de Marzo y les pongan unos cuantos euros no consumidos. Y encima estará corriendo ya la facturación de Marzo a Abril.
Seguro que Timofónica, cruel, inhumana, ha echado cuentas. Y aunque sabe que algunos clientes, como yo, dejarán de serlo, el dinerito limpio que va a sacar de esta operación les compensa con creces el que se vayan unos cuantos, que además son lo que gastan poco, infelices, no disfrutan de las nuevas y y no llegan a nueve euros al mes. La mayoría se quedarán y soportaran esta subida encubierta a la espera de otras nuevas.
Por lo menos, no sé si con elegancia o chulería, me recuerdan que el Real Decreto 424/2005 me concede el derecho a resolver el contrato, ¡ Hasta ahí podíamos llegar !.