En
las prácticas bancarias de antaño, cada cliente contaba con un resguardo por lo
general en forma de libreta o cartilla en el que constaba de forma fehaciente
el saldo de su cuenta. Para clientes de tipo empresarial existían las cuentas
corrientes de las que no había un reflejo unitario de los movimientos pero la
comunicación de estos era cuasi continúa en documentos denominados extractos de
cuenta. Con ello, en todo momento cada cual sabía el dinero que tenía
disponible y de alguna forma estas cartillas o extractos eran una especie de
resguardo que en un momento dado podía justificar un saldo en la entidad
bancaria. Bien es verdad es que las operaciones eran contadas y casi todas
ellas realizadas cara a cara de forma presencial en la oficinas bancarias o
ante corresponsales en localidades donde estas no existían.
Esta
semana de primeros de abril de dos mil dieciséis uno de los dos grandes bancos
españoles ha anunciado el inminente cierre de más de cuatrocientas oficinas de
atención al público, que es por lo general una práctica que lleva ya varios
años realizándose aunque no se publicite, derivada de fusiones pero
principalmente debida a un hecho que se extiende cada vez más, cual es el
desarrollo de las tecnologías a través de internet, con lo que cada vez un
mayor número de usuarios no pisa en meses o años las oficinas bancarias y
realiza toda su operativa a través del ordenador o del teléfono. Esto
representa unas ventajas indudables de rapidez, inmediatez y comodidad pero
lleva asociadas unas connotaciones que no siempre hemos valorado lo suficiente.
Uno
recuerda la época en que en las gasolineras existían empleados que te servían el
combustible sin que en muchos casos tuvieras necesidad ni siquiera de bajarte
del coche. En la actualidad y salvo en algunos casos excepcionales, estos
empleados han desaparecido de la faz de la tierra y en su lugar el sufrido
conductor dispone de unos guantes desechables de plástico para no mancharse las
manos y auto atenderse por sí solo. La pregunta en este asunto es ¿ha
descendido el precio del combustible por este hecho? El importe de los sueldos
que el propietario del surtidor se ahorra con la inexistencia de estos
empleados… ¿se ha repercutido al automovilista?
Con
el asunto de los bancos pasa lo mismo. Con nuestro ordenador, nuestra
electricidad, nuestro tiempo, nuestra impresora y en resumen con nuestros
medios, nos auto realizamos las operaciones bancarias en nuestras casas y
oficinas, lo que deriva en que cada vez son menos necesarias oficinas de
atención presencial. Yo hace años que no piso una. Pero es que, es más, una de
las entidades bancarias con las que trabajo prácticamente no tiene ninguna ya
que toda su operativa está basada en internet. No hace falta decir que me
refiero a esa que se identifica por un color naranja y que según informaciones
copa el 82% de todas las operaciones bancarias que se realizan por internet en
nuestro país.
Esta
semana de finales de marzo y principios de abril de 2016, la operativa a través
de internet de ese banco naranja ha estado parada por… «un problema técnico». No sabremos nunca la verdad ni conoceremos con
detalle cual ha sido ese problema técnico y si pudiera haberse evitado con
ciertas prácticas que se deben seguir en asuntos informáticos y que cada vez
están más relajadas o no se realizan con la profesionalidad adecuada, y lo digo
por experiencia. Lo «único» que no ha funcionado es la operativa a través de
internet, pues los movimientos han seguido fluyendo y no ha habido problemas en
cargos de recibos, abonos de transferencias o nóminas y extracciones de dinero
en efectivo a través de los cajeros, operaciones estas que son las más básicas
en el común de los clientes. Todo muy bien, pero… ¿y en otro tipo de
operaciones?
Hay
que reconocer que la entidad ha pedido disculpas por activa y por pasiva, en
todos los medios y redes sociales e incluso a través de un correo electrónico
personalizado. Pero cuando ya parece que no pasa nada y que debemos esperar a
la próxima, sin entrar en disquisiciones profundas, se me ocurren un par de
temas sobre los que había que reflexionar.
Uno
de ellos es acerca de que ocurre con asuntos que hayan tenido consecuencias derivadas de
esta falta de operatividad. Por ejemplo, personas que hayan tenido que hacer
una transferencia para afrontar pagos en otras entidades, reservar una casa o
un viaje, comprar acciones o abonar el colegio de sus hijos y que de alguna
manera hayan sufrido algún tipo de pérdida o penalización por no poder realizar
el pago a tiempo. ¿Tienen derecho a algún tipo de indemnización? ¿Es automática?
¿Hay que denunciar y meterse en asunto de abogados? Con la iglesia hemos
topado, Sancho.
Y el
otro asunto es un poco más sibilino y sin consecuencias inmediatas. Dado que
gran parte de nosotros realizamos la operativa a través de internet, no tenemos
ningún justificante o resguardo —documento
acreditativo de haber realizado determinada gestión, pago o entrega— con el
que poder demostrar nuestro saldo. Suponga por un momento que su entidad
bancaria, la que sea, sufre una catástrofe en su centro de proceso de datos y
cuando al cabo de un tiempo «x» recupere la información si es que lo consigue,
esta está incompleta o tiene fallos o faltas. O sin llegar a estos extremos, suponga que
Vd. que revisa cuasi a diario sus movimientos, se acostó ayer sabiendo que
tenía en la cuenta algo más de tres mil euros y hoy cuando se ha levantado
figuraban trescientos. ¿Qué hace? ¿Cómo reclama? ¿Qué documentos tiene que
avalen su demanda?
Desconozco
si las entidades bancarias tienen la obligación de comunicar a algún estamento
oficial como la Hacienda Tributaria o el Banco de España los saldos detallados de sus clientes y
en caso afirmativo con qué periodicidad. A nivel individual poco podemos hacer;
yo guardo en mi disco duro los extractos mensuales, algo es algo, y en algunas
ocasiones aunque confieso que no siempre, un pantallazo de lo que estoy viendo,
repito que algo es algo. Otra solución peligrosa es ceder a la tentación de,
total para los intereses que nos renta, mantener en las cuentas el saldo
imprescindible para atender los pagos y los ahorros y el dinero del día a día
llevarlo a otra entidad más personal, «Bankcolchón»,
pero como digo esto no es recomendable por numerosas razones que todos
conocemos.
En una entrada antigua rotulada «RESGUARDOS» hablaba de estos temas pero en
resumen y como dice mi buen amigo Miguel Ángel, «ajo, agua y resina», sigamos «perocontentos»
y rezando para que no pasé «ná».
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