Se estima que hace siete millones de años algo ocurrió para
que una cierta especie de simios mutara hacia lo que más tarde serían los
ancestros de los homínidos actuales. Tuvieron que pasar muchos años para que
desde el corazón del continente africano comenzara una expansión que,
atravesando todo tipo de accidentes geográficos, ha llegado a colonizar
prácticamente todos los continentes e islas del planeta. No contentos con ello,
hace cincuenta años decidieron, y consiguieron, salir del planeta y hollar la
superficie de su único satélite: la Luna.
Escribo estas letras unas pocas horas después de que se
hayan cumplido cincuenta años de la primera vez que un humano puso un pie en la
Luna. El cerebro humano, por falta de entrenamiento claro está, tiene ciertos
inconvenientes con las magnitudes de ciertas distancias. Podemos estimar
perfectamente los 20 kilómetros que nos separan de un pueblo vecino, los 50 que
nos separan de la capital, los 620 que dista Madrid de Barcelona o incluso los
1.275 que habría que recorrer, en coche y según la ruta, para ir desde Madrid a
París. Si pasamos a distancias mayores, por ejemplo, los más de 8.000 que dista
Houston de Madrid en línea recta ya la cosa se nos complica. ¿Y los 384.402 kilómetros
que por término medio dista la Luna de la Tierra? Teniendo en cuenta que la longitud
de la circunferencia terrestre en el Ecuador es de 40.075 km., la distancia a
la Luna son nueve vueltas y media a la Tierra. Es un poco tangencial al asunto,
pero recuerdo en estos momentos un libro que me impactó por su sencillez y su método
para entrenar el cerebro en esas distancias estratosféricas. Se titula «La
galaxia en un campo de fútbol» y su autor es Juan Fernández Macarrón. Mediante
comparativas sencillas uno llega a recordar que, si se compara el tamaño de la
Vía Láctea con un campo de fútbol, la Tierra sería un minúsculo granito de azúcar
situado cerca de uno de los ángulos de una de las áreas. Tendré que releerlo y
volver a «meter» el Sistema Solar en una mesa camilla con el Sol en el centro e
ir colocando los planetas con pelotas de tenis, ping-pong y similares para
hacerme una idea y recordar estas dimensiones. Tengo el libro en papel, —en
estos momentos no sé dónde— dedicado por el autor, pero he visto que en su página se puede adquirir en formato digital, pero… ¡a un
precio a mi modo de ver exagerado de 18 euros!
Volviendo al tema central, han pasado cincuenta años… Yo era
un crío en aquella época e incluso recuerdo ir a ver las retransmisiones
televisivas de los programas espaciales a casa de un vecino pues en la mía no
había todavía aparato de televisión. Cuando tenga un rato me dedicaré a ver la transmisión original en la cadena CBS norteamericana, cuatro horas y media, y que gracias a la magia
de Youtube pueden verse aquí. Indagando en esta plataforma podemos
extasiarnos con reproducciones de la época como la de Jesús Hermida en Televisión
Española. También mencionar que tuve la inmensa suerte de visitar en el año
2000 las impresionantes instalaciones de la NASA en Cabo «Kennedy» Cañaveral en
Florida y más recientemente, en 2017, las no menos impresionantes existentes en
Houston, Texas.
El pasado 29 de junio, el centro de visitantes de la NASA en
Robledo de Chavela programó una fenomenal charla a cargo de Carlos González
Pintado —en la imagen de esta entrada a la derecha—, uno de los españoles que
constituyen la historia viva de la NASA en España tras sus más de cuarenta años
de dedicación laboral que comenzaron unos años antes de la llegada del Apolo 11
a la Luna. Numerosas anécdotas jalonan la vida de Carlos, personales y en
relación con la exploración espacial, que para aquellos interesados pueden
conocerse en el libro recientemente aparecido de Jesús Sáez Carreras, Jesús y
titulado «El gran salto al abismo. La extraordinaria historia de un técnico
español de la NASA en la exploración del espacio» que puede adquirirse en
formato digital por tan solo 6,64 euros en esa conocida y mundial empresa de
venta de casi todo. Un precio irrisorio para el disfrute que procura. Carlos,
excelente y afable comunicador, ya retirado, está reviviendo estos días junto
con alguno de sus compañeros aquellos eventos y no hay día que no aparezca en
prensa, radio o televisión. Inquieto, tecnólogo, jubilado, ahora que cómo él
dice tiene algo de tiempo, cuenta sus experiencias en su propia página web
accesible en este enlace.
