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sábado, 1 de junio de 2013

PAQUEADOS



Paso por varias gasolineras a diario y no me había fijado hasta la semana pasada en un hecho curioso, bueno, digo curioso por no decir chocante. El precio del gasoil básico, y supongo que de los demás productos, pega un bajón considerable en su precio los lunes para el día siguiente martes ponerse otra vez a tono con lo que es corriente e ir subiendo poco hasta alcanzar un buen precio el fin de semana. Estamos hablando de unos centimillos de euro, esos que ahora nuestros sesudos dirigentes quieren eliminar porque dicen que se pierde dinero al ser coste de metales y manufactura de las propias monedas superior a su valor.

Ahora utilizo poco el coche pero en años anteriores no me quedaba otro remedio que meterme cerca de 110 kilómetros diarios para desplazarme al trabajo. Yo que me tiré más de treinta años haciendo esos kilómetros en transporte público, al final tuve que claudicar y coger mi coche privado por que el desplazamiento por medios públicos llegó a ser inviable. Menos mal que siempre tuve la posibilidad y la suerte de poder utilizar mi coche, porque se me ponen los pelos como escarpias al ponerme en el lugar de otras personas que no tengan esa posibilidad y tengan que sufrir si o si el traslado en medios ajenos sin poder disponer de los propios.

A lo largo de esos más de quinientos kilómetros semanales y mediante su apunte preciso y diario, fui detectando diferencias en rendimiento de hasta cincuenta kilómetros por cada llenado de depósito. Con el gasoil básico con el que menos kilómetros hacía era con el de la marca CEPSA. Siempre con las mismas condiciones y desplazamientos, con el que más recorrido obtenía era con el de CAMPSA, que según me enteré con el tiempo era el mismo que el de PETRONOR y REPSOL. Ahora CAMPSA ha desaparecido y si quiero seguir teniendo el mismo tipo de gasoil no me queda más remedio, en mi zona, que pasar por las expendedurías de REPSOL, una empresa a la que no tengo mucho cariño desde que me robara el gas haciendo la vista gorda ante determinadas prácticas, más extendidas de lo que parece, de algunos de sus repartidores de bombonas a domicilio, y que ya relataba en mi entrada ENCERRADOS de este blog.

Pero, volviendo al tema, en esto de fijarme con detenimiento en el precio del gasoil básico, además de esa bajada drástica de los lunes he observado otra cosa que me resulta curiosa: en dos gasolineras de la marca REPSOL distantes entre sí poco más de diez kilómetros, los precios oscilan llegando al alcanzar en algún momento los 2 cts. de euro. No voy a entrar en si dos céntimos son mucho o poco dinero pero lo que es escamante es que, estando dentro de la misma comunidad por aquello de que no todos somos iguales, los precios sean diferentes. Supongo y algo de esto me contaron hace tiempo, es que aunque la “bandera” o el logotipo que reza en los exteriores de la gasolinera sea REPSOL, es posible que la gestión sea diferente, estando la más barata gestionada directamente por la propia compañía y siendo la otra, la más cara, una gestión privada pero que paga por utilizar la marca de la “gran compañía” como modo de atraer a sus clientes y que no piensen que están repostando combustible en la gasolinera de Piriquitín Sánchez.

En suma, estamos paqueados a siniestro y a diestro. Nos engañan sin conmiseración, día tras día y en todo lo que se puede y más. ¿Por qué se baja el precio del gasoil los lunes? Esto es un hecho cierto y alguien sabrá las razones, que a buen seguro existen aunque las desconozcamos el común de los mortales. Puestos a aventurar, se me ocurre que han detectado que es el día que menos combustible se gasta o bien que es el día en el que nuestro Instituto Nacional de Estadística toma los precios para calcular esos índices que si bien son oficiales no nos creemos nadie. Y es que cuando las cosas no cuadran y día tras día sentimos que no es oro todo lo que reluce, tenemos tendencia a generalizar y pensar que todo es una engañifa. Y es que esto que comento no es un caso aislado, viene siendo la política generalizada desde hace varios años, en lo que parece que vale todo.

Contaban una historia de un pueblo en el que todos estaban locos menos uno. Este ser solitario, en su cordura, veía como todos los demás, locos de remate, se divertían, bailaban, reían, jugaban… Al final no le quedó más remedio, que claudicar y convertirse en un loco más para “disfrutar” de la vida. Yo, por el momento, me resisto.