“Pleitos tengas y los ganes” reza la maldición gitana de la que ya se ha comentado algo en este blog y no será la última vez. La recomendación es no tener relaciones con esta “amiga” llamada Justicia y todo lo que la rodea, léase abogados, notarios, juzgados y demás. El dicho tiene toda la verdad y más que se pueda albergar en cinco palabras. Toda relación con esta dama tendrá visos de amor no correspondido y dejará una estela de sinsabores agridulces entre los que predominaran los agrios, sin ningún género de duda.
En los últimos tiempos me he visto inmerso en dos procesos de lo que se conoce por herencia, no la genética, sino la otra, ya se sabe, cuando alguien fallece y transmite a otros el conjunto de sus bienes, derechos y obligaciones. Una cosa que yo no sabía es que se puede renunciar a una herencia y a fe que me lo pensaré en el futuro si me llega a corresponder alguna. Y es que hay herencias envenenadas y lo que a todos nos suena como que nos va a caer bueno algo del cielo, procedente de nuestros padres o de algún benefactor al que le hemos caído bien, también puede ser una hipoteca o algo no precisamente positivo.
Por lo general, todos tenemos la tendencia a evitar estas situaciones, que han sido precursoras de verdaderas trifulcas y peleas bastante serias entre hermanos a la hora de repartir los bienes de los padres o peor aún, de un tío o tía que ha muerto sin descendencia incluso aunque haya hecho un testamento detallado. Y es que en los testamentos se suelen consignar los bienes pecuniarios más importantes, es decir, la casa y los dineros en el banco para el común de los mortales. Y por ello todos los de andar por casa tenemos “in mente” que lo mejor de una herencia es que no exista, esto es, que sea repartida en vida de los padres o familiar para que se eviten los problemas tras su desaparición.
Pero hay familias y familias y todos conocemos casos sangrantes en los que los hijos, al minuto siguiente de recibir en vida los bienes de sus padres, han ignorado a estos dejándolos en la más absoluta miseria y tirados como una colilla. Conozco de primera mano un par de casos en que tras poner los padres su casa a nombre de los hijos, estos los han echado materialmente de “su” casa para venderla, dejándolos en la calle sin ningún miramiento.
¿Por qué ocurren estas cosas? ¿Por qué unos padres se ven en la tesitura de transferir a nombre de los hijos sus bienes cuando aún les quedan unos años de disfrutar de ellos? La respuesta es bien sencilla: para evitar que la justicia y la cosa pública meta sus narices en cuestiones privadas y se lleve la correspondiente tajada en forma de impuestos. De hecho la cosa va avanzando y ya no es tan sencillo donar o regalar la casa o el apartamento de la playa ni tan siquiera a un hijo y mucho menos a alguien que no tenga parentesco. Impuesto de donaciones al canto, además de los gastos de escritura ante notario, registro de la propiedad, plusvalías municipales y demás. Vamos, que te regalan tus padres una casa pero te cuesta los cuartos, un buen pellizco.
Como decía me he visto inmerso en dos procesos de heredad. El primero, tras el fallecimiento de mi padre, se resolvió más o menos bien como una visita al notario para la aceptación de la herencia una vez realizados todos los trámites de ir al registro de últimas voluntades para obtener los datos del último testamente que lo había o en caso de que no lo haya la inexistencia de este, certificados bancarios de una cuentas que estaban vacías, ya se imaginan Vds. porqué y nada más. Mi padre solo tenía una participación de un 33% en una casa familiar que ha sido transferida a mi madre en concepto de usufructo y que ha pospuesto la “pelea” entre hermanos, que esperemos no se produzca, para el momento del fallecimiento de mi madre. Resumiendo, que este proceso de herencia fue más o menos “light” como se dice ahora y ha transcurrido plácidamente con sus correspondientes costes que no han sido pequeños.
El otro proceso es de chiste, de los de reír por no ponerse a llorar a lágrima viva. Hace cuatro meses que falleció una tía que no tuvo descendencia. Hizo más de veinte testamentos debido a sus cambios de humor en sus últimos tiempos en los que ponía y quitaba sobrinos y cantidades asignadas a los mismos como fichas de ajedrez se desplazan por un tablero. En el último dejó especificados trece sobrinos, una cuñada y la señora que la cuidaba en sus últimos años, cada cual con unas cantidades estipuladas. No era propietaria de casa aunque vivía en una en calidad de usufructuaria de forma vitalicia. Los bienes de esta casa siguen allí, no están especificados en el testamento y la verdad es que no hay prácticamente nada de valor material, pero si algunas cosas de valor sentimental que yo recuerde: un reloj de pared, un par de cuadros y quizá el cabecero dorado de su cama. ¿Cómo se van a repartir estas cuatro piezas entre los quince herederos declarados? ¿a cachitos?
Pero lo que de verdad es estrambótico a más no poder es lo del reparto del dinero. Algo había, no mucho, y algo nos ha correspondido. Tampoco vamos a dejar de trabajar, pero lo curioso es el desarrollo del proceso. Un mes para pedir el certificado de últimas voluntades, un mes para que Bankia, hago mención con intención de propaganda negativa, nos emita el certificado de los fondos depositados en un producto bancario de esos modernos que se rescatan a la muerte del propietario pero que no las tenemos todas consigo, otro mes para que el notario reúna a los quince en cuestión, haga la escritura de aceptación de testamento. Y ahora viene lo bueno, antes de que Bankia suelte los dineros, que se resiste, ha habido que abonar religiosamente el impuesto de sucesiones correspondiente. Como no somos línea directa al no ser padres o hijos, el montante asciende a un 20% de gastos, que hay que abonar religiosamente ANTES de poder acceder a la herencia. Increíble. Suponga Vd. que un tío le deja 10.000 euros de herencia. Pues antes de poder disponer de ellos, Vd. habrá tenido que pasar por un sinfín de actos jurídicos documentados y soltar 2.000 euros de su bolsillo para pagar el impuesto de una cosa que va a recibir. ¿Y si no dispone de esos 2.000 euros? ¿Y si la herencia es de 100.000 y tiene Vd. que adelantar 20.000?
En fin, no sigo, que me caliento con intentar explicar cosas que no logro entender. Y encima, una vez realizados todos los pasos, con lo cual la obtención del dinero se suponía que era inmediata, Bankia, ese banco maravilloso en que se ha convertido una Caja de Ahorros de Madrid que fue modélica en el trato a los clientes en los años setenta del siglo pasado, se descuelga con que necesita quince días, que ya serán un mes, para que sus abogados bastanteen la escritura de aceptación de herencia, que ha hecho un notario, y verifiquen los pagos del impuesto que hemos aportado con todos los sellos oficiales. Increíble. Como decíamos al principio.
“Pleitos tengas y los ganes”.