Las tradiciones son importantes en la vida de las personas y siempre es cometido de los mayores transmitirlas a los más pequeños para que así vayan pasando de generación en generación sin caer en el olvido. La globalización galopante que sufrimos extiende las tradiciones de forma mundial y a veces nos encontramos con algunas que ni nos van ni nos vienen a los que tenemos una cierta edad pero que van calando en los más jóvenes hasta hacerlos parecer que es una cosa de toda la vida. A modo de ejemplo me viene a la cabeza la que ya se celebra de forma generalizada y que el pasado año en Madrid costó hasta la muerte de cinco jóvenes: Halloween, una tradición para nada española pero que se ha quedado a vivir entre nosotros para no marcharse.
Aunque nacionalizada española y residente aquí desde hace muchos años, mi suegra es alemana y tanto ella como su difunto marido se han preocupado siempre de transmitir a sus hijos las tradiciones alemanas más significativas. Con ello, los allegados familiares disponemos de todo un abanico de tradiciones añadidas a las nuestras que se celebran repetidamente año tras año en el ámbito reducido de la familia.
”Osterhase” es una palabra alemana cuya traducción al castellano es
“Conejo de Pascua”. Una fiesta de las más populares en Alemania y que se celebra, como su propio nombre indica, el domingo de Resurrección o de Pascua y que consiste en la venida de un mágico conejito portador de chucherías entre las que la estrella son los huevos de pascua, de preciosas formas y delicioso chocolate. También contienen huevos duros, pintados con multitud de colores y que cada día son más difíciles de encontrar en España, pues se necesitan huevos blancos y ya casi todos son morenos. El conejito, juguetón el, se dedica a esconder por las plantas del jardín sus paquetes de golosinas en forma de nidos que debemos de buscar en cuanto da comienzo la fiesta. Por aquello de las diferencias entre mayores y pequeños, y dentro de estos entre alérgicos y no alérgicos, los nidos están debidamente personalizados, por lo que cada uno tiene que buscar el que lleva su nombre. Si encuentra uno que no es suyo debe seguir buscando y queda en su conciencia avisar al destinatario o dejar que siga la fiesta hasta que todos cacen su presa.
Ayer por la mañana, con un día espléndido tras una semana de lluvia a todas horas, celebramos la fiesta del
“Osterhase” reunidos todos, chicos y grandes, en una algarabía magnífica. Cuando cada uno tuvo en su poder su botín, sentada alrededor de la mesa a departir y compartir en un ambiente distendido y agradable.
Lo malo de esta fiesta es que indica el fin de la Pascua, de la Semana Santa, y por tanto de las vacaciones, por lo que tras la alegría viene la cruda realidad de volver a la vida diaria, los mayores a sus trabajos, los que los tienen, y los pequeños a sus colegios que hoy por hoy no les faltan, aunque veremos hasta cuando.
Buscando información sobre el evento, hay mucha en alemán, que no entiendo, pero he encontrado un blog con una explicación sucinta y curiosa que quién esté más interesado puede ver en el siguiente
enlace .