No hay nada como tener interrelaciones las personas para aprender cosas, en la medida que estés un poco atento y sepas captar cuando te están contando algo que te puede resultar beneficioso. Hace ya unos meses, mi gran amigo Miguel Ángel me contó cómo había revitalizado su “notebook” a base de cambiarle el disco duro. Como ya es sabido, los “notebook” son esos ordenadores portátiles reducidos, por lo general de pantalla de diez pulgadas y también de poca potencia, que se pusieron de moda hace unos años para los usuarios que necesitaran llevarlo encima, por su poco peso y larga duración de la batería, y no tuvieran una necesidad muy grande de proceso. Hoy en día están claramente en desuso por la aparición de las “tabletas” que cumplen esas funciones aunque habría que profundizar un poco en esto, ya que una cosa es un ordenador portátil y otra cosa es una “tableta”, más portátil pero menos ordenador, aunque sirva casi, insisto en el casi, para lo mismo. Quizá sea así en el futuro pero por el momento no lo es, cuestión que descubren muchos usuarios cuando llegan con su flamante tableta a casa y quieren editar un documento en Word, y no pueden, por lo menos así de entrada.
Mi amigo me habló de los discos “SSD”. Otra sigla más que se está poniendo de moda y que traducida quiere decir “solid state disk” o lo que es lo mismo en román paladino, “disco de estado sólido”. Los que normalmente están alojados en nuestros ordenadores son “HDD”, “hard disk drive”, o sea, “disco duro”. La diferencia fundamental entre los modernos, y caros por ahora, “SSD” y los antiguos y menos caros “HDD” es la velocidad de transferencia de datos, que se mantiene constante y que es considerablemente mayor con independencia del estado de llenado del disco. Los “HDD” son mecánicos y gastan una gran cantidad de energía en mantener el disco en rotación continua, lo que redunda en ruido, y durabilidad. Por otro lado, hoy en día, los “SSD” son mucho más caros, al tratarse de una nueva tecnología que se va implantando y que al principio hay que pagar. Dentro de unos años todos los discos duros serán “SSD” pero habrán descubierto los “NTJV” y vuelta a empezar otra vez. Por cierto, “NTJV” significa, para mí y algunos otros, “no te jode Valeriano” y es un antiguo “grito de guerra” en la oficina cuando ocurría algún evento.
Pero no es cuestión de meterse en detalles técnicos que pueden encontrarse en la red a poco que busquemos. Comparaciones entre ambos, ventajas, inconvenientes, de todo hay escrito para profundizar. Yo lo que quiero aquí es contar mi experiencia personal.
Mi mujer tiene un “notebook” de esos. No era de los de muy poca potencia pero cada vez iba más y más lento, hasta llegar a la desesperación. Abrir una página en la web era para dejarlo y marcharse a hacer cosas, y así no se puede trabajar. Había hecho todo lo que se me había ocurrido, operaciones tales como desfragmentar el disco, limpiar el registro, quitar aplicaciones… y nada, la cosa mejoraba un poco, pero la lentitud era desesperante. Al comentarme Miguel Angel que había instalado un disco SSD en su notebook, he hecho yo lo propio en el “notebook” de mi mujer y, como por arte de magia, va “como un tiro”, vamos, que te despeina y si te acuerdas de cómo iba antes, la comparación no se resiste. Para que todo quede claro, el asunto han sido ciento ochenta euros, aunque los precios bajan, literalmente, de un día para otro. Acabo de mirar en la misma tienda donde lo compré y ya cuesta, en tan solo un par de semanas, veinte euros menos. Como se puede pensar, casi ha costado el disco lo que cuesta un notebook entero, exagerando un poco. Pero merece la pena.
Pero aquí no queda la cosa, porque yo tengo un portátil ya muy viejecito, con más de cinco años, que iba bien, suficiente para lo que yo hacía con él. Pero picado por la curiosidad le he dotado de su correspondiente “SSD” y parece increíble la mejora de velocidad experimentada. Solo en el arranque del encendido ya se puede apreciar como en apenas un minuto está listo para trabajar cuando antes se tomaba su tiempo.
Y para explicarlo todo un poco más, diré que tanto mi portátil como el notebook de mi mujer no están aprovechando toda la velocidad que tienen los discos “SSD” instalados. Ello es debido a que las placas base son antiguas y aunque tienen la interfaz “SATA” necesaria para estos nuevos modelos de discos, solo tienen el nivel “SATA-II” cuando si tuvieran “SATA-III” estos discos literalmente volarían.
Y como no hay dos sin tres, resulta que mi Pc fijo si dispone de una placa con “SATA-III”. Un poco de inversión y a dotar al PC fijo con su correspondiente “SSD” solo para contener el sistema operativo, uno pequeñito que anda en los ochenta euros. Bueno, sin comentarios, el arranque de un Windows 7 profesional hasta estar disponible son 47 segundos. Una gozada.
Depende mucho de cómo usemos nuestro ordenador y el tiempo que pasemos con él, de forma personal o profesional. Pero en todo caso y si se puede uno dar el caprichito, estudiar la posibilidad de incorporar un “SSD” a nuestra vida es un opción muy interesante. También podemos esperar a que bajen de precio...