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Hace unos días acabo de regresar de un viaje por Escocia que ha sido una rememoración de otro realizado hace ahora veintiún años. Si bien en aquella época la fórmula elegida fue el desplazamiento completo en mi coche, vía transbordador en Santander, ahora y en contra de mi voluntad se ha impuesto la fórmula de avión y coche de alquiler. El conducir con tu coche, con volante a la izquierda en comparación con hacerlo con uno alquilado, con volante a la derecha, tiene sus connotaciones, que ya expliqué en la entrada DRIVING en este mismo blog. Aparte de este detalle, el viaje ha transcurrido visitando más o menos los mismos lugares, con algún añadido como ha sido la excursión a las islas Orcadas para quedar absorto ante los impresionantes restos arqueológicos de Skara Brae, cubiertos y ocultos por la arena durante cinco mil años y que una tempestad con oleaje sacó a la luz hace unos ciento cincuenta.
Los paisajes, en una perfecta combinación natural de verdor y agua por doquier, siguen en su sitio tal y cual los recordaba. Algunas carreteras han mejorado y cuesta más encontrar las estrechas con sus “passing place” y algunos sitios turísticos han sufrido el acoso de sus visitantes y han sido remodelados para adecuarse a tanto turista y de paso poner precio a enclaves que antaño eran gratuitos. Como digo, el objeto y la ruta seguida en el viaje en sí no ha cambiado mucho, pero hay otra cosa que si ha cambiado, y de forma radical: internet, su uso multitudinario, no existía hace veintiún años.
En cuanto al diseño, preparación y reserva del viaje antaño, todo fue a base de folletos turísticos, guías, cartas postales y talones bancarios. Hogaño, internet pone al alcance de nuestra mano todo esto sin salir de casa, con la posibilidad de reservar al instante vuelos, alquiler de coche, alojamiento, transbordadores, excursiones, entradas a espectáculos como el Tatoo o visitas a una destilería y tarjetas turísticas de acceso a los castillos, museos o de transporte en ciudades como Edimburgo o Glasgow. Todo fácil o si no fácil por lo menos muy accesible a cualquiera que se ponga a los mandos de un ordenador con acceso a internet y tenga la tarjeta de crédito o débito preparada para realizar los pagos.
Y ya en cuanto a la realización del viaje, los cambios han sido estratosféricos por mor de llevar al cinturón un aparatito que en aquellos años ni se atisbaba: un teléfono móvil inteligente de esos conocidos ahora como “smartphones”. Otros cambios han venido derivados de avances en tecnologías, como la fotografía digital. En aquel viaje impresioné varios carretes de diapositivas que tuve que llevar a revelar a la vuelta del viaje para poder rememorar el mismo. Ahora, una cámara digital me ha permitido tomar más de mil fotografías prácticamente sin coste, comprobarlas en el instante y realizar alguna manipulación como las de las fotos que acompañan esta entrada.
Pero los cambios drásticos han venido de la mano de ese artilugio en forma de ordenador móvil con corazón “android” que llevaba al cinto. Hace poco que le tengo y desconozco como utilizar muchas de sus posibilidades, pero voy a relatar algunas de las que si he usado, y disfrutado, durante el viaje.
Hay un hecho que limita mucho su uso y que no es otro que el elevado coste que las operadoras de telefonía ponen al uso de datos itinerantes en el extranjero y que hoy por hoy es prohibitivo, por lo que hay que limitar las conexiones al uso de redes, que por fortuna era una constante en todos los “bred and breakfast” en los que nos alojamos. Antes de salir cargué en la memoria los documentos con la información de códigos, reservas, direcciones y teléfonos y justificantes de los pagos realizados y que he podido consultar y mostrar durante el viaje. Llegará el día en que para acceder a los sitios baste con enseñar el teléfono con el documento o los códigos de barras obtenidos al efectuar las reservas. Además hay aplicaciones como “dropbox”, “sugarsync” o similares que permiten consultar tus datos mediante acceso a lo que se ha dado en llamar la “nube”. Todo en la palma de la mano.
Mediante el uso de las “wifi” en los alojamientos, a diario podía comprobar el correo electrónico, revisar los movimientos de mis cuentas bancarias, poner mensajes gratuitos a la familia vía “whatsapp”, hablar por teléfono de forma gratuita utilizando “skype”, ver y componer “twits” con información y fotografías tomadas en el instante, leer noticias en los periódicos, consultar el tiempo que iba a hacer en la zona los días siguientes, ver distancias y rutas a los puntos elegidos para visitar y sus días de apertura, horarios y costes, y en general un sinfín de información que internet pone a nuestro alcance a través de este aparatito que podemos manejar en la cama al acostarnos y levantarnos. Para una lectura esporádica también podemos llevar cargado el libro o libros que estemos leyendo y continuar en cualquier momento que surja, como un desplazamiento en autobús para una excursión o la cola para ubicar el coche en un transbordador. Siempre está la posibilidad de llevarse un ordenador portátil y hacer esto con mayor comodidad pero el engorro de acarrearlo y la posibilidad de quedarte sin él por algún descuidero ajeno hacen que te lo pienses. El teléfono, sin embargo, siempre va contigo y aunque es un poco más incómodo su uso, se acaba uno acostumbrando.
Fuera de conexión y usando las posibilidades que permite, es un excelente navegador para el coche con tal de tener los mapas cargados como yo hice, sirviéndome de guía de forma directa sin tener que parar o llevar a alguien de copiloto consultando mapas arrugados en papel y tomando decisiones en el momento: el navegador te informa con anticipación de la ruta elegida y las acciones a realizar. Ya en la ciudad, andando, te permite llevar un mapa electrónico en el bolsillo, que no ocupa, no se rompe ni se arruga y que mediante la utilización del “GPS” te dice en que punto de la ciudad estás y el camino que debes seguir para ir a donde deseas. Mediante aplicaciones de “tracking” como “andando” o “mytracks” te guarda el trazado de tus desplazamientos para su consulta posterior en el ordenador e incluso preparar rutas por la ciudad en previsión. Ya en el restaurante, cuando una palabra inglesa relativa a comida se te atraviesa, como por ejemplo “haddock”, basta con poner en marcha el diccionario y averiguar lo que significa o incluso ver la traducción de una palabra española al inglés. Fotografías de carteles o vídeos de esa explicación interesante que está dando un guía turístico pueden ser tomadas con cierta calidad como para servir de recuerdo en lugar de sacar el clásico bolígrafo y tomar notas en papel. Por si no fuera suficiente, en momentos de relax tú o tu hija puede poner en marcha juegos como "angry birds" o los "papixxxx".
En suma, estos son usos que yo he explorado en este reciente viaje en un teléfono que ha sido usado para todo menos para hablar. Seguro que hay otros muchos que iré descubriendo y la tecnología irá implementando con el tiempo. Dejémonos sorprender.
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