Llevo estas últimas semanas viviendo con expectación este
aniversario con lecturas, documentales, artículos en prensa, etc. etc. Algunas
cosas recuerdo, pero pocas dado mi reducida edad en aquellos tiempos. Un libro
revelador de toda la carrera espacial previa es el de Ricardo Artola titulado «La
carrera espacial. Del Sputnik al Apolo 11», de fácil lectura y con exhaustivos
datos de todos los programas tanto soviéticos como norteamericanos. Por cierto,
¿ha reparado Vd. en la diferencia entre los vocablos astronauta y cosmonauta? Pues
es lo mismo, pero según seas ruso o no utilizarás una u otra.
Evidentemente hay
otros muchos libros sobre el tema; otro que he leído, por curiosidad, es el de Jaime
Ivars titulado «Apolo 11. El falso viaje a la luna» por aquello de las teorías
que apoyan que todo fue un montaje. Con independencia de que lo fuera o no —los
gobiernos son capaces de estos engaños y mucho más—, hay que recordar lo que
mucha gente no sabe y es que cinco misiones posteriores pusieron otros diez hombres
más en la Luna hasta que tras el Apolo 17 de diciembre de 1972 la carrera
espacial tomó otros derroteros. Ahora parece que hay un interés renovado por
diferentes países de volver a la Luna de forma que la NASA está trabajando en
situar una pareja, la primera mujer, en la cercana fecha de 2024. La tecnología
actual es muy distante con la de entonces, años luz, y en teoría y si aquello
fue verdad, que yo no lo dudo, hoy sería casi un juego de niños (en comparación
de medios) repetirlo: por lo menos el ordenador de servicio del módulo lunar no
se pondría a emitir mensajes 1202 de saturación que por unos instantes tuvieron
en vilo a Neil Armstrong, Edwin Eugene «Buzz» Aldrin,
Michael Collins y el equipo de técnicos de seguimiento en la Tierra, entre ellos Carlos González.
Como digo, numerosos artículos en prensa se han hecho eco
del evento. Los he ido leyendo a toda prisa y guardando en el ordenador para
una relectura más pausada. Reutilizando imágenes originales, hay una excelente
película documental titulada «Apollo 11. Primeros pasos» dirigida por Todd
Douglas Miller que nos permite revivir la historia con imágenes desconocidas
hasta ahora. También el año pasado se estrenó la película «El primer hombre»
dedicada a la vida de Neil Armstrong, al que por cierto dediqué hace unos meses
la entrada de este blog titulada «Neil» con motivo del 60 aniversario de la
constitución de la NASA y donde cuento una historia curiosa que ocurrió a mi
padre.
La información aparece a borbotones estos días… imposible
hacerse eco de toda ella, pero para las personas curiosas y aficionadas a este
mundillo es un gusto para los sentidos. Ahora voy por la mitad de la serie de
doce capítulos original de 1998 —no la conocía— titulada «De la Tierra a la
Luna» y que está ofreciendo remasterizada HBO. Para aquellos que como yo no
tengan contratada esta cadena de televisión por cable, decir que ofrecen un
primer mes gratis… que espero sea suficiente para ver los doce capítulos. Ojo a
cancelar la suscripción antes de que venza, que empiezan a cobrar…
Esto se alarga y quedan algunas cosas, así que veremos si la
próxima semana seguimos con algunos asuntos interesantes… ¿Vexilología y Apolo
11?