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lunes, 22 de abril de 2013

BANKIADOS




Internet nos ha cambiado las costumbres en muchas de nuestras actividades y casi no nos damos cuenta de ello. Es poco corriente para los que nos manejamos en los ordenadores el tener que asistir físicamente a una oficina bancaria salvo para operaciones poco corrientes o extraordinarias. Pensando en mi caso, hace más de doce años que una fusión entre bancos me cambió la cuenta de oficina. En estos años transcurridos, nunca jamás he ido por esa oficina, que supongo que estará en la dirección que figura, porque todo mi trasiego con el banco lo realizo a través de internet y las operaciones en las que interviene físicamente el dinero por medio de los cajeros automáticos. En aras de la comodidad, ponemos a disposición de los bancos nuestro ordenador, nuestro escritorio, nuestra luz y nuestro tiempo para hacer las operaciones que anteriormente,  no hace muchos años, realizaban los propios empleados del banco, o caja, cuando te personabas físicamente en la oficina.
Hace unos días un amigo me dio un talón bancario. Por el tiempo que hacía que no lidiaba con uno, parecía un objeto del pasado, como aquellas letras de cambio que eran el terror de las empresas con sus negociaciones, devoluciones y líos. Ya no existen, o al menos no se oye hablar de ellas. Con el talón en las manos y hasta donde yo sé, o bien lo ingresaba en mi cuenta yendo personalmente a esa oficina mía que no conozco y que por más inri está a cincuenta kilómetros de mi casa, o iba a la oficina de mi amigo a cobrarlo personalmente. Una oficina de Bankia aunque en el rótulo todavía pone eso de CajaMadrid, una reminiscencia de lo que antes fue la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid.

Mientras esperaba la cola de la caja, talón en mano, un pensamiento anidaba en mi mente: ¿Cómo es posible hoy en día que haya personas que tengan su cuenta en Bankia?  Es de suponer que algunos estarán forzados por tener algún “producto”, que eufemismo, de los suyos tales como hipotecas o las famosas preferentes. Pero me parece que muchos clientes siguen teniendo sus pocos o muchos ahorros allí como forma de guardar el dinero y para hacer las operaciones corrientes a las que nos vemos todos obligados hoy en día como pagar los recibos de nuestros consumos domésticos. Mi amigo me dijo que le cobraban tres euros mensuales como cuota de mantenimiento de la cuenta porque no llegaba a unos mínimos exigidos para estar exento de comisiones. No solo no te dan un interés por tu dinero como ha ocurrido toda la vida sino que encima te fríen a comisiones por las cuentas y las tarjetas, que el sistema o ellos mismos te fuerzan a utilizar.

Y ya por extensión y tras el “corralito” de Chipre, la pregunta se amplía ¿merece la pena tener el dinero en un banco? Si no te dan nada por ello, encima te cobran y además estás expuesto a que el ministro de turno te imponga una “quita”, otro eufemismo, lo mejor es pensar que, salvo temas de seguridad, lo mejor es tener la mayor parte de nuestro dinero en ese banco de todos conocido, que no cobra y que siempre tiene “tu dinero” a tu disposición, las 24 horas del día y los 365 días del año: BANK COLCHÓN.

Mis veinte años como empleado de CajaMadrid, Bankia o lo que sea me hacen ver lo que está pasando con otros ojos. Recibía un correo de un buen amigo, empleado ya retirado, que se quedó allí cuando yo me marché y que ha dedicado toda su vida a ese banco malo, caja buena, o lo que sea, que me decía “tengo el corazón partío”. Que buena frase. Por un lado toda una vida allí, con muy buenos amigos y compañeros que laboran todavía y que están en la cuerda floja bamboleados por las decisiones del gestor de turno, y por otro lado tus pensamientos como persona que ha visto como se ha metido la mano al cajón hasta dejarlo lleno de telarañas.. te parten el corazón. Quieres lo mejor para tus amigos y compañeros, que o bien sigan trabajando allí o que cuando les den una patada en el culo les cubran un poquito sus necesidades personales y familiares. Pero este cubrir necesidades se hace con el dinero de todos, que también es el tuyo y que se detrae de otras cosas básicas como sanidad o educación.

Y mientras asistimos a estos y otros sinsentidos, los consejeros sin cualificación, que iban a los consejos de administración en representación de ellos mismos a decir “siseñor” a llevarse la pasta directamente en primera instancia, y a través de sus decisiones de inversión en segunda, viven felices y se ríen de todos nosotros, pobrecillos, que no aprenderemos y seguimos asistiendo a más de lo mismo. “La corrupción funciona porque se extiende” me decía este mismo amigo. Pues, nada, que se siga extendiendo.

Todos, clientes y no clientes, estamos “bankiados”. Y mientras, repito la pregunta: ¿Cómo es posible hoy en día que haya personas que tengan su cuenta en Bankia?