Son períodos cíclicos que no hay manera de evitar. Ya escribíamos sobre el transcurso del tiempo en una
entrada hace más de dos años y lo que allí se decía sigue plenamente vigente. El tiempo transcurre de forma continua y a velocidad constante pero la percepción que nosotros tenemos de ella varía de unas épocas a otras. En un intercambio de correos electrónicos con un conocido recientemente me apuntó una cuestión sobre la que no me había parado lo suficiente, y no es otra que la “gestión” efectiva y consciente que hacemos de nuestro tiempo y en esto debemos de incluir la que permitimos, consciente o inconscientemente, que nos hagan los demás. Un ejemplo claro es relativamente reciente y no es otro que el uso del teléfono móvil. En algunos casos la gente se cree que tienes que estar disponible, en todo momento y lugar, dejar todo lo que estás haciendo, responder al teléfono móvil y atender con los cinco sentidos al llamante.
He participado en algunos “intercambios de impresiones” sobre este particular. Ayer, mientras dada un paseo al mediodía por una concurridísima calle peatonal del centro de Madrid, me detuve unos instantes a observar disimuladamente a una pareja de la policía municipal. Uno de ellos estaba peleando literalmente con el teléfono, tecleando a dos dedos gordos lo que debía ser un mensaje. Estaba abstraído del mundo, absolutamente concentrado en el tecleo del texto con lo que me atrevo a asegurar que si hubiera caído una bomba a su lado ni se hubiera inmutado. Me marché antes de que hubiera acabado, transcurrido un buen rato. Hay trabajos en los que está absolutamente prohibido el uso del teléfono, cosa que a mí me parece muy bien. ¿Se imaginan a un sacerdote oficiando misa que le sonara y se pusiera a atender el móvil? ¿O a un profesor mientras imparte clase?. O, ya más común ¿a una empleada de El Corte Inglés mientras le vende a Vd. un reloj?. Habrá casos y casos pero cada vez más me está pareciendo el tema una falta de educación en muchos de ellos.
Pero nos desviamos del tema. Ya he comentado en anteriores ocasiones que me gusta incorporar al blog, a modo de documentación, textos de otras personas que me parecen interesantes como forma de tenerlos localizados y no perderlos, amén de compartirlos con aquellos que, en su gestión consciente del tiempo, incluyan el emplear una parte de él leyendo estas líneas. En este caso es un texto recogido, como no, de internet que se titulaba “Ladrones de tiempo”, escrito por Paco Muro, presidente de una consultora de renombre y citado como uno de los mayores expertos españoles en “Managemenet”. Es de cajón, pura sensatez a poco que reparemos en ello, pero aquí tenéis a los principales escamoteadores según su sesudo criterio:
• No tener claro que es lo que sí quieres hacer. "Si quieres hacerlo TODO tendrás la sensación de que no puedes hacer nada."
• No saber decir NO: " La paradoja del prestigio profesional “. Es mejor aprender a decir NO y llegar siempre hasta donde dices, que decir siempre que SÍ y llegar sólo hasta donde puedes."
• La incapacidad para delegar: "Si sólo lo sabes hacer tú no te extrañe que siempre TENGAS que hacerlo tú". Enseña, confía y delega. "Empeñarte en que las cosas se hagan como las harías tú conseguirá que al final te las quedes tú."
• La manía por la perfección innecesaria: "no saber simplificar es uno de los mayores derroches de tiempo inútil para hacer las cosas como nadie te las ha pedido y nadie lo va a apreciar."
• Falta de planificación escrita y meditada: "este fallo facilita confundir lo urgente con lo importante. No hacer una lista de tareas y asignar prioridades provocará derroche de esfuerzos y que se diluya el tiempo en tareas ineficaces."
• Desorganización de los papeles: "mesa permanentemente invadida por los papeles igual a profesional permanentemente ineficaz".
• Permitir la invasión de “OKUPAS” del tiempo: personas que se cuelan ante tu mesa sin haber sido citadas para charlar o comentarte algo intrascendente.
• Reuniones demenciales: "Cuidado con la reuniones mal dirigidas, ineficaces y que se alargan en el tiempo más de lo acordado (si es que tenían hora de final), no solo pierdes el tiempo tú, sino todos los demás asistentes por lo que se trata de un robo masivo y descarado de tiempo."
• El teléfono (muy especialmente el móvil): "cuando alguien te llama, el otro sí está controlando su tiempo en ese momento, por tanto tú también tienes derecho a elegir qué hacer con el tuyo: decide si contestas o no. El teléfono móvil es una herramienta para ti, no para que seas su esclavo. Eso sí, devuelve las llamadas a los que te dejan recado."
• El email: "ver un email y no lanzarse a leerlo e incluso a contestarlo, aun siendo intrascendente, es una tentación irresistible. No permitas esa distracción, ponte una hora para leer y contestar los emails y no estés todo el día pendiente de ellos.
• No ponerse hora de marcharse a casa: "si no has decidido a qué hora te quieres ir hoy tu mente trabajará más dispersa al no tener una referencia clara y disminuirá notablemente la calidad de tu rendimiento y productividad."
Otra cuestión, como bien indica Paco, es cuando somos conscientes de ello y nos dejamos llevar por la inmediatez, aunque luego nos arrepintamos.