Rescato para mis propósitos el conocido refrán popular que dice aquello de «nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena». Aunque las explicaciones y el sentido de esta frase son más de una y de dos, todos tenemos claro que se refiere al hecho de ir dejando de hacer las cosas, de
procrastinarlas, de forma que llega un día en que el asunto pasa a mayores y en ese momento tomamos conciencia aunque tarde.
El paso de los años conlleva un deterioro en nuestra estructura, física o mental, que dependerá de muchos factores, algunos de los cuales podemos controlar pero otros no. En todo caso, hay una serie de pautas que son fundamentales para el cuidado de la mente y del cuerpo que es bueno sistematizar y ejecutar todos los días, en pequeñas pero acertadas dosis, de forma que nos sirva para amortiguar o cuando menos retrasar los achaques el máximo posible en el tiempo.
He referido historias en este blog que hablan de ello, como por ejemplo
DOS AMIGOS, en la que se hablaba de la importancia de la actividad física en la vida de las personas. Hace unos días falleció el segundo de los amigos que ha llegado a los noventa y cinco años en un estado de forma física envidiable para personas treinta años menores. Otra actividad muy conveniente de cara a combatir o retrasar los efectos de enfermedades degenerativas tales como el Alzheimer o el Parkinson es tener a diario una buena sesión de lectura. Parece que lectura y paseo son muy convenientes de realizar a diario para tener unas buenas bases de cara a los últimos años de nuestra vida.
En estas últimas semanas he tenido un problema en uno de mis dos ojos, concretamente en el izquierdo. Veía unas telarañas flotantes, esas que cuando intentas perseguirlas con la vista siempre se escapan. En alguna otra ocasión han sido manchas o «moscas» pero había sido un fenómeno que había desaparecido a los pocos días. En esta ocasión han persistido, lo que me obligó a acudir al oftalmólogo que reconozco que me asustó, pues me reprendió por haber tardado más de una semana en acudir cuando lo que podía estar sufriendo era una «DR», si, lo que parece, un desprendimiento de retina, lo que podría derivar en ceguera si no se trata a tiempo.
Me mandó a toda prisa a un servicio de urgencias donde en todo momento se despreocuparon por las telarañas o moscas flotantes y se preocuparon de una deformación de la retina que en un punto cercano a la mácula se había abombado y podía ser peligrosa. Huyo de todo lenguaje técnico y médico, del que me he puesto muy al día en estas dos últimas semanas, pero que no creo conveniente reproducir aquí. El problema podía llevar ahí varios años, pero había quedado descubierto y requería ser arreglado mediante una sencilla, aunque dolorosa y desconcertante, operación a base de laser que se hace en un cuarto de hora, en la propia consulta y sin ningún tipo de preparación.
Ahora que todo ha pasado, sigo viendo las telarañas pero no me preocupan, como le pasaba a aquel paciente. Resulta que se hacía «pis» en la cama y eso que andaba en la cuarentena. Muy preocupado por los hechos se lo contó a un amigo que le recomendó ir a ver a un psicólogo. Al cabo del tiempo se encontró de nuevo con el amigo que le preguntó cómo iba la cosa. Muy bien, respondió, me sigo orinando en la cama por las noches… pero ya no me preocupo.
En mi caso, la vista es un motivo de preocupación. De vez en cuando uno se pone a pensar que cosas son importantes y serían las últimas que uno desearía perder, no solo en lo material que tenemos y nos rodea sino en nuestras propias capacidades físicas y mentales. No tengo ninguna duda de que tras mantener en buen estado las neuronas de mi cerebro, la función más importante es la vista. La primera prescripción que recibí del especialista es que tenía que estar un período de tres días en absoluto reposo, tanto físico como visual, en una habitación en penumbra. Se me cayó el mundo encima, nada de lectura, nada de ordenador, nada de televisión…
Cada persona tiene sus preferencias y sus aficiones. Procuro hacer ejercicio físico a diario con mayor o menor intensidad, del que disfruto y además considero como una inversión para el futuro tal y como he comentado. Pero actividades fundamentales para mí en estos momentos de la vida son la lectura y el ordenador, actividades que llevo practicando toda mi vida y que de alguna forma habrán castigado mi visión y mis ojos. Renunciar a ellas sería casi como morir en vida. En esos días de vacaciones forzosas lectoras intenté hacer uso de la tecnología para escuchar en vez de leer el libro que tenía entre manos. Una voz conseguida de señorita o caballero me iba leyendo el libro en mi teléfono móvil, con buen acento y entonación, pero … no es lo mismo y además me quedaba dormido.
No sé si habrá alguna forma de ejercitar la vista. Los músculos y la mente se ejercitan usándolos, pero ¿la vista? ¿se ejercita viendo? Me preocuparé de esto en los próximos tiempos. El oftálmologo, ante mi pregunta acerca de posibles cambios en mis actividades visuales, se encogió de hombros y no me rcomendó ningún ejercicio o actividad a realizar para prevenir problemas en la vista. Supongo que leer menos y estar menos tiempo delante de la pantalla del ordenador será bueno pero ¿hasta que punto y en que cuantía?