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viernes, 23 de septiembre de 2011

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En otras entradas de este blog tituladas PROPAGANDA y PUBLICIDAD me he referido a los nuevos usos que se han impuesto en los últimos tiempos en materia de anuncios comerciales, derivados de la diversificación de medios a los que tenemos acceso los potenciales destinatarios de tanta información, que no tiene otro objetivo que condicionar nuestras decisiones en materia de consumo. Las sociedades “avanzadas” están inmersas en una espiral que pone en peligro su futuro cuando el consumo se estanca. Y las no avanzadas están como locas, quizá con toda razón, en “avanzarse” y no en vano miles de ciudadanos escapan de sus naciones de origen para incorporarse a un mundo “mejor”, mejor a corto pero incierto a medio o largo plazo. A lo largo de las últimas décadas hemos tenido experiencias que ya hemos olvidado pero que fueron tan fuertes o más que la actual “crisis”. Las personas tendemos a olvidar con facilidad y pensar que lo que estamos viviendo es lo más de lo más y que nunca ha habido una cosa igual.

De las varias situaciones difíciles que recuerdo haber vivido, la más fuerte en mi opinión se produjo en 1983. Antaño y hogaño, muchos de los ciudadanos, entre los que me encuentro, no han sufrido ningún problema, ya que conservan su trabajo y su fuente de ingresos, quizá algo reducidas, quizá con incrementos cero de un año a otro, pero básicamente con la misma capacidad de consumo que tenían en un tiempo anterior. Pero el miedo al futuro retrae el consumo y la gente nos retraemos, con la que está cayendo, en comprar o cambiar alguno de los aparatos de la casa, o comprar nuevas viviendas o simplemente arreglar la nuestra. Lo que es realmente prescindible pasa a un segundo plano hasta que las cosas vengan mejor dadas. Si el coche va bien, aunque podamos cambiar a uno mejor, nos lo pensamos dos veces y decidimos tirar un tiempo más hasta que las cosas vayan mejor. Y nuestra decisión no tiene realmente ni pies ni cabeza. Seguimos cobrando nuestro sueldo, como siempre, por lo que mantenemos la capacidad de embarcarnos en el gasto, pero no lo hacemos. Y eso que las ofertas de las casas de automóviles son tan importantes que casi y sin casi podemos comprarnos el mismo coche que tenemos pagando por él menos de lo que nos costó hace seis años. ¿Porque no lo hacemos? Pues porque hay crisis.

Probablemente los índices de venta de vehículos a lo largo de los años pueda ser un indicador fiable de las crisis de los últimos tiempos. Recuerdo que en los años ochenta, en los que las matrículas se asignaban por provincia, cada año más o menos se consumía una letra inicial. Esto suponía en la provincia de Madrid la matriculación de alrededor de 250.000 vehículos por año. Pues bien, en aquel 1983, si mis recuerdos que no voy a verificar son ciertos, se tardaron más de dos años en consumir esa letra. Eso sí, alguien en 1985 llegó y dijo que ya no había crisis, nos lo creímos y todos los ahorros que la gente tenía en sus cuentas, fruto de la retención en el gasto, salieron de golpe y la economía se puso a velocidad estratosférica.

Con el paso del tiempo las diferencias entre unas crisis y otras se van incrementando. El nivel de vida va subiendo sin parar y ahora estamos acostumbrados a muchas más comodidades que antes, en que en general y salvo casos excepcionales no teníamos nada o muy poco. A modo de ejemplo, en aquella época no había ordenador en casa y hoy es frecuente que tengamos uno cada uno de los componentes de la familia, no había teléfonos móviles y ahora es probable que tengamos uno o más de uno por cabeza, y así con otras cosas, como por ejemplo cámaras de fotos, televisión, coche e incluso otros aparatos. No se puede generalizar pero convendremos que a mayor nivel de vida, el mantenimiento del “status” es más costoso y por lo tanto la crisis nos afecta más.

Las empresas anunciantes tienen que afinar. Y de lo lindo. Y lo hacen. Yo soy bastante alérgico a la publicidad, de la que no me creo nada, así que conmigo tienen difícil el convencerme para que consuma algo solo con un anuncio, que como ya hemos comentado, muchos de ellos tienen truco, letra pequeña, asterisco, “desde” y en general multitud de cosas ocultas que nos pueden sorprender cuando hemos tomado una decisión en base a lo que percibimos y sin pensarlo mucho.

Pero la publicidad me gusta, y la veo, y la sigo por lo que es, un medio de expresión vivo y que obliga a sus diseñadores a pensar y concentrar las ideas en un espacio y o un tiempo reducido. Por eso me ha sorprendido descubrir una nueva forma muy ingeniosa. Al publicar la entrada de este blog ARTILUGIO en la que se hablaba de cosas como Edimburgo o Escocia, en la pantalla de respuesta en la que se me informa que la entrada ha sido correctamente publicada, los anuncios de la derecha se han “adaptado” a los contenidos de la entrada y me ofrecen hoteles, viajes, alquiler de coches y vuelos a la zona. Eso es rapidez y adaptación en asociar el texto y ofrecer servicios relacionados. Me fijaré cuando publique esta entrada a ver qué me dice y lo pongo a continuación a base de reeditar la entrada.

Esto es lo que me ha dicho, o estaba dormido o no tenía nada que ofrecer ...