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miércoles, 18 de febrero de 2009

LORTAD-1


Hace ya algunos años, un amigo que se dedicaba a asuntos de informática tuvo un grave problema con la Administración. Aunque la cosa no trascendió mucho, se dedicaba a capturar por todas las partes donde podía direcciones y datos personales en orden a formar una base de datos con mucha información que servía a diferentes empresas para sus objetivos de marketing y publicidad. Cuantos más datos capturase en sus ficheros, mejor abanico de posibilidades de filtrado y personalización podía ofrecer a las empresas.
No sé en que quedó todo aquello pero poco después vio la luz la LORTAD, o lo que es lo mismo, una “Ley Orgánica de Regulación del Tratamiento Automatizado de Datos Personales”, donde se fijan una serie de normas muy estrictas, y de “obligado” cumplimiento, a observar escrupulosamente por las empresas a la hora de manejar ficheros informatizados en los que se alojen datos personales.
Corría Diciembre de 1999 e internet no había alcanzando el tremendo desarrollo y la profunda penetración que tiene hoy en día. El tratamiento de grandes volúmenes de información estaba vedado a ordenadores profesionales de los que solo disponían poco más de un centenar de empresas en España. Hoy en día, dada la potencia de los ordenadores personales, unida a la gran capacidad de los discos duros y memorias portátiles, el acumular información de todo tipo, cual síndrome de Diógenes juvenil, es un deporte nacional, aunque se observe rigurosa y escrupulosamente la anteriormente mencionada Ley.
El caso es que las direcciones personales siguen circulando por doquier. Lo único que ahora tienen cuidado las empresas, algunas de ellas, de informarte que debes tú mandar una carta si quieres ejecutar el derecho de que tus datos no sean utilizados, o cedidos a empresas del grupo, con fines comerciales u otros. Eso además de datos que son públicos salvo que te esfuerces mucho en conseguir lo contrario, como por ejemplo el figurar en una guía telefónica.
De todas maneras, por mucho empeño que pongan en confundirnos, algunas veces los datos se sacan “por detrás”. Desde hace tiempo vengo utilizando un apartado de correos para facilitar mi dirección y que toda la correspondencia, y la propaganda que me llega, vaya a él. Sin embargo, ciertas empresas, como las de agua, electricidad, telefonía y demás, exigen y hacen constar en sus ficheros la dirección del domicilio real para el que se solicitan los servicios. Otras, nunca acierto a saber porqué, no aceptan un apartado de correos como dirección postal. ¡Que más postal que un Apartado de Correos¡Como mucho te exigen el efectivo y te dejan dar otro para envíos de correspondencia, pero no todas.
Ya desde hace años, cuando me solicitan mi domicilio introduzco en él alguna variación que no parezca significativa de forma que ninguna de estas empresas tengan EXACTAMENTE mi mismo domicilio particular. Lo mismo hago con el apartado, añadiendo ceros por delante de la numeración o poniendo por detrás algún comentario o sigla que me permita identificar de forma clara la empresa de procedencia de esa dirección. Así, aunque es lo mismo desde el punto de vista del cartero vivir en el piso 2-I que en el 02-IZ, 2-izda, Escalera-1 2 I o Portal-1 2ª-izda cuando solo hay una escalera y un portal, no es lo mismo a la hora de “cazar” a la empresa que ha cedido, por lo general de forma no autorizada, tus datos a otros que se dedican a realizar “labores de información y personalización”, cito textualmente aunque he necesitado una lupa para leerlo, para campañas de publicidad propias o de otros.
Y es que es muy curioso, o por lo menos a mí se me antoja así. Un ejemplo real de los muchos que podemos encontrar a poco que nos fijemos un poco. Un autobús aparcado en una céntrica calle donde hacen revisiones gratuitas de la vista promovido por la Concejalía de Salud. Según entras, lo primero de todo, ordenador portátil, te solicitan todos tus datos personales y alguno más: Nombre, domicilio, localidad, provincia, documento nacional de identidad, teléfonos fijo y móvil y no te piden más porque “cantaría” la cosa. Cuando les dices que para que quieren todos esos datos te argumentan que es que se los pide el ordenador. Debe ser una máquina con vida propia que pide cosas y que si no se las das no puede seguir.
Pues contra el vicio de pedir, la virtud de no dar. No sé cuantas direcciones me habré inventado, de no sé cuantos pueblos y provincias, teléfonos que no existen o que si existen pido perdón a sus propietarios porque son absolutamente inventados. Pero, ojo, el documento nacional de identidad es un problema: la letrita que lo acompaña es un código de seguridad formado al aplicar unas reglas matemáticas al número real. Por ello, si te inventas un dni pero la letra no es correcta, la aplicación informática salta y te dice que el dni no es válido: te han pillado. Por ello, además del propio, hay que aprenderse dos o tres más “de pega” para facilitar a los que preguntan datos sin ton ni son. Uno por ejemplo muy majo es el 123.456 o el 50.246.135 y parecidos, fáciles de memorizar. Podemos jugar a divertirnos y facilitar como dni el 55.555.555 y aguantar la broma que seguro se produce del “tecleador o tecleadora de los datos”. El problema es que nos pida que se lo mostremos.
La pregunta que viene ahora es…… ¿Qué letra corresponde a esos dni’s de pega?
Como de este asunto hay más, como en las series de televisión…… Continuará en el próximo capítulo.