Desde hace muchos años soy socio colaborador de algunas de las, no sé cómo calificarlas, entidades que se dedican de alguna manera a preocuparse por cuestiones marginales de la sociedad, en lo que se refiere a atención a personas desfavorecidas, en este o en otros países, a temas de medio ambiente u otras cuestiones que no vamos a detallar aquí. Mi forma de colaborar es la aportación de una cantidad por lo general anual. En algunos casos y con el paso del tiempo, el montante de mi aportación se ha ido actualizando mientras que en otros se ha quedado estancado. También ha ocurrido el caso de haberse cancelado, por diferentes razones, algunas de las cuales constituyen la razón de este comentario. Las he denominado “entidades” porque me resisto a utilizar el más extendido calificativo de “ONG” u Organizaciones no gubernamentales.
Es evidente que uno de los aspectos que estas entidades tienen que cuidar muy mucho es la información que suministran a sus socios para mantener viva la llama de esa colaboración pecuniaria e incluso aportar razones para que se considere un incremento de la misma. Aspectos como
publicidad o
propaganda ya fueron comentados en otras entradas de este blog hace tiempo y son muy necesarias hoy en día, pero, y a esto vamos, sin pasarse de la raya.
Veamos el caso de Cruz Roja. La imagen que ilustra esta entrada corresponde al sobre donde he recibido la información relativa a la actividad del año. Una muy completa información donde se comentan los logros y acciones que se han emprendido con mi pequeña aportación y la de muchos otros. No voy a entrar en si se han enfocado bien o mal estas acciones, si debían de haber sido más o menos intensas en unos aspectos o en otros. A lo que voy es a la propia información en sí. Digo de entrada que ni me he molestado en leerla, como hago todos los años desde que recuerdo. Y mis razones no son otras de que no me interesa que me informen “de esa manera” y me explico. Lo primero de todo, me gustaría saber el coste real y efectivo en euritos de esa información. El sobre era cuadrado. No lo tengo ahora aquí, porque fue archivado hace unas semanas, pero era de gran tamaño, pongamos de unos 20x20 cm. Aunque otras veces no lo hago, inspeccioné su contenido por encima para ver una serie de papeles muy bien impresos a todo color, con diferentes formas, así como un sobre de retorno por si quería aumentar mi colaboración anual.
Todo esto cuesta unos buenos euros, que me imagino que no son pocos. Si nos fijamos al lado del “sello”, parece que Correos contribuye con esta acción solidaria con lo que podemos deducir que el envío no ha costado nada. Podemos suponer que la papelera que fabrica el papel también colabora, las personas que lo diseñan lo hacen de forma desinteresada, el material que componen la información es aportado sin que cueste un euro, la imprenta que maqueta e imprime lo hace de buena fe y sin coste y por último el ubicar toda esa información de distintas formas y tamaños en ese sobre cuadrado tan mono es realizado por un ejército de voluntarios en unos fines de semana en los que, para que todo sea gratis total, se pagan los bocadillos de la comida de su bolsillo. Vamos a pensar por un momento que esto es así, que no lo creo. Pues aun así, hay unos costes en tiempo y en material, que aunque sean gratuitos para Cruz Roja no lo son para quienes colaboran con ella. Sería muy difícil a Correos aportar a Cruz Roja una cantidad en lugar de repartir la correspondencia, porque realmente a Correos no le cuesta nada, pero no lo sería tanto en el caso del papel y de la imprenta que si podían aportar unos buenos euros que fueran empleados en acciones verdaderamente efectivas.
¿Dónde está el equilibrio en mantener informado al socio sin que este, como es mi caso, sienta que están empleando su dinero en autobombo más que en actuaciones directas? Para remate de fiesta, Cruz Roja también manda una revista, desconozco con que periodicidad, a la que podemos aplicar las mismas consideraciones que hemos relatado en cuanto a su coste.
En mayor o menor medida todos necesitan justificarse. He escogido el Caso de Cruz Roja pero otros son muy parecidos. Se me ocurre citar aquí, entre otros, a Unicef, Greenpeace, Intermón o Hazte Oír. Grandes organizaciones que han traspasado los umbrales y se han convertido en empresas, con todo el sentido de la palabra, donde además de las acciones y campañas que emprenden, uno de sus componentes básicos es la propia administración interna, su organización, y el marketing con sus socios y público en general.