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domingo, 4 de agosto de 2024

INTROSPECIÓN

 

¿A qué dedica su tiempo libre un jubilado? Eso suponiendo que lo tenga, porque muchos de los que conozco y entre los que me encuentro, no tenemos un minuto libre al día. Abandonadas ya las ocupaciones estrictamente laborales, nos hemos buscado o nos han buscado otras que hacen que procrastinemos día tras día y mes tras mes esas cosas que… «íbamos a acometer cuando nos jubilásemos» y tuviéramos tiempo libre.

No sé a quién pertenece la frase que se me quedó grabada en una clase magistral de mi época de estudiante de psicología: todas las personas tienen sus resplandores, aunque no siempre los muestran y hay que encontrárselos.

En los setenta del siglo pasado, yo era un fan de la música de Bob Dylan. Devoraba continuamente sus canciones llegando a conocer de muchas de ellas sus letras en inglés. Nunca me preocupé de saber más de la vida de este cantante hasta que en 2016 la Academia Sueca le concedió el Premio Nobel de Literatura. ¿De literatura? Sí, de literatura. Pero… ¿No es un cantante? Independientemente de la idoneidad o no de la concesión, las personas no somos una sola cosa, tenemos varias identidades y no por destacar en una quedamos subsumidos en ella. Encasillamos a las personas y nos quedamos sin descubrir, caso de que los tengan, otros aspectos vitales e interesantes, esos resplandores de los que hablaba el profesor Miguel Costa Cabanillas en su clase de psicología.

Esta semana me ha vuelto a ocurrir algo parecido con Arnold Schwarzenegger, ese actor de apellido impronunciable al que la mayoría de la gente conocemos por sus películas de acción. Yo sabía de su pasado europeo, sus premios como culturista y sus escarceos en la política estadounidense, en la que llegó a detentar el puesto de gobernador de California. Poco o nada más.

Por ello, me ha sorprendido el artículo aparecido en el diario El Mundo esta semana de agosto de 2024 con el titular que podemos ver en la imagen que acompaña a esta entrada. Me he interesado un poco más por él descubriendo que nació en un año de hambruna en una pequeña ciudad de Austria, hijo de un oficial de policía muy severo, y en una familia católica muy estricta. Deportista desde niño, se decantó por el culturismo llegando a obtener grandes premios. Soñaba con viajar a Estados Unidos para hacer allí una vida distinta: en 1968, a sus 21 años, marchó a ese país donde continuó con su carrera de culturista llegando a ganar el concurso Mr. Olympia. Luego llegó su debut como actor en películas de acción alcanzando la fama en 1982 con «Conan el bárbaro».

No es cuestión de contar aquí la variada biografía de este personaje, pero sí que me ha sorprendido en ese papel de coach psicológico al brindarnos 77 reflexiones con motivo de su 77 cumpleaños. Releídas muy rápidamente, me las he guardado en un documento para volver sobre ellas. El artículo original del diario El Mundo, muy recomendable, está disponible en abierto, al menos en estos momentos, en este enlace.

«La gente a menudo se enfoca en todos los aspectos negativos de envejecer: un día eres Mr. Olympia, y al siguiente, te ves las arrugas. Pero yo prefiero concentrarme en lo que puedo hacer para mejorar las cosas. Así que, en lugar de preocuparme por lo que he perdido, quiero compartir el conocimiento que he adquirido. Creé una guía gratuita con 77 lecciones de los últimos 77 años. Espero que la disfrutes, la compartas con otros y encuentres útiles los consejos»

Cuando una persona, jubilada o no, dice ─decimos—que no tiene tiempo es porque ha establecido sus prioridades y lo dedica a unas determinadas cosas en detrimento de otras. No siempre nos paramos a reflexionar y dar importancia a las actividades que realmente la tienen y nos dejamos llevar por el día al día sin intentar cambiar. Por ejemplo, mi amigo Miguel Ángel dedica todos los días un buen rato a un más que paseo diario. Yo lo debería hacer también, pero, enfrascado en otros menesteres, no pongo la prioridad en ese asunto que sé que sería vital para mi estado físico. Y mental, porque se puede aprovechar para pensar, meditar e incluso, no sé si esto sería bueno, escuchar podcasts seleccionados.

El amigo Arnold tiene, sí, otras facetas. Una de ellas es la de escritor, con algunos libros publicados, como, por ejemplo, entre otros, «Desafío total. Mi increíble historia» y «Be useful. Siete herramientas para la vida». Tras leer detenidamente y reflexionando sus 77 consejos, me apunto estos dos libros en lista de lectura pendientes, pero con prioridad. A buen seguro aprendo cosas y modifico algunos aspectos de mi vida.

La última de las recomendaciones de Arnold es escueta y efectiva: «Deja el teléfono». Dedicamos mucho tiempo al teléfono, unos más y otros menos. Mi suegro me decía muchas veces una cuita en torno al tema del tiempo: «Échate una novia, estate con ella unos meses y luego déjala, verás cuanto tiempo libre te queda». Y si pusiéramos el teléfono en modo avión en muchos momentos… Algo parecido a la reflexión numerada como 16: «Adiós a la caja tonta». Y si dejásemos apagada la televisión o las pantallas en muchos momentos… Prioridades… todo es cuestión de prioridades en nuestras decisiones. Es el momento de dedicar tiempo a reflexionar, a realizar introspecciones, eso que define el diccionario con una «mirada interior que se dirige a los propios actos o estados de ánimo».

La gestión del tiempo, presumo, es una tarea incompleta de muchas personas y a la que debiéramos dedicar mayor atención. Hay numerosas publicaciones, vídeos y consejos, pero ya se sabe que en la red no todo es verdad o mentira. He estado dando una vuelta y me quedado con un trío de libros que tienen buena pinta: «El tiempo. Los secretos de nuestro bien más escaso», de Stefan Klein, «Gestiona tu tiempo, disfruta de la vida. Vive sin estrés haciendo más cosas», de Jonathan Benito Sipos y «Organízate con eficacia», de David Allen. Conste aquí que son producto de meras referencias en la red y que no los he leído. Anotados quedan y pendientes, como otros muchos.

Todo el tiempo que empleemos en revisar nuestras prioridades, con ayuda de relaciones como esta que nos brinda Arnold Schwarzenegger u otras muchas, a buen seguro nos ayudan a tomar decisiones que mejorarán nuestro ánimo y nuestra actividad física y mental. Importancia, pues, para lo que (realmente y para nosotros) la tiene.