Nuestros políticos, que lo son de todos mal que les pese a ellos y mucho más a nosotros, se llenan continuamente la boca con la frase “hay que cumplir la legalidad vigente” seguida de la apostilla de que la forma que tenemos los ciudadanos para expresar nuestra voluntad pasa por las urnas, aunque no añaden lo de cada cuatro años. Este suele ser el mensaje cuando los ciudadanos expresamos nuestras opiniones por otros cauces que no son estos y que les incomodan sobremanera pues ponen en evidencia su me atrevería decir total desprecio por esos mismos ciudadanos a los que dicen o creen representar.
Al hilo de esto, hay muchas preguntas que hacerse pero se me vienen a la mente dos fundamentales:
¿Cumplen ellos la legalidad vigente?
¿Cuatro años, en los tiempos actuales, no son muchos años sin ningún control?
Las respuestas que cada uno pueda aportar a estas dos cuestiones, con sus matices, pueden alcanzar un número infinito, pues como ya nos dijo Ramón de Campoamor y Campoosorio hace más de cien años
“en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira” . Nuestras ideas y juicios, especialmente en lo tocante a la política, conteniendo sin lugar a dudas un alto grado de subjetividad, pueden alcanzar límites insospechados que incluso lleguen a sorprendernos a nosotros mismos en la defensa de lo indefendible.
La legalidad vigente es cambiante a base de leyes que modifiquen las anteriores pero hay algunas normas en las que los políticos, especialmente los que están en el poder o piensan que van a estarlo, tienen mucho cuidado en no tocar, y son principalmente las que les afectan a ellos mismos. La finalidad primera de todo dirigente es perpetuarse en el poder todo el tiempo que sea posible y a fe que los nuestros se aplican a ello con verdadera dedicación.
En esta semana se ha aprobado la ley de costas, una cuestión que preocupa “tremendamente” a todos los españoles, que no tienen otra cosa en que pensar. No he estado atento a los pormenores, pero lo que me ha quedado es que se reduce de 100 a 20 metros la distancia de las construcciones. Una barbaridad muy bárbara, remedando a un conocido payaso profesional. Por mucho que uno lo pretenda, en esto únicamente se atisba el beneficio de algunos constructores amiguetes o la legalización de edificios ya existentes que hubieran de ser demolidos. Esto es un ejemplo de a que dedican su esfuerzo nuestros políticos mientras cuestiones fundamentales como la educación y la sanidad, que nos preocupan a todos, van por donde van.
No se puede generalizar, pero los casos de corrupción en la clase política alcanzan límites insospechados. Y otros que sin ser claramente delictivos atentan contra la conciencia de todos como temas de viajes, dietas, pensiones y demás que se han aplicado a ellos mismo con total impunidad sin despeinarse ni ponerse colorados. Y como no tienen bastante con ello y quieren más, usan de triquiñuelas más o menos ilegales para hacer acopio de más y más prebendas.
Hay muchas cuestiones sin cerrar. Y mucho me temo que como sigamos así seguirán abiertas. Un ejemplo es el de los regionalismos. Allá por los años 30 del siglo pasado, las cuestiones gallega, vasca y catalana estaban en plena ebullición. La República no las solucionó, la dictadura que vino a continuación tampoco y la Constitución de 1978 menos. ¿O es que tenemos alguna duda, a la luz de los acontecimientos actuales, de que siguen abiertas?. El tiempo pone las cosas en su lugar, no sin sufrimientos y penalidades, pero de forma lenta y pausada. La naturaleza no tiene prisa y las cuestiones de los hombres, que no aprenden de sus errores, son pecata minuta en su devenir.
Leo en el blog de mi buen amigo Juan Carlos, en esta
entrada sobre las pintadas que no tiene desperdicio, la siguiente frase, que dejo cortada aposta para que sirva a mis propósitos:
“Como no es el caso, la situación de nuestra sociedad es delicada. A la sensación de estar siendo gobernados por gente inferior …”. Ha quedado claro que para ser político vale cualquiera con independencia de su nivel de conocimientos y su trayectoria en la vida… ¿les exigen aquel viejo certificado de carecer de antecedentes penales?
Las leyes actuales nos tienen maniatados. Tras expresar nuestra opinión en las urnas tenemos que asistir, sin posibilidad real de hacer nada, a cuatro años de desaguisados y prácticas que pondrían rojo al lucero del alba, donde los de turno se dedican a enmendar lo que hicieron los anteriores, pero no por el bien común, sino por intereses espurios que les preocupan solo a ellos. Meditando tres segundos sobre el tema, pues hacerlo más sería perder el tiempo, la única solución alcanzable de modo práctico que nos queda a los ciudadanos corrientes, y eso en pueblos y ciudades con pocos habitantes, es hacerse con el control de los ayuntamientos, para desde ahí ir progresando en la una limpieza política que la sociedad está demandando a gritos en las calles, con la represión policial en unos casos y la imposición de multas y penas en otros “por incumplir la legalidad vigente”.
"En política hay que sanar los males, jamás vengarlos." Napoleon